Hay otros que nunca mueren…

Néstor Kirchner no nos dejó, porque los que ya no están acá no te abandonan si vos no lo permitís. Néstor vive hoy, como siempre y como nunca, en millones de corazones que fueron tocados cuando ya muchos habían perdido la esperanza.

¿Porque de qué sirve hablar de modelos si lo que nos devolvió Kirchner, el kirchnerismo, fue la esperanza? La confianza y el saber que no todo está(ba) perdido. Nada, ¿no?

La política era sucia, mala, fea, ineficiente y había sido reducida a su mínima expresión en 2001. Era una política en pañales, balbuceante, que no sabía caminar ni alimentarse sola. Kirchner quiso y supo cuidarla, quererla, alimentarla, darle mucho amor y acompañarla en su desarrollo. Porque eso eran esas horas incansables de trabajo, que lo contraponían a la siesta delarruista. No se trataba de que Kirchner quisiera diferenciarse de De la Rúa -o no solamente eso- sino que había mucho, demasiado, una tarea titánica por realizar.

Y Kirchner lo hizo.
Aunque esa frase nos traiga malos recuerdos noventistas: Kirchner lo hizo.

Hay quienes mueren aún antes de morir. Hay otros que nunca mueren.

¿Adónde estabas vos cuando asumió Kirchner? Momento casi fundacional. Si detenemos la película y miramos los fotogramas hasta 2002 y luego a partir de 2003 parece que estuviéramos viendo dos películas distintas. Una de miedo, un thriller, que ni empezó ni terminó pero tuvo su momento de mayor tensión los días 19 y 20 de diciembre de 2001. La segunda parte, en cambio, es una película épica, de construcción de personajes y sueños, de superación individual y colectiva, de una lucha fenomenal contra engranajes que continúan aún enquistados en nuestras vidas. Se trata todavía de una película épica. Que puede y debe continuar.

A Kirchner, antes de decirle todo lo que le dicen ahora, le decían «El Loco». Y qué linda esa locura, que le permitió enfrentarse a todo y a todos, siempre con esa respuesta ocurrente, simpática, mordaz. Porque Kirchner fue así. Así lo recuerdo yo.

¿Quién hubiera imaginado un Presidente que hablara de convicciones? Un discurso viejo, anacrónico, sólo posible en un país que se había derrumbado, como el nuestro. Y no las dejó, Kirchner, en la puerta de la Casa Rosada. Más todavía: a esas convicciones también las alimentó. Predicó con el ejemplo que tener convicciones es algo bueno.

Kirchner fue, además, un Presidente que habló -como todos los Presidentes- de patriotismo. Pero con una abismal diferencia: cuando tuvo que ejercerlo, lo hizo. Le dijo no al ALCA, con el representante del Imperio mismo en Mar del Plata y le dijo no al FMI, cuando decirle sí podría haberlo convertido en el prócer del mes para los diarios. Y pensar que lo criticaban por cortoplacista, tributario de vientos de cola. Kirchner será siempre, también, el Presidente que hizo bajar la foto de los genocidas. Eso también fue hacer Patria.

Cómo habrá tocado nuestras vidas el ex-Presidente… Yo me puse de novio con quien es hoy mi esposa el mismo día -unas horas antes- que voté a Kirchner. Puedo con orgullo contarle a mis hijos el día de mañana que yo formé parte de ese inicial 22%.
El 25 de mayo de 2003 me encontró de cumpleaños -mi cumpleaños- con toda la familia y amigos. No tenía tele en ese momento. Con el asado a medio hacer dije «ya vuelvo» y me fui a ver la asunción de Kirchner en la casa de un tío. Cuando volví, a la hora, ya estaban comiendo.

¿Qué te importa, no? A mi sí. Me importa porque Néstor no está más con -pero está entre- nosotros. Kirchner vive porque su legado vive.

Espero no quebrarme cuando hable Cristina. Si lo hago, sépanlo, serán lágrimas de profundo agradecimiento.

Acerca de Ricardo

De Ricardo se dice: Es un sufrido hincha de River que nació en Tucumán. Le gustan los Bitles y el Yorc Jarrison. Estudia medicina. Está casado. Políticamente es un idealista pragmático que se ubica a la izquierda del arco político pero no le da el cuero para ser revolucionario y se conforma con que la gente viva un poco mejor cada día. Para que lo denosten sus amigos se reivindica no como kirchnerista sino como Nestorista de la primera hora.

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6 comentarios en «Hay otros que nunca mueren…»

  1. Estuve viendo una pelicula hoy, un documental de Brown… al final de la pelicula Kirchner dice que él aconsejó a Chavez y a tantos otros que no sean personalistas (mas o menos así me lo acuerdo), que había de dejar el espacio para que 2, 3, 6, 10 personas sean líderes, siendo que uno se muere y ya no gobierna más. Él ¿A quien dejó a parte de su esposa?

  2. es cierto,Lelale.Fallo la transversalidad.Pero me queda la duda si fue porque no quiso o no pudo lograrlo.por si mismo o por incapacidad de su entorno.

  3. Ricardo: Yo también formé parte de ese 22% original, aunque confieso que más que votarlo a Néstor voté al que venía tercero en las encuestas, para no tener que optar entre la rata y lópez murphy en la segunda vuelta.

    A partir de ahí, sin tener la más mínima expectativa (o quizás por éso), cada sorpresa que me dio fue positiva. Siempre. Recuerdo que en el primer día de gobierno efectivo se mandó al tacho a 23 generalotes. Una señal. Tiempo después, cuando el descuelgue del cuadro de videla, me transformé en kirchnerista. No podía creer que, efectivamente, alguien transformara la letra muerta de la Constitución en hechos. El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas había asumido su rol como tal.

    La secuencia de renovar la corte de los milagros menemista, anular la obediencia debida, punto final e indultos, enterrar el ALCA en Mar del Plata, deshacerse de la tutela del FMI, renegociar la deuda con 2/3 de quita y tantas otras medidas que comparadas con las entedichas suenan a casi nada, no hicieron otra cosa que llenar de contenido mis iniciales expectativas.

    Pero seguramente el ataque de la prensa canalla a partir del momento mismo de asunción de Cristina me dejó sin retorno. A partir de entonces, nada volvería a ser lo mismo. Para los que llegamos tarde para ser Peronista, ser Kirchnerista fue un signo de los tiempos. Ineludible.

    El vacío que deja Néstor sólo podremos rellenarlo los millones que levantemos sus banderas a partir de ahora. Estamos -todos- comprometidos a ser los compañeros de ruta de Cristina. Aquí estamos, aquí estaremos, de ahora en más, para lo que venga.

    Los miserbles creen haber visto la veta para entrarle al proyecto, como explícitamente lo dejara ver ayer mismo una larva nauseabunda como Rosendo Fraga, el festejo de «los mercados» que reaccionaron con una suba nédita de sus acciones, como seguramente están descorchando champagne los Grondonas, los Openheimers, los Majules, Fontevecchias, Tenembaums, Lanatas, Leucos, Eliaschevs. Están en pedo. Si creen estar ante una segunda Isabelita, están en pedo. No tienen idea ante quién se encuentran. Si algo aprendimos de Cristina es que se potencia ante la adversidad. Ni se atrevan. Ni se atrevan. Soretes.

    Y vos, Flaco, mi querido Flaco, te convertiste en bandera antes de tiempo. Varios millones intentaremos ser uno solo detrás del proyecto. Trataremos humildemente de ser el motor de la historia, de la historia que vos comenzaste a escribir, y que Cristina y nosotros trataremos de completar. Quememos los puentes porque no hay vuelta atrás.

    Chau Flaco!

    1. Eduardo: muchas gracias por compartir tus impresiones.

      Yo hasta ahora no me quebré. Me salieron más fácilmente las lágrimas cuando lo del cuadro, cuando la derogación de la OD y PF. Como me salió gritar como si de un gol se tratara cuando le dije las cosas en la cara a Bush en MdP o la aprobación de la Ley de SCA.

      Seguramente nos ayudaron a ser más, cada vez más, los que tiran el carro para el otro lado.
      Esa operación, de querer comparar el 75-76 con el presente, para crear una imagen de vacío de poder, es una vergüenza, pero nada que no pudieramos prever. Son buitres, chacales, cachorros de hienas.

      Un abrazo.

  4. Yo también lo voté. Como viejo peronista no dudé mucho. Los peronistas no votamos en blanco (salvo cuando nos proscriben). La rata había dejado en claro que no era peronista (por el me borré del pj), López Murphy: impensable.

    Sabía que Nestor se le había plantado al innombrable en un par de ocasiones y mi corazón me decía que el peronismo que nos enseñaron Evita y el General no podía haber desaparecido de la faz de la tierra.

    Nunca imaginé lo que vendría, aunque no nombraba a los fundadores de nuestro movimiento (tal vez para proteger sus intentos de construcción transversal, o para no despertar a los gorilas, o para desplumar a la gallina sin que chille), en cada uno de sus actos de gobierno se veía inconfundible la mano de Perón.

    ¡Gracias por devolvernos la alegría peronista, Nestor!

    ¡Hasta la Victoria Siempre!

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