Es el 2013, estúpidos

Dice Horowicz que es un rasgo identitario de la historia política argentina que el presidente saliente elija a su sucesor. La sociedad, agrega, en virtud de las características estructurales del presidencialismo, aprueba o no. Más no construye el escenario. Repasa Escriba que igualmente repetido y particular del sistema político nacional argentino es el hecho de que pugnen presidentes y gobernadores de PBA, históricamente.
Ezequiel Meler y María advierten sobre las dificultades que tendrá Moyano para escalar políticamente. Algo sobre lo que ya hemos hablado aquí , tiene que ver con la insuficiencia del espacio obrero organizado como base única de sustento de ningún proyecto político luego de lo actuado por el neoliberalismo. EM agrega que el camionero, además, carece de anclaje al interior del justicialismo.
2009 fue el punto más bajo del ciclo histórico del kirchnerismo. Siguiendo con Meler, agrega que si aquello se pudo presentar, desde los sectores que adversan al oficialismo, como una derrota –los hechos luego relativizaron también eso–, fue porque “un candidato visiblemente suyo” cayó frente a otro “visiblemente ajeno (…) Y hoy es un tanto complejo imaginar ese escenario”. En efecto, hay en marcha un trámite sucesorio; pero no se ha dictado, aún, declaratoria de herederos. Moyano desde aquel acto en River hizo expreso su deseo de un presidente obrero. Scioli habló sobre sí mismo en igual sentido hace pocas semanas, aunque subordinó tal empresa a la voluntad personal de la presidenta CFK. 2013 define mucho a futuro; y salvo la Presidenta, porque tiene vedado 2015, todos pusieron el carro delante de los caballos. Y entonces por eso tropezaron.
El kirchnerismo juega contra una barrera muy baja, se insiste, la de 2009: apenas 35%, 20 puntos menos que lo obtenido en 2011. Cristina tiene el juego muy marcado: convertirse en gran electora. Para evitar el drama del pato rengo, la fuga de poder y el internismo anticipados so producto de estar vedada para 2015, agita el expediente de la reforma constitucional. No es más que eso: aún cuando luego de 2013 no fuera utópico según el juego parlamentario que quede configurado, no hay ni habrá clima social a tales fines. El Congreso refleja eso, no sólo se procesa a través de la repartija de bancas: la 125 se había perdido antes del no positivo; la ley de medios, ídem al revés.
Entre lo anterior y la confección de las listas de 2013, y por ende del último bienio parlamentario de la Presidenta, discurre el juego actual. Se están leyendo varias cosas de calidad, algunas las apuntamos. En cualquier caso, mucho más atractivo que insistir con supuestas traiciones o pulsiones totalitarias, según quién acuse.
El juego será al interior del peronismo, por fuera de ello hay nada. Por culpa no más que de los de fuera, que no han sabido vertebrar programa propio. Salir bien parado de 2013 será vital tanto para Scioli como para Moyano, pero ya hemos recorrido que han iniciado mal el camino. Scioli navega en la ambigüedad, descansa en demasía en variables que en términos de construcción estructural significan, se ha visto con crudeza en la última elección, lo efímero. Las encuestas, por caso: siempre mide más que CFK, dicen. Sólo que en años no electorales: a la hora de los porotos, dos veces ya “lo venció” Cristina.
El escenario 2008-2009 ofreció crisis política y económica, concatenadas; una por año, respectivamente, consecutivas (“conflicto con ‘el campo’”, capítulo I de la crisis económica internacional –con destrucción de un punto de empleo y 3 puntos de caída del PBI–). Cristina parece, esta vez, haber maniobrado para ponerlas en simultáneo, en la aparente aspiración de un 2013 en paz; de no llegar desangrándose en cuentagotas como en 2009. Mientras tanto, se ha intentado, con relativo éxito, gobernar los daños que genera el angostamiento económico –dejando de lado si es importado o no, y en qué medida–, mantener las variables en calma para enmarcar el devenir.
En medio de ello, se han construido herramientas de intervención más virtuosas de las que ya existían (reforma de la Carta Orgánica del BCRA, YPF, planes de créditos: viviendas, jubilados, PYMES); para más, se liberará un pedazo del presupuesto ’13 de obligaciones externas con el Boden 2012 ya cancelado. El kirchnerismo ha probado ser el único actor político capaz de gobernar este tipo de coyunturas: ofensivamente, y por ende victorioso, entre 2003 y 2005; defensivamente, y perdidoso, entre 2008 y 2009.
Las imposibilidades de Moyano para hacer pie en el dispositivo de construcción formal, con más la insuficiencia de sus bases propias; lo muy expuesto que, en igual sentido, quedó Scioli desde que el eterno entendimiento que mantenía con Cristina se quebró: se trata de tensiones sistémicas que hablan de lo privilegiado de la posición de la Presidenta.
El kirchnerismo es el único punto de armonía con que cuentan todas las partes que conforman el vastísimo todo que conduce, al interior del cual cada una de ellas ha logrado desplegarse sectorialmente con mejor suerte que nunca antes. Ya habíamos dicho aquí varias veces que la construcción de la continuidad tenía que ver, ante todo, con el marco, las condiciones que permitan que los nombres propios sencillamente decanten. De eso se trataría gobernar en vez de sólo administrar una coyuntura. Logró atar su suerte a la de los demás, ergo, limitó el juego de posibles adversarios internos.
Todo, sin embargo, sigue dependiendo en demasía de la Presidenta. A partir del Estado, el proyecto puede fortalecerse. Desde allí, en tanto haya eficacia programática, se puede construir la posibilidad de continuidad. No obstante, los liderazgos de Néstor y CFK son muy particulares, han aportado fibra combativa. Más allá de ellos, la construcción deberá potenciarse si, además de vencer electoralmente, se quiere continuar trascendiendo.
“Unidos y organizados”, dijo, sí, Cristina en Vélez; pero también que “de todo esto” se tendría que hacer cargo, tarde o temprano, los que asistían a aquel acto. Eso está faltando, por abajo.

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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