El «shidrín» de Cristina

En el pasado conocimos el famoso «Libros no, zapatillas sí». Su potencial simbólico es sin duda fabuloso, y su correcta interpretación, tal la intención de su autor, fue, es y será motivo de debate. Aunque la primera imagen puede ser la de una Argentina acomodada, culta y atlante, y otra postergada y provinciana con enormes necesidades materiales. Poderoso dilema.

En su afán por refundar la historia -algo que naturalmente comienza por el lenguaje-, la Presidenta Fernández de Kirchner, recién llegada de la Rusia Imperial, tras un agotadooor viaje en la carreta…perdón, el lujoso avión presidencial, de 19 horas, y mientras anunciaba créditos blandos para el consumo y exhibía supermercadísticamente todas la variantes posibles de canasta navideña, nos regaló un nuevo concepto de «lo popular» frente a «lo elitista», confesándose cultora de la sidra, y «no por razones ideológicas». Esta discusión barística podría, por ejemplo, remitirnos a los whiskies de Galtieri o al champagne del senado menemista, y ofrecernos su contracara.

Por lo que pensé, con esto, debiéramos finalmente reconocer en la persona de la Presidenta un espíritu humilde y sencillo, y dejar de mostrarla como una millonaria frívola o snob que vive una vida de decoro y ostentación, para entonces poder apreciar la verdadera naturaleza de una incansable militante política del campo popular; terminar con este absurdo de la demonización gorila de una mujer común que tiene derecho a ser bella y mujer vistiendo trajes elegantes, no sólo por detentar investidura presidencial, sino, y sobre todo, por estar representando a miles de mujeres trabajadoras, obreras y amas de casa, que sueñan al igual que las esposas de los oligarcas, ser bellas y mujeres, y por qué no, reinas.

Por supuesto son incontables las bendiciones materiales de nuestra Presidenta a su Pueblo en este año de gobierno. Y un Pueblo leal y agradecido debería realizar ofrendas a sus buenos gobernantes, como muestra del amor y la devoción por sus líderes nacionales. El problema es que la gente viiive adorando falsos ídolos y santos populares como el Gauchito Gil, Gilda o la Difunta Correa bajo la muy extendida idea de que la trascendencia se logra con la muerte, y olvida así honrar y cuidar a aquellos que tanto bien nos hacen y asegurar su trascendencia en vida. Ese Pueblo, «el que no leyó ni un libro, pero todo lo comprende» al decir de nuestra Presidenta, que es un Pueblo vivo, que es el alma de la Nación, debe marchar hacia su destino como guerrero tenaz, y realizar su sueño colectivo. Ese pueblo no puede seguir adorando a los muertos.

Por lo que el próximo 24 de diciembre, cerca de la medianoche, propongo marchemos todos a la Quinta de Olivos para ofrendar canastas navideñas de $ 9 (pesos nueve). Alshemos la copa de «shidrín» a la shalud de la Preshidenta!

7 comentarios en «El «shidrín» de Cristina»

  1. Es loable el esfuerzo por ser irónico, aplaudo toda intención, siga participando -quizá alguna vez llegue a hilar fino, sin quedar como tilingo ofendido-, eso se consigue tarde o temprano. Siga participando.

  2. Coincido con el post y con Maria Laurie Santillán (no-pariente del piquetero muerto, hojaldre): la canasta navideña es re grasa chicos, no tiene ni un producto de marca, como se encargaron de señalar ayer en Telenoche.

    Sorry, si ustedes quieren comer esa copia barata de mantecol es problema de ustedes, pero no hagan sufrir más a la clase media argentina que quiere su turrón blando y sus garrapiñadas Lheritier.

    Un pueblo que no come turrón de marca, está condenado a cambiar de tirano pero nunca a erradicar la tiranía.

  3. Goliardo,

    Lamento mucho comunicarle que eso se consigue bajo dos premisas importantes:

    1- deshacerse de la aversión ideológica: nubla la razón e impide desarmar la galleta que se mantiene entre el hipotálamo y el cráneo, galleta alimentada evidentemente con mucho turrón de alicante, mucho fino spumante italiano y una cuota diaria de TN – Periodismo Independiente.

    2- un par de ideas claras o, siguiendo con el parangón de la galleta, una, aunque sea una, sólo una, punta del ovillo.

    Amiga/o Patozka, como dice Goliardo, siga participando. Viene segunda cómoda detrás de Fontevecchia por varios cuerpos (sirve aclarar que compite contra un favorito de buena carpeta y mejor billetera?).

    Pero esperamos seguir viéndola por acá y seguir siendo testigos de su esfuerzo.

  4. No sean prejuiciosos contra los turrones importados. La querida drapie de Georgalos es barata y buena pero los turrones de ALicante es cuestión de ofertas, el año pasado los ví en el Coto a 8 pesos en Octubre y acaparé 8 unidades, es cuestión de oportunidad. Además como soy bien grasa me gusta el pan dulce bien berreta y ahorro por ese lado. No hay que ser prejuiciosos.

    Sobre la canasta de Navidad, al menos hay alguna, no como en gobiernos bien republicanos con calidad institucional, los cuales le daban mucha importancia al bienestar de la cansta navideña de los directivos del fondo Moentario pero bastante poca a la de los nuestros.

  5. Tengo la irreverente sospecha de que esa Patozka la inventó alguien por joda. No puede ser verdad.
    Saludos

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