Ultimamente, y con el sobrevenir de la crisis universal y local, me he detenido a reflexionar acerca de las cosas que he escuchado en los medios masivos de difusión, entre mis compañeros de trabajo, en reuniones con amigos o en las mesas familiares. He tomado nota y reflexionado serenamente sobre cada opinión que han vertido sobre las decisiones de la dirigencia actual, las he confrontado y defendido con firmeza, más no con violencia. Siempre hay que escuchar al otro. En este sentido, si bien he recibido exposiciones con buenos y sólidos argumentos (aunque no del todo convincentes), me ha llamado la atención la ligereza con la que se hace mención a las mayorías.
«La mayoría de la gente desaprueba el traspaso de las AFJP al Estado», «Todos creen que la política no tiene un destino fijo», «La mayoría cree que la Presidenta es una soberbia» y frases por el estilo adornan las conversaciones cotidianas de cafetín. Sería bueno preguntarse cuál es esa mayoría, ¿acaso será la mayoría de la clase media?, ¿la mayor parte de los estudiantes?, ¿un 51 porciento de los hinchas de River?, ¿De que mayoría me están hablando?.
La gente tiende a usar mecanismos logicos desopilantes para arribar a las conclusiones que llegan. Ingenuamente creen que el boca a boca, o más bien su boca a boca, es un muestreo directo de la opinión del país entero, o del mundo ¿Por qué no?.
«Vos viste lo enojados que están casi todos con este gobierno» le dice Gertrudis a su amiga Felisa mientras toman un cafe en la Biela, y se convencen entre sí de que ellas son la mayoría, en tanto otra señora cogotuda que vive en el cuarto piso de su edificio de la calle Alvear piensa igual que aquellas, de la misma forma que todo el Jockey Club. Aún más, y para que ésto no parezca una crítica de clase, es muy natural escuchar que luego de un sondeo entre los compañeros de trabajo o de universidad todos llegan a la conclusión de que la mayor parte de la gente está disconforme con nuestro modelo de país, porque todos lo dicen.
Creo que la cuestión merece algunas precisiones. Cuando decidimos comer mierda siguiendo al millón de moscas, ¿nos preguntamos cuantas moscas existen? Pareciera que basta con que sean muchas como para creer que son todas, o al menos son todas las que conocemos. Asi sucede con las opiniones a la ligera, generalmente lanzadas por los medios como verdades absolutas con fuente en encuestas de microfono a 50 personas por la calle Florida. Es divertido notar como algunos sectores utilizan algunos términos de manera sumamente ambigúa, acomodandolo para su lado de una u otra forma llevando a abusos (o violaciones algunas veces) de las palabras y el lenguaje. Escuché decir que la medida anunciada ultimamente por la Presidenta (elegida por el voto popular) es ilegitima, asi como lo será el debate que tendrá lugar en el Congreso (cuyos miembros fueron designados en sus cargos de acuerdo a los mecacnismos constitucionales) en los proximos días. Escuché tambien que la mayoría de las personas quiere elegir el destino de sus fondos previsionales, pero nadie me dijo cual es esa mayoría. Tal vez lo sea un 90% de los empleados de las AFJP, aunque no por ideales o pensamiento político, sino más bien par salvar su propio pellejo. Tal vez lo sea la mayor parte de los empresarios ligados al asunto, que van a perder una porción importante de comisiones y dinero fresco para manejar e invertir a su antojo. Tal vez la mayoría de los miembros de la oposición están enojadisimos con la medida y probablemente en barrio norte salgan con sus cacerolas a repudiar el traspaso. Puede ser. Pero no me hagan parte de sus opiniones, ni me metan en esa regla arbitraria en la que sus votos valen más que las de los otros, porque voy a tener que empezar a creerle a Henrik Ibsen cuando dice que La mayoría nunca tiene razón, y es lo último que quisiera que me hagan creer.
De la única mayoría que puedo estar seguro, aunque les duela en el alma, es de aquella que surge del resultado de las urnas, asi como de la que emane del voto del Congreso, pues ahí está la opinión de todos. De Gertrudis, de Felisa, la mía y la de aquel que esté leyendo este post. No se confundan, ni hagan confundir, ustedes no son la mayoría.
Excelente!…
Lo único que puedo acotar es que en definitiva lo que piensa la mayoría es justamente lo que yo pienso. ¿Por qué será?. Jaja.
Saludos.
O que los medios dicen lo que dicen los medios. Aparentemente, nadie quiere decir algo que incomode al entorno. Es hora de incomodar. Yo lo vengo haciendo en mi entorno laboral. Puse dos fotos bien grandes de Cristina en mi escritorio. El gorilaje huye espantado, y se cuidan bien de manifestarse (al menos en mi presencia). Ya es algo.
Es una buena descripción de los días al pasar. Lamentablemente yo si he llegado a la violencia verbal con mi señora madre y su señor esposo. Más luego me he sentido reconfortado al ver que la otra mitad de mi familia apoya la medida. Los medios juegan mucho con la constitucvión de sujetos colectivos que no se basan en la realidad, lo que importa es la pantalla catódica o el éter, no obstante, no se percibe que los medios no llegan a todo el país (me imagino que puede pensar un marplatense o un puntano que mira durante media hora un choque en Callao y Corrientes por TN) y ni siquiera al Conurbano del Sur y del Oeste. Luego esas personas entran en una angustia y sueltan su costados más gorila y piden por el voto ilustrado.
Paren las rotativas. Vean ésto: http://prensacanalla2.blogspot.com/2008/10/castells-telfonoooooo.html