El gobierno de Cambiemos (que ya caracterizamos varias veces aquí como la Revolución Macrista [1]) debido a los distintos acontecimientos de los últimos meses, donde se ve tras bambalinas la mano invisible de los EE.UU., ya se asemeja demasiado a la Revolución Libertadora del siglo pasado, a pesar de las enormes diferencias existentes entre un gobierno democrático y una dictadura. Hemos tomado en nuestros análisis anteriores como inicio de esta conversión el día 1 de abril de 2017 [2] cuando se produjo la primera manifestación a favor del gobierno, que fue tomada por Cambiemos y los medios hegemónicos como el momento fundacional del afianzamiento simbólico y político del macrismo en el poder. El mismo giro simbólico fue reforzado meses después con el precario triunfo en las elecciones de medio término, que, como aclaramos aquí [3] El macrismo logra un triunfo electoral en sus primeras elecciones de medio término a nivel nacional por un porcentaje (41,9) similar al obtenido por el kirchnerismo en 2005 (41,59), y apenas superior al del menemismo en 1991 (40,22). Sólo el alfonsinismo en 1985 triunfó con un porcentaje mayor a los citados (43). Y el único derrotado en las primeras elecciones estando en el poder fue el delarruismo con un escaso 23,3% en el 2001, meses antes de rodar escaleras abajo con el modelo neoliberal en llamas.
A partir de allí, el gobierno cambia su estrategia política y económica, acelerando los tiempos económicos y reforzando la represión en las calles. El apoyo casi total de los medios hegemónicos y del establishment reforzaban la creencia de que Cambiemos había llegado al gobierno para quedarse, y por eso apenas finalizaron los comicios de octubre ya postulaban la triple reelección (en CABA, Buenos Aires y a nivel nacional). Sin embargo, todo cambió a partir de diciembre de ese año, con la reforma previsional.
El año 2018 no trajo buenas noticias para el gobierno. La economía no para de caer, la inflación, la pobreza de aumentar y el desgobierno en el manejo de las riendas económicas es cada vez más evidente para la población. Incluso, muchos industriales que apoyaron la llegada del hijo de Franco Macri al gobierno están viendo azorados que el modelo de Cambiemos no los incluye, sino que, como señala David Cufré en Página/12 [4]:
“No hay una alianza de Cambiemos con segmentos concentrados del empresariado industrial tradicional. Su alianza es con los bancos y con sectores agropecuarios. El Gobierno permite que se erosionen los activos de empresas líderes, que quedan expuestas ante empresas extranjeras que pueden venir a comprarlas frente al agravamiento de la crisis. Está claro que su proyecto no es el desarrollo productivo ni la soberanía del país”, analiza un dirigente fabril.
«En ese delicado equilibrio, los industriales extrañan al kirchnerismo, aunque los grandes empresarios jamás lo reconocerán en público por el peso de sus concepciones ideológicas.»
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Macri resultó ser un presidente no solo pro-mercado sino también pro-norteamericano, apoyando todas las políticas exteriores del gobierno de Donald Trump, aunque no sus políticas económicas proteccionistas. En un país como el nuestro, históricamente reacio a los EE.UU., la mitad de la población votó a un presidente que no sabían que era pro-norteamericano. Tampoco tenían que saberlo, porque más allá de las pocas declaraciones del Jefe de Gobierno de CABA en ese sentido, muy pocos tuvieron acceso a los archivos secretos de la embajada de los EE.UU. revelados por Wikileaks, que traducimos aquí en 2010 [5], donde puede leerse lo que contaba la embajadora Vilma Martinez a sus superiores en Washington:
(Macri insistía en) «la necesidad de imponer límites a la mala conducta de los Kirchner y la supuesta “blandura” del Gobierno de EE.UU. respecto de los Kirchner. Sostuvo que el “silencio” del Gobierno de EE.UU. respecto del mal trato abusivo que sufrió a manos de los Kirchner (como en el caso de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005) los había alentado a seguir haciéndolo. (…) Macri dijo que los Kirchner habían logrado que Washington tome distancia hasta el punto de que a Washington no le importaba lo que la Argentina (a diferencia de Brasil o Chile) tiene para decir de cualquier cosa. La Embajadora buscó desengañar a Macri al respecto, sosteniendo que Washington sigue plenamente comprometido con profundizar y fortalecer las relaciones con la Argentina.
«La insistencia de Macri en que el Gobierno de EE.UU. haga reproches públicos a los Kirchner por sus varias transgresiones sugiere un deseo no realista de que Washington haga lo que quiere la oposición. De todos modos, el intendente sigue siendo uno de los principales contendientes para las elecciones presidenciales de 2011. (…) Seguiremos buscando activamente contactarnos con él al aproximarse las elecciones».
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Y, finalmente, surge el affaire de las fotocopias de los cuadernos de Centeno en pleno derrumbe de la economía macrista, y cuando las encuestas demuestran que la imagen del gobierno cae en picada y la de su principal rival, Cristina Fernández, sube. Sin embargo, sería reduccionista atribuir este fenómeno a la usina de Durán Barba y Marcos Peña. Por las implicancias políticas y económicas parece abarcar más sujetos implicados. Como una caja de Pandora, a medida que pasan los días la mancha de la supuesta corrupción sugerida por los renglones escritos crece y ensucia a funcionarios de segunda y tercera línea del kirchnerismo pero también de las principales empresas del país, las que ven que de la mano de las “revelaciones” y “confesiones” de los arrepentidos ante el púlpito de Stornelli y Bonadío y la devaluación imparable del peso llegan la caída de las acciones y el precio de sus empresas. Este panorama negro refuerza las sospechas de muchos de que detrás de esta evidente operación de “servicios” se encuentra la mano invisible (aunque ya no tanto) de EE.UU., como señala también David Cufré:
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«La duda se ha instalado en referentes de la burguesía “nacional”, que ven cómo el proyecto del cambio que ellos suponían que venía simplemente a disciplinar a la clase trabajadora, a limpiar de populismo el reparto de la torta nacional, de pronto los ubica en la mira de un tirador más grande. Se lo preguntan en Techint, en Aluar, en Ledesma y en las empresas de la patria contratista que se sorprenden con sus ejecutivos encarcelados mientras ven cómo las acciones de sus compañías se derriten en Wall Street. Se espantan al comprobar que fondos buitre están comprando esos papeles a precios de remate para volcarse sobre ellos en cuanto tengan oportunidad. Conocen como opera la Task Force Argentina, el grupo de tareas que litigó contra el país y demonizó a Cristina Fernández de Kirchner. Saben de los manejos de Paul Singer, a quien alentaban años atrás como un aliado circunstancial para desbancar el proyecto nacional y popular. Y saben que detrás de Singer estaban el aparato judicial y político estadounidense. ¿La crisis de 2018 viene a completar la extranjerización de la economía y eventualmente la dolarización que se frustraron con el kirchnerismo tras el estallido de 2001, en un proyecto dirigido desde Washington, o es solo que el mejor equipo de los últimos cincuenta años era el más inoperante en cincuenta años?»
Pero no sólo el periodista de Página 12 señala esto sino que el profesor de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian le cuenta a Carlos Pagni en un reportaje en el canal de TV del diario La Nación las razones verdaderas que hay detrás de esta repentina epidemia de «honestismo» o moralina anticorrupción que surge del juzgado más escandaloso y rebota en casi todas las pantallas, radios y periódicos:
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También Horacio Verbitsky en su Cohete a la Luna [6] acerca más datos sugestivos:
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«Este cuadernazo también busca barajar y dar de nuevo dentro del mundo empresario. Por un lado, deja vislumbrar la lucha entre las empresas más poderosas de capital local por la repartija de los negocios en un área de importancia estratégica para la producción: la generación transporte y distribución de energía y la explotación de recursos naturales vinculados a la misma. Por el otro lado, la forma arbitraria en que se ha llevado a cabo el operativo desde el comienzo, violando procedimientos legales, “apretando” a empresarios para que “canten” a cambio de su libertad, dejando a otros presos por motivos inconfesables; no llamando a declarar a destacados amigos y miembros del grupo de empresas del Presidente Macri que figuran en los gloriosos cuadernos, ha puesto en evidencia tanto la índole autocartelizada y corrupta de la actividad empresaria en el país como el carácter arbitrario e impune de un sector del poder judicial que continuamente violenta las reglas de procedimiento y el estado de derecho.
El cuadernazo ha derivado hoy en una escalada del circo mediático y en algo que se parece un ajuste de cuentas dentro de la histórica patria contratista a la cual pertenecen desde hace décadas el Presidente y su grupo empresario. Esta vorágine ha repercutido inmediatamente sobre el valor de las de las empresas involucradas en los cuadernos que cotizan tanto en Wall Street como en la bolsa local. Las posibles sanciones en contra de estas empresas por parte de la SEC norteamericana y otros organismos de control financiero internacional; la pérdida del financiamiento ya otorgado, la paralización de las obras en curso, abren la posibilidad de que estas empresas sean compradas a valores ínfimos, por parte de otras de capital local o extranjeras. Más aun, las esquirlas se han expandido e involucran a empresas vinculadas, tanto en el pasado como en el presente, a la obra pública y amenazan con incluir a empresas vinculadas al transporte, e incluso a empresas que han recibido subsidios del Estado en el pasado.»
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Como vemos, esta etapa de la revolución conservadora, restauradora del viejo orden conservador liberal se asemeja demasiado a la que derrocó al primer peronismo. Cuenta también, como aquella, con un apoyo de una potencia extranjera, en materia económica a través del FMI manejado en parte por Washington, y en las sombras por la mano de obra calificada de sus servicios secretos trabajando en conjunción con los “servicios” de raigambre del ex-agente (¿ex?) Stiusso.
Cuál va a ser el rumbo final de este “cuadernazo” (como lo calificó Verbitsky) es materia de adivinos, pero nos atrevemos a esbozar una humilde teoría. Si esta epidemia de moralina anticorrupción de los medios hegemónicos, en conjunto con un par de jueces de dudosa juridicidad, sigue sin control de los mayores estamentos del Poder Judicial, es probable que tenga el mismo resultado dejado por el mani pulite italiano y el lava jato brasileño, es decir, la disolución del sistema político autóctono, el derrumbe de las principales empresas nacionales y la invasión de empresas trasnacionales, principalmente norteamericanas. Para colmo, la debacle económica de la “tormenta” macrista promete no dejar clase media en pié y aumentar la masa de pobres e indigentes y la riqueza de la cima de la pirámide poblacional. Esto constituye otra coincidencia de los objetivos históricos del establishment argento, conseguido en parte en las otras tres oportunidades que tuvo de vengarse de las gestas de los movimientos populares para equilibrar las cargas de la economía entre todas las clases sociales. Es decir en cada etapa histórica: el yrigoyenismo, el peronismo y el kirchnerismo.
No obstante, debemos recordar que, como no nos cansamos nunca de señalar aquí, esta vez la cabeza del movimiento hostigado o perseguido no falleció luego de ser derrocado y encarcelado como Yrigoyen, no se exilió tras su violento derrocamiento como Perón en 1955 ni murió como en los años 70 meses antes del golpe de estado más criminal de nuestra historia moderna. En efecto, la expresidenta es senadora y cuenta, a pesar del acoso judicial que sufre con un gran caudal electoral. Los meses que vienen prometen ponerse “interesantes” en materia política (más allá de la economía en picada) ya que nuestra historia es rica en este tipo de lucha entre la derecha violenta en el poder (hoy democrática) y una resistencia popular bien aceitada tanto en su accionar en las calles como en los líderes en ejercicio pleno de sus facultades.
La historia no se repite (pese al canto de los agoreros del desanimo) sino que continua, evoluciona, con otros personajes, otros escenarios y otros contextos. Sino que lo digan los argumentos de los figurones de la derecha conservadora de hoy, de ayer y de todas las épocas. Una breve relectura de ellos demostrará que… son siempre los mismos.