Esto está escrito en caliente, con el televisor prendido a todo lo que da. Disculpen.
Era el último rinconcito donde se escondían: la institucionalidad. De los números duros, objetivos, reales, fácticos, a una idea más vaga, subjetiva, difusa (no me chicaneen con que la institucionalidad no es una idea difusa: hasta Pinochet hablaba de institucionalidad, digo que es un concepto en todo caso más manipulable que los datos estadísticos aunque éstos lo sean). Pasamos por todos los estadios argumentativos posibles: cuando se hablaba de números reales, de cuánto estábamos discutiendo, dijeron que ellos debatían por el país. Cuando discutimos si ellos eran el país, dijeron que eran un sector, y que por qué ellos solos debían sostener a los otros. Que no eran la Sociedad Rural sino la Federación Agraria. Que no eran la Federación Agraria sino los pueblos del Interior. Acá el diálogo no lo quisieron ellos: porque siempre que se intentó dialogar se cambiaron la careta. Nunca terminamos de entender contra qué debatíamos. No hay diálogo posible así: se definieron de tantas maneras que fueron todo y parte al mismo tiempo.
Pero al final, cuando ya los números no dejaban tan claro que estaban perdiendo, se dijeron los defensores de la democracia, la Patria y las instituciones. Entonces desde el Ejecutivo los fueron a buscar ahí, al debate por la democracia, y les mandaron el proyecto al Parlamento. ¿Ahora qué viene?, seguramente, decir que por qué no lo hicieron antes, o que, como todo lo que hizo el Gobierno, no lo hizo porque quiso sino porque se lo exigieron (como dijo acá el Escriba). A mí no me asusta que se hagan cosas por exigencia: al contrario, me parece mucho más democrático, casi lo más rescatable de todo este conflicto, que las presiones, también, sirvan para construir alternativas, que las políticas públicas se demuestren como lo que son, un proceso de negociación. Espero que aprovechemos la oportunidad para ser nosotros los que exigimos, y no los sectores que siempre tuvieron la capacidad plena y exclusiva de exigir.
Los argumentos empiezan a desmoronarse. La pelota quedó del lado de ellos, y la única alternativa viable es construir con democracia. Para ello deberán desactivar el único capital político que han sabido conseguir: el corte de ruta. Si dejamos de discutir retenciones y pasamos a discutir un proyecto de país, entonces el camino institucional y democrático es la urna. Si seguimos discutiendo retenciones, entonces el camino es el Parlamento. Y la posibilidad que tienen de integrar ese Parlamento, también es por medios democráticos y electorales. Y si el camino elegido es el corte de ruta, entonces nos habían engañado, y en realidad somos rehenes de una puja sectorial por la rentabilidad.
La puja por la rentabilidad es totalmente legítima.
Pero coincido en que si el debate se da en el congreso, estamos hablando de de un debate y una discusión el el ámbito adecuado.
Para mí hay que levantar el paro, irse de la ruta, y mantener la venta en el mínimo posible.
En lo que no estoy de acuerdo es en que haya habido hasta ahora un debate serio por el tema. Todos y cada uno de los argumentos oficialistas han demostrado ser grandes mentiras, sofismas, exageraciones, y en el mejor de los casos, verdades a medias.
No estoy de acuerdo con lo último, pero empezamos a estar de acuerdo en dos cosas: que el debate se de en el Congreso, y que es una puja por la rentabilidad.
Solamente quería dejar en claro esto último, que es legítimo, pero que en todo caso empieza a desnudar que las ideas de «dignidad» de los pueblos del Interior, la Patria y toda la parafernalia construida alrededor de las retenciones era una estrategia de convocatoria de públicos más amplios.
Lo de la dignidad tiene que ver con que te quieren pasar por encima, te basurean con mentiras, y por que se llevan la guita del interior al gobierno nacional. Si los legisladores del interior lo avalan, que sea votación nominal y si es posible a viva voz.
En los discursos de hoy hubo bastante de eso, pero por lo menos cedieron en lo que debían ceder.
Tomás:
En este caso, la «institucionalidad» está muy lejos de ser una idea difusa. La Constitución Nacional no admite diferentes interpretaciones respecto de quién tiene el poder de fijar tributos y si esta facultad se puede delegar o no. Según los arts. 4, 17 y 75, inc. 1 es el Congreso el que tiene esa atribución que, además, no puede delegarse.
De todos modos, aunque se lo presente como un «favor» que nos hace la Presidente, coincido con Mariano que hay que levantar el paro.
Eso sí, para aquellos que estuvimos en el medio del conflicto, la pregunta surge obvia: porqué garcha no mandaron antes un proyecto de ley? Bueh, mas vale tarde que nunca.
Saludos,
Rufus
Creo que la clave es el ultimo parrafo de Rufus. Yo acuerdo con las lineas generales de este gobierno y del anterior aunque reniego plenamente de sus miserias (por ejemplo: la detencion de De Angeli es de pelotudos sea porque la quisieron o sea porque no pudieron evitarla).
Pero vote a Cristina con la esperanza de mayor «institucionalidad». Que no quiere decir nada pero quiere decir todo. En otros terminos: lo mismo que Nestor pero mas prolijito.
Si esto es un comienzo de un cambio en las formas aunque no en el contenido, bienvenido sea todo, hasta el caceroleo de teflon de mis vecinos.
Atte,
Ignatius
A ver. Es qeu el Congreso no es un «bastión» Tomás.
Tenés mayoría absoluta, lo sancionás via Diputados y Senadores y ahí sí te resguardás en la soberanía popular.
En pocas palabras, les tapiás la ventanita a la gilada y los hacés quedar como lo que son, o malintencionados o idiotas útiles.
Pero hacer esta huevada capanguesca y mantenerla durante casi 100 días perdiendo a un aliado de la talla de Federación Agraria no me parece que sea lo ideal.
Igual, tranqui, las aguas se van a ir calmando por más que De Ángeli y sus bloqueadores de ruta junto con las señoras gordas de Callao y Santa Fe pidan que se vaya la «montonera».
Saludos
PD: Ahora que nos acordamos del Congreso, escuchenlo a Felipe Solá, el pibe tiene buenas ideas.
Igual, yo no planteaba que el Congreso era el último bastión. Me parece que la discusión sobre la institucionalidad era el último bastión argumentativo de los sectores del campo que sostienen el corte. Me parece que a partir de ahora ya no hay excusas para los cortes. Por eso me refería a bastión.
Ojo, estratégicamente, por ahí lo que pifiaron es haber tardado casi 100 días en llevar el proyecto al Congreso. Pero si el proyecto hubiese pasado primero por Congreso y después sale a conocimiento público, se hubiese dicho que el Congreso es la escribanía del Gobierno y no tiene validez. Me parece que así se otorga una legitimidad diferente a la medida.
Reconozco haber tenido algo de mala leche tomandome de tu «bastión», por las evidentes connotaciones guerreras del término.
¿Qué hubieran dicho eso? Sí, te creo
¿Qué lo van a volver a decir? Puede ser
Pero ya el bolonqui deja de ser serio, de aglutinar multitudes, de asumir representaciones marcadas a fuego en la clase media.
En suma, hace que «Doña Rosa» se calme y deje de hacer sonar la cacerola al ritmo de Bombita Rodriguez y leyendo las columnas del Descamisado, perdón el diario de Lanata.
El congreso convalidará, rechazará o modificará las retenciones, dándole un marco legal inobjetable al tema.
Quisiera sinceramente equivocarme, pero sospecho que ello no será suficiente para Buzzi y sus amigos.
Aficionado: el congreso no puede modificarlas, es otra mentira de las sigue desparamando nuestro gobierno.
Puede votar si/no.
Buzzi tiene muchos temas en discusión con el gobierno, si se creen que solo es la soja, van mal.
O sea que el Congreso es la oficina de reclamos de Buzzi. Que tenga todos los reclamos que se le ocurran. Pero que los canalice por vías democráticas, porque a mi me falta calefacción en la facultad y yo no me paro con una escopeta en la tranquera del campo de nadie.
Tomás: el congreso y la secretaría de agricultura forrearon cualquier reclamo sectorial hecho en los últimos tres años, reclamos hechos por vía democrática.
Las políticas agrarias equivocadas llevan ya un tiempo, el resultado es menos carne, menos leche, menos algodón, menos apicultores.
Contame que querés que hagan.