(Este post acabo de subirlo a mi blog, de modo que es, en el mejor de los casos, una redundancia. Pero mientras lo releía, pensé que era más para Artepolítica ¿Ustedes qué opinan?)
En la nueva versión de la revista Crisis, que mi amigo Pablo me hizo conocer, Martín Rodríguez escribe, en un trabajo colectivo Salir del Medio, cosas como éstas: “… el diario y el grupo Clarín … una estructura que actúa casi como un Partido Justicialista de la clase media, es decir, un enorme articulador del orden que constantemente construye capacidades de representación, rupturas y continuidades … Clarín es todo. Los astros, la frase del día, la esperanza bajo el brazo del desocupado, el Olé, los premios y castigos de sus semáforos, la Revista Ñ, las páginas y páginas de ofertas de Frávega“. Desarrolla, con más elegancia, eso sí, el relato que construye a Clarín como el Gran Enemigo de lo nacional y popular, que uno encuentra a menudo en la blogosfera.
En ese mismo colectivo, Enrique Orozco dice, entre otras cosas agudas: “El kirchnerismo lo advirtió tardíamente pero fue capaz de situar a los medios como actores políticos con intereses concretos. Kirchner los subió al ring y le fue bien … dio un salto de calidad y enfrentó a Clarín, el socio discursivo predilecto de su mandato. En paralelo, casi con desesperación, comenzó a edificar un pool de medios afines. La continuidad de la política pasó a ser la guerra a través de los medios. Desde entonces, parece que no hay vida por fuera de la mediatización. El Gobierno se concentró en golpear al enemigo, dar a conocer sus intereses inconfesables y enchufar un parlante propio que propague buenas noticias para contrarrestar la agenda y el poder de veto mediático opositor. El kirchnerismo alumbró entonces el show de la buena onda y la autocelebración“.
También estos conceptos suenan familiares: la crítica intelectual de izquierda al “relato” oficial. A lo mejor Orozco lo toma a mal, pero siento que lo podría haber escrito Beatriz Sarlo.
Esta hipertrofia de lo comunicacional, del “relato”, no es extraña ni descolgada. Buena parte de la militancia kirchnerista, y de la izquierda no kirchnerista, viene del mundo de la comunicación en su sentido más amplio. Son los manipuladores de símbolos casi como clase social, como la describía Schumpeter. Además, la Presidente, Cristina Fernández, mostró en algunas ocasiones su inclinación por el concepto del “relato”, como construcción de una realidad.
Tengo que reconocer – aunque ese concepto no forme parte de mi bagaje intelectual ni lo he tomado mucho en serio – hay detrás de él una verdad incontrastable: no conocemos la realidad, en particular la social, sino a través de símbolos en nuestras cabezas, de las explicaciones que nos damos, de los “relatos” que aceptamos. (Eso sí, tengamos presente que a veces la realidad nos golpea en la cara, sin intermediación de “relato”).
Habiendo aceptado que la política es, en parte, la construcción de un “relato”, quiero apuntar dos cosas:
Una es algo muy simple, que cualquier periodista con calle conoce, pero comunicadores e intelectuales a veces parece que no: la 1° regla es no aburrir.
Un diario debe vender ejemplares; una radio debe enganchar oyentes;… Los medios militantes a veces se olvidan. Y así les va (¿nos va?).
La otra va contra la sabiduría convencional, y la profesional también:los relatos simples no funcionan, en períodos largos. Todos los publicistas políticos que arman campañas dicen lo contrario: Las consignas deben ser cortas y muy simples (y las mentiras, repetidas; según la frase que le atribuyen al Dr. Goebbels).
Pero los últimos tiempos en Argentina, por ejemplo, nos demuestran lo contrario. El Grupo Clarín y su red de medios afines, más el diario LaNación y algunos aliados importantes en el interior golpean desde hace años con un “relato monocolor”. Esta semana Luis Bruschtein lo describía así (en un medio oficialista, claro): “Lo que se escucha(ba) en los grandes medios escritos y electrónicos, con una seguridad que confunde, es que el kirchnerismo se terminó. Se difundía un malhumor artificial o por lo menos minoritario, como si el odio antigobierno fuera moneda corriente en una sociedad que después apoya mayoritariamente al oficialismo nacional“.
Y es cierto. En las semanas anteriores al 14 de agosto, mientras que LaNación mantenía cierta coherencia con su discurso de siempre – no era difícil; siempre fue opositor, a los Kirchner y al peronismo – Clarín daba vergüenza ajena en su sección de política nacional.
No funcionó. Al menos la mitad de los argentinos, muchos de ellos lectores de Clarín y que veían TN, no tomó en cuenta al “relato”. Por algo Bruschtein titula su nota “Los otros perdedores“.
Hay que recordar – pasó hace tan poco – que los intelectuales K y muchos militantes contruyeron otro relato igualmente simple, alentado desde medios oficialistas. Justamente, tenía como elemento central la importancia decisiva de los medios opositores.
Por ejemplo, sólo su capacidad de deformar la realidad, de llevar a los sectores medios a votar contra sus propios intereses, podía explicar, frente a adversarios monstruosos y/o ridículos, la derrota de las fuerzas kirchneristas en Santa Fe, en Córdoba y sobre todo en la Capital.
También el 14 de agosto se demostró falso.
Me puse a pontificar sobre este tema porque están pendientes las elecciones de octubre, las en serio, y, más importante, los cuatro largos años de un nuevo mandato. Ahí la oposición cuenta con una gran ventaja: Una camada entera de dirigentes políticos de primera línea se hunde sin dejar rastros (se espera). Recordar la ventaja que tuvieron los ejércitos derrotados en la Primera Guerra Mundial.
Es cierto que les queda como referencia, y posible techo, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma, Mauricio Macri, si su adicción al trabajo no lo consume antes del 2015. Pero surgirán necesariamente en todo el país, fuera de la Capital, nuevas figuras, con ideas nuevas (o recicladas).
El peronismo, y sus aliados, también tendrán que desarrollar nuevos dirigentes. Nos será más difícil, en parte por el método de conducción radial que es una marca de fábrica del estilo Kirchner, pero más por el hecho que ya tenemos una dirigencia que, en general, estará legitimada en sus territorios. Pero serán necesarios, así como nuevos relatos, para enfrentar el inevitable reflujo del humor popular. Y, como señalaba hace muy poco Gerardo Fernández, al recontar la saga de los blogueros K, los blogs son una parte no insignificante en la construcción de relatos. Habrá que afilar el lápiz.
Creo que los grandes líderes políticos, son algo así como «relato encarnado». Probablemente Cristina atravesó ese umbral durante los funerales de Néstor, pero si alguna duda quedaba, se disipó el domingo.
Para mi está en la situación ideal para realizar las transformaciones que sean necesarias en los próximos cuatro años, con un muy bajo nivel de oposición simbólica, es decir, de relatos negativos con peso que se le opongan (del tipo «es soberbia» «es confrontativa» «son montoneros» «no sabe de polítca» etc).
Por supuesto las dificultades que oponga la realidad no serán pocas, pero cuando alguien llega al lugar en el que sus propuestas transformadoras tienden con facilidad a hacerse sentido común, tiene una especie de super luna de miel para empezar su próximo mandato.
creo que Abel nos»tira»dos temas:el problema de la herencia politica,por un lado,y la cuestion de la realidad construida o virtual o simbolica.que nos atraviesa,tema este que entra en la sociologia del conocimiento y aun de la epistemologia.El titulo que coloca nos pone en guardia sobre la calidad(debil)de los relatos o construcciones ideologicas que me llevan a dudar sobre lo que podemos llamar»verdad».Registro que asi como el oficialismp se preguntaba¿por que?ante el triunfo de Macri y Del Sel,hoy la oposicion se pregunta lo mismo despues del 14 de agosto.Tambien la interesante observacion de J.Aleman en 6,7,8,esta noche sobre que Cristina mas que tener discurso esta atravesada por un discurso cultural colectivo que acierta con el que la mayoria»lee».
Opino que sigas posteando acá, mucho.
A mi me molesta mucho que se «construyan» medios oficialistas con dinero publico. Estoy loco?
loco no sé. equivocado, seguro. el estado debe comunicar su «relato». no puede haber gobiernos mudos. esto vale para todos, anticipo. que macri tenga «su» canal en la ciudad me parece perfecto. podría hasta ponerlo a pancho dotto como conductor de algún programa.
El «Blindaje» y el «Megarcanje» lo pagó De La Rúa? ¿Corralito, Corralón y «Pesificación Asimétrica» salieron de bolsillos particulares? ¿Patacones, Lecops y Federales? ¿Descuento del 13% a jubilados para pagar deuda externa?
Ésto me recuerda al personaje del Negro Olmedo, que se bancaba que le violaran a la hija, a la suegra y hasta el Bobby, pero éso sí, que le rayaran el Siam Di Tella, ah, no. Éso sí que no. Todo tiene un límite, che.
en definitiva,todo dimero es publico en el sentido que resulta de nuestra energia y nuestro trabajo.En parte se concentra en grandes propietarios o va a parar al Estado que representa la voluntad general.Y todos construyen ideologia para defender sus intereses.La locura esta en no aceptar que el Estado se defienda contra la propaganda der las corporaciones.
Quizás en contextos distintos al actual, de mayor incertidumbre, la opinión de los medios sea más influyente. Además no fueron inteligentes en su discurso, describiendo continua y constantemente situaciones que poco hacen al diario vivir. Su agenda del año pasado, republicana (Consejo de la Magistratura, DNUs, etc.) no generó ninguna expectativa. Este año, directamente, ni siquiera los candidatos opositores generan alguna expectativa.
Yo computaría como única victoria mediática la reelección de Macri. Pero ni siquiera ahí pueden pedir la parte del león (como si lo hicieron luego de junio de 2009): antes que encumbrar a un ya encumbrado Macri, sólo le ofrecieron protección mediática frente a su procesamiento y demás escándalos (para usar un solanismo).
Saludos.