lunes 16 de noviembre de 2009
El regreso de la (divina) TV Führer
¿Nos merecemos este castigo? ¿Ser interpelados espasmódicamente por esta runfla de nuevos ricos indignados? ¿Esta farándula fascistoide, la de los autos escondidos en graneros y las camionetas importadas vía contactos turbios en embajadas, los que fueron sistemáticamente procesistas y menemistas (salvo cuando no les dio la edad), los que boludeaban, pelotudeaban y recontra idiotizaban mientras sus invitados hacían pedacitos el Estado, los que bailaban y cantaban al ritmo del uno a uno, las que escapaban de comicastros gordos en ropa interior mientras la Argentina se llenaba de cuerpos sin nombre, la que le dio de comer hasta el último de los hijos de reverenda madre sin nunca un sí ni un no, pero que ahora se aterran, se enojan, se exasperan porque alguien cortó una calle o porque las consecuencias de todo eso que celebraban se corporizan en puñados de pibes morochos que salen a la calle de caño?
¿Nos merecemos escuchar cómo claman ahora por ese Estado en el que se menefregaron años, años y años porque pensaban que era algo para pobres?
¿Nos merecemos sus sermones canallas e ignorantes, plagados de los lugares más comunes del medio pelo argento? ¿Su mentirosa estrategia de erigirse en ciudadanos comunes aunque le hablen cada semana a millones de personas, aunque habiten mansiones amuralladas, aunque manejen autos que valen más que nuestras casas, aunque haga años que no prenden una hornalla, que no empujan un puto carrito de supermercado, que no se ven en la humana obligación de decir gracias, nunca?
¿Merecemos padecer a este ejército de incultos con soberbia de expertos, que creen que hacer bailar un grupo de enanos o formularles preguntas guionadas a invitados tarifados les da derecho a opinar sobre políticas de seguridad o lo que les caiga enfrente? ¿A esta fila de cerebros diminutos para cualquier otra cosa que no sea apilar billetes a cambio de nada, a salvaguarda siempre de cualquier crítica medianamente sensata, a estos experimentos unineuronales que jamás se pronunciaron en las instancias difíciles de la patria pero allí se alistan levantando el dedito con cara de inocentes recién llegados para lanzar sus miserables reclamos de cárcel a menores, represión y pena de muerte?
¿Los merecemos, con su lucecita roja a disposición de cualquier exabrupto derechista, con su lastimoso léxico de 45 palabras, con su ropa de canje y sus asesores de imagen, con sus ridículas mascotas asexuadas, sus amigos impresentables, su recurrente expresión de yo no fui, con su perorata amarilla, paranoica, y su conclusión social arrancada a mordiscones por el cómo les fue en la feria, por si el amigo de su sobrino no pudo cruzar la 9 de julio o su florista (¡su florista!) padeció un horrible episodio de violencia de los que ocurren en cualquier lugar de este mundo demencial que vivimos?
Mírenlos, igual no van a poder dejar de hacerlo, enhebrar -no sin dificultad- su rústica verba conserva, poniéndonos como modelos aquellos países de los que sólo conocen su free shop, esas repúblicas en las que los aviones de pasajeros se estrellan contra torres, los soldados ametrallan a sus colegas y —cada tanto— los estudiantes secundarios deciden que hay que pasar a sus compañeritos por las armas.
Escúchenlos, porque igual no podrán dejar de hacerlo, indignarse si algún experto en seguridad considera que la opinión de ellos tiene el mismo valor que el eructo de mi perra. Y aprecien cómo se postulan para santos por haber arreglado (gracias al canje con una empresita de pintura) el techo de una escuela, no sin antes editar un video emotivo y ponerse las lagrimitas artificiales que consumen los malos actores de telenovela.
No se consideran afortunados porque la vida los haya puesto en el curioso lugar de facturar haciendo esa cosa que hacen, sin haber jamás estudiado nada de nada, no, con la azarosa dosis de eso que ellos llaman carisma, y hasta sienten que además deben expresar su credo berretón cual si fuera una idea, y que nadie puede cuestionarlos sin poner en riesgo el derecho que tiene toda persona a expresarse libremente que uno de sus abogados les dijo figura en un librito pedorro llamado Constitución.
¿Nos merecemos que estos esperpentos catódicos nos digan que nos parecemos a Colombia, sólo porque ellos añoran ser Colombia, con su presidente blanco y de derecha, sus bases norteamericanas y hasta la posibilidad de que Alicate esté habilitado para ser candidato a presidente?
¿Nos merecemos que este aquelarre de monigotes terminados a bisturí haga un mundo de sus únicas preocupaciones sólo porque no saben lo que es el hambre, el frío, o la mínima miseria de no llegar a fin de mes?
¿Nos merecemos ser víctimas de ese narcisismo subnormal que les hace creer que si ellos estornudan hay una epidemia?
¿Realmente nos los merecemos?
Pareciera que sí. Que algo habríamos hecho. Pero algo horrible, sin dudas. Mirarlos.
en paracuandolotenes.blogspot.com
ALEJANDRO
En realidad no «regresaron», siempre estuvieron.
En cuanto a si lo merecemos, coincido parcialmente con tu respuesta. Vos te detenès en el Menemato, pero por esos siniestros estudios tambièn hicieron lo suyo -calculando que les convenìa-, el señor K y màs de un funcionario, y tambièn los «miramos» como decìs, pero muchas crìticas que digamos no hemos escuchado.
Para ser màs precisos tendrìamos que admitir que quienes màs siguen o miran, mayoritariamente pertenecen a las clases màs humildes, y seguramente lo hacen para distraerse del hambre que les queda. Y ellos no tienen la culpa de elegir la porquerìa que se les ofrece.
Pongamos la lupa en el resto: clase media baja, alta, media, burgueses que dice dicen que no son burgueses como si vivieran en un bunker, intelectuales de todas las tendencias. Què dijimos, què callamos cuando unos y otros polìticos, funcionarios o no hicieron y hacen uso de esos espacios
conducidos por la gente mencionàs?
q memoria selectiva q tiene este muchacho,procesistas y menemistas? y cuando tambien eran kirchneristas no conviene recordar no?
no conviene recordar el polideportivo inaugurado en bolivar junto a tinelli y cristina con guita del estado,no conviene recordar las mofas a de la rua en plena casa rosada,con figureti anfitrion del nestor.
el llamadito a tinelli en la ultima eleccion por parte del nestor,tampoco conviene recordar.
como hacen para recordar solo lo q les conviene sin q se le caiga la cara de verguenza?
Cuando apoyaron a los K hicieron, quizás por única vez en su vida, algo bueno.
buen artículo
Coincido totalmente con el artículo. Solo los universitarios con buen léxico, correctas ideas (e ideología), pueden opinar sobre los temas trascendentes de los argentinos. Entiendo que más callados se deberían quedar si son nuevos ricos aunque no entendí si un Anchorena puede o no opinar.
Con esa sabiduría y ese apellido, lo menos que podría hacer el país por vos Alejandro, y por nosotros, es darte un canalcito de televisión así nos enseñes.
Sí, realmente lo merecemos ¿O no leyó los comentarios previos a éste?
Gracias, Mono. Dudaba si responder o no, pero usted me liberado de ese trabajito.
Hace mucho tiempo un señor se enojaba contra la clase media. La trataba de medio pelo, de sonsos, tilingos y cipayos.
Viendo los comentarios a la nota no puedo mas que darle la razón. La clase media el la única que va en contra de sus propios intereses. Les pide seguridad a quienes amasaron fortunas privatizándo la seguridad.
Defiende a cualquiera que esté contra el gobierno. Pero en esa defenza confunde gobierno (que cambiaremos en dos años) con Estado. Y asi el Estado se vuelve cada vez mas débil y le cuesta cada vez mas ponerle límites a los señores que plantan soja, hechan familias de sus casas, desmontan. más debil para aumnetar los sueldos a los maestros (a los que ellos putean porque hacen paro porque consideran que deberían ganar al menos la diesmillónésima parte de lo que gana susana). debil para garantizar los insumos de los hospitales. Un Estado debil para avanzar sobre una reforma de las fuerzas de seguridad que termine con la privatización de la seguridad a manos de empresas formadas por represores (ah, claro, esto no lo ve Tinelli).
Un Estado débil para avanzar sobre las empresas energéticas y obligarlas a que inviertan en exploración y desarrollo de recursos.
Pero no claro es más fácil ponerlo todo así K o anti K. Las clase media sigue siendo tan boluda como cuando hechó a perón, después lo extrañó y pensó que perón iva a volver a solucionarle todos los problemas. la clase media siempre quiere que otro le solucione los problemas, la clase media notiene ganas ni siquiera de ir a una reunión de consocio y por eso le paga a un administrador que le rompe el upite.
Che alguien vio lo que está pasando en el delta, cómo están contaminando el rio. No? ah claro, Massa es bueno porque… está arreglado con Suar, que es el que pone la guita para el proyecto de viviendas.
Siguen llendo a la almacén con la libreta del almacenero
Muy bueno. Gracias por la catarsis, la estaba necesitando.
Buen post Alejandro!
Se me ocurre que algo malo efectivamente hemos hecho: votar a personajes como Menem, De La Rua, De Narvaez, Carrió, Macri,…
las figuras mencionada fueron siempre descerebradas, incluso cuando apoyaban a Kirchner.
La virtud que es el motivo de su vigencia es saber leer el humor de su público, que se centra en la clase media-baja (con un ala en la media-media y otra en la baja).
Así que hoy que el kirchnerismo perdió el favor popular, y da réditos pegarle, (porque siempre a réditos pegarle al que se ve como poderoso pero impopular), le estan dando con temas populares como es la inseguridad.
Esto no habría pasado de un par de palos aquí y allá si no fuera por la reacción del kirchnerismo (sobre todo de su rama descerebrada, que es la que ve esos programas). El kirchnerismo no concibe que personajes populares hablen mal de él, sacó una ley para tratar de evitar que suceda eso, y reaccionó como amante despechado.
Y las figuras populares no se fueron al mazo, sino que mantuvieron, o doblaron (Tinelli) la apuesta.
A mi me parece una delicia, y como siempre es una situación fruto del ansia hegemónica de los kirchner que otra vez (después de un par que les salieron bien), les termina saliendo un tiro por la culata.