Finalmente, pasó lo que se veía mejor de lejos que de cerca. En diciembre, tras la primera vuelta electoral en Chile, las cuentas no daban para revertir tanta ventaja del empresario millonario Piñera. Ya en Santiago, las cosas se veían algo más matizadas. Lo escribí en el post anterior. Por esas horas, se publicaban encuestas que daban algo parecido al empate técnico, el MEO Ominami comunicaba (tal vez demasiado tarde) que él votaría por Frei, y algunos actos que visité, algunas notas, algunas impresiones, daban cuenta de que la cosa podía ser. Pero no. Todo esto que pasó hace 5 días, debió haber pasado hace un mes. O mejor, hace un año, cuando la Coalición decidía enfrentar a la derecha con uno de sus exponentes más conservadores: Frei.
Sin embargo, la cuestión bien entendida, desborda las figuras personales de ocasión. Como escribía Patricio Fernández en THE CLINIC del 14 (acoto: algún día los lectores argentinos nos mereceremos una revista así, capaz de entender que la ironía está buena, pero la ironía permanente, sin quiebre, sin afuera, es patología, y que se puede hacer humor ácido sin atrincherarse en un posmodernismo palermitano del todos son iguales). Retomo: escribía Patricio Fernández sobre Frei: “…es el dato obligado para un proyecto que lo sobrepasa por mucho, que reúne a millones de chilenos que saben perfectamente que no es lo mismo un patrón que un empleado, ni un rico que un pobre, ni un privilegiado que un marginal. Podemos hacernos los lesos y decir públicamente, para no parecer amargados ni resentidos, que esas disquisiciones son producto de otro tiempo, cuando la violencia bárbara reinaba entre nosotros, pero sabemos muy bien que a veces, en medio de la violencia bárbara, asoman verdades indesmentibles.” Amén.
Frente a él, un empresario multi millonario, que siempre sonríe exhibiendo dientes perfectos (o protésicos) y que no le hizo asco al regatón, las coreografías absurdas, y cuyo discurso nunca va más allá del cambiar y de votar con el corazón. Es una rata riojana con varios libros más y varios gatos menos (al menos conocidos). Pero es mucho más Carlos que Mauri. O una mezcla de ambos. ¿No es bárbaro?
En el contexto de la boludez catódica, algunos hallazgos: el reencuentro con el votante que en la primera vuelta llegó borracho a emitir su voto. Y entonces el pedido de disculpas, y hasta el gesto de un fiscal que le obsequia una botella de agua. O el imbécil que se ganó 60 mil pesos chilenos (unos 500 de los nuestros) por colgar una gigantografía de Piñera. Y que deberá pagar unos 300 mil de multa (unos 2.500).
La confianza de la derecha era tanta, que a las 14, el jefe de campaña piñerista ya se preocupaba de pedirles a sus seguidores que no se excedieran en los festejos porque es peligroso eso de beber y manejar. Parece que más aún que encontrarse con algún ministro de Pinochet en el futuro gabinete. Ya que, como aseguró el ganador, eso no puede ser pecado. ¿No? ¿Seguro?
El escrutinio televisado es apasionante. Nada de boca de urna. Las cámaras de TV asisten al momento en que el presidente va cantando voto a voto el resultado de su mesa. Se arman tanteadores como en una definición por penales. Y, genial, se compara el resultado que va construyendo esa mesa con el de la misma mesa en la primera vuelta. Eso me mantuvo pegado al televisor mientras duró.
Pero este apasionante espectáculo televisivo duró hasta que a las 18 en punto, un muñeco del gobierno, muy pero muy pausadamente, da los primeros resultados, dos tercios de los votos escrutados, región por región (y son 15). 51, 8 a 48, 12. Y nadie sale a decir que esperen a cargar los votos del gran Santiago. Todos saben que de eso no se vuelve.
Lagos también jubiló de un saque a toda su generación (los que luchamos contra la dictadura) pidiéndoles que dejen paso a los jóvenes, que ya está, que estuvo bien.
Los cronistas hablan con representantes del pueblo enfervorizado: señoras anchas que aseguran que “la gente de derecha queremos un cambio”; panzones de chomba y zapatos náuticos que aseguran que celebran la alternancia (la estúpida reivindicación de la alternancia por la alternancia misma: hoy comés, mañana no, ¡viva la alternancia!), señoras de costura a la vista que quieren decir algo pero ya no tienen voz. Y es un alivio.
Salgo al súper, uno de los pocos comercios abiertos de este puto día, y casi me empernan dos 4 por 4 que van hacia Plaza Italia a toda velocidad haciendo flamear sus banderas chilenas. Sé que las cosas deben ser más complejas, pero la imagen resulta fuerte. Sobre todo si te pasa en un país como este, que alguna vez inventó los cacerolazos para llamar al golpe contra Allende.
Ah, una cosa, el 80 por ciento de popularidad que dicen que tiene Bachelet, ¿para qué carajo sirve?
paracuandolotenes.blogspot.com
Sea a la mejicana,hondureña o chilena, parece imparable el retorno de la derecha.
Excelente posteo.
The Clinic es el gran legado del pinochetismo tardío, ese que lo encontró en una clínica londinense meándose encima mientras la Concertación lo defendía con ahínco de las garras del juez Garzón. Concertación cuyo fracaso hoy festejan los mismos que aplaudieron la extradición del tirano meón a Chile.
Muy bueno el ¨posmodernismo palermitano del todos son iguales¨. Así como no tenemos un The Clinic, tampoco hay un Patricio Fernandez que ilumine nuestro camino. De este lado de la cordillera abunda el progresismo quimicamente puro, ese que denigra las modestas mejoras de la realidad por sospechar que nos alejan de los sistemas platónicos, esféricos y perfectos, con los que sueña y que solo tienen el defecto de ser inaplicables.
Compensemos la tristeza de tener a Piñera como presidente vecino, importando masivamente The Clinic y tomándonos un pisco sour.
Estoy en eso. Tratando de llevarme puesto algunos litros de ese brebaje y por qué no de la Austral, anche varios números de la revista en cuestión. Lo que me consuela es saber que si estuviera del otro lado debería asistir al triste espectáculo de escuchar a nuestros progres defender la carta orgánica del BCRA como si fuera el programa de Huerta Grande. Salud.
ciertas partes del post sonaron a:»por q joraca no hay voto calificado?».
no tuvieron cierto «deja vu» muchachos? solo les falto decir «vamos q con los votos de la matanza safamos».
solo resta desearle al pueblo chileno mucha suerte y q todo les salga bien, en esta nueva etapa en q las URNAS DEMOCRATICAS han hablado,PESE A QUIEN LE PESE.
(«hermanos chilenos»? en mi caso no,tengo 5 hermanos y ninguno es chileno)
¿Podría usted señalar en qué parte? Así parece, por lo menos una vez, que dice algo que viene al caso y deja de pelear con lo que usted cree que yo pienso. Iba a pedirle también que pusiera alguna mayúscula, pero temo que me tilde de academicista.
Buen relato, Turner. Me gustaría que lo enriquezcas con lo que te dice tu olfato acerca del porqué del resultado. Qué se pispea en la calle, que cosas esperan de Piñera y/o que cosas temen de la Concertación ese 52% que no hace falta hacer un censo para saber que no pertenecen en su totalidad a las clases altas o medias altas. Si es que hay algo más que el cansancio lógico de 20 años de Concertación.
Es complejo, pero pienso intentarlo antes de que termine mi estadía por estos lares.
Gracias.
Para confirmar tus sospechas de que todo eso estuvo guionado basta con ver el mapa coloreado con los resultados publicado por el Ministerio del Interior. Es imposible que el azar dibujara de esa manera. Ahí hubo diseño inteligente, no jodamos.