La importancia de discursos y análisis bien entendidos.-

En Diciembre de 2008 el espacio Carta Abierta, a través de su comisión de medios audiovisuales, generó un documento con su acostumbrada contundencia, donde trata acerca de los discursos, la utilización que de los mismos hacen los medios de comunicación – en torno a generar una verdad única – y los problemas constantes que, en ese ámbito, aquejan al gobierno nacional de Cristina Fernández.

 

Intentaré centrarme sobre el objeto central del documento, los discursos y los análisis que en política de ellos se derivan. El valor de que se dice, cómo se lo dice y que viene detrás de lo palpable de los mensajes. Tomando como punto de partida que siempre (o casi siempre) con las cosas que se dicen se está queriendo decir, en realidad, algo más, y que en la política ese es un fenómeno que se multiplica.

 

Un discurso debe siempre estar dotado de elementos que ayuden a robustecer un rumbo determinado, si se quiere encarar ese rumbo de modo inteligente. Cualquier gobierno que ignore esto se verá condenado a sufrir tergiversaciones en lo que son sus hechos, planes o intenciones.

 

LAS ELECCIONES DE 1999 SON UN CASO PARADIGMÁTICO A LA HORA DE EJEMPLIFICAR LA IMPORTANCIA DE LA NECESIDAD DE ARTICULAR LOS DISCURSOS CORRECTAMENTE. En dichos comicios, una sociedad cansada del modelo de poder Menemista, cambia aparentemente por una opción presentada mediáticamente como “lo nuevo, lo distinto”, pero que en los papeles era, y finalmente fue, más de lo mismo.

 

Las categorías oficialismo y oposición son, en general, otorgadas según el simplismo de la mera afiliación partidaria. Esas etiquetas mal otorgadas confirmaron en los comicios un rumbo de gestión que desembocó en las fatalidades por todos conocidos. Se identificó equivocadamente a los participantes de dicha contienda. Para decirlo claramente, EL OFICILIALISTA EN LAS ELECCIONES DEL `99, ERA DE LA RÚA Y NO DUHALDE.

 

Si pudiera ser alguna vez, que aquellos encargados de transmitir la realidad, tuvieran sobre ella una mirada mas profunda, de mayor análisis, tal vez entonces el equívoco histórico que significó aquella decisión habría tenido mas trabas en producirse.

 

Fernando De La Rúa, candidato la supuestamente opositora Alianza, proponía una conservación del modelo económico neoliberal implementado en la década noventista. La continuidad de un esquema que ya significaba un cáncer para el país, pero con modos más decentes. Una especie de Vandorismo neoliberal que aseguraba el modelo consumista -1 a 1- pero sin frivolidad ni corrupción.

 

Erróneamente se cayó en el verso de que el karma Menemista era la corrupción y no la salvaje economía que propugnaba. Como si la cáscara importase más que la pulpa, lo sustancial se preservaba y lo secundario proponía desecharse, confundiéndose sus calificativos, en momentos que era exactamente lo contrario lo que se requería con urgencia.

 

Esto, más allá de que luego ni se terminaron la frivolidad – Shakira mediante –, ni se mejorarían los modales –“Moyano, déjese de joder Moyano”, Patricia Bullrich dixit” y menos que menos la corrupción – Banelcogate -.

 

El rival, Duhalde, apostaba a cambios verdaderos y de raíz en la matriz económica. Una salida ordenada y orgánica de la convertibilidad, en fin, las bases de lo que luego en 2002 llevaría a cabo. Tal vez de ganar en aquella oportunidad, hubiera podido hacer esas modificaciones sin necesidad de Kostekis ni Santillanes.

 

Pero desde los medios se alimentó esa idea, falsa, de que Duhalde era “mas de lo mismo” del Menemato y que era sólo un barón más que peleaba con Menem por el poder “con la gente de rehén”. Aún abonando la certeza de la existencia de dicha interna, por cierto feroz, ese maniqueísmo discursivo determinó lo que en realidad fue la garantía de continuidad al denostado Menemismo. 

 

Esa continuidad acabo de un modo que no requiere ser renombrada.

 

Cuan importantes son entonces los discursos. Que hubiera ocurrido si en aquel entonces los discursos hubiesen sido orientados por análisis más profundos y de mayor excelencia. Véase, pues, cuanto hay de más, siempre, tras lo que asoma evidente.

 

La importancia de los mensajes se repite hoy en el, desde el vamos mal titulado, conflicto “Gobierno – Campo”, cuya denominación más correcta sería “Cámaras patronales agroganaderas – Resto de los sectores productivos”.

 

Todo el mundillo de la massmedia dominante hace foco en el porque de la cerrazón del gobierno. Uno se pregunta, a contrario sensu, como se puede seguir sosteniendo que hay un gobierno obcecado cuando ha hecho múltiples concesiones. 

 

Pues bien, para quien esto escribe, y ya lo he dicho comentando el excelente artículo del amigo No Entender, se da un conflicto de objetivos entre los actores, cuya dilucidación verbal está ausente del escenario comunicacional.

 

La traba no radica en la cuestión meramente técnica: si mas o menos hectáreas, si valor FAS, si valor FOB, que mas o menos alejado de la zona pampeana. No, nada de eso. Hay algo previo. Un punto de partida de la divergencia. Un tema primario, anterior a la discusión particular que obstruye cualquier acuerdo.

 

Decía yo en aquel comentario al que arriba hago mención, que el voto “no positivo” de Cleto, redactado en forma afirmativa, podría ser este: “Se deslegitima al Estado Nacional para intervenir en materia económica a fin de morigerar los desequilibrios que entre las diferentes actividades económicas pudieran sucederse”. Ese y no otro es el título con que los ruralistas pretenden encauzar la discusión. Dicho de otro modo, persiguen como fin último la desregulación total de su actividad.

 

Y se produce el choque porque del lado gubernamental existe una lógica intervencionista e impulsor en materia económica. Hay un contrapunto filosófico de lógicas operacionales rectoras, con lo cual lo sucedáneo no puede derivar más que en choques constantes porque lo particular está inspirado en valores divergentes.

 

Durante horas podría debatirse a quien asiste razón de hacer primar su concepto acerca de la materia en cuestión. Pero en tanto no sea solucionada la primigenia diferencia, todo lo que después venga, será estéril. No habrá consenso en la letra chica, en los apartados que subsiguen al título.

 

Así, el “campo”, plantea sus reclamos a modo de “o esto o nada”. Obviamente, puesto en esos términos, el gobierno no puede otorgar a los reclamos, porque no estaría entonces negociando nada y más bien hipotecaría su autoridad para generar políticas universales y/o sectoriales. Ese mensaje, el de la negociación puesta en modos terminales, tirado de los pelos con toda lógica de pretendido consenso, tampoco es nunca bien explicitado.

 

El problema es, entonces, la falta de una correcta estrategia del gobierno en el plano discursivo para aclarar nítidamente las razones de estas disimilitudes de puntos de partida y de negociaciones que está perversamente mal instalado en lo dominante de lo mediático.

 

Diferencia que, lejos de tratarse de una obstinación de este gobierno es, simplemente, el intento de un gobierno electo (re electo en realidad) democráticamente que, munido de dicha legitimidad, quiere razonablemente impulsar los proyectos de gestión que considere necesarios según sus propias lógicas operacionales.

 

Intenté, con dos ejemplos históricos recurrentes en nuestros análisis, abonar a lo dicho por Carta Abierta. Para que quede claro de la importancia que tiene tanto la articulación de precisos discursos como la elaboración de profundos y sustanciales exámenes analíticos. Para que sean cada vez mas precisa la construcción de los fenómenos que nos envuelven. También para que cada vez hagamos mejor arte en política.

 

Pablo Daniel Papini.-

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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18 comentarios en «La importancia de discursos y análisis bien entendidos.-»

  1. A ver si entiendo bien. O sea que cuando Néstor y Cristina batían récords de imagen positiva Duhalde era el malo y ahora que están barranca abajo se convirtió mágicamente en el muchachito?

    1. No, entendiste mal. Yo no hablo de Duhalde como un chico bueno ni por asomo. Ni hablo tampoco de la actualidad. Yo me refiero a 1999 y a que en ese momento se lo presentó como oficialista cuando en realidad, en cuanto a lo medular, la convertibilidad, planteaba cambios. Sin embargo presentando la corrupción como el principal problema de la administración menemista (y yo creo que, si bien grave, no era lo primero a atender) cuya bandera tomó la Alianza y usando la pertenencia partidaria de Duhalde lo presentaron como igual a Menem cuando no lo era. Simple.
      Nunca digo que es un muchachito, lo responsabilizo en el texto de las muertes de Kosteki y Santillan así que no entiendo de donde surge que yo lo califique de muchachito. Que Duhalde es hoy un maligno en las sombras es tan cierto como que en 2002 quebró o comenzó a quebrar el perverso modelo neoliberal que había hundido al país. Todo lo que hizo Néstor después en términos de discusión de ciertos relatos, de ampliación del papel del estado, etcétera, son cosas diferentes. Y si ese quiebre a la convertibilidad se daba en 1999, todos los flagelos sociales que se dieron tal vez se morigeraban a tiempo. Nada mas que eso.

  2. No entiendo la objeción de Schussheim. Si yo no leo mal, Pablo no dice que Duhalde sea hoy una alternativa adecuada. Lo que señala es un hecho del tamaño de una catedral (una grande): que hay que atender más a los contenidos reales de las propuestas políticas que a sus formas mediáticas. El ejemplo del 99 es especialmente iluminador: el continuismo era la aparente oposición y la alternativa era el aparente oficialismo; los contenidos eran opuestos a sus respectivas apariencias. Hoy Duhalde no es «el muchachito» en ningún sentido compatible con el análisis de Pablo, puesto que éste indica con mucha claridad el núcleo central del (de los) conflicto(s): ¿debe el Estado interferir en los torpes movimientos de la mano invisible o debe abstenerse y dejar que los «mercados» decidan? Duhalde no puede ser «el muchachito» por la sencilla razón de que en este momento (no hace diez años) se ha pronunciado en favor de los reclamos del empresariado agrícola contra la injerencia estatal en su actividad. Que lo haga por convicción o por oportunismo es asunto de poca o nula importancia.
    Planteado el dilema en los términos en que lo plantea Pablo, hoy el oficialismo lo es por contenido y por apariencia y la oposición lo es por contenido y por apariencia.
    Para decirlo con mayor claridad (y aquí no me atengo a lo que dice Pablo y sigo mi propia ruta): si hoy se presenta una alternativa política progresista que, en las palabras se ubique a la izquierda del kirchnerismo, pero que en los hechos sólo debilite a éste en su enfrentamiento con la oposición, su «a la izquierda» verbal desembocará en un «a la derecha» real (si se quiere ver aquí una alusión a Solanas, Lozano o Bonasso, no seré yo quien se oponga). Hay otras hipótesis posibles, pero al día de hoy no salen del terreno hipotético.
    Saludos

    1. Exacto. Eso quise decir Andrés. Aparte si se lee bien el texto yo culpo a Duhalde por las muertes de Maxi y Darío, con lo cual asociarlo a un «muchachito», suena tirado de los pelos. Solo traslado las mejoras que hay que reconocerle generó en 2002, en 1999 y se me vienen las poisibilidades de haber evitado bastantes males delarruistas (pobreza, estallido social, antipolítica).

      Lo último, te lo suscribo yo a vos porque me parece muy bueno lo que ponés. Si la izquierda dogmática, desune sus caminos del progresismo real que hoy representa el rumbo que llevan Néstor y Cristina, terminan haciéndole el caldo gordo a la derecha que espera al acecho.

    1. Gracias Chubut. Que me consideren lo que quieren, ¿a mi que me interesa? Yo soy Peronista y nunca lo negué. Lo demás, puro cuento. Y apoyo a este gobierno porque lo veo bien aleccionadito en el ideario del movimiento. Nada de Kirchnerismo: Peronismo.

      De ahí a no reconocer que Duhalde hizo un golazo con desterrar al 1 a 1, hay una distancia bastante grande. Soy Peronista, no necio ni obcecado. Duhalde con eso, hizo algo necesario. Por un lado. Hoy, tiene que estar callado la boca y arrinconado. Eso por otro. Para mi, ambas son verdades y no se contradicen.

      1. Pablo: «De ahí a no reconocer que Duhalde hizo un golazo con desterrar al 1 a 1…». Debo recordarte que el 1:1 se desterró solo 3 meses antes de la aparición de Tachuela. Que debió lidiar con éso, sí, pero que hizo algo para que desapareciera el 1:1, no. El mostro se cayó soliiiito, vea.

      2. En terminos reales mucho mas que tres meses antes Eduardo. Pero el que puso el sello de defunción fue Duhalde. Es cierto que muchas salidas mas no había, pero esta salida la planteba ya en la campaña del `99. Aquello de «modelo acabado por exitoso».

  3. ¡Ahora entiendo! Duhalde, que fue elegido vicepresidente de Menem, aguantó como tal solo dos años, y renunció indignado con los indultos y las privatizaciones (que se empezaron cuando el cabezón todavía estaba en el cargo).
    Entonces, se fue a la provincia, y en sus años de gobernador impulsó un modelo de desarrollo y justicia social, combatió a las mafias policiales, al narcotráfico, etc, etc.
    A mi me habían contado otra cosa,pero ya sabe uno como son los gorilas…
    Saludos

  4. A mi lo mejor de este planteo me parece no solo el titulo sino el primer analisis de Pablo D con respecto a la verdadera antinomia de poder que se esta jugando en el enfrentamiento campo-gobierno.Hay que reelerlo porque despues se fue desdibujando el tema.

  5. Pablo, esto no es un comentario sino un pedido. Necesito el discurso que De la Rúa dió en su cierre de campaña en Rosario. Estoy haciendo mi Tesis de Maestría en Estudios Estratégicos y el tema elegido son Los discursos políticos de campaña en la Argentina. Te lo pido porque ya he agotado todos los espacios en su búsqueda y me ha sido imposible o no me ha contestado nadie. Este es el único que me falta y se me agotan los tiemnpos para presentar mi tesis. Ayuda!!! Muchas Gracias

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