La «solución» Obama.

Leemos aquí un discurso de Obama, en el que expone los lineamientos generales de un hipotético programa económico. Medidas tendientes a promover el empleo, fundamentalmente, incentivando la producción a través de exenciones impositivas. Además, una especie de reforma tributaria, reforzando las cargas sobre las grandes rentas, y liberando, de manera inversamente proporcional, la inversión productiva. Menciona también la actividad estatal a través de la obra pública (con el fin de mejorar la infraestructura) como un pilar para la reconstrucción productiva y la recuperación del empleo.
Un programa más incompleto que interesante.

¿Por qué? Porque permanecen sin mención, o implícitas, las respuestas a algunos de los problemas estructurales de la economía norteamericana, sin solución de los cuales no hay posibilidades de evadir la espiral.
Podríamos pensar que los incentivos a la producción se orientarían a salvar uno de los déficit que conforman, aunados, el meollo del conflicto: el comercial.
Incentivar la producción local puede ser entendido como un modo de desincentivar la importación.
Estaría, entonces, comenzándose a llevar a cabo un proceso en el cual EEUU retornase a las fuentes del sector secundario: volver a la producción industrial (Obama menciona especialmente las industrias automotriz y energética), abandonar de a poco la «producción» de activos financieros.
Ahora bien, si EEUU se convirtió en un “productor” de activos financieros no fue por capricho, sino debido a la necesidad de conseguir un flujo de capitales virtuoso. Los dólares que se van por la alta importación, tienen que volver como financiación de importaciones futuras. Sacar una carta sola es derribar el castillo entero.
Las tasas de interés del 1,5% son insostenibles en una economía que se inundaría de dólares (esos dólares que no saldrían vía importación), si no se quiere generar inflación (mejor dicho, absorber la inflación que EEUU nos exporta). El otro punto de ajuste es el fiscal (Obama habla mucho más, sin embargo, de gastos que de ingresos).
En definitiva, el problema pasará por que se puedan conjugar políticas anti-recesivas, con la necesidad contractiva de la política fiscal y monetaria. El Estado, en el medio, deberá reconducir recursos desde un sector a otro, buscando la forma de obtenerlos para sí e “independizarse” del crédito. En el resto del mundo, el terremoto: escasez de dólares que subirá su cotización. Pero, la suerte del comercio mundial ¿depende tanto de que EEUU participe de él? ¿Cuánto están dispuestos los países emergentes a sostener al dólar como valor de reserva? ¿Se resignarán a que su escasez les haga perder la posibilidad de colocar sus excedentes?
Por otro lado, ¿es viable el auge industrial de EEUU con su moneda sobrevaluada? ¿Cómo repercute esto en el poder adquisitivo de la clase media estadounidense?
Si Obama quiere cumplir, deberá llevar a cabo lo que calla: “licuar” los déficits gemelos. Es decir, devaluar. Es decir, reducir el poder de compra de los sectores medios.

Sufriríamos las consecuencias en el resto del mundo, de ser así, más en tanto menos precauciones se tomen. En Oriente Medio, el hambre pasaría ser una amenza más fuerte que la guerra.

5 comentarios en «La «solución» Obama.»

  1. Mariano,
    Vos consideras que efectivamente existe la posibilidad de que el dolar deje de ser la moneda del comercio internacional?

  2. En realidad, Primo, lo que considero es que si no se consigue, va a haber que reemplazarla con algo. Brasil y Argentina ya determinaron que para el comercio bilateral dejarán de usar dólares. Si China se plantea si realmente le conviene seguir atesorando dólares en su Banco Central es porque están pensando en atesorar otros activos y, por ende, en diversificar los destinos de sus exportaciones (y que su comercio exterior y su economía en general no dependa tanto de los préstamos que estén en condiciones de hacerle a EEUU).
    Si lo que me preguntás es si considero que será necesariamente así, te digo que no. Creo que se abren grietas en el sistema que permiten que estas cosas ocurran. Después dependerá de las decisiones de los agentes. Y la otra cuestión a tener en cuenta son los tiempos: 20 años en la historia de la humanidad son pocos, pero como plazo para que se cumpla un pronóstico dilettante es suficiente como para que nadie le de crédito al pronosticador.
    Un abrazo, y gracias por la visita, que como verás escasean por acá, más que los dólares.

  3. Mariano,
    Siempre es un gusto leerte. A mi me llamó la atención como pareció ser Europa y ya no Estados Unidos quién tuvo la capacidad de ponerle un freno a la corrida. Eso habla del lugar de los actores y el posible mapa a futuro, vinculado con el post central de Alejandro de ayer, no?
    saludos!

  4. Puede ser. Yo no veo igual una necesidad de encontrar de golpe un «reemplazante» de EEUU, como suponen algunos de los que sostienen que EEUU va a ser el país más poderoso porque no se avizora qué potencia ocupará su lugar.
    Me pareció bien lo que te leí a vos, sobre la posibilidad de que se acorte la brecha entre finanzas y economía real. Eso perjudica relativamente a los que viven de «prestado» y a los que tienen monedas fuertes, en favor de quienes prestan los excedentes de su comercio internacional.
    Pero este repliegue sobre la economía real puede tener un primer efecto de sobreproducción, y de conquista de mercados para colocar excedentes.
    Un panorama complejo.
    El tema que plantea Alejandro es más complejo todavía, al menos para mí.
    Un abrazo

  5. Pingback: Países emergentes

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