Dónde Caerse Muerto – 6 *

(Teatro político por entregas. O viceversa)

a Lenin muerte del comunismo

Cementerio. Noche. Ricardo se disponía a tener una cena romántica con su novia junto a la tumba de sus padres. Pero el chico del delivery de pizzas, Enguels, le anunció que las masas se acercaban al lugar para iniciar un foco revolucionario y que lo mejor era irse. Ricardo se niega: esta parcela de cementerio que le dejó su padre es todo lo que tiene.

Enguels trae a su superior, Trosqui, para convencerlo. Ante la insistente negativa, Trosqui lleva a Ricardo a comparecer ante Pedro Marx. Enguels queda a solas con Claudia.

Claudia separa una silla. Se sienta. Tiene en sus manos al murciélago que cayó muerto por el disparo de Trosqui y lo acaricia. Enguels la mira. Toma otra silla y la pone paralela a la de Claudia, a unos diez metros. Se sienta. Se va acercando con la silla lentamente, hasta quedar a su lado.

ENGUELS: ¿Hace mucho que Ricardo y usted están juntos?

CLAUDIA: Muchísimo. Como cuatro semanas.

ENGUELS: Eso no es tanto.

CLAUDIA: Depende. ¿Cuánto es «mucho» para usted? En este tiempo aprendí un montón de cosas.

ENGUELS: Me sorprende. La verdad, no sé qué puede enseñarle un hombre como ese.

CLAUDIA: Mucho. Por ejemplo: ¿usted sabía que a los patos les crecen unas membranas entre los dedos de las patas y que por eso se los llama palmípedos?

ENGUELS: Claro que lo sabía. Es lógico. Así pueden desplazarse por el agua con más facilidad.

CLAUDIA: ¿Cómo?

ENGUELS: Claro. Para eso están las membranas. Para poder desplazar mayor cantidad de agua y moverse más rápido por el medio líquido.

CLAUDIA: Ah no, no… Despacio, por favor… Son tantas cosas. No puedo creer lo que usted me dice.

ENGUELS: ¿Y usted para qué pensó que servían?

CLAUDIA: Nunca pensé que sirvieran para nada… ¿O acaso todo tiene que servir para algo?

ENGUELS: Por supuesto: absolutamente todo.

CLAUDIA: ¿Y para qué sirven las nubes?

ENGUELS: Muy fácil: para avisar que va a llover, para dar sombra, para infinidad de cosas. Las nubes son objetos muy pero muy útiles.

CLAUDIA: Estoy fascinada. Nunca había visto las cosas desde ese punto de vista.

ENGUELS: Yo podría enseñarle muchas cosas, Claudia.

CLAUDIA: ¿Y eso me saldría muy caro?

ENGUELS: No le saldría nada. Para mí sería un verdadero placer.

Sus rostros se acercan.

CLAUDIA: ¿Y puede acompañarme Ricardo?

ENGUELS: Me temo que no.

CLAUDIA: ¿Por qué?

ENGUELS: Porque su presencia entorpecería un tanto el proceso de aprendizaje.

Sus rostros se acercan más.

CLAUDIA: ¿Usted cree?

ENGUELS: Estoy seguro de eso.

Se besan.

CLAUDIA: Déjeme hacerle una pregunta.

ENGUELS: La que quieras.

CLAUDIA: Si es cierto que todas las cosas tienen una utilidad, ¿para qué sirvió esto?

ENGUELS: Para que yo pudiera expresarte mis sentimientos, para que pudiera manifestarte de un modo inequívoco lo que experimento por vos.

CLAUDIA: ¿Y era necesario que su lengua se moviera como una hélice para eso?

ENGUELS: Digamos que sí.

Pausa.

ENGUELS: Y vos… ¿Sentiste algo?

CLAUDIA: ¿Además de su lengua?

ENGUELS: Sí, sí. Además.

CLAUDIA: Estoy un poco confundida.

ENGUELS: Entiendo. Pero vas a ver que con el tiempo las cosas van a aclararse.

CLAUDIA: Eso espero.

Se escuchan pasos. Enguels se para de la silla con un movimiento brusco. Entran Trosqui y Ricardo.

ENGUELS: Hicieron rápido.

TROSQUI: Vivimos tiempos rápidos.

ENGUELS: ¿Qué dijo Marx?

TROSQUI: Que no es la conciencia la que determina la vida sino la vida la que determina la conciencia…

ENGUELS: ¿Y eso?

TROSQUI: Nada. No pierde ocasión de chicanearlo a Hegel.

ENGUELS: Ese boludo de Hegel…

TROSQUI: Un estúpido idealista…

CLAUDIA: Yo pensé que los idealistas eran ustedes.

ENGUELS: Se equivoca: nosotros somos materialistas.

CLAUDIA: Yo pensé que el materialista era Ricardo.

TROSQUI: Ricardo… Eso me recuerda algo…

ENGUELS: ¡Marx! ¿Qué dijo el viejo?

Trosqui desenfunda el arma. Carga y apunta a la cabeza de Ricardo.

ENGUELS: ¿Qué hace, camarada Trosqui?

TROSQUI: ¿Cómo «qué hago»? Voy a matarlo. Eso dijo Marx…

ENGUELS: ¿Así?

TROSQUI: ¿Y cómo si no? ¿Quiere que lo asfixie con una bolsa en la cabeza? Eso es inhumano.

ENGUELS: Pero es que no sé… Así, de pronto…

TROSQUI: ¿De pronto? Hace horas que estamos tratando de negociar con este terrateniente inescrupuloso hijo de mil putas. Estamos frenando el flujo de las masas, compañero. ¿Sabe lo que eso significa?

ENGUELS: Sí, sí. Pero… Es muy tajante. ¿Qué dice el Manual de procedimientos?

TROSQUI: El Manual…

ENGUELS: Sí. ¿Qué dice?

TROSQUI: Bueno, si mal no recuerdo, dice que lo matemos. Página 148, Capítulo 16: «Acerca de cómo terminar con situaciones incómodas». ¿Lo recuerda?

ENGUELS: Me temo que voy a tener que discrepar con usted, compañero. El encuadre es erróneo. Lo que tenemos aquí no puede ser caratulado como «Situación incómoda».

TROSQUI: ¿Ah no? ¿Y para usted que sería entonces?

ENGUELS: Yo lo encuadraría dentro de la figura de «Confrontación ideológica».

TROSQUI: ¿»Confrontación ideológica»? ¿Nada más?

ENGUELS: Sí… A lo sumo podríamos hablar de su quinta acepción: «Confrontación ideológica que pasa a mayores».

TROSQUI: No estoy para nada de acuerdo con usted, camarada Enguels.

ENGUELS: ¿Por qué? La caracterización es perfecta.

TROSQUI: Simplemente porque lo que tenemos aquí no es una discusión. En todo caso, eso es lo que estoy sosteniendo con usted. Y en ese caso sí podría yo aplicar lo que establece el Manual de Procedimientos en el capítulo de las confrontaciones ideológicas…

ENGUELS: ¿Y qué establece?

TROSQUI: Que lo mate…

ENGUELS: ¿Qué usted me mate a mí o que yo lo mate a usted?

TROSQUI: Que yo lo mate a usted: yo tengo el Manual.

ENGUELS: Claro.

TROSQUI: Sin embargo, creo que eso retrasaría todavía más el proceso de colectivización.

ENGUELS: Sí. Supongo que ya habrá tiempo de dirimir nuestras diferencias.

TROSQUI: Exacto.

RICARDO: Disculpen que interrumpa pero ¿y yo? ¿Qué va a pasar conmigo?

TROSQUI: Ya llegaba a usted. Espere.

ENGUELS: Sí. Espere o lo matamos.

TROSQUI: Volviendo a lo nuestro, yo diría que lo que está en juego es un episodio más de la lucha de clases.

ENGUELS: «Lucha de clases», «lucha de clases»… Refrésqueme la idea…

TROSQUI: Pero claro. ¿No lo ve? Tenemos a un propietario que se niega a perder su condición de tal en beneficio de la voluntad del pueblo.

ENGUELS: Una situación típica de la lucha de clases, es cierto. Tanto nombrarla, tanto discutirla y cuando por fin la tenemos delante de nuestras narices somos incapaces de reconocerla…

TROSQUI: No se preocupe, compañero. Es la falta de praxis.

ENGUELS: ¿Y qué dice el Manual con respecto a un caso cómo éste?

TROSQUI: Si no recuerdo mal, en su página 328, apartado 6, capítulo 64, el Manual es muy claro: hay que matarlo.

ENGUELS: Lo sospechaba.

TROSQUI: Voy a proceder entonces.

Trosqui apunta con su arma a la cabeza de Ricardo.

CLAUDIA: No… No, por favor. Lo pueden lastimar.

RICARDO: Dejalos. Terminemos con esta boludez.

ENGUELS: Sin embargo…

TROSQUI: ¿Sin embargo qué, compañero?

ENGUELS: Tengo miedo.

Trosqui levanta el tono de voz.

TROSQUI: ¿De qué, maldita sea?

ENGUELS: Estuve estudiando otros procesos y creo que tenemos que tener en cuenta algo: los errores que podamos cometer en esta etapa de la génesis del movimiento de masas podrían condicionar todo el desarrollo posterior de las condiciones objetivas y subjetivas.

TROSQUI: Pero…

ENGUELS: Creo que dentro de la premura que la coyuntura exige, deberíamos tratar

de establecer un accionar más transparente.

TROSQUI: ¿Más transparente? ¿A qué se refiere, compañero?

ENGUELS: A un tribunal. Un tribunal popular.

TROSQUI: Un juicio…

ENGUELS: Rápido.

TROSQUI: Sumario…

ENGUELS: Sumarísimo.

TROSQUI: Me parece bien. Comuniquémoselo al reo.

ENGUELS: Señor Ricardo…

RICARDO: Ya escuché todo. ¿Se creen que soy sordo? Díganme, ¿tengo alguna alternativa?

ENGUELS: Por supuesto que no.

RICARDO: Que haya juicio entonces.

Oscuridad.

Dónde caerse muerto está publicado en la antología “Autores en construcción I”, (Libros del Rojas, Editorial Nueva Generación).

 

Acerca de Alejandro Turner

Tiene 40 años, es guionista y dramaturgo. Aunque prefiere pensar que es simplemente alguien que escribe. Escribió entre otras obras de teatro "La Salud de los moribundos" (1er Premio del Fondo Nacional de las Artes obra inédita de teatro, 2007); "Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres)" (Primera Mención en el mismo certamen), "Dónde caerse muerto" (incluido en la Antología "Autores en construcción" editorial C. C. Rojas) y "Villarrica", estrenada en diciembre del 2008 en el Camarín de las Musas con la dirección de Gabriela Bianco, en el marco del Primer Festival de Monólogos NO HAY DRAMA.

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2 comentarios en «Dónde Caerse Muerto – 6 *»

  1. Se percibe la oculta intención de desorientar a la inocente juventud bloguera para reemplazar nuestra bandera azul y banca por un sucio trapo rojo.

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