El polémico presidente del Banco, Luis Moreno, después de firmar un acuerdo con la Fundación (mmm) del FCB. |
A través de este blog llegamos a un informe del Banco interamericano de desarrollo, en el que se trata el tema del alza de los precios de los commodities, específicamente haciendo foco en algunos productos de la agricultura considerados clave en el comportamiento de los precios de los alimentos, y de los efectos que estas presiones tendrían en la inflación interna de los países latinoamericanos.
El informe considera de baja influencia lo que llama «financialización» del mercado de commodities al momento de determinar las causas del alza de precios. Le da mayor importancia en el asunto al comportamiento de la demanda de los BRICs, por el cambio que el crecimiento económico generó en los patrones de consumo de sus poblaciones, especialmente en China.
Y menciona también otros factores estructurales, como el bajo crecimiento en la productividad agrícola, en relación al aumento más notable de la demanda, y otros factores coyunturales, como sequías o decisiones comerciales de los países productores que influyen en una menor disposición a la inversión en el sector, o al alza en el consumo de maíz para la producción de etanol en EEUU.
Sin embargo, termina por concluir que los países latinoamericanos en mejores condiciones para enfrentar la inflación que pudiere resultar de estos fenómenos son aquellos que tienen tipos de cambio más flexibles.
O sea, aquellos que asuman la apreciación de sus monedas. Los que colaboren, de esta forma, con la intención norteamericana de devaluar para recuperar márgenes de rentabilidad para su sector secundario, más empleo-intensivo, serán los que menos sufran un proceso de alza de precios generalizado.
Se morfarán (como ya lo vienen haciendo, eso sí) una inflación en dólares de unos 10 a 15 puntos anuales, que lógicamente les restará competitividad industrial y los obligará a especializarse en la producción de materias primas, que es lo que «el mundo» les pide.
O sea, no evitarán ninguno de los efectos más nocivos de la inflación, sino que la trasladarán al tipo de cambio.
De este modo, quedará nuevamente ratificado en la división internacional del trabajo que Latinoamércia es un subcontinente especializado en el abasto de materias primas. Y subdesarrollado, que es lo que ya se decidió en aquellas maravillosas épocas de principios de siglo XX, que hoy algunos recuerdan con nostalgia.
Bueno, la única impugnación que se me ocurre para ese mundo «ideal» al que nos acercamos (yendo hacia atrás) es al nombre del banco mencionado. Que debería ser llamado, con mayor precisión, Banco Interamericano de Subdesarrollo (BIS).