Las consignas son realidades

Hablar sobre como procesar el dolor, la rabia es difícil. Todos hacemos nuestro proceso y lo internalizamos como podemos y de acorde a como somos. Tiene mucho que ver en esa digestión que significa el objeto a internalizar para cada uno en particular y no tanto en conjunto. Seguramente para muchos las sentencias de la ESMA es motivo de alegría o regocijo para otros el significado es justicia y para muchos otros quizás sea la culminación de un estadio que les insume o insumió una vida. Miré los festejos, ausente no por apatía sino porque lo que para muchos es un símbolo para mi nunca fue tal sino una realidad y ahí encuentro la primera discordancia con los festejos (muy lícitos repito) y mi persona. La ESMA no cruza mi vida sino que la transita muy a pesar mió, yo soy quien soy, mal que me pese, modificado por mi entorno y las circunstancias y en esas circunstancias la sombra de la ESMA siempre ha figurado. Lo que significa ese predio y las cosas que en el se hicieron han modificado mi vida y mi pensamiento. Algunos tienen en ocasiones el “lujo” de tomar lados, esa para mi nunca fue una opción, nací con el lado marcado y me gusta pensar que mi lado es el lado correcto, pero esa demarcación zanjo posiciones y la sombra gris de ese símbolo que nada tiene de abstracto para mi demarco siempre mis relaciones y mi personalidad. Mudanzas, exilios, persecuciones, amenazas son producto directo de esa sombra y soy conciente de que nunca desaparecerán, lo cuento no porque me afecte sino por que las entiendo y las acepto (las cosas son mas fáciles de reconocer cuando uno nace con ellas y no cuando lo abordan de grande). Recuerdo que cuando tenia 18 años escribí un cuento que se llamaba “El día que Videla murió”, el mismo trataba de 2 pibes que se juntaban a las afueras el cementerio donde enterraban a Videla y esperaban en un bar mientras tomaban una cerveza a que se hiciera de noche para saltar la tapia y pintar su tumba, los pibes (uno exiliado el otro tan solo mejor amigo) reflexionaban sobre la figura de ese dictador en sus vidas y lo que podría ser y no fue y finalmente no sabias si saltaban o no la tapia, solo salían del bar. Cuento esto porque quizás cuando era pibe quería retribución; en los momentos que uno fantasea con la posibilidad de matar a alguien, Videla siempre estaba a la cabeza y es que es como la frase esa “hay un sentimiento mas fuerte que la libertad y es el odio a quien te la quita” pero yo era joven y los jóvenes ya se sabe son temperamentales ¿Cómo dijo el escritor? “¿Que joven con sangre en las venas no mataría por un ideal?” Ese odio general muto en particular cuando vi la cara a los torturadores, a aquellos que habían influenciado directamente en mi vida en los juicios, ahí me di cuenta de que no quería retribución quería justicia, lisa y llanamente que se los juzgara por las aberraciones que cometieron. El contexto de esa justicia llegó y fue un día raro para mi y mi entorno, hable con mi viejo y no entendí cuando me dijo que este debía ser un día “normal” para todos y es que creo que en el mundo al que aspiramos seria “normal” que los genocidas sean condenados y juzgados pero acá en la Argentina no es así. Lo normal es lo contrario así que comprendí lo que mi viejo quiso decirme porque en cierta manera la sentencia del otro día viene a “normalizar” lo que por lógica de pensamiento un régimen y un modelo después quisieron naturalizar: que los asesinos son victimas y que esta bien no buscar la justicia. Por suerte no lo lograron. Hable con mi hermana mas tarde para arreglar para ir a Comodoro Pi, había consenso en que teníamos que estar. Después leí en su muro la siguiente frase: “Que raro las consignas son realidades, Gracias Nestor” y es que al día siguiente de la sentencia se cumplía un año de la muerte de un tipo que entendía, creo yo, que había que convertir la palabra en hechos y el fue quien me enseño que bajando un cuadro de un recinto se consigue transformar las consignas en realidades, los cuentos de un adolescente en verdades. Vi los festejos hasta tarde, no me abrace con nadie, no llore ni sentí alegría, hay estigmas que no se borran con sentencias y yo tengo bien en claro cual es el mió pero también hay que cargas que se hacen mas livianas cuando uno se da cuenta de que el mundo se puede volver normal día a día, paso a paso y por eso espero que esta normalidad no termine nunca.

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