El 54 % de Cristina y el primer aniversario de la muerte de Néstor invitan a repensar el hecho kirchnerista. Estamos ante un problema complejo, en tanto partimos de una definición del kirchnerismo como significante abierto a la historia, no clausurado, cuyos protagonistas van reescribiendo en un juego de tensiones y de lucha por la identidad política.
La batalla por la hegemonía cultural no se libra únicamente en relación a un afuera abstracto (el “modelo” frente a las corporaciones, el gobierno popular contra la oligarquía y el imperialismo, la economía productiva versus el capitalismo financiero, “leales” contra “gorilas traidores”, patria o colonia, liberación o dependencia). Menos explícita es la “guerra de posiciones” endógena, que se viene suscitando con final incierto entre el llamado “kirchnerismo puro”, cuya base social es la juventud militante y los movimientos transversales del campo popular, y el “aparato” pejotista en el que se respaldó el kirchnerismo como solución de gobernabilidad desde sus orígenes.
El manejo astuto de este equilibrio contradictorio le permitió al kirchnerismo introducir una serie de reformas estructurales de matriz popular (estatización de fondos jubilatorios, AUH, Ley de Medios, abolición de leyes de impunidad, integración latinoamericana y múltiples medidas de heterodoxia económica), pero en el reverso de este escenario encontramos limitaciones objetivas a la radicalización del proyecto de cambio social comenzado en 2003.
Ciertamente, la coyuntura económica internacional puede afectar cualquier proyecto político, sobre todo si la matriz productiva no logra diversificarse, como ocurre en cierta medida en nuestro país pese a las medidas proteccionistas compensatorias. Más allá de esta limitación de orden estructural, quería detenerme especialmente en la inclusión negativa de ciertos actores sociales (intendentes, gobernadores) en el “modelo”. Bajo la forma federal, una porción significativa del peronismo residual forma parte del esquema de acumulación política del kirchnerismo (contradicción exasperante para el campo popular). Los barones del conurbano y los caudillos peronistas del interior buscan retrogradar el proceso de cambio que tiene como artífice a la comunidad organizada en torno a la figura relegitimada de Cristina Fernández de Kirchner.
Los caciques del PJ siempre supieron acomodarse en sus comarcas a los distintos vientos políticos que soplaron en el país, al amparo de una liturgia específica y a una red de contención corporativa, y en detrimento de una articulación política que cifre horizontes verdaderamente emancipatorios.
Por supuesto que el kirchnerismo en su etapa actual, por razones históricas y de filosofía de su conducción política no será capaz de responder a buena parte del programa de la izquierda nacional (reforma agraria, nacionalización de la banca, socialización de medios de producción en actividades económicas estratégicas, etc.). Pero si hay algo que la historia enseña es que los procesos de liberación nacional por la vía democrática maduran de forma gradual, y que hay que cimentar las bases de una etapa para avanzar a otra siguiente con solvencia, minimizando los márgenes de reversibilidad (concepto de progreso sintetizado en el famoso “Nunca Menos”).
La presidenta se pronunció en tal sentido en la noche del 23 de octubre: “Que el que venga construya sobre lo que hizo el otro”. ““Esta es la Argentina con la que yo sueño, que tenga continuidad: no continuidad de partido, sino de proyecto político y proyecto de país”.
Es muy improbable que ante un fenómeno trascendente a la historia (como creo que es el kirchnerismo por “mandato popular, por compresión histórica y por decisión política”, entre otras razones), que plantea un corte radical respecto al orden precedente, pueda surgir una expresión política que lo supere “por afuera”, ofreciendo la espalda a la identidad de masas.
El kirchnerismo, a fuerza de acciones concretas, logró expandir democráticamente el campo de lo posible, creando nuevas condiciones objetivas y nuevas relaciones de imaginación utópica. Esto fue sembrando en las masas una memoria colectiva muy difícil de desactivar por los grupos elitistas de cualquier signo ideológico.
Necesariamente, todo proyecto político de liberación nacional, si pretende el éxito, deberá capitalizar positivamente esas marcas populares de identidad política (negarlas sólo puede llevar al fracaso sectario), y a partir de un relato de continuidad histórica estar en condiciones de profundizar hacia un orden radicalmente emancipador, que complete lo que quedó pendiente en etapas anteriores del proceso de cambio social.
Así, el kirchnerismo en tanto primer movimiento de ampliación de derechos desde 1955 aparece como una fase superadora del peronismo clásico, aglutinando valores y principios de acción del progresismo, pero sin dejar de reconocer al peronismo como tradición de masas fundacional.
Más allá de sus límites concretos y de sus contradicciones irresueltas, el kirchnerismo es una poderosa máquina narrativa que supo recrear en el imaginario colectivo una dinámica de cambio progresivo. A través de una ambiciosa política cultural, que interpreta muchas de las banderas de la generación militante de los setenta, generó una mística particular corporizada en nuevos sujetos políticos incorporados a la política (especialmente en el segmento juvenil de clase media progresista y en los movimientos territoriales de raíz plebeya).
El relato kirchnerista tiende un puente simbólico entre la generación masacrada por la dictadura, y una militancia juvenil incipiente que se moviliza con el legado histórico de aquellos, pero en un contexto político diferente (que goza de una institucionalidad democrática sólida, que no comparte ningún tipo de violencia, de ningún sesgo ideológico, y con un pueblo que ya no resiste al poder político de turno sino que acompaña el rumbo general del país).
La emergencia de esa mística requirió en el plano discursivo de nuevos símbolos (Nestornauta, Cris Pasión, Nunca Menos, Florecerán Mil Flores, Soldados del Pingüino) que actualizaran la memoria nacional popular. Asimismo, la cohesión de ese Nosotros kirchnerista precisó de la delimitación de nuevos adversarios: no es casual que la explosión de esa épica –la cual permitió el renacimiento del kirchnerismo- se diera en momentos de desborde y agudización del conflicto social, que enfrentó al “gobierno popular” con la “oligarquía” (2008, derrota) y con el “monopolio” (2009, victoria).
Sólo la permanencia y resignificación de esa mística emancipatoria le aportará al campo popular la vitalidad necesaria para pelear la hegemonía cultural al interior del kirchnerismo, contra los sectores reaccionarios que se recluyen en sus feudos de poder sempiterno.
La visualización de ese doble frente (dentro y fuera del movimiento) es clave para pensar los desafíos venideros de la izquierda nacional, ante la oportunidad histórica de nuevas aperturas que nos depara el hecho kirchnerista (territorio en disputa que todavía no sabemos cómo se comportará en el futuro). Para la “profundización del modelo” en un sentido de liberación, como indicó la presidenta, hace falta mucha más organización de poder popular.
Esta misión es indispensable, ya que más allá de los esfuerzos gubernamentales, de inestimable valor, la democracia y la política siguen en deuda con muchos argentinos.
Algun día alguien va a tener que explicar como la revolución nacional kirchnerista es apoyada por Repsol, Telefonica, Blaquier, Hadad y la Barrick Gold.
De Altamira, Ripoll y Castells a Redrado, L. Murphy, Melconian y Broda tenés un amplio espectro de tipos que te pueden explicar, escuchalos y no dejes de votarlos en el 2013.
político lo dijo casi todo.
yo pregunto otra cosa:
algún día alguien va a tener que explicar cómo puede ser que el Frente de Izquierda de los Trabajadores saque casi el doble de votos en coghlan, villa urquiza o caballito, que en villa soldati, villa riachuelo o villa lugano.
¿las enormes masas obreras de caballito; las enormes masas burguesas de soldati?
el proceso historico-social revelara si se acentua la tendencia peronista-kirchnerista hacia lo que se entiende por «izquierda».Coincido que lo importante pasa por mas y mejor organizacion del poder popular.En cuanto a la persistencia de poderes mnucipales y feudales dentro del oficialismo todo depende de la renovacion que logre,precisamente,la participacion popular en una union eficaz.
El kirchnerismo es lo mejor que le pudo haber pasado a la izquierda argentina. Hizo realidad algunas de sus banderas, y al batallar contra el sentido común liberal/conservador que arrastramos por décadas, está habilitando a que cada día sea más fácil «correrlo» por izquierda que por derecha, a que cada día se le exija más cosas a un gobierno que demuestra que puede hacerlas.
Isabel/ Alejandro Ro:
¿Con qué es posible ese proceso historico-social? ¿Con el 5% /6% de de los votos de Sabatella? El texto de Sebhadida incurre en el ideologismo. Es un error que hay que advertir, estar atento, porque impide analizar la realidad tal cual es para poder transformarla.
Saludos
tal vez,Ro,pero hay que fomentar la paricipacion y la transversalidad.
100 % de acuerdo
Es cierto que el kirchnerismo se quedó con la mejor parte del peronismo, aún cuando subsistan a disgusto los fósiles territoriales y cegetistas. Hay cuatro años por delante para inyectar sangre nueva que ya comenzó en el armado de listas parlamentarias y debe continuar hacia adelante.
Sin embargo, no estoy muy seguro de que sea prioritario cuando hay otros poderes fácticos que pueden sentirse muy molestos si se encaran reformas pendientes como la ley de entidades financieras. Sectores con poder de fuego real, como se está viendo por estos días con el ataque cambiario, y sin que se haya comenzado a hablar del tema. Me viene a la memoria también el ataque a la UP del Chicho Allende por parte de los camioneros como punta de lanza del regimen genocida que lo fogoneaba. El poder de daño es grande, y una convergencia táctica de intereses entre ambos sectores puede ser mortal.
Vamos por partes, dijo Jack.
Eduardo Real:
Te paso dos link para tu memoria:
http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article2321
http://www.rebelion.org/docs/13779.pdf
(Se trataba de los propietarios de los camiones, no de los laburantes).
¿O tal vez lo de fósiles cegetistas se refiere a los «muertos vivientes» que dijo el Hugo?
Saludos
Tenés razón, me equivoqué.
Coincido con la hipotesis central del post. Me pregunto sin embargo si no deberiamos dejar de hablar de los «barones del conurbano». El conservadurismo dentro del kirchnerismo es Urutbey, Scioli, etc. Los intendentes del GBA, en cambio, parecen estar cada vez mas de este lado. Los mismo, arriesgo, sucede con el sindicalismo. En una de esas en un tiempo se logra que la derecha dentro del PJ sea una minoria en vias de emigracion o mutacion completa.
No se estan llendo un poco de tema buscando lo perfecto lo puro lo inmaculado ? Creo que una de las lecciones de Nestor fue que hay coyunturas que no cambian el proyecto grande el macro …