Creo que más o menos nos pusimos, casi todos, de acuerdo en algo: la «resolución» del conflicto implicaba un golpe de agenda. No era de dejar de hablar del campo, esperar el baile del caño para desviar la atención, sino redefinir el conflicto en otros términos, «polarizar» en términos del Escriba, meter a otro actor en el rign para quedar como mediador y obligar a posicionarse, en términos de Mendieta. No distraer, todo lo contrario, enfocar sobre el problema, pero desde otro lado. Las medidas lo hacen. El Programa Social de Redistribución del Ingreso era lo que, entre lo deseable y lo factible, más o menos se esperaba.
De entre todas las gansadas que dijo la oposición -la paz la demagogia la soberbia la mar en coche- lo de Eduardo Macaluse me parece muy significativo. «A la Presidenta le picó el bicho de la distribución en el medio del conflicto», aseguró. Vamos a suponer que sí. Supongamos que la presidenta quería las retenciones para sostener el dólar alto. Se implementa la política de retenciones -se sube, en realidad, el monto, de acuerdo con lo establecido- y el actor entidades rurales más sector agrario (simplificando) decide oponerse a la medida, con un amplio respaldo de los medios de comunicación. Instalan el tema, legítimamente o no. Le piden que vaya para atrás con las retenciones, «volver al 10 de marzo». El Gobierno sabe que no puede aflojar en el primer conflicto que se le presente y, a la larga, decide que la guita vaya a un Programa Social de Redistribución. La propia dinámica del conflicto lleva a cambiar los objetivos (siempre en la suposición de que se quería la guita para sostener el dólar).
No llego a entender qué parte le molesta a Macaluse, y se me ocurren varias opciones. La primera, chicanera, es que haber venido de un espacio como el ARI, con esa idea purificadora del «Contrato Moral», instala a sus miembros en una suerte de Limbo de la Pureza, donde lo que importa no son, obvio, los fines, sino la pureza absoluta, lo impoluto de los medios utilizados en el barro de la política. Me suena muy a chicana, y la descarto.
La otra es que a Macaluse se lo haya comido la idea de racionalidad técnica de la planificación (sí, se me cayeron los libros en la cabeza de nuevo). Quizás, sin quererlo, es parte de una concepción ideológica -escondida tras una especie de cristalización de «sentido común»- acerca de la posibilidad de establecer a priori los objetivos y comportamientos de los actores en una política pública. El supuesto que corre por detrás de esta idea, y que hizo fracasar a todos los grandes tecnócratas liberales de la planificación, es que la política es un espacio de certidumbre donde los comportamientos son racionalmente calculables. Y lo cierto es que nadie puede prever en política (mal que nos pese a los -futuros- cientistas sociales). Yo no imaginaba, fuera de ironías lo digo, a Buzzi (que había sido uno de los primeros en ir a saludar al nuevo Gobierno cuando asumió Cristina) sentado en la misma mesa con Miguens. No se podía calcular, en términos de racionalidad, que el PCR iba a hablar de un lock-out patronal como «una pueblada agraria» (aunque hay que empezar a pensar que se puede esperar cualquier cosa de estos sectores). La implementación de una política pública es parte de su diseño, y la redefinición constante de sus objetivos y medios para lograrlo, es función, a su vez, de la evolución propia del marco político, fundamental y condicionante principal, en el que las políticas se implementan.
Yo no sé si a Macaluse le molesta que lo de Cristina no sea un compromiso moral desde el fondo de su corazón, una convicción adquirida por el amor a la humanidad, o le molesta que los objetivos no hayan sido planteados de esta manera desde un principio. Lo que sí se es que esto es una victoria de la política, en el mejor sentido de la palabra: en la naturaleza contingente de la política. En el hecho de que una política pública pueda resignificarse para mejor, que no haga falta que quienes nos gobiernen sean los filósofos de Platón con un corazón enorme. A mi no me interesa si el Bichito de la Redistribución le picó hoy, el 9 de marzo o todavía no le picó: a mi me interesa que se dio el primer y tímido paso hacia ese proceso. Y saber si se van a dar más y más profundos.
John William Cooke decía ya hace 40 años que si dependiera del Partico Comunista Argentino, el sistema capitalista duraría otros 800 años.
De la misma forma, ese sector de la oposición predica una ortorexia política inaplicable. Si hubieran asumido ellos en diciembre de 2001 en lugar de Rodríguez Sáa, todavía estaríamos discutiendo si defaulteamos o no, si devaluamos o no.
No todo se puede planear, y en tanto se haga cuando es necesario, alcanza. Más vale tarde que nunca. Es parecido a los que dicen «Cuando estaban en Santa Cruz no hablaban de derechos humanos». ¿Y? En los ’70 no se hablaba de democracia como un valor en sí mismo, y yo a los cinco años tampoco hablaba de política. Pero si ahora llevan adelante una política de DDHH, «calientensen» por lo que hacen ahora y no por lo que dejaron de decir antes.
Totalmente de acuerdo: cuando se agota la discusión por los hechos se vuelcan a las «intenciones».
Yo creo que si hubiese asumido la oposición en el 2001 el campo ahora no estaría de lock-out, a lo sumo tendrían un caballito más para tirar del carrito de cartonear. (Es chiste: en general, le vaya como le vaya al país, los empresarios del agro siempre contaron con la opción de pasarse al capital financiero)
Probablemente el conflicto la haya empujado a tomar la decisión que tomó y que, en una de esas, nunca hubiera tomado.
Buenisimo, de eso se trata una buena democracia.
El saldo es positivísimo: ahora sí, «ganamos todos».
Macaluse está al frente de una nueva fuerza política que se desprendió del ARI al radicalizarse el giro a la derecha de la CC. Está consolidando su espacio, dándole una identidad diferenciada del ARI y a su vez del oficialismo. Por lo tanto tiene que marcar alguna diferencia en un tema en el que su fuerza o gente con ideas afines en lineas generales coincide. Este dilema te mata. Andar explicando por que no estás con el gobierno aunque tome medidas cercanas a tus ideas o si no lo estás porque te fuiste de al lado de Carrió.
Raimundi como buen radical lo explica por el lado de que el gobierno confronta demasiado. De todas formas pienso que el sector jugó bien en el conflicto y eso vale.
Saludos
Tomás: Si estos precios internacionales hubiesen llgado en el 2001, el ministro de economía sería todavía Machinea, Cavallo nunca habría llegado de nuevo a ser ministro, y el presidente capaz que era todavía De La Rua, reforma mediante, Terragno o quizá el mismo Machinea.
Tomás, totalmente de acuerdo. Sobre todo si la dinámica de conflicto lleva a radicalizar planteos redistributivos.
Lo único que lamento es que esa «presión» haya venido por «derecha» (léase el campo) y no haya sido disparada por la participación de las organizaciones populares (sindicatos, de base, desocupados y demás) que son, como dice Mendieta, los otros boxeadores en el ring.
¿Sonó la campana?
Cresto: eso que lamentás hace a la esencia de este gobierno. Esencia bonapartista que le impide jugarse por un proyecto de país y romper algunos huevos. Es un gobierno sin «gesta». No quiero repetirme; ver mi comentario en el post de Carrasco «La opción por los ricos».