Del odio de los intelectuales a Cristina Fernández (Primera Parte)

 

                    Por Alejandra Varela

 

                           En su modo de relatar el cacerolazo del 25 de marzo, Beatriz Sarlo reconoce que la acción de la clase media en las calles evidenció el carácter político de la contienda. Ella hizo la traducción política de los reclamos del campo.

                           Lo que no dice Sarlo es que el sustento político fue el resultado de una propaganda  realizada por los medios. El error de Sarlo es interpretar que esa traducción política fue un hecho espontáneo cuando en realidad fue propiciada por los medios de comunicación, internet y demás mecanismos de propaganda del sector agropecuario.

                            Cuando Sarlo plantea que en el voto de Julio Cobos no había nada moral en juego y que pensarlo en esos términos es una ingenuidad, Sarlo está separando la moral de la política. El voto de Cobos fue una decisión política, dice Sarlo y es verdad. El dilema ético que representó Cobos fue eso, una actuación. La justificación que dio Cobos: privilegié mis convicciones, es ingenua, tiene razón Sarlo pero esto no quiere decir que la política no implique una cuestión moral y que de este hecho  no pueda hacerse una lectura en estos términos.    

                           Porque esa ciudadanía que salió a la calle como masa de maniobra del sector agropecuario, le dio a Cobos el lugar de héroe y necesitó creer que su decisión respondía a principios.         

                           Cobos aprovechó su oportunidad de definir la votación para vengarse de los Kirchner y acaparar protagonismo. Nada más que eso. Poco y nada le importó el país     y sus consecuencias políticas, como al sector agropecuario sólo lo movieron sus intereses y eso también encierra una cuestión moral. La ideología que subyace durante todo el conflicto es la de la preponderancia de los intereses personales por encima de los colectivos.

                           Cuando Néstor Kirchner asume el poder en el 2003 se encuentra en un terreno desbastado en el campo de la credibilidad política. Sabía que necesitaba, para ganar la confianza de la ciudadanía, de la recuperación de un mito  que tuviera la suficiente fuerza emotiva para devolver el entusiasmo de la población. Eligió, muy inteligentemente, la gesta de los 70. Los Kirchner se presentaron como dos exponentes de esa generación  que venían a cumplir (con las limitaciones epocales) con los sueños frustrados, inconclusos de esa epopeya. Su estrategia funcionó de inmediato.   

                           Cada vez que Cristina Fernández se enfrenta con algún sector del poder económico revive ese mito y lo enlaza con lo coyuntural  para darle ese carácter épico que tanto le molesta a Sarlo.      

                            Pero, a no confundirse, lo que le molesta a Sarlo es que al recurrir a la historia lo que hace el kirchnerismo es politizar la política.

                               Sarlo le señala a la Presidenta lo inoportuno de haber establecido  una continuidad entre el golpe de estado  del 76 y el clima destituyente durante el lockout, en su discurso del 25 de marzo del 2008. Y le reprocha: que “no era el momento  adecuado para que la presidenta de la República esbozara su tesis historiográfica sobre la complicidad de cualquier sector de la producción agraria con el golpe militar.” 

                          ¿Por qué? Porque para alguien como Sarlo esto es crear un conflicto que sería mejor evitar. Hay algo de la peor apología del olvido en esta frase. Si el exceso de memoria puede llegar a traer consecuencias regresivas, lo que se respira en el texto de Sarlo es una apología del olvido que, muy subterráneamente, encierra la certeza de que la frase de la Presidenta  se basa en una verdad. Es cierto que la sociedad rural es golpista, pareciera decir Sarlo, pero si de esa verdad hacés un discurso proclamando a los cuatro vientos estás demostrando que la discusión sobre el terrorismo de estado y los años 70 atraviesa distintas capas políticas y sociales, es compleja  y no murió el día que Raúl Alfonsín se puso la banda presidencial, sino que pese al repudio de muchos sectores de la población , pese a la militancia de los organismos de derechos humanos, sigue viva y ha logrado armar nuevas estrategias. Si decís eso, si le das un sustento político, histórico, ideológico a esos actos que los medios definen como una manifestación de la sociedad civil, podés llegar a poner en crisis la amalgama fundamental de la despolitización que nos está dando muy buenos frutos. 

                        El temor que genera el discurso de Cristina Fernández es el de poner en riesgo los enunciados que le dan vida a este nuevo fascismo. Los medios en su simplificación discursiva tienen atrapada a la población en una lógica que expresa sus deseos más individualistas.

                        No es oportuno traer la historia porque las pruebas y los razonamientos que este mecanismo implica pueden  atentar contra la sustracción, ese procedimiento que todo lo vuelve tan fácil, tan carente de conflicto, tan neutral. Si después de todo sólo se trata de una Presidenta soberbia y de un marido testarudo.

                        Ese discurso con efectos  que horroriza a Sarlo es un discurso político. Cristina Fernández sabe que sus palabras y sus acciones traen consecuencias.

                        En esa despolitización se funda la concepción de objetividad que los medios exhiben como garantía de verdad. Lo que ellos entienden como objetividad son los hechos despojados del factor político que les da un sentido en la historia. ¿O acaso no es objetiva la explotación infantil, el trabajo en negro y el robo de tierras que sistemáticamente realizan las cuatro entidades en pugna con el gobierno? ¿Por qué no se presentan los datos objetivos de la evasión impositiva o de las exportaciones realizadas en pleno lockout patronal?

                         Gracias a que la ciudadanía  está despolitizada nosotros podemos movilizarla para nuestros fines.

          En su rechazo a alinear a los protagonistas del presente en relación al pasado, Sarlo supone  que existe algún tipo de transformación en las personas o en las instituciones que representan.

          En primer lugar habría que discutir si ese cambio realmente existe, si la sociedad rural de los años 30 o 50 es distinta a la que hoy tiene a Hugo Biolcatti como Presidente ¿Qué es lo que querían en esa época y qué es lo que quieren hoy? Lo mismo: imponer un plan económico.

          Y esto suena muy parecido al discurso de los amigos de Aramburu cuando, frente a su asesinato, dijeron que el Aramburu del 69 no era el mismo que el del 55. Aquí el cambio venía a evitar las consecuencias de la historia. Ahora que la sociedad reconoce a sus asesinos, a quienes la destruyeron, ahora que cuestiona y juzga a sus verdugos, nosotros decimos que cambiamos. La Sociedad Rural de hoy tiene que desprenderse de todas las lecturas  que se realizaron del terrorismo de estado, de la institucionalización del discurso  de derechos humanos, para hacerlo necesita de intelectuales como Sarlo que digan que Luciano Miguens no es Martínez de Hoz.

           Sarlo lo dice claramente: “a un gobierno le impide construir un sistema de acuerdos”. ¿Cómo se puede negociar con asesinos?  Negando que lo son. Negando la historia. Si no nos olvidamos del pasado  no podemos avanzar. Esto es lo que se propagandiza, que profundizar en el conflicto  y darle envergadura histórica y política no permite la creación hacia adelante. Cuando, en realidad, en estos 25 años de democracia fracasamos más por evitar la confrontación  que por mirar la historia de frente.

          Si Sarlo separó al comienzo de la entrevista la política de la moral, se contradice al considerar que Néstor Kirchner no es sincero al evocar la ideología sertentista y la lucha por los derechos humanos. Dentro de su razonamiento, no debería importarle porque si sólo respondiera a una estrategia política sería absolutamente válida. Incluso también se contradice en relación a su discurso del pasado. Le pide al gobierno que no discuta con los protagonistas del presente en relación a la historia, sin embargo ella recurre al pasado de los Kirchner para desconfiar de su discurso sobre los derechos humanos.

           El problema no es el pasado sino qué efectos produce ese pasado  sobre este presente. Si sigue provocando efectos políticos se vuelve peligroso.

           Ella deslegitima a Kirchner en relación a su pasado pero no acepta que el oficialismo haga lo mismo con sus adversarios.

           El discurso de Sarlo termina pareciéndose, tristemente, al de Elisa Carrió. Según la dirigente de la Coalición Cívica, Néstor Kirchner saqueó y destruyó el país durante su mandato. ¿Cómo hizo para destruir el país  mientras lo sacaba de la peor crisis institucional de su historia, reactivaba la producción, aumentaba el empleo, los salarios, las jubilaciones generaba un superávit gemelo? ¿Cómo se puede destruir un país y hacerlo crecer al mismo tiempo? Según Sarlo los intelectuales cercanos al gobierno hacen la vista gorda a la corrupción y al autoritarismo porque ven que intenta redistribuir la riqueza. ¿Cómo se puede ser autoritario y darle tanto protagonismo al congreso? ¿Cómo se puede robar las jubilaciones y al mismo tiempo aumentarlas y crear nuevos jubilados?   

                 La corrupción, el robo, implica un deterioro en la vida de los sujetos, un estancamiento productivo.

                 Me interesaba detenerme en la definición que toma Sarlo de Carlo Donolo: “la democracia es un sistema gris (…) Los caminos se concretan a través de largos procesos de negociación y no tiene un relato épico”. Lo que está diciendo es que la democracia es un sistema mediocre y le está pidiendo a la Presidenta que se adapte a esa mediocridad, que no busque ser brillante ni épica porque en la democracia se subsiste hablando más bajo que la realidad, siendo un personaje de segundo orden.

                 ¿Por qué no se puede vivir en democracia con un relato épico? Porque, según Sarlo, no se puede combatir, no se puede entrar en los conflictos que son el motor de la historia sino pasar desapercibidos, hacer lo que ya está escrito y acordar.

                 Lo que no dice Sarlo es que esa política fue la que instrumentó  Menem y De la Rúa y nos llevaron al desastre.

                 Nadie desconoce las contradicciones dentro del gobierno pero la apuesta se fundamenta en algunas decisiones  que marcan un cambio con la línea política que vivimos en estos 25 años de democracia y que nos lleva a observar que el gobierno tiene como contrincantes no al pueblo, como ocurrió la mayoría de las veces, sino a los sectores de poder económico, por eso, por más que algunos nombres vinculados al gobierno  no nos resulten demasiado simpáticos, uno piensa que por algo el gobierno decide enfrentarse a las corporaciones que le hacen la vida imposible y la conclusión más lógica es la de pensar que entre muchas otras cosas hay convicciones porque si solo quisieran robar pactarían y sacarían una mejor tajada. 

            Al  negar el trazo grueso de un gobierno  que apuesta al cambio por las contradicciones inevitables, ya que ningún poder es puro, se está evitando la posibilidad de cambio.   

                Por un lado le piden que negocie, lo que significa pactar con personajes oscuros y por otro lado les molesta que en sus políticas que tienden a una mejora en la vida de la población, arrastren a persojanes no muy respetables.

                Esa subestimación con la que Sarlo relata el momento en el que Horacio González  cita a John William Cooke frente a Kirchner, intenta llevar esa escena la plano de la mera ficción. No es más que un intelectual realizando un sueño juvenil. Como si fuera una cosa de todos los días que un ex Presidente (con la envergadura de un Presidente en ejercicio) vaya a la Biblioteca Nacional  a reunirse con un grupo de intelectuales. Quitarle envergadura aun hecho inédito es parte de este procedimiento sustractivo que desvaloriza cada acción de los Kirchner como un modo de evitar sus efectos en el plano de lo real. Este procedimiento se alimenta y da sus frutos en el escepticismo. No podemos creer que un encuentro entre Kirchner  y los intelectuales tenga algún valor como tampoco podemos creer que al gobierno le interese la distribución de l riqueza. No importa que se estaticen las AFJP y que se aumenten los salarios y las jubilaciones, hay que quitarle sustento, valor, una herramienta fundamental al momento de despolitizar las acciones políticas.    

                 La construcción del político como un ladrón sin ideología fue fundamental durante los años 90 y tuvo entre sus principales autores a los medios masivos de comunicación. A partir de esta figura  sembraron el desencanto más paralizante en los hogares argentinos. Dejar de creer era el motor de su proceso despolitizador, teñido de un halo de inteligencia. Desconfiar del político de turno era señal de lucidez, del que había aprendido y no se dejaba engañar.

                Los Kirchner con su recuperación de la política amenazaron con poner en crisis el sustento de la política mediática. El esfuerzo de los medios por vaciar de sentido  cualquier iniciativa oficialista responde no sólo a una campaña mediática ligada al poder económico, sino a defender ese sustento ideológico del que, por supuesto, también se alimentan las corporaciones.

               Los Kirchner vinieron a darle sentido a aquello que los medios empaparon de escepticismo, entones derrumban su negocio. La gente no debe creer en nadie para creer sólo en los periodistas.

               Durante el gobierno de Néstor Kirchner el periodismo político pasó a un segundo plano, no por el ridículo argumento de la censura, insostenible con sólo mirar un puesto de diarios, prender el televisor o la radio sino porque la gente ya no endiosaba  a los periodistas carismáticos de turno, le resultaba más atractivo un Presidente que resolvía sus problemas.

               Según Sarlo existe en muchos defensores del gobierno  una aceptación de la corrupción, justificada por las medidas sociales. Sin embargo esa democracia gris que defiende Sarlo donde las negociaciones reemplazan al conflicto, se prestan mucho más a la corrupción que la épica que hoy encarna Cristina Fernández. Podríamos ir más a fondo y decir que esos acuerdos grises de Sarlo no son ni más ni menos que la descripción de una corrupción que, justamente, es posible gracias a la ausencia de política. Recuperar la política implica que todo lo que antes se hacía en la oscuridad ahora se resuelve en el espacio de la multitud.

               La corrupción es la negación del estado, el armado de un estado paralelo donde todo se resuelve en secreto y el pueblo es una categoría prescindible. La política, la épica de la política, recupera el estado y sus decisiones se definen en el campo de lo real donde todos los sectores marcan las líneas de fuerza.

 

17 comentarios en «Del odio de los intelectuales a Cristina Fernández (Primera Parte)»

  1. ‘Lo que no dice Sarlo es que el sustento político fue el resultado de una propaganda realizada por los medios. El error de Sarlo es interpretar que esa traducción política fue un hecho espontáneo cuando en realidad fue propiciada por los medios de comunicación, internet y demás mecanismos de propaganda del sector agropecuario…’

    Alejandra, lo que dice es cierto. Pero entonces las concentraciones de apoyo al gobierno ocurren espontaneamente? La gente sale de sus casas por un impulso individual irresistible, y encuentra por sus propios medios la forma de llegar a un punto de concentracion que intuyen sin saber donde es? O Ud cree que el uso de los mecanismos de propaganda es aceptable para el gobierno pero no para quienes no lo apoyan? Cualquier gobierno, o solo aquellos con los que Ud está de acuerdo?

  2. Debería titularse «El odio de los intelectuales a los intelectuales».
    Yo no veo que Sarlo instigue el odio, y tampoco que abogue por una despolitización de la política. Es un error creer monocausalmente que a mayor intensidad de los conflictos mayor politización, porque esa idea nos llevaría a decir que la guerra es la forma máxima de la política. Y, mal que le pese a los lectores de Klausevitz, no lo es. Decir que la democracia es gris no significa neutralizar la política, significa sacarle su carácter de guerra final, restituirle su dimensión práctica de roce, negociación. Si aspiramos a la democracia tenemos que pensar, aunque sea por un minuto, que el otro puede tener aunque sea algo de razón; y si consideramos que no la tiene, o si hay un conflicto de intereses hay que utilizar la persuasión.

  3. Una sola cosa. Me podrías precisar algún dato, más allá del slogan, sobre la mejora en la distribución de la riqueza que produjo la gesta de N/CK ? Según mi humilde análisis la pobreza sigue por encima del 30 %. Agradeceré, asimismo, cualquier dato CONCRETO, que me convenza del carácter revolucionario del proceso iniciado en 2003, que mi limitado conocimiento me impide advertir. Gracias.

  4. Alejandra: Brillante análisis sobre el mensaje de la Doña Rosa intelectual. Doña Rosa a secas hubiera dicho «sontodo-unochó-rro-son». Una pregunta: Sarlo no forma parte del CPA junto a otros cranios del cualunquismo-quesevá-yan-todos?

  5. Sin aprobar todo lo que implica el peronismo ni todo lo que hace el gobierno me parece bueno y digno el analisis de Alejandra Varela.Es decir,deja muy mal parada a Beatriz Sarlo.Eso no significa que todos los intelectuales esten contra el gobierno ni contra la presidenta.En general estan a su favor los de Carta Abierta,no asi los del Club Politico Argentino ni los del Foro de Pensamiento y Construccion Social,y todos tienen su derecho porque ,insisto,las criticas justas y constructivas sirven.Por ejemplo me parece que hay un sector de jubilados,intermedio,que debio ser mejor actualizado,tambien que debiera Cristina defender nuestros glaciares mal que les pese a las compañias mineras,y que siendo del sur,los K.debieran fomentar nuestra industria naviera y pesquera,sobre todo.

  6. Considerando la marcada línea anti Clarín de este blog, no deja de llamar la atención el abuso de la negrita en este post, una costumbre tipográfica que toma al lector por pelotudo, por alguien que no puede percibir por sí mismo lo importante de la nota.

  7. Sencillamente brillante, magnífico. Justamente para el blog, yo estoy generando un artículo donde analizar el conflicto y todo lo que implicó políticamente. Dado que fun un conflicto político y apunto justamente a aquello sobre lo que vos estructuraste aqui, la despolitización pretendida por el campo. Despolitización que olvida, entre parentesis y para empezar, que se desencadenó a través del rechazo a una medida fiscal, que no es más que una desición política, traducida a términos técnicos. En fín, ellos manejan el discurso. Espero que cuando suba el mío te guste, este, por de pronto me encantó te felicito Alejandra.

  8. Es un buen post. No creo que Beatriz Sarlo tienda a recordar este año como uno de los más felices en lo que refiere a su producción intelectual. Tres catastróficas editoriales en La Nación, más la entrevista mencionada, le valieron el ostracismo casi absoluto. Ni Altamirano, ni Sábato, que no son precisamente intelectuales K, bancaron su viraje político, y consecuentemente, se derrumbó Punto de Vista.
    Que yo sepa, no está para nada relacionada con la iniciativa del Club Político Argentino. Esa línea la marcan más tipos de alto rigor, como Palermo y Novaro. Con algunos puntos muy altos, por cierto, nada que ver con las editoriales de Sarlo en la Tribuna de Doctrina y en ADN.

  9. Eduardo: ojo que la estrategia discursiva de Sarlo fue más compleja, no por ello menos perversa, que la mera «sontodoslomismo»

    http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=998895&high=provocaci%F3n

    http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1023520

    http://adncultura.lanacion.com.ar/Nota.asp?nota_id=1036742&high=sarlo

    Venía derrapando desde la primera nota, pero el «doble cuerpo» le fue fatal.

    http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1068623&pid=5353097&toi=6260

  10. Excelente post. Te felicito. Se nota el esfuerzo por pensar y aportar ideas a un proceso que recien comienza, sino recordemos que hace exactamente 7 años un economista mimado por el establishment y buena parte de la sociedad, decretaba el corralito, cuyas consecuencias todos conocemos.Ahi se dio la supremacia del poder economico sobre el pólitico. La supremacia de la politica es el rasgo distintivo y debe serlo en esta etapa. Hay una recurrente desvalorizacion de la politica y de los politicos,como si ellos fueran los unicos culpables y surgieran de otro mundo. Como ese periodista, de Otro Tema, que cuando termina su programa mira fijamente a la camara y le espeta al funcionario politico de turmo que trabaje mas y si no se siente capacitado que se vaya. Lo cual no tiene mada malo. Salvo que nunca lo vi dirigiendose al un empresario diciendole, lo explote a sus trabajadores, blanque a sus empleados, pague sus impuestos, no los que declara que paga, sino lo deberia pagar por lo que realmente tiene. A si se podria seguir con otros ejemplos de la clase dirigente «no politica». Dice Savater en su libro «Politica para Amador»: «los griegos a quien no se metia en politica lo llamaban «idiotés»; una palabra que significaba persona aislada, sin nada que ofrecer a los demas, obsesionada por las pequeñeces de su casa y manipulada a fin de cuentas por todos. De ese «idiotes» griego deriva nuestro idiota actual, que no necesito explicarte que significa» Sigue Savater: «Los griegos fueron grandes artistas: la democracia fue la obra maestra de su arte, la mas arriegada e inverosimil, la mas discutida… Este sistema no garantiza mas aciertos que los habituales cuando manda uno solo o unos pocos; ni tampoco mejores leyes, ni mayor honradez pública, ni siquiera mas prosperidad. Lo unico garantizado es que habra mas conflictos y menos tranquilidad ( suele decirse que tranquilidad viene de tranca: los despotismos y las tiranias no dejan moverse ni una mosca)».
    Sigamos aportando a la discucion de la supremacia de la politica y construyendo oportunidad para todos.
    Saludos
    Papa oso

  11. Sarlo, cuando ingresó recientemente a La Nación, tiró por tierra años de prestigio. Habrá dicho algo así como «Hasta ahora recibí diplomas, pero nunca una alegría en metálico». Ahora es estrella de la patria gorila, embolsa como nunca y tiene su condecoración de vendida para siempre. Debe estar conforme. Yo no estoy conforme con brindarle tanto espacio a semejante especimen, carne de UBA, donde, como siempre digo, reina el más rancio gorilaje, hacia izquierda o derecha. Ese es el itinerario que siguió Betty Sarlo. Su próxima parada es en la ventailla de la Embajada ¿cómo cuál?
    Saludos

  12. Hay que leer con atencion el mensaje de los intelectuales,que desgraciadamente me llega por los»medios».No me parece lo mismo lo que critica del gobierno gente como Horacio Gonzalez(de Carta Abierta)que lo que dice Pepe Eliaschev(del Club Politico)o Perez Esquivel (del Foro de Pensamiento)Son todos,sin embargo,defensores de la democracia y buenos criticos de la accion gubernamental,de lo que falta hacer,pero algunos caminan por la cornisa de la que ya salto SARLO.

  13. «A este Gobierno el funcionamiento parlamentario no le importa nada, como no le importó nunca a la tradición peronista. La radicalización peronista pensaba que las instituciones como el Parlamento eran formas de la democracia burguesa y que lo que debía funcionar era una democracia sustancial, no formal. El peronismo no tiene vocación republicana. Habría que educarlos en eso, pero es difícil»

    «Habría que educarlos en eso»…

    http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1075451&high=entrevista%20Halper%EDn%20Donghi

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *