La buena noticia era mala

Vuelvo sobre un tema que a mi criterio ha sido el «talón de Aquiles» de este gobierno, aún desde una postura de apoyo en general a su línea ideológica y económica (como es mi caso).

No tenía (y sigo sin tener en realidad) esperanza alguna de generar un debate productivo en AP respecto de la política fiscal (es decir, sobre cómo gasta y cómo cobra impuestos el estado) aplicada desde el 2003, que inexplicablemente ha sido dominada por un pensamiento innecesariamente conservador y ortodoxo; y que pudo haber significado la pérdida de una oportunidad de oro durante los años de bonanza, para realmente recuperar el tiempo perdido en términos de empleo, niveles de pobreza, infraestructura y  estructura productiva y en definitiva: distribución de la riqueza . Bonanza ésta que paradójicamente tuvo mucho más que ver con los propios aciertos del gobierno en otras áreas (como la política monetaria y comercial, por ejemplo) que con el supuesto «viento de cola».

El maestro Zaiat, sin embargo, me obliga con el título de su artículo de hoy Domingo a volver a perder el tiempo en este espacio una vez más con la misma cantinela.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-132485-2009-09-27.html

No puedo dejar pasar la oportunidad para retitular su artículo («La mala noticia es buena»), que alude a lo positivo del actual déficit, para referirme a como en realidad deberíamos haber analizado los años previos a la actual crisis. Don Alfredo argumenta con toda lógica, que sobretodo en la actual fase recesiva y al igual que en otros países del mundo, la política fiscal debe ser una herramienta fundamental para salir de la crisis, que de no haberse aplicado (como lo pretenden desde la secta de economistas de la city), hubiera significado hundirse en el peor de los pozos.De modo que la supuesta mala noticia (desde una perspectiva ortodoxa) es en realidad es buena. Totalmente de acuerdo, maestro. Pero ya que estamos, en los años previos, qué pasó?

En los años previos, 2003~2008, aún con un crecimiento «chino» del 8% anual, NO se habían alcanzado todos los objetivos esperables, entre ellos, volver atrás de la senda de empobrecimiento generalizado y pérdida de empleo en que nos habían sumergido las políticas neoliberales del menemato. Ciertamente que no. Argentina no llegó al pleno empleo y las cifras de pobreza, con o sin INDEC, siguieron estando muy por arriba del objetivo deseable. Pero durante todos estos años de crecimiento,  permanentemente el gobierno quiso «vender» como una ventaja, en parte por confusión conceptual y en otra parte por querer complicarse menos la vida con los poderes fácticos del establishment, que el superávit fiscal era una necesidad para «mantener a raya la inflación». Nada más alejado de la realidad causal de este problema. Porque en todos estos años de crecimiento anteriores, nuestra industria nunca estuvo al tope de la capacidad instalada (74% máximo) y hubo siempre excedentes exportables de alimentos. Por lo tanto la inflación tuvo más que ver con un problema de precios inflados de commodities y estructura oligopólica de la oferta que con un ridículo «recalentamiento» de la demanda. Con lo que hubiera estado plenamente justificado un déficit presupuestario hasta tanto no se hubiera llegado a tasas de desempleo inferiores al 5 o 6% (que había en 1988 antes de la «híper», se acuerdan?). Ni hablemos de las cifras de pobreza que si bien mejoraron, han demostrado ser uno de los principales talones de aquiles políticos de este gobierno, tal como decía al principio.

Entonces pregunto: era necesario esperar una de las peores recesiones mundiales para decir que «La mala noticia es buena»? No hubiera sido conveniente que la prensa económica progresista hubiera titulado HACE RATO (2003~2008):

«Señores: la supuesta BUENA noticia (el superávit fiscal) es MALA».

Igual, en buena hora Maestro Zaiat, me alegro mucho que de una vez por todas alguien diga las cosas como son realmente.