El clásico de Félix Luna, ‘’Perón y su tiempo’’, se divide en tres tomos, que describen el período 1946-1955. Tras ‘’La Argentina era una fiesta’’, y ‘’La comunidad organizada’’, el tercero se llama ‘’El régimen exhausto’’. En éste describe la acumulación de limitaciones del sistema político peronista, las limitaciones propias del líder e, implícitamente, los límites del apoyo popular al gobierno.
Conozco mucho más, lo confieso, la historia argentina del siglo XIX que la del siglo XX. El único período que, en varios aspectos, puede compararse con el peronismo es el período de Rosas, que también pasó por diversos períodos y también llegó a su propio “régimen exhausto”. En apariencia, en marzo de 1852 estaba en su apogeo, había rendido a todos sus enemigos excepto Montevideo y el pueblo lo apoyaba sin fisuras. Un año más tarde estaba en el exilio, y todos los gobernadores que no lo habían abandonado habían sido derrocados.
La opinión de mi viejo es que en el 55 los laburantes, que habían apoyado a Perón con alma y vida, ya habían conseguido todo lo que habían pretendido. Ahora querían otra cosa. ¿Transparencia política, respeto a las otras corrientes políticas? ¿Menos crispación en los discursos? Tal vez. ¿Mayor participación directa de los mismos trabajadores en las decisiones? ¿Renovación del equipo gubernamental? Posiblemente. ¿Frenar la corrupción que se había enquistado en varias reparticiones? Seguramente.
Como fuera, en 1955 los mismos que habían apoyado a Perón ahora le pedían cambios. Cambios políticos que el viejo ya no podía dar, porque ya no estaba capacitado para darlos. También le pedían completar un esquema de justicia social y redistribución que excedía los límites que podía aceptar un hombre de formación militar, por más populista que fuera. Por último, le pedían económicamente más de lo que el sistema económico podía aguantar.
Pero había otro componente: las nuevas clases medias, enormemente aumentadas durante el gobierno de Perón, terminaron por asumir la ideología de las viejas clases medias, que siempre necesitaron diferenciarse de las clases bajas (laburantes, desocupados) para asumir una identidad propia, pareciéndose en algo a las clases altas y lo menos posible a las clases bajas. Amplias capas de clase media de origen muy humilde pero que ahora habían pelechado, se resentían de la llegada de nuevas capas de lo que Jauretche llamaba “guarangos”, nuevos ricos que estaban dando el salto económico pero aún no habían dado el salto en cuanto a comportamiento y gustos. Esa clase media abandonó a Perón. El dilema no tenía salida: cada camada de pobres que subía de categoría apoyaba a Perón, pero le enajenaba la camada anterior.
El problema del gobierno de Perón (y el de Rosas) es el de todo gobierno largo: cómo sostenerse en el tiempo, conservando los mismos apoyos que le permitieron el acceso al poder. En general suele descartarse buscar otros apoyos, o se intenta en una medida muy marginal.
Una solución absurda pero sencilla al dilema es la que propuso Menem: cambiar de apoyos. Fue elegido por los laburantes y gobernó con el apoyo de las clases altas. En el ínterin, los trabajadores se dividieron en tres grupos. Por un lado, los que perdieron su trabajo y se salieron del sistema, muchos de ellos dejaron incluso de votar. Por otro, los que se pasaron a la oposición, pero necesitaron años para encontrar una opción política que los representara; el Grupo de los 8, al que perteneció mi viejo, no era políticamente una opción viable para ir por afuera. El último grupo fue el de quienes tardaron muchos años en terminar de darse cuenta de la traición del Carlo. De modo que, con el apoyo de estos últimos y de la clase alta (y de una clase media que se cree alta), y eliminados en la práctica del padrón muchos de los desocupados, Menem logró sostenerse durante diez años.
El actual gobierno tiene una vez más ese dilema: es percibido (con cierta razón) como la continuidad del gobierno de NK, de modo que debe ser interpretado como un gobierno largo. El problema, entonces, es cómo convencer de quedarse en esta vereda a un sector muy amplio, que comienza a cansarse (o ya se ha cansado) de las limitaciones de este gobierno. Dado que, en la práctica, es imposible que todos se queden, la segunda parte del problema es cómo incluir nuevos apoyos a un sistema político que ya está en el gobierno.
En parte, Cristina lo ha hecho: el apoyo de sectores “progresistas” a partir de la 125 – y su significado como carátula de políticas de redistribución y de direccionamiento de las opciones productivas privadas – fue seguido por el aumento de ese apoyo debido a gran cantidad de medidas de corte progre: nacionalización de las AFJP y de Aerolíneas, la AUH, aumentos de jubilaciones, etc. También el apoyo del gobierno al matrimonio igualitario debe haberle ganado la simpatía de parte de la comunidad homosexual.
Pero si ese apoyo es bastante amplio y ruidoso, es de temer que no sea suficiente. Hay otros sectores que deben ser atraídos, como los laburantes y desocupados que votaron por De Narváez.
Un sector que no debe ser desdeñado es el de los trabajadores rurales y de pueblos chicos: es muy posible que no hayan obtenido beneficio alguno de su apoyo a los patrones rurales en el 2008, y podrían estar empezando a cansarse de la cantinela de los chacareros que se dicen pobres. Allí hay que hacer un trabajo minucioso, de base, con buenos candidatos a intendentes y concejales. Estos atraerán su voto y, si tienen tiempo de enunciar un discurso sobre política nacional, podrán extenderlo a nivel provincial y nacional. Si esto es importante hacerlo en los partidos rurales de la PBA, es vital hacerlo en Córdoba, Santa Fe y Ente Ríos.
Hay otros sectores que uno piensa que deberían ser fácilmente atraídos hacia el gobierno, pero que prefieren identificarse preferentemente como no pertenecientes a las clases bajas. Los docentes en actividad y jubilados, por ejemplo, pueden ver todos los meses, en sus recibos de sueldos y jubilaciones, la conveniencia de votar al gobierno; pero generalmente son impermeables a ese tipo de estímulo.
Por último, juega a favor del actual gobierno la impresentable oposición. Sobre todo, que esa oposición efectivamente ganó las últimas elecciones; quiero decir, hay millones de personas que se arrepienten de haber votado a Cristina, pero también debe haber varios cientos de miles que – en privado – deben querer cortarse las manos con que votaron a los diputados del grupo Ah.
Rosas y Perón no supieron salir de la trampa del régimen exhausto. Menem la esquivó por un tiempo de la forma más abyecta. Cristina la está desarmando de una forma mucho más digna, pero creo que insuficiente. Sí, claro, hemos subido mucho desde el 31% del 28J, pero hay que llegar al 40% (o 45%, según el caso), y todavía no estamos allí.
Marcelo
La equivalencia enre Menem Rosas-Perón me parece poco feliz. Sí,Menem capeó las dificulades del gobierno largo a costa del país que fue el exhausto. En cambio en los casos de Rosas y Perón, fue después de su caída que llegó la pelagra.
Tampoco concuerdo con que los rabajadores retacearon el apoyo a Perón. No fue así y la cantidad de votos en blanco posteriores lo prueban.
Creo sí que un aspecto importante fue la defección de la incipiente buruesía indusrial.Al parecer el proyecto de Perón era sustituir la vieja oliarquía por una burguesía indusrial, para formar la cual hubo toda clase de estímulos.Pero estos no se conformaron con la fábrica, después quisieron el campito, las vaquitas y ser aceptados por la puta oligarquía.Y esto es importante tenerlo en cuenta para la elaboración de cualquier proyecto.
Un último punto:pensar que desocupados y marginales del como urbano, desatendidos por el kirchnerismo
pusieron su esperanza en de Narváez y que eso fue un error del gobierno, es un poco duro de tragar.¿Qué debería hacer el gobierno, largar un slogan que dijera «chupa, chupate»,»puta, putate»?¿Qué tiene mejor alica alicate?
No hay más equivalencia entre Menem y Perón que los dos gobernaron más de seis años. Nada más.
Algo que me quedó en el tintero mientras escribía este artículo es que, aunque la gente seguía apoyándolo pasivamente, no estuvo dispuesta a defender a Perón con el cuerpo. Había delegado toda la acción política en el dirigente y no salieron a defenderlo; más allá de que fuera o no razonable hacerlo contra los tanques de Aramburu, casi siempre hay grupos capaces de hacer una tontería como ésa. En 1955 no fue así.
Lo que sí ocurrió es que se dieron cuenta de lo que habían perdido muy poco después. Recién después de la caída de Perón se dieron cuenta de que de todo lo que su gobierno había hecho, los golpistas no estaban dispuestos a conservar nada. Nada de nada. Era el regreso a los 30. Sólo después de ocurrido la gente se dio cuenta, y eso es lo que explica la reacción posterior: la abstención y la lucha armada (tanto vertiente Valle como Montoneros).
Ese es el peligro hoy: si los K pierden el año que viene, invariablemente la gente se dará cuenta de lo que se habrá perdido cuando ya no estén más. Verán las consecuencias del regreso a los 90 y quedará claro que la corrupción y los malos modos políticos son, en realidad, temas secundarios. Se formará un kirchnerismo tan místico como el peronismo 1955-1973. Pero será tarde; cuando vuelvan, habrá que remarla de nuevo desde cero.
Estoy de acuerdo con lo de la burguesía industrial. Lo describe muy bien Jaurecthe en El Medio Pelo, y la realidad es que muchos de los estancieros de mi zona son industriales retirados y sus hijos. Da mucho más prestigio (sobre todo después del 55) tener un campo que una fábrica; y reqiere más esfuerzo.
El gobierno no tiene nada mejor, comunicacionalmente, que el nabo ése. Hasta hoy, los marginales son alejados del gobierno por la televisión, no por la realidad. ¿Cómo se ofrece otra cosa? En los pueblos chicos se puede trabajar desde la base por medio de gente conocida como buena gente, porque en general los candidatos radicales son clasemedieros orgullosos de no ser como ellos, y los PJ opositores son moralmente escoria, casi sin excepción. Pero en el conurbano, o en ciudades muy grandes como Mar del Plata, ¿cómo se revierte? ¿Cómo se llega a la conciencia de la gente que nos interesa más que la televisión?
Sigue siendo la pregunta.
Marcelo
«Y requiere menos esfuerzo» quise decir.
No creo que volvamos a ver un escenario noventoso nuevamente si pierde el oficialismo. Te lo digo como opositor (aunque no antikirchnerista promedio-furibundo). Si hay algo que hizo este gobierno – no es la primera vez que lo digo – es elevar el estándar de gobernabilidad. La población va a exigir que se mantengan ciertas cosas (sobre todo a nivel económico) y no va a permitir que se diluya fácilmente lo construido. En ése sentido – si viene un gobierno de otro signo – tengo más miedo de las trabas que pongan ciertos actores hoy preponderantes a la gobernabilidad que a las medidas que vayan a tomar los inquilinos del período. Creo que se pueden dar momentos tensos en situaciones que no lo ameritan realmente.
Si tuve que escribir todo eso para responder 15 líneas tuyas, te darás cuenta por qué dejé cosas en el tintero: habría sido un ensayo de 60 páginas.
Marcelo
Tá bueno este, abrazo.
hablar de un regimen exhausto es muy pesimista y ayuda a la oposicion.Todavia no empezo la campaña para elegir presidente.Atenta contra los K.su duracion en el tiempo y la falta de gestacion de lideres internos nuevos que convenzan a los sectores poblacionales señalados por Juan y el Gaucho.Este es el precio del defecto de autoritarismo que acompaña lamentablemente al proyecto gobernante.Es evidente que hay dentro de la mentalidad social argentina rasgos que pasan por fuera de la identificacion peronista,que esta no ha sabido o no ha podido reformar.¿Que hace que muchos docene o jubilados,aunque hayan sido beneficiados se nieguen a asumirse como laburantes y se despeguen de una clase media que toma a las altas como modelo de aspiracion?¿tendran que ver la Legrand y la Gimenez,los medios en general?¿por que De Narvaez llega a ser votado,mas alla de su superficialidad y gastos en publicidad?…
El título es sólo un título. Lo robé porque me pareció que titular «El problema del gobierno de Cristina (como el de Perón y el de Rosas) es el de todo gobierno largo: cómo sostenerse en el tiempo conservando los mismos apoyos que le permitieron el acceso al poder» era, no sé, un poco largo.
A diferencia del de Rosas en el 52 y del de Perón a principios del 55, el sistema político actual no está agotado. Justo cuando sus enemigos creyeron que estaba terminado, dio una sorprendente lección de renovación de sus fuerzas y de sus apoyos (sin reemplazar los originales, sino cubriendo los baches). Lo que no sé es si será suficiente. Hasta hoy creo que no.
Lo que sí parece estar agotado es la capacidad de incorporar cuadros dirigentes. Y eso es mucho más preocupante aún, sobre todo porque no alcanza con ganar en el 2011, hay que llegar al 2015. En eso sí, se parece demasiado trágicamente a las experiencias de Rosas y Perón. La incorporación de unos cuantos jóvenes (Irigoyen, Obligado en el siglo XIX; Cafiero y no sé quién más en el XX) no es una renovación. Se necesitan muchas caras nuevas, con estilos y discursos renovados. Y no se está dando.
Peor aún, los dirigentes que se alejan pasan automáticamente a la oposición (Lavagna, Ocaña, A. Fernández, Massa), que se renueva alimentándose con ellos.
Marcelo
Supongo que ya es tarde para cambiar el título por «¿Un régimen exhausto?»
el gaucho.
Buena idea la de tu post.
Me parece que tanto Rosas, Yrigoyen y Perón, fueron desplazados del poder en gran parte por haberse agotado su proyecto, lo que no significa un fracaso, sino lo natural dentro del desarrollo de nuestra sociedad. No regresaran al gobierno ni Rosas, ni Irigoyen, este último explicable por su pronto fallecimiento; sí lo hizo Perón, a pesar de que su proyecto estaba agotado; recuerdo en el 73 nos hablará del pacto social, la comunidad organizada, las 20 verdades. No era lo que la sociedad esperaba, y menos la juventud.
La pregunta del millón es, por lo tanto: ¿Está agotado el proyecto kirchnerista? y en su caso ¿Existe un proyecto superador?
No hay muchas dudas de que la Argentina mejoró con Yrigoyen, con relación a Rosas, y con Perón con relación a Yrigoyen. Luego del derrocamiento de Perón sabemos lo que ocurrió: décadas de inestabilidad, gobierno débiles y la violencia como vía para la política.En el 83, la sociedad le dijo no a la posibilidad de regresar a un pasado demasiado cercano. Sin perjuicio de todo lo positivo que este gobierno ha logrado, ¿puede dentro de su concepción de la política, ofrecer más a la sociedad? ¿No se corre el peligro de una involución en el caso de que se vuelvan a suceder los esposos en el gobierno?
Saludos.-
Lo que yo quise destacar es justamente la diferencia entre proyectos que se siguieron repitiendo a sí mismos con el de Cristina, que se renovó muchísimo en sus herramientas políticas, especialmente después de la derrota del 88. Justamente creo que en muchos sentidos ha demostrado no estar agotado.
Personalmente creo que el peligro real no es la involución, sino el estancamiento. Que el peligro de involución es real, en cambio, con gran parte de la oposición.
Yo espero que aparezca el postkirchnerismo, no en el sentido de Grondona, sino en el de Sabatella. Lamentablemente todavía no ha aparecido, sino en forma muy marginal. En esas condiciones, creo que es más razonable esperar una nueva renovación en los apoyos y en la política de este gobierno, que un cambio positivo con los candidatos opositores.
Creo que la comparación entre los gobiernos de Rosas y Perón no se sostiene demasiado más allá de ciertos rasgos comunes, más simbólicos que estructurales.Y menos decir que «en los casos de Rosas y Perón, fue después de su caída que llegó la pelagra.» Desmerece al régimen peronista compararlo con el rosismo. Entre Mitre y el Pepe Rosa creo que en 2010 ya estamos maduritos como para no casarnos con nadie…
De acuerdo en todo. De nuevo, sólo quise destacar la repetición del agotamiento de modelos, no comparar éstos.
Dice el gaucho: «La opinión de mi viejo es que en el 55 los laburantes, que habían apoyado a Perón con alma y vida, ya habían conseguido todo lo que habían pretendido. Ahora querían otra cosa. ¿Transparencia política, respeto a las otras corrientes políticas? ¿Menos crispación en los discursos? Tal vez. ¿Mayor participación directa de los mismos trabajadores en las decisiones? ¿Renovación del equipo gubernamental? Posiblemente. ¿Frenar la corrupción que se había enquistado en varias reparticiones? Seguramente.»
Al margen de lo que opine tu viejo, me parece que eso es lo que le pedís vos a los K y no los trabajadores a Perón en el 55. Me da la idea que estás haciendo un guiso histórico para defender tu posición frente al gobierno. Me permito recomendarte de Marcos Schiavi La huelga metalúrgica y las luchas obreras de 1954, y de Mónica Peralta Ramos Acumulación del capital y crisis política en Argentina (1930-74). Ayudan más a entender el incipiente malestar de los trabajadores que tus trasposiciones y los libros de Luna.
No es exactamente eso lo que le pido al actual gobierno. Lo que intenté fue apenas una aproximación a lo que los apoyos de Perón estaban pidiendo, con gategorías y lenguajes actuales. Gracias por las recomendaciones, aunque por el momento estoy enfrascado en un proyecto historiográfico sobre temas del siglo XIX.
Hay muchas verdades en lo que decís, Gaucho. Punteo algunas y agrego otras:
1. Lo referido a que, ahora con la panza llena, ya no basta con «más de lo mismo», aún cuando «lo mismo» pueda calificarse como entre bueno y excelente.
Por supuesto que es así. Nadie se acuerda que hace siete años andaba del cartoneo al club del trueque, del corralito al corralón. O cuando los chacareros se ahorcaban (literalmente) por el remate de sus campos, en tiempos de Feli Pillo. Que lo cuente Lucy de Cornellis, sinó. O de sus propios hijos haciendo cola en las embajadas para huir del diluvio.
Es como si éso no hubiera sucedido. La primera palabra que se me representó en tiempos de la 125 fue «INGRATITUD». Con la panza llena, todo es una mierda. Se olvidan de lo que pasó, de lo que ellos mismos pasaron. Están «crispados» y piden la vuelta de los que los dejaron en bolas y a los gritos.
¿Alguien se hace una representación de lo que significaría la vuelta de los «ajustadores seriales»? ¿Alguien se pregunta cuánto duraría en sus manos las conquistas conseguidas contra viento y marea? ¿Cuántos criminales quedarían en la cárcel si vuelven «los que les gusta Videla»? ¿Cuánto tardarían en volver las AFJP? ¿El FMI? Nada. En 10 minutos firmarían los decretos que voltearían todo. Y vuelta la burra al trigo.
Y hay 2 punto más que me gustaría abordar:
2. Uno que iría a contracorriente del clima de «final de época» que pintás, es el de las expectativas de transformación que el kirchnerismo generó, quizás involuntariamente: En efecto, kilos de cosas que parecían ya parte del escenario inmutable comenzaron a discutirse, y se está generando una contracorriente al estilo «mayo francés», en la que hasta se está discutiendo EL PODER. Nada menos. Con M*n*em y el Bobo, sólo se discutían las formas. Ahora se cuestiona al poder mismo. Al poder real. Y sus voceros enloquecen. Porque éso no estaba en su agenda, que, creen, debiera ser la agenda nacional. ¿Cómo se les ocurre que la palabra es un bien a redistribuirse? ¿La ganancia de las empresas? No, paren la mano, muchachos. Discutamos la coima, la Feyari, la sarasa. No el poder. El poder no se discute. Se ejerce. Cómo no van a estar locos.
2. El otro punto, que vos abordás de un modo excelente con ribetes Jauretchianos, es el de la transformación que sufre quien acaba de sacar la cabeza que tenía enterrada en la mierda, y que quizás debiera abordarse desde el costado marxista clásico. En la medida en que el laburante crea ser lo que no es, defenderá las causas ajenas como si fueran propias. Las reacciones de la clase media/baja ante la 125 fueron de libro, mostrando la carencia absoluta de conciencia de clase en particular y de estructuras de pensamiento en general. Éso hay que trabajarlo. Generar conciencia de clase.
A modo de ejemplo, yo recuerdo que las discusiones más fuertes que he tenido respecto de la AUH, no se dieron con gorilas de la Recoleta o señoras gordas de Callao y Quintana, sino con gente del estrato medio-bajo. En efecto, muchos de los que se rompen el lomo de la mañana a la noche para ganar 2 lucas al mes, ven con HORROR que alguien termine llevándose esa misma guita sin laburar, con el solo expediente de tener hijos.
Hacerles entender que, al revés, no es que los demás sean privilegiados, sino que ellos son explotados, es imposible. Invertirles la lógica, una tarea absurda. En ningún momento se ven a sí mismo como explotados. ¿Quién querría asumirse a sí mismo como semi-esclavo? No. Mejor pensar que «el otro» recibe lo inmerecido. Y si no se logra remover esta propia anomia, esta no autopercepción, es difícil que alguien pelee por sí mismo. Si ya cree estar donde debe.
Deconstruir esta lógica, descolonizar esta subjetividad abonada durante décadas, va a llevar años. Para esta tarea pongo mis fichas, sin demasiadas expectativas en el corto plazo, en la Ley de Medios. Algún mensaje del tipo «Ché, boludo, mirá dónde estás parado» puede llegar a colar en medio de la diversificación del mensaje. Y, capaz, alguien por ahí entiende lo que le están diciendo. Ahí, sí, será el principio del fin. El «sentido común» prevalente será enterrado.
Estimado Eduardo Real:
Quizas ahora, vencido en sezgo anticomunista heredado desde Yrigoyen a la fecha, podría empezar a generarse «conciencia de clase». Sin embargo, me inclino a pensar que en cada argentino existe un «pequeño burgues» latente, que pugna por salir a flote en la primera de cambio. Con lo ocurrido en los ultimos años es muy dificil que nos encaminemos hacia una dictadura del proletariado, máxime cuando los «lideres» no son intelectuales sino precisamente manifiestos «pequeño-burgueses(o no tanto, P/ej Moyano y cia…)
Respecto de tus afirmaciones finales sobre la esperanza en la Ley de Medios, reitero lo que dije en otros post: es una ley que debe perfeccionarse con el uso, porque por voltear a Clarin, se llevó puesta la producción local y regional.
Es muy dificil que en el interior, sobre todo en el interior profundo, se escuche otra voz que la de los medios «oficiales o para/oficiales» ya que de ninguna manera cierra el «negocio» de los contenidos y mucho menos para una PYME de la industria de la información y el entretenimiento (radio FM de potencia media o baja, TV zonal, cable o medio grafico local).
A pesar de su apariencia democratizante, la concentracion de medios en manos del estado se encamina a reemplazar a los monopolios privados, algo tan peligroso como lo que se pretende reemplazar.
«…podría empezar a generarse “conciencia de clase”. Sin embargo, me inclino a pensar que en cada argentino existe un “pequeño burgues” latente, que pugna por salir a flote en la primera de cambio.»
Seguro. Por éso es una tarea de largo plazo. Nada sucederá de la noche a la mañana. Pero pongo mi fichita a la fisura que se ha producido en el mensaje único. A la larga, la fisura se convierte en grieta y la grieta en derrumbe.
«se escuche otra voz que la de los medios “oficiales o para/oficiales” ya que de ninguna manera cierra el “negocio” de los contenidos y mucho menos para una PYME de la industria de la información y el entretenimiento (radio FM de potencia media o baja, TV zonal, cable o medio grafico local).»
Depende: Si alguien esperaba convertirse en Murdoch o el Berlusca, con esta ley está al horno. Para éso está hecha. Ahora, si la ambición de su propietario no es convertirse en un media mogul, yo creo que puede vivir decentemente de su vocación y su trabajo, con un nivel de vida similar a un comerciante medio.
Bien por Eduardo y por Ernie. Cuando escribí el post no era consciente que era bastante malo, tenía 38 de fiebre, pero cuando me bajó me di cuenta. Pero estaba seguro que obligaría a otros a decir cosas que me pusieran a pensar a mí. Eso obtuve de ustedes, gracias.
Para los trabajadores de la época, los humildes, los que sólo tenían su fuerza de trabajo, la caída de Rosas significó sí, la pelagra. Y si no ¿que significó la frontera, la desaparición del gaucho, el proyecto de suprimirlo para traer ingleses, el Martín Fierro, etc. etc.? La comparación Rosas-Perón no la puse yo, pero una vez traída a cuento hay que recordar el proceso que siguió a Caseros.
Creo que la unica forma de escapar a este «determinismo» que planteas es volver a impedir la reelección. Reformar nuevamente la Carta Magna, imponiendo nuevamente ese «contrapeso» que sabiamente los hombres del ´53 enfrentaron a un presidencialismo «fuerte» como consagó la versión original de la Constitución Ncional.
En teoría, yo siempre me opuse a la reelección: entiendo que la democracia real no sólo requiere la posibilidad del recambio periódico, sino que necesita el recambio mismo. Sistemas que premitieron recambios, pero por décadas no lo tuvieron, como el PRI en México, derivaron en la práctica en algo bastante alejado de la democracia. Por otro lado, cuando no hay recambio de partidos pero sí recambio de personal, se asegura un cierto grado de cambio de política, por el simple giro personal de sus dirigentes. Así que, en teoría, el sistema más democrático es el que existía en Ecuador, por ejemplo, que impedía la reelección de por vida y funcionaba con más de un partido.
No obstante, también estoy seguro que todos los cambios sociales en América Latina estuvieron siempre identificados con una personalidad fuerte: Yrigoyen, Perón, Kirchner, Lula, Ortega, Chávez, Evo, Fidel, Siles Suazo (de joven), etc. Todos los procesos políticos liderados por partidos, no por figuras, fueron (o terminaron siendo) conservadores. La única revolución profunda de América Latina que fue guiada sin un líder único fue la Revolución Mexicana; y derivó en el conservadorísimo PRI. Yrigoyen cedió el lugar a Alvear, y todo volvió al más crudo conservadurismo, sólo que con boina blanca.
Me gustaría que no fuera así, pero así es como es. Desde ese punto de vista, evitar la reelección es asegurarse la rápida conservadurización de todo proceso político. Ése me parece un determinismo mucho más fuerte.
Por otro lado, en el orden práctico, de nada serviría hoy impedir la reelección, ya que no hay forma de evitar constitucionalmente que los K se sucedan uno a otra. Salvo aplicar la absurda «ley Susana» de Fujimori; pero dejemos los absurdos legales para las maniobras oportunistas tipo grupo A-.
Otro día hablamos de «sabiamente», una palabra que difícilmente podría estar peor usada respecto de Alberdi y Gutiérrez.
Luego hablaremos de la sabiduría de Alberdi, en lo referente a la reelección presidencial. Pero en el siglo XX también hubo alguien que advirtió sabiamente los peligros de la perpetuación del gobernante:
En el mensaje de apertura de las sesiones legislativas de 1948 expresó el Presidente General Perón con relación a la reforma de la Constitución Nacional para permitir su reelección: “Mi opinión es contraria a tal reforma. Y creo que la prescripción existente es una de las más sabias y prudentes de cuantas establece nuestra Carta Magna. Bastaría observar lo que sucede en los países en que tal reelección es constitucional. No hay recurso al que se acuda, lícito o ilícito; es secuela de fraude e incitación a la violencia, como, asimismo, una tentación a la acción política por el gobierno y los funcionarios (…) En mí concepto, tal reelección sería un enorme peligro para el futuro político de la República. Es menester no introducir sistemas que puedan incitar al fraude a quienes supongan que la salvación de la Patria sólo puede realizarse por sus hombres o sus sistemas. Sería peligroso para el futuro de la república y para nuestro Movimiento, si todo estuviera pendiente y subordinado a lo pasajero y efímero de la vida de un hombre.”
Lamentablemente el General no siguió su propio consejo. ¿Serán sus seguidores más sabios? Esperemos que sí.-
muy bueno lo ultimo de Eduardo Real.
mis preguntas siguen vigentes…ahora bien,por cansancio que haya,ignoramos si el kirchnerismo propondra nuevas politicas cuando encare la campaña.
Algo que sí lamento es que estoy seguro que no van a proponer nuevas políticas: las van a llevar adelante sin preguntar, como han venido haciendo. Hicieron cosas muy positivas, pero sería bueno que por lo menos pregunten. No que hagan una encuesta, porque en cuanto metan mano los medios, «la gente» va a pedir seguridad, mano dura, consenso y conferencias de prensa. Lo que pido es que propongan cosas nuevas y que la gente vote (o no) esas propuestas.
Claro, sería suicida proponer un plan completo que tenga que ser contrastado con la realidad («¿y por qué no lo hicieron hasta ahora?») y con las propuestas de dos clases de políticos irresponsables: los que proponen la revolución social antes de las 12 porque saben que no van a ganar pero así juntan algunos votos más; y los que sí pueden ganar, que proponen volver a la política de los 90 pero sin sus consecuencias. Proponer un plan de gobierno contra eso es correr contra el caballo del comisario.
Pero no me digas que no sería lindo que hicieran esas propuestas y ganen.
Gaucho: «Algo que sí lamento es que estoy seguro que no van a proponer nuevas políticas: las van a llevar adelante sin preguntar, como han venido haciendo. Hicieron cosas muy positivas, pero sería bueno que por lo menos pregunten.»
No digo que no sea deseable, pero tengo claro que con una oposición irresponsable no se puede. ¿Te imaginás si en la plataforma electoral hubieran propuesto eliminar las AFJP? Cuando llegara el momento de materializarlo, ya los «economistas serios» nos habrían hecho suicidar en masa tipo Jim Jones.
Una apelación casi permanente en el discurso de Cristina y Nestor es «les pido que tengan memoria…», espero que la tengan.
Los laburantes y desocupados que votaron por De Narváez, no la tuvieron, o quieren otra cosa. Si no recapacitan la tendrán.
Político: Con el tema memoria, me parece que hay un problema de «higiene mental». A modo de ejemplo, yo no hice la colimba, pero recuerdo que cuando nos juntábamos con amigos que sí la habían hecho, siempre recordaban lo positivo del tema, las jodas que se hacían, los amigos que habían hecho, etc. Jamás recordaban los bailes hasta dejarlos de cama, pasarse toda una tarde «buscando petróleo» al rayo del sol, etc.
Supongo yo que por una cuestión antropológica, la memoria tiende a conservar lo positivo y obliterar lo negativo.
Es probable que dentro de los anti-K haya muchos que lloraron en Ezeiza porque un hijo se les iba para zafar del diluvio; otros que, como ya mencioné, iban con 20 lecops que rescataron del corralito al club del trueque, o estuvieron ahí preparando la soga para colgarse porque les remataban el campo, etc.
Como en la colimba, nada de éso ocupará un lugar relevante en la memoria. Sería prácticamente imposible convivir permanentemente con ese estado de angustia. Y éso ayuda a que el error se vuelva a cometer.
Lamentablemente, Cristina, y siendo tan deseable que cada uno tuviera presente la angustia con la que vivió esos momentos, me parece que muy pocos lo van a tener presente en el 2011. Lamentablemente.
Bien Eduardo, yo también tengo un buen recuerdo de Lavagna.
no desconfiemos tanto de la gente y noseamos tan pesimistas…la cuestion del olvido de lo negativo no es una cuestion antroplogica,sino puramente psicologica.Y depende de las personas.El melancolico recuerda mas lo negativo.Tenemos psicologos que sostienen que la mayoria tiende a recordar mas lo negativo para no repetir el dolor.En esto se basa el»Nunca mas».Otros hacen hincapie en que la amnesia de lo doloroso es fruto de un mecanismo de defensa que usamos para que no nos venza la depresion.
La falta de dialogo con los representados de toda la clase politica implica nuestra falta de madurez politica,carencia de participacio,funcionamiento de intereses mezquinos,etc.
La alternancia sería sana. El tema es alternar con qué. Adhiero con Eduardo Real, esta vez.