Defensa de la objetividad

En este post quiero defender la idea de objetividad. Hace tiempo que, desde programas de televisión y blogs afines al gobierno, se viene divulgando la idea de que la objetividad es un invento de los poderosos para camuflar la defensa de sus intereses particulares. En contraposición, se sostiene que todos hablamos desde una ideología, que es imposible salirse de ella, y que por lo tanto la objetividad no existe. Con mucho orgullo, quienes sostienen esta idea suelen auto-proclamarse «no objetivos», lo cual, entienden, los torna más honestos que aquéllos que disimulan su ideología bajo ideas como «objetividad», «neutralidad» o «ecuanimidad». La idea de fondo parece ser que cada uno debería sacarse la máscara de objetividad y mostrarse como es, es decir, dando cuenta de la ideología a la cual responde.

El problema es que de la objetividad, como han notado los principales filósofos críticos de esta idea (Nietzsche, Heidegger, Arendt, Derrida), no se sale por un simple acto de voluntad. La creencia de que hay verdades que trascienden nuestro punto de vista particular forma parte de nuestra existencia y de nuestra pertenencia social; si no fuese así, la propia idea de que es posible persuadir al otro sería un absurdo. Que el agua hierve a 100 grados, que algo no puede ser opaco y transparente a la vez, y que en 1982 el Ejército argentino ocupó las Islas Malvinas, son verdades asumidas por todos y, en ese sentido, son «objetivas». Sin estas verdades objetivas, no habría mundo común posible.

Claro está que estas verdades objetivas (es decir, compartidas por todos) no suelen ser suficientes para organizar nuestra vida en común. Que el agua hierva a 100 grados puede ser objetivo, pero no significa nada en sí mismo, como tampoco significa mucho el hecho aislado de que, en 1982, la Argentina haya ocupado las Islas Malvinas. Uno podría decir, entonces, que están esos hechos objetivos, pero que todo lo que se diga sobre ellos es ideológico, y que, por lo tanto, solo desde la ideología se pueden decir cosas relevantes para nuestra vida en común. ¿Significa ello que, más allá de los hechos, solo hay perspectivas que condicionan nuestra forma de verlos? ¿No caemos así, nuevamente, en el problema de que no hay terreno común sobre el cual fundamentar nuestras ideas, con el horizonte de ponernos de acuerdo?

Mi respuesta es que, aún en nuestras interpretaciones de los hechos, la creencia en la objetividad de nuestros argumentos es inerradicable. Quienes dicen, haciéndose cargo de una posición ideológica, que la Sociedad Rural es una organización poco democrática por su historia de apoyo a los regímenes militares, no están afirmando que eso puede ser falso si se ven las cosas desde otro punto de vista, desde otra ideología. Si fuese así, no habría lugar para argumento alguno, sino solo para guerras de consignas. Si, de una manera u otra, todavía hay gente que considera que la propia ideología se puede defender con argumentos convincentes, es porque creen que hay en ella algo de objetivo, es decir, algo de veracidad que va más allá del punto de vista particular.

¿Qué se gana, entonces, con la supuesta honestidad de asumir la propia ideología? Si quien proclama ser objetivo oculta su posición ideológica, quien proclama no serlo, ¿no oculta la inextirpable creencia en la veracidad de lo que afirma? ¿Hay uno más honesto que el otro, o se trata de dos ocultamientos diferentes? Slavoj Zizek, uno de los principales teóricos de la ideología contemporáneos, ha afirmado que, mientras que anteriormente la creencia de estar fuera de la ideología era el mecanismo ideológico fundamental, hoy en día lo es el creer que no hay otra cosa que ideología. Es decir, afirmar que no hay objetividad no es más que replicar el mismo gesto ideológica que, como siempre, nos lleva a pensar que estamos fuera de la ideología. En este caso, ese «exterior» sería la posición de quien afirma que todos tienen una ideología. Después de todo, esa verdad sí tiene que ser objetiva, ¿o no?

Mi sospecha es que esto de negar la objetividad es una excusa para escaparle a la argumentación, a la reflexión y al acuerdo, los cuales vienen con la idea de que hay verdades que van más allá de mi posición particular. Ser objetivo no implica necesariamente hablar desde una posición de absoluta neutralidad que los demás están obligados a aceptar. También significa respetar las verdades compartidas, y buscar contemplar otras perspectivas al momento de defender la propia. En ese sentido, la objetividad no es una posición dada de antemano, sino una búsqueda que tiene que ver con buscar verdades que trascienden la propia posición, los propios prejuicios y lugares comunes. En otras palabras, la búsqueda de objetividad es aquello que nos permite salir un poco de nuestra ideología e interactuar con otros que no la comparten.

Esto último, claro, es más complicado que plantarse en la propia ideología y repetir las verdades que de ella nos vienen dadas. Pero sin esa búsqueda de objetividad, la discusión política se vuelve imposible. No hace falta, por lo tanto, quedarse con la oposición «ser objetivo / tener una ideología». Mejor asumir que todos partimos desde una concepción ideológica de la realidad, pero que la búsqueda de objetividad nos ayuda a trascenderla.

http://progreperonotanto.blogspot.com

18 comentarios en «Defensa de la objetividad»

  1. esta muy bien.

    esto me recuerda cuando vos decis que 678 oculta selecciona y edita informacion tendenciosamente igual que clarin, pero te dicen «ah no, pero nosotros decimos desde donde hablamos»

    y???? la prensa no debe ser (solo) militancia, sino nunca vas a tener mas audiencia que tu grupito militante

    quiza mas que objetividad, seria honestidad intelectual

  2. tema filosofico,ya que trata el asunto de la verdad,y del relativismo en las posiciones.Hay que recordar a Einstein que aun en una ciencia como la fisica señalo su famosa teoria a partir de la ubicacion del espectador y por la cual no caemos sino mas bien la tierra viene hacia nosotros…Y los problemas de la epistemologia actual donde la veracidad es reemplazada por la verificabilidad,es decir el ajuste a los principios aceptados como puntos de partida,por lo que segun sean los axiomas y postulados sera la matematica resultante.Es que con ese reconocimiento del «humanismo»siempre presente en la ciencia casi nos tocamos con el dogmatismo de la religion,aunque,como dice W.Allen la primera es preferible pou su desarrollo mas coherente.Eso,lo importante es la coherencia,que tambien es preferible en la conducta…O lo que se dice en biologia,donde se reconoce que el investigador es quien maneja el metodo y por ello aquel es mas importante,y determinante.Y Freud,par quien la racionalizacion es un mecanismo de defensa contra la neurosis,por lo que podemos decir que para todo hay argumento..Y ni hablar de los estudios en ciencias directamente humanas como la sociologia,la historia,la politica,donde los intereses individuales y colectivos pesan inevtablemente.Es bueno reconocerlos,para etars al tanto y tratar de sobreponernos…La objetividad resulta mas bien una proximacion a la verdad,con un angulo de error permanente que da lugar al desarrollo de la historia de la ciencia.No esta demas rcordar que la verdad»objetiva»resulta del ajuste a los hechos(que llamamos «realidad»y a las reglas cartesianas,pero siempre con la prudencia propia de la duda que es apertura.Po otro lado se nos hablo de los principios de verdad y aparece la cuestion de las mayorias y del consenso,tambien de la autoridad,pero este ultimo quedo abandonado desde la modernidad y aquellos dejaron planteado el debate de la cantidad frente a la calidad,si las mayorias siempre tienen o no razon…de ahi el problema del perfeccionamiento de la democracia.

  3. Me parece brillante que exponga este tema, que desde hace mucho, y en vano, espero que aparezca inteligentemente abordado en medios periodísticos.

    Ese desprecio por la objetividad que estamos viviendo hace ya algunos años en Argentina es una de las peores cosas que le ha pasado al periodismo (y en gran medida, y mucho más grave, a sectores intelectuales).

    Concuerdo con el post en que “es una excusa para escaparle a la argumentación, a la reflexión y al acuerdo, los cuales vienen con la idea de que hay verdades que van más allá de mi posición particular”. Esto nos ha dejado un nivel tan pobre en los debates de ideas que basta con saber quiénes lo harán para poder predecir muy eficazmente qué dirán y cómo.

    Me pregunto si cuando a uno de estos defenestradores de la objetividad le preguntan cuál es su hijo favorito si dicen su nombre, o si entonces elije objetivarse en la proclama “los quiero a todos por igual”.

    A mí no me interesa que los periodistas o intelectuales proclamen su ideología, sí me interesa que dejen clara cuál es la intencionalidad de sus acciones.

  4. Mi comentario surge a partir de las preocupaciones que señalan pepe y J.K. Creo que si ante el problema de la independencia o falta de independencia en los medios de comunicación, vamos a terminar reclamando un periodismo militante o, al menos, ideologizado, tendremos simplemente malos periodistas. Lo que necesitamos, en mi opinión, es repensar la idea de objetividad, y con ella la de periodismo, para ver cómo se articulan, y así mejorar la calidad del periodismo. Si seguimos reduciendo todo a posiciones ideológicas, todos iremos hablando cada vez más el lenguaje del militante político, como los integrantes de 678. El lenguaje del militante no tiene nada de malo, claro, pero hay otros lenguajes que también son importantes.

  5. este tema se toca tambien con la cuestion del»arte didactico»o del «arte por el arte»(arte puro)e historicamente con la Rusia stalinista con la subordinacion del arte a la politica.

  6. Completamente de acuerdo con la conclusión: «mejor asumir que todos partimos desde una concepción ideológica de la realidad, pero que la búsqueda de objetividad nos ayuda a trascenderla.»
    El resto del post me parece demasiado crítico con la idea de hablar desde posiciones ideológicas negando hasta cierto punto la posibilidad de la objetividad. En todo caso es interesante que tu post debata con uno que escribí hace un par de años y es una especie de contracara: http://artepolitica.com/comunidad/critica-de-la-imparcialidad/
    Lo cito ya que no creo que estemos muy alejados respecto de nuestra posición sobre el tema (como dije coincido plenamente con tu conclusión), y sin embargo lo encaramos desde lados opuestos.

    1. Sergio,

      Lei tu post. No estoy de acuerdo con la idea de que un periodista debería decir a quién votó, o intentar precisar su ideología política. Eso, en todo caso, debe quedar plasmado en sus opiniones, si se trata de un periodista de opinión. Creo que un periodista debe buscar ser lo más sólido posible en sus análisis y en sus argumentos. ¿Qué diferencia hace para la solidez de un argumento, que un periodista haya votado a tal o cual candidato? ¿Qué diferencia hace que tenga tal o cual visión de la historia argentina? Creo que lo importante es que alguien pueda plantear una idea, y que esa idea pueda ser debatida en sí misma. Si el valor de cada idea está dado por la posición ideológica de quien la enuncia, volvemos a lo mismo: cada uno se queda en su lugar, en su concepción ideológica de la realidad, y nadie busca hacer su argumento lo más sólido posible.

      1. Que un periodista diga a quién votó no aporta a la solidez de su argumento, aporta para que uno sepa desde dónde dice lo que dice. El periodista como cualquier otra persona tiene que buscar argumentar lo mejor posible, pero sería falso suponer que esa rgumentación la hace desde una supuesta neutralidad que no existe. Decir dónde está parado, lejos de disculparlo de nada, lo exige más. Ya que no puede permitir que los demás crean que solo argumenta en favor de quién a el le gusta, solo por una cuestión ideológica. Cuando él dice a quién votó, completa el cuadro, debe argumentar bien, pero también nosotros sabemos dónde está parado políticamente.

      2. Jeje Mariano, muy elaborado lo tuyo. No te preocupes, chicanear siempre es posible, diga uno lo que diga, tu intervención acá lo demuestra.

  7. si lo reducimos a la funcion periodistica,debe informar ateniendose a los hechos y a las fuentes(coo la historia)y si lo desea opinar,señalando su comentario.La funcion periodistica puede ser superficial o ir al fondo de los asuntos.Estamos cansados de recibir noticias sobre violencia y de no encarar sus causas.La funcion periodistica debiera ser educativa,con debate y participacion,y no mera creadora de miedos como se percibe.

  8. La realidad es una construcción a la vez objetiva e ideológica. No hay nada que trascender, porque más allá de la ideología hay silencio. Una objetividad trascendente a toda ideología ya se intentó varias veces y terminó casi siempre en cosas parecidas a la inquisición. Me llaman la atención tu último párrafo y el primero, en el que oponés «objetividad» a «punto de vista particular», como si esos fueran los polos a considerar. El resto del artículo recorre otros territorios, a mi juicio más fértiles. Me confunden un poco esos vaivenes.

    1. ale,

      Lo que se trasciende es la posición desde la cual miramos la realidad, no el hecho de que tengamos una posición. La objetividad es un horizonte o, si se quiere, un juego del lenguaje que nos permite ampliar nuestro punto de vista. Ello significa tener una mirada que contemple otras miradas, sin que por eso deje de ser la propia mirada. Esto no nos garantiza una objetividad que escape a toda ideología o punto de vista, pero nos permite desarrollar un lenguaje basado en los argumentos, la persuación y la búsqueda de acuerdos. La alternativa que suele plantearse, y con la que busco discutir, es la de quedarse en la propia posición ignorando la pretención de objetividad que subyace a todo argumento.

  9. Creo que la discusión sobre la objetividad hay que colocarla en los lugares en que hace cuestión.Nadie va a polemizar sobre la temperatura a que hierve el agua o sobre la ley de gravedad.En cambio corresponde preguntarse por la objetividad de la economía y de la política.la objetividad establece criterios, pautas, leyes universales y necesarias. Con eso nos corrió el fondo monetario y los economisas del sistema mucho tiempo. Lo mismo con la política, que para algunos debe ser racional – o sea una actividad conforme a la razón, que por supuesto es la de ellos. Pero la políica no se basa en la razón de unos pocos sino en la voluntad popular.

  10. Muy lindo texto, adornado, pero abro la página de Clarín y las 3 primeras notas del diario hablan de Fibertel: «Más confusión en la gente por el intento de cerrar Fibertel», «En el interior también rechazan fuerte las medidas del Gobierno contra Fibertel», «Ya hay 92.000 adhesiones a Fibertel en Facebook» todo muy objetivo.

  11. La realidad depende de interpretaciones, que están condicionadas por la ideología. Eso no es malo, es la definición misma de la democracia, que diferentes percepciones redunden en un juicio más justo de la realidad y que nos permita tomar mejores decisiones.
    El problema está cuando no es por ideología sino por intereses personales, que se miente (no se es objetivo). Nash decía que la disputa de intereses egoístas va a redundar en el bien común, pero esto todavía está por verse, cuando veamos el país que queda después de esta guerra; uno mejor o uno peor. Seguramente ese juicio también va a depender de ideologías y puntos de vista, claro.

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