La caída del Muro de Berlín, contribuyó a la instalación de la economía neoliberal, gracias a la derrota de su principal adversario ideológico. Uno de los correlatos socioculturales de la victoria del mercado, fue la depreciación del valor solidaridad. Naturalmente no desapareció, pero perdió fuerza ante el valor egoísmo (alguien preocupado por su imagen como Macri, elogió en más de una oportunidad el libro «La Virtud del Egoísmo» de Ayn Rand, ese tipo de explicitación no hubiera sido bien vista antes de los 90), que aparentemente sumaba, a su atracción por privilegiar el interés propio, la virtud (teórica) de potenciar los recursos de la sociedad.
Hoy, la crisis de Wall Street, seguramente también desembocará en la apreciación de algunos valores y la depreciación de otros. Para sondear esos posibles cambios, analicemos lo que nos dice Max Weber sobre el espíritu del capitalismo: «…esta «ética» consiste en que la adquisición incesante de más y más dinero(…)es algo tan totalmente exento de todo punto de vista utilitario, tan puramente imaginado como fin en sí, que aparece en todo caso como algo absolutamente trascendente e incluso irracional frente a la «felicidad» o utilidad del individuo en particular. La ganancia no es un medio para la satisfacción de necesidades vitales materiales del hombre, sino que más bien, este debe adquirir, porque tal es el fin de su vida». En mayor o menor medida según la visión de cada uno, este espíritu penetra gran parte de la sociedad. En los últimos años y debido a la crisis de los grandes relatos religiosos y marxistas, el relato capitalista alcanzó su plenitud.
Ante la actual constatación de su fragilidad, podemos prestar mayor atención a las palabras del economista francés Alain Lipietz, quién hace varios años advertía: » Una imagen me ha estado persiguiendo(…)la de un personaje de historieta que ha pasado el borde de un precipicio y continúa caminando en el aire. Me pareció que ilustraba la situación de la economía mundial, que continúa funcionando «sobre el crédito», mientras el fundamento real sobre el que basó el crecimiento de posguerra(…)se desintegra por debajo«.
Esto lo cita John Holloway, para proponer la siguiente solución respecto al metafórico personaje de historieta. «Empujémoslo al abismo. No hay otra manera de imaginar el fin del capitalismo y el comienzo de una sociedad en la que la existencia humana no sea gobernada por el dios del dinero.»Probablemente lo que propone Holloway sea difícil de llevar a cabo, entre otras cosas, porque por ahora no nos imaginamos muy bien qué tipo de sociedad vendría en ese caso. Pero en cambio es más fácil imaginar que el dios dinero simplemente pierda parte de la adoración que recibió en los últimos veinte años. Más de una vez, si alguien intenta criticar algún tipo de ambición empresarial excesiva, debe agachar la cabeza ante la pregunta: «¿acaso a vos ganar plata no te importa?».
¿Llegará el día en que podamos convertirnos en ateos del dinero? Tal vez entonces responderíamos a la pregunta anterior: «No, la verdad no me importa mucho…»
Naturalmente no hablo de los casos en los que la subsistencia corre riesgos serios. Hablo de situaciones en las que el dinero para la supervivencia, trabajo mediante, está más o menos asegurado. Por supuesto siempre se puede perder el trabajo o tener dificultades económicas inesperadas, pero internarnos en ese camino me parece el equivalente de quienes se quejan de la inseguridad, está claro que la vida viene sin garantías.
Dadas esas condiciones mínimas, ¿ustedes qué opinan? ¿La plata es muy importante, o no?¿Puede disminuir su importancia en un futuro próximo?
Como dicen los Autenticos Decadentes, «el dinero no esto todo, pero hay como ayuda»…
Ojo con Weber, porque lo descontextualizaste un poco.
El decia que la etica capitalista estaba dada por la ganancia «racionalmente legitima».
La ambicion desmezurada iba en contra de esta etica. No por nada Weber la relaciona con la religion Protestante, donde primaba el culto al trabajo.
Y a Ayn Rand hay que leerla para entederla (que no significa estar de acuerdo). El concepto que ella le da al Egoismo (ella lo llama Egoismo Racional) no es exactamente el mismo que el comun de la gente piensa.
No se, no vivi la decada del 80 y anteriores, no puedo opinar. Pero porque decis que se perdio la «solidaridad». Que habia antes en la sociedad Argentina?
Esteban: Lo que decís en referencia al párrafo que cité de Weber es una buena aclaración, no pretendo decír que él hablaba de «ambición desmesurada», sino marcar que el dinero se termina transformando en fin en sí mismo y no en un medio, cuando habla de «más y más dinero» puede entenderse como decís vos y es cierto que, al menos Weber, habla de ganancia legítima.
Cuando hablo de «depreciación» del valor solidaridad no me refiero a Argentina espécíficamente, fijate que lo relaciono con la caída del muro, a mi me parece claro que en los últimos años se hizo mucho más fácil pregonar el interés por el bienestar propio, en Argentina también, claro, en este sentido cito el título del libro de Rand, digo que antes hubiera resultado chocante que un político dijera que su libro de cabecera es «las virtudes del egoísmo», pensá que quienes escuchan eso no lo van a leer y Macri lo sabe, o sea que piensa que ese título puede atraerle adhesiones y no al revés. Para mí, en todo occidente por lo menos, desde la caída del relato marxista y cierta disminución de los valores religiosos, aumentó notablemente el aliento para que cada uno se preocupe fundamentalmente por su propio bienestar. Lo digo descriptivamente, fijate que puedo sentirme razonablemente cerca del relato marxista, pero no así del relato religioso (aunque el acento en la solidaridad es lo que más valoro del catolicismo, por ejemplo), simplemente no dejo de reparar en el punto. Puesto a valorar, en algunas cosas puede ser positivo que cada uno se preocupe más de sí mismo, pero para la sociedad en conjunto el aumento del egoísmo me parece perjudicial.
No sólo la caida de la solidaridad, sino un decenso muy fuerte en la alteridad, que son valores que andan siempre juntos.
Mi primera evidencia fué palpable: a mediados de 1990 y en el recorrido que hacía todas las tardes por Callao desde mi oficina hacia el garage en el que guardaba el auto, a la hora en la que todos salíamos de nuestros trabajos, comencé a ser chocado por hombros de gente jóven y apurada. Me llamó la atención no sólo la frecuencia inédita de esos choques entre caminantes, en ese ser llevado por delante, sino el hecho de que nadie parecía reparar en eso y seguía su camino sin darse vuelta ni pedir disculpas.
Esa conducta se transladó rápidamente de las veredas a las calles y la manera de manejar de los porteños, naturalmente desprensiva, se volvió francamente agresiva. De los empellones desconsiderados a tirarse los autos encima, al ascenso brutal de la tasa de accidentes viales, al fusilamiento sin motivo aparente de los asaltados hay una línea recta, pronosticada por moseñor Podestá cuando, entrevistado por radio el dia de la caida del Muro de Berlín, sintetizó en una sola palabra «cagamos».
Quizá ahora, con la caida simétrica del Muro de Wall Street, el proceso comience a revertirse y dentro de otros diecinueve años volvamos a caminar por la calle Callao sin ser llevados por delante…
Sergio:
una de las cosas que ha entrado en crisis es el modelo de acumulación. Esto no significa que el capitalismo será reemplazado por otro sistema que funcione alrededor de otro modo de producción. Pero sí que la brecha entre finanzas y economía real tenderá a acortarse, a partir de que habrá ciertas limitaciones a la «producción» de activos financieros. Es decir, para las clases medias y altas de los países poderosos será más difícil vivir de prestado, y esto les exigirá ajustes.
Esta situación no parece tener el alcance que en realidad tiene: el funcionamiento del sistema financiero actual que ha llevado a la crisis que vivimos está íntimamente ligado con el patrón distributivo de la riqueza. La libre circulación de capitales y la alta rentabilidad de la venta de activos financieros de alta complejidad han sido factores centrales en el proceso de concentración económica mundial.
Por esto, no sé si plantearlo como que «dejaremos de adorar al dios dinero», sino que la misma subsistencia del capitalismo requiere de una reformulación de los principios que lo convirtieron en un sistema tan desigual en cuanto a propiedad de los bienes y usufructo de lo socialmente producido.
Un abrazo.
No había leído lo de Schussheim cuando escribí mi comentario. Yo encuentro grandes similitudes entre uno y otro. Por supuesto, uno escrito por un pseudo-técnico-intelectual, y el otro por un poeta.
Un abrazo.
Jorge: Muy bueno tu ejemplo, a un sinnúmero de pequeñas cosas como la que mencionás, es a lo que apunto.
No seas pesimista, por ahí no es necesario esperar diecinueve años, yo pienso que en dieciocho pueden ir cambiando las cosas…
Mariano: Estoy de acuerdo en que por ahora no parece que el capitalismo esté por ser reemplazado de ninguna manera. Me parece que las cosas que mencionás vos se refieren más a lo que va a ocurrir concretamente en la economía. Yo apunto más al modo en que puede ir cambiando la forma de actuar de mucha gente que hace veinte años era bombardeada con «El Mercado es Maravilloso» y ahora lee todos los días «Derrumbe en Wall Street». Esos «titulares» comienzan a descender desde la economía a valoraciones cotiadanas que terminan formando lo que después llamamos sentido común. Por supuesto si el capitalismo cayera del todo, como en la metáfora de Holloway, los cambios serían muchísimo más marcados, en todo sentido. Pero yo creo que con lo que pasa, habrá variaciones más o menos significativas en la percepción que se tiene del capitalismo como sistema, más allá de los que señalás en la economía propiamente dicha. Un abrazo.
Y bueno, Sergio, si no funciona más el mecanismo concentrador de la riqueza, tampoco lo harán los discursos que lo justifican.
Qué va a hacer… el marxismo nos metió en la cabeza la idea de que lo material antecede a lo simbólico. Disculpá. Un abrazo.
Si yo veo que el CEO de Lehman se retira con 70M y le deja el tomuer a Joe The Plumber, mal podría yo representarme que lo que estamos viendo es la caída del capitalismo.
Por el contrario, diría que ha entrado a su paraíso más soñado: tiene el poder de transferirle el bagayo a la sociedad en su conjunto y ESTÁ USANDO ESE PODER DISCRECIONALMENTE. Ni ahí se está muriendo. Los que nos estamos muriendo somos nosotros. O me equivoco?
Mariano: Sí, es posible que estemos diciendo cosas parecidas, lo que pasa es que cuando entramos muy de lleno a explicaciones económicas detalladas, si bien el tema me interesa, me pierdo con cierta facilidad. Un abrazo.
Eduardo: No creo que el capitalismo se esté muriendo, pero tampoco que esté entrando en su paraíso más soñado. En todo caso los poderosos de este sistema siempre encuentran recursos para ganar, pero lo que está ocurriendo lo pone en aprietos al capitalismo, no lo favorece. Sin ir más lejos, la medida tomada acá por Cristina de estatizar las AFJP, la veo vinculada con lo que pasa, con un desprestigio de la jubilación privada que ya venía, pero también del capitalismo global, que puede ser utilizado por gobiernos progresistas para tomar medidas en otras direcciones.
Muy bueno el texto de Sergio referido a los efectos psicosociales del desarrollo capitalista y del neoliberalismo.Y creo que merece un analisis mas extenso si quueremos entendernos mas,saber como somos hoy y que reacciones son las mas frecuentes.Que el dinero es necesario nadie lo duda,como moneda o elemento de intercambio,pero lo discutible es si debe ser el principal objetvo de nuestras existencias.Y cuando decimos que no hace la felicidad,pero como ayuda,corremos su importancia pero quedamos en duda.
Gracias Isabel, completamente de acuerdo.
que opinaria max weber de la crisis economica y alimentaria