«Se asiste diariamente a la desmembración ideológica de lo democrático desde la absoluta irresponsabilidad de los dueños del mensaje, una suerte de aquelarre mediático disolvente de todo valor, y donde no existe propuesta alternativa ni referente ni el menor asombro ante cualquier cosa: estadio societal plausible de ser simbolizado con la pregunta con que Marcelo Bonelli inicia su entrevista con Elisa Carrió la semana pasada en A dos voces de TN: “¿Y doctora, el Gobierno sigue robando?”. O el comentario de un periodista de Radio Mitre a la tarde, Marcelo Moreno, que luego de una entrevista que me hace un programa, de escuchar mis reflexiones críticas al agro, y de cortar la comunicación, cerró el reportaje diciendo al aire: “cuando escucho a este tipo de intelectuales tengo ganas de vomitar”.»
Del artículo de Nicolas Casullo en el Página/12 de hoy.
Que a un tipo del nivel de Moreno le dé ganas de vomitar es prácticamente un elogio para Casullo. El problema es que haya tanta gente que no tenga ganas de vomitar cuando escucha o lee a Moreno, o al menos que lo tome en serio.
Y lo peor es que si uno se enoja lo acusan de autoritario o fascista.
La obscesnidad con que se están manejando los medios es inaudita.
El problema de Marcelo Moreno es que, como no puede escribir novelas como Sábato, quiere emularlo en eso de tener todo el tiempo cara de culo, de manera que los demás crean que es un hombre profundo y con enorme angustia existencial. El otro problema es que el sueldo se lo paga Clarín. Y, ya se sabe…
Realmene siento alegría de no tener la menor idea de quién es Moreno. Es coherente con estar en Mitre, que se le va a hacer.
Es terrible la manipulación que se hace de la información en los grandes medios. Pero lo más triste, es tanta gente que se acostumbró a no pensar, a consumir información y a repetir todo lo que ve en la tele, o escucha en la radio o lee en clarín; sin entender ni qué repite y mucho menos tomarse el tiempo para analizar si lo que le dice tiene coherencia. Y no podemos decir, que todo es por falta de educación.
Luego de recibir una dosis letal de la «objetividad periodística» que cita Casullo, me propuse una consigna personal: Dejar de consumir el tóxico.
Desde hace 2 meses me dije «ni un centavo mío para pagarles el sueldo a estos hijos de puta». Ni un click. Ni un punto de rating. Nada. Matar de inanición a la prensa canalla. Y lo estoy cumpliendo a rajatabla.
Con el agregado de que luego, hablando con gente de la oficina, me entero de que otros compañeros míos estaban haciendo lo mismo. Y el portero de mi edificio también. Y estoy viendo esta consigna planteada también en otros blogs.
Si uno cambia, todo cambia. No es nada difícil. Los invito a que se sumen al boycott a esta prensa canalla.
Qué HDP. Yo hubiera vuelto a llamar a producción y reclamado derecho a replica -so pena de quema de rancho- para demandarle a Moreno que me explique por qué le doy ganas de vomitar. Y que se banque las guampas (?).
Perdón, me violenté…
Eduardo Real, te envidio la suerte. Mis compañeros de oficina están haciendo todo lo contrario de los tuyos, consumiendo y esparciendo el tóxico convencidos de que es el maná de la sabiduría. Y uno aquí, en minoría, tratando de encontrar los puntos débiles del discurso, como para desarmarlos aunque más no sea por un ratito. Haría falta un curso rápido de análisis de discurso para náufragos. Socorro!!!
Moreyra: Y bueno, empezá vos. Uno empieza y varios lo siguen. Sinó, agua+tierra=barro. Siempre. Nunca saldrá crema chantilly.