La agonía de La Moncloa

La democracia es, ante todo, a mi entender, desacuerdo, y no consenso. La diversidad de la vida social requiere de la existencia de alternativas que sean fieles reproductoras e intérpretes de dicha diversidad y no que se mimeticen entre ellas. La necesidad de la democracia está dada, justamente, en su capacidad de procesar las diferencias en un marco no violento. La esencia de la democracia es, entonces, diversidad, diferencia y no coincidencia ni mucho menos, repito porque lo vale, mimetización.

Cabe aclarar que, sí, sobre ciertas bases mínimas, que hacen a las reglas de ese juego democrático y –en paralelo- a la consolidación de un contexto de convivencia social que metaforice el proceso electoral –o sea metaforizado por él, tanto da, puede discutirse, pero excede mis propósitos acá- que sustente la posibilidad de expresarse en ese sentido, debe estarse de acuerdo. Pero no mucho más. No debería, sobre todo, haber acuerdo en los modos de interpretar las necesidades materiales de la sociedad, que por lo general son pocos congruentes entre sí.

Hace algún tiempo, José Natanson derribó, un poco, en una nota que escribió en P/12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-129688-2009-08-09.html), lo que él mismo llamó “la falacia de La Moncloa”, esto, tan de moda en gran parte de la derecha argentina, de que “porque en España acordaron todos los partidos políticos entonces salieron adelante”. Natanson matizó, digamos, fuertemente esa idea con el dato de la enorme incidencia que tuvo la cuantiosa ayuda económica que recibió España por parte del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Fondo Social Europeo, el Fondo de Cohesión y el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola, como –al menos- condicionantes de todo lo que fueron los pactos.

No tiene que sorprender lo que ocurre en España. Si la vida política española ofrece, a su ciudadanía, como alternativa a los brutales ajustes que hoy ejecuta el Partido ¡Socialista Obrero! Español, es el Partido Popular, que siente, por identidad ideológica, por igual la esencia de los ajustes del PSOE sólo que más radicalizados aún, luego aquellos que se ven azotados por dichas políticas (que, por otro lado, se han demostrado fracasadas en absolutamente todos los lugares del mundo en los que se las ha aplicado, como implacablemente lo demostró, hace muy poco, y con motivo de la visita a nuestro país de Mario Vargas Llosa, Atilio Borón -http://www.principioesperanza.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1061:atilio-boron-sobre-la-llegada-de-vargas-llosa&catid=103:politica&Itemid=484-) ven que no hay salida, que no tienen opción de cambio por la vía democrática/electoral/partidaria.

Consecuencia, a mi forma de ver, necesaria del corrimiento a la derecha del PSOE que hoy impide ver nítidamente cuál es la real diferencia que existe entre ellos y el PP. Eso, desde que ha sido, parece, más importante, para el PSOE, si fidelidad a un acuerdo, que admito que haya tenido sus bondades en algún momento histórico, pero que hoy claramente no responde a las necesidades de la sociedad española. Las sociedades no cesan de reinventarse, y por ello, de reactualizar y renovar sus demandas, y lo peor que se puede hacer con ellas, entonces, es obturar la posibilidad de discutir a fondo en el marco democrático la vigencia de las más profundas lógicas que las atraviesan. Si, en cambio, se quieren blindar, como pétreas, determinadas concepciones, mal augurio. El sistema democrático/electoral carece de sentido si todos los actores se proponen interpretar el mismo papel.

Y en Argentina también ha pasado. El 2001 es eso. De La Rúa representó la continuidad del menemismo en lo que es importante, la política económica, casi todo el arco político sostenía la necesidad de sostener la convertibilidad (la Alianza decía que sólo achicando “los márgenes de la corrupción menemista” –cosa que por otro lado no hicieron, remember sobornos en el Senado para aprobar el aniquilamiento del Derecho Colectivo del Trabajo- bastaba para solucionar los flagelos sociales), ergo la explosión antisistema no tuvo otra chance de ser canalizada que la que se dio, en forma de combate popular callejero, por sintetizarlo en alguna fórmula que condense –no sin un poco de arbitrariedad, claro- el sentido de lo que se salió a gritar el 19/20 de diciembre de 2001. Si me apuran, también pasa algo así hoy, pero con las derechas, que al no tener expresión partidaria intentan operar por sí mismos en la lucha política: «campo», Clarín. Pero es más discutible. Algo parecido ocurrió en Ecuador, cuando la caída de Lucio Gutiérrez, quien llegara posado sobre un discurso popular, de liberación e indigenista para terminar interpretando las exigencias del FMI; y ni que hablar de la caída de la democracia republicana liberal “perfecta” que representó la Venezuela pre Chávez, la del Punto Fijo (el nombre lo dice todo).

Me preocupa la forma de cubrir el suceso por parte de (no todos, es cierto, vamos a ser, como nos pide Beatriz Sarlo -de reciente brillante participación en 6, 7, 8- de quien siempre es bueno aprender) buena parte de la prensa hegemónica. Me preocupa que quede claro el sentido de la protesta, que va al hueso del esquema económico adoptado por España –esto de “es el sistema el que está contra nosotros”, me pareció impactante-, como en Argentina iba al hueso del modelo de la convertibilidad neoliberal, y no a “la corrupción de los políticos”, porque tengo para mí que esta última forma de presentar las cosas apunta a dejar a salvo una determinada forma de administración económica que es fielmente garante de los intereses y privilegios de ciertos entramados del poder económico de los que las empresas de comunicación más importantes forman, también, parte.

No hay un solo pobre en Argentina que pueda explicarse en función del enriquecimiento ilícito de distintos dirigentes. Es bueno que quede claro sin que esto equivalga a una convalidación de la corrupción, sino en poner el foco correctamente en lo que es más importante discutir, desde mi forma de interpretar la vida pública: la redistribución de los valores materiales que produce una sociedad como debate fundamental de cualquier sociedad.

Y desde ese último entendimiento, me preocupa que se quiera blindar el escenario de discusión que a este respecto ha abierto indiscutiblemente, al margen de que se coincida o no con lo que en ese frente abierto plantea, el kirchnerismo, vía, por ejemplo, esos vagos y vacíos de contenido humano, y ajenos a toda definición sobre disputa de intereses, intentos de “políticas de Estado sobre las que nada se discuta independientemente del que sea electo como gobierno” que pregonan Duhalde y Terragno y que tuvo acogida preocupante en buena cantidad del arco dirigencial de la política argentina, porque eso responde justamente a la lógica de administración social que está haciendo agua en España.

En definitiva, y para provocar un poquito, me da para gritar: ¡Viva el desacuerdo. Mueran los salvajes consensualistas!

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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11 comentarios en «La agonía de La Moncloa»

  1. «No hay ningún pobre en Argentina que se pueda explicar por el enriquecimiento ilícito de sus gobernantes». La verdad es que es una osadía decir eso más en un país donde se está investigando, por ejemplo, como el enriquecimiento ilícito de algunos dirigentes truchaba remedios oncologicos: no solo producen pobres, también muertos.

    Por lo demás la relación entre la corrupción y la pobreza estructural de un país está bien documentada.

    Pero no me quiero detener en esos detalles, estos y el de la visión de la prensa hegemonica sobre España (que tampoco es cierto), porque el texto es interesante para el debate.

    Para mi modo de ver, Grecia, España y tantos otros están en la misma situación que Argentina en los primeros años del 2000: en ruinas. Tienen un desempleo alto y un sistema totalmente descalabrado. La única solución es un ajuste pero no el que estás pensando sino del que hicimos en el 2001: reducción de deuda, cambio de las reglas económicas (¿Salirse del Euro?) y borron y cuenta nueva. Como Argentina, eso va significar un duro golpe para la sociedad española pero todas las demás propuestas que se tiran es poco pan para hoy y mucha hambre para mañana.

    El problema es que los políticos españoles -como los argentinos- no están para grandes cosas: no saben que hacer y creo que la realidad los va a despertar un día con un emulo de Rodriguez Saa tirando la toalla. Y no están para grandes cosas porque en este momento es donde deben ponerse de acuerdo y no lo pueden hacer.

    1. Yo lo que quiero decir es que lo importante acá es debatir modelos económicos. Y si en Argentina se compró la voluntad de políticos en función de la instalación de un modelo, lo importante no es la compra sino qué se compró. Esa es la articulación que intento hacer, que acepto que pueda no haber sido todo lo precisa que merecía el debate. Caparrós, para que no me acuses de tomar a alguien de 6, 7, 8, lo explicó alguna vez: es el honestismo, el grado cero de la política, que ignora (y digo yo: ¿ignora?) que se puede ser muy honestamente defensor de un proyecto de país que excluya socialmente todo lo que pueda. Él dijo, mas precisamente, que no recordaba sobre Bush graves denuncias de enriquecimiento ilícito.

      Por lo demás, no entendí nada de lo que planteaste abajo de eso sobre la situación de España, pero no estoy chicaneando, no comprendí la idea en serio.

      1. ¿La situación económica o política?

        La política es sencilla. Ninguno de los dos partidos grandes sirve. Entre ellos se echan la culpa, cuando la culpa es compartida (los problemas no son de ayer) y ninguno encuentra una salida. El final, así va a ser igual al de Rodriguez Saa en el Congreso: las circunstancias los van a vencer como a nosotros.

        La situación económica es igual de mala. Básicamente estar atados al Euro es parecido a estar atados al dólar pero -para peor- las restricciones no son solo monetarias: estar en la zona euro te genera muchas restricciones.

        España, con un desempleo del 27% tiene que tomar medidas expansivas pero solo le ofrecen recortar deficits y blindajes con la idea que si pasan esta tormenta, acortan los gastos y pagan la deuda todo va a salir bien. Pero los fundamentos de la economía española son los que están mal.

    2. No creo que los partidos grandes no sirvan. A ver, así como están hoy, en que parecen dos ramificaciones de lo mismo, claro que no.

      Ahora, igual a mí mucho no me interesa discutir la salida que pueda o no tener España. Mucho más allá de lo que vos decís no tienen para hacer si quieren tener alguna esperanza, pero en el marco del Euro eso es complicado.

      A mí me interesa en este post intentar explicarme por qué la modalidad de la protesta, en el marco de la proximidad de elecciones. Entonces, para mí tiene qué ver con que el default del PSOE auguraba salida más a derecha todavía, en el PP, y entonces, ante la no opción (porque entiendo que en el marco de La Moncloa hay una no opción, distinto ahora, que está todo roto, probablemente yo coincida con vos, van a tener que explorar algo tomados de la mano, porque necesitarían plafond amplio para soportar cualquier opción que sea que intenten explorar), salen por vía no partidaria.

      Lo de la prensa y su visión acerca de lo de España lo contesta el editorialista invitado principal en La Nación de hoy, y la mayor parte de lo que se ha leído en Clarín tampoco enfoca correctamente en el default de La Moncloa en la administración de la sociedad. Y de Infobae ni hablemos, claro.

      Abrazo.

  2. Poco hay de rescatable en el pacto de la Moncloa. No sé si el vergonzoso abandono del PSOE de sus banderas históricas es la consecuencia directa, pero estoy seguro que la historia va a ser muy dura en su juicio a Gonzalez y Zapatero.

    1. Es la rendición cultural de la política como intérprete de las diferencias sociales a mi entender. La victoria del neoliberalismo como opción única se expresó, en el mundo, en diversas modalidades, en España con La Moncloa, en Argentina con la convertibilidad, en Venezuela con el Punto Fijo, y así sustantivamente.

  3. Pablo D: Que:
    «No hay un solo pobre en Argentina que pueda explicarse en función del enriquecimiento ilícito de distintos dirigentes. Es bueno que quede claro sin que esto equivalga a una convalidación de la corrupción, sino en poner el foco correctamente en lo que es más importante discutir, desde mi forma de interpretar la vida pública: la redistribución de los valores materiales que produce una sociedad como debate fundamental de cualquier sociedad.» es algo que ni vos ni yo lo podemos saber mientras la pobreza se siga midiendo con el INDEC/2007.- Eso no lo digo yo, ni lo inventó Sarlo, sino que lo dice el CELS, las universidades nacionales, lo dijo la CTA presidida en ese entonces por Yasky, y lo murmuraba Moyano, antes de ahora.
    Que la política es disenso, conflicto, ya lo hemos debatida antes, y así es. Pero lo que no debe ser la política es buscar la permanencia del conflicto, sino su resolución;tampoco crear conflictos artificiales.
    Con relación al Pacto de la Moncloa, muy poco conocido en estas tierras, para tratar sobre el mismo hay que conocer bien la situación histórica en que se elaboró y la complejidad de ese acuerdo, lo que requeriría de un post exclusivo. Cuando AP me publique el que está retenido, podría ser interesante encararlo.
    Saludos.-

    1. Lo de corrupción-pobreza se lo he contestado a Francisco arriba y acepto que lo formulé defectuosamente. No siempre logró plasmar a la perfección lo que pienso, lo siento. No advierto la implicancia del INDEC en esto, yo jamás he defendido lo que allí ocurre. Eso sí, a todas luces me resulta imposible que se intente argumentar que en materia de pobreza e indigencia la cosa pueda haber empeorado en función de la sustancial, indiscutible e inocultable mejora en el mercado del trabajo. Ello no define todo per se, pero los desvaríos que, por ejemplo, alguna vez intentó la UCA (que pretendió instalar un 40% de pobreza) mueven a la risa. Pero insisto, no es lo que me interesa discutir, no al menos numericamente, sino el sentido.

      ¿El conflicto se genera de arriba o es inherente a toda sociedad con diferencias cuya expresión, en función de un sistema económico tambien esencialmente injusto, no tienen otra forma de instrumentarse que vía opciones partidarias bien diferenciadas en el acto electoral?

  4. Estamos seguros que la protesta va al hueso del sistema economico de España?
    O sea, los tipos estan pidiendo default y salida del euro? que reclaman?

    Si los carteles solo dicen «no nos representan», entonces no llegaron al nucleo del problema economico.

    1. Disculpas, amigo, por la tardanza. El estudio está pegando durísimo. Yo creo que el «no nos representan», estando la representación, en España, tan ligada a La Moncloa, que está, a su vez, tan ligada a lo que fue el esquema económico español, y el testimonio de que se sienta al sistema en contra de uno, habla a las claras. Es discutible, quizá algo mecánico, pero me da esa sensación.

  5. Los españoles parecen estar teniendo la misma sensación de impotencia que sufrimos muchos argentinos en los 90, cuando perdimos nuestro trabajo, mientras gobierno y oposición discutían quien era mas neoliberal y mejor interpretaba el Consenso de Washington o quien era el mas apto para aplicar los planes del FMI, los medios aplaudían (y ocultaban la realidad), y muchísimos compatriotas disfrutaban de la fiesta menemista.

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