Las PASO: qué debilidades y errores, e ir para adelante, no para atrás

No debemos confundirnos: reconocer errores o debilidades no van de la mano de resignar convicciones para conseguir un mejor desempeño electoral. Por el contrario, los errores y las debilidades deben superarse profundizando el proyecto, recordando que en este camino emprendido no podemos empeñarnos en tropezar con la misma piedra, pero que tampoco hay lugar para timoratos.

 Para el poder (poder hacer) de un gobierno basado en la democracia, especialmente cuando ese gobierno no tiene el amparo y patrocinio del establishment, y más aún cuando realiza o se propone cambios que pueden afectar la distribución de la renta en favor de sectores más desfavorecidos, el voto es fundamental, junto como la apoyatura de importantes sectores militantes en el día a día.

 Generalmente cuando se pierde, o cuando el resultado es inesperado, surgen las preguntas de por qué se vota como se vota, como ocurrió con el sorpresivo casi triunfo de Del Sel en Santa Fe en el 2011, a un tris de ganar la gobernación. O cuando ganó por dos veces el genocida Bussi las elecciones en Tucumán. O cuando Menem gana amplísimamente en 1995, a pesar de los golpes que ya había dado a la economía argentina y a sus recursos, con secuelas sociales cada vez más evidentes. O incluso el llegar a ser la primer minoría en las elecciones del 2003, ya con el diario del lunes (2001) a mano para saber a dónde conducían sus políticas.

 Las PASO del 2013 admiten muchas lecturas, desde una grave derrota del kirchnerismo, a un resultado aceptable para este, en la medida que, de repetirse en las “de veras”, le permitiría conservar e incluso incrementar alguna banca.

 Pero dejando de lados las apreciaciones interesadas de la oposición en vender una imagen que les sirva para mejorar el resultado en octubre y de esmerilar aún más al gobierno, como las apreciaciones que busquen relativizar los resultados y minimizar el golpe, hay preguntas genuinas que se hace cierta militancia o mejor aún, cierta gente que no es militante pero apoya a Cristina.

 “¿Cómo es posible que con todo lo bueno que hizo este gobierno (…larga lista de realizaciones…) la gente votó así?” … “(…) y dio apoyo a quienes nos condujeron muchas veces a la ruina” “(…) o a quienes no tienen propuestas”, etc, etc

 Claro, las preguntas son similares a las que se hacían con el triunfo anterior de Macri en Capital Federal, una de cuyas interpretaciones la dio sin anestesia Fito Paez

O las que se hacía mucha gente en Santa Fe con el triunfo de Reuteman luego de las inundaciones en las que actuó con irresponsabilidad e imprevisión, donde Binner llegó a comparar el triunfo de Reutemann con el Síndrome de Estocolmo (que consiste en la identificación de la víctima con su secuestrador)

Y así, entre “el pueblo nunca se equivoca” y coqueteos con el voto calificado (Pino Solanas por ejemplo poco tiempo atrás) se mueven muchos políticos y analistas según como les vaya en las votaciones.

Lo cierto es que mucho más que la mayoría de la población no decide su voto por un análisis racional donde pone en una balanza todo lo a favor y todo lo en contra de un candidato o partido. Y que más de una vez ha votado a favor de políticas que los perjudicarían. Y que rara vez vota masivamente proyectos de cambios profundos, salvo que la época tenga esos cambios en el aire que se respira. Puede sí votar a personas o agrupamientos políticos que realizarán esos cambios profundos, pero generalmente por cuestiones concretas y no por la ponderación de las implicancias históricas, económicas y sociales de la globalidad de un proyecto. Tampoco come vidrio sistemáticamente y cuando vota a favor o en contra de alguien lo hace porque hay algo que valora positiva o negativamente, aunque ese algo no sea un algo que para otros tenga tanta importancia como para decidir el voto.

También es un dato ineludible que los medios de comunicación masivos juegan un papel muy importante especialmente cuando sistemática y pertinazmente, mes a mes, año a año, influyen en política para desprestigiar y debilitar un gobierno y su proyecto. O para establecer agendas y candidatos. Pero ojo, si bien cada vez son más poderosos en el mundo, no logran determinar por sí mismos los resultados.

Lo peor que podría pasarle a quienes son partidarios del actual gobierno nacional es subestimar el actual y provisorio resultado o contentarse con redoblar los esfuerzos de aquí a octubre haciendo lo mismo sin analizar algunos temas. Más de lo mismo va a dar similar resultado. Y el problema no es octubre pensando en la composición del futuro congreso y la gobernabilidad, pues desde el punto de vista práctico no se alterará la actual correlación política en el seno del congreso, ni siquiera mejorando en dos meses unos cuantos puntos. El problema de octubre es el 2015, en las candidaturas a gobernadores -Santa Fe, Córdoba, tal vez Buenos Aires- y concretamente ante un posible escenario de ballotage en la presidencial.

Los magros resultados del FPV en ciertas jurisdicciones, especialmente las grandes, pueden explicarse por varias causas, algunas de ellas particulares de cada jurisdicción. Vale por caso Santa Fe, que incluso pueden rastrearse con simples preguntas, de antes, mucho antes de la aparición del kirchnerismo y que interpela al peronismo de viejo cuño: ¿Por qué desde 1955, en “la capital del peronismo” según Perón, ningún peronista fue intendente? (lo más próximo y parecido fue Rodolfo Ruggieri del MID que ganó la intendencia de Rosario en 1973 por el FREJULI hasta que fue derrocado por el golpe de 1976).

Existen muchos elementos para explicar la actual situación del peronismo santafesino, con preguntas -que tienen respuesta- de cómo es posible que la suma de los votos en las internas es mucho mayor que las que saca en la general como ocurrió en el 2011. Pero cualquier análisis de todo esto, por más bueno que sea, no nos lleva a mucho si los principales protagonistas santafesinos siguen empeñados en seguir por los mismos caminos y escuchando lo que quieren escuchar.

Pero lo que se quiere señalar en este escrito, es que hay puntos débiles y/o errores que van más allá de las historias de las propias jurisdicciones y de los resultados electorales actuales. Claro que si en una jurisdicción se hacen las demás cosas bien, se relativizan. Pero si se hacen mal, se amplifican. Y tiene que ver con la propia producción política y de agenda, no del gobierno nacional en su arte de gobernar, que generalmente da cátedra, sino del peronismo y del kirchnerismo en su arte para incrementar y mantener la adhesión de buena parte de la población y en lograr la permanente incorporación de gente nueva en lugares de construcción política y de decisión.

Nota aclaratoria antes de seguir: Una limitación de este escrito, y de varias de las cuestiones que se afirman en él, es que está teñido por la realidad de Santa Fe. Cada uno sabrá si algo es aplicable a otra jurisdicción.

Nos encontramos hoy con la paradoja de cómo un buen gobierno nacional (comparando con anteriores), con importantes realizaciones para la mayoría de la población, pierda muchos votos de una elección a otra; y que si eso no le trae mayores dolores de cabeza hasta hoy es por la fragmentación y conflictos dentro de la oposición y porque pudo recuperarlos e incrementarlos en subsiguientes momentos claves.

El tema no debe simplificarse ni tampoco dramatizarse. Sí debemos considerar que ciertos errores y debilidades, de continuarse, pueden poner en jaque la continuidad del proyecto en la medida que una derrota en una elección presidencial, especialmente cuando hasta hoy no existe una figura candidateable indiscutida por las propias fuerzas que lidere o co-lidere la continuidad del proyecto.

Es un error confiarse de que enfrente haya un rejunte sin futuro. ¡Es de fácil que una alianza transitoria, “bolsa de gatos”, y sin futuro, pueda llegar al gobierno en un ballotage!, lo que se traduciría en un importante retroceso político, económico y social difícil luego de remontar, y por supuesto con sufrimientos para parte de la población, incluyendo la que vote contra el gobierno actual. Pues no nos engañemos: cualquiera de los candidatos de la oposición aplicará medidas de ajuste, endeudará al país, realizará una fuerte devaluación, intentará retomar las políticas de privatización, reducirá el salario real, de a poco irá vaciando nuevamente al Estado bajo prédicas de eficiencia, incrementará la desocupación, reprimirá la protesta social, etc, etc, con todo lo dañino que ello traerá a la corta o a la larga. Lo afirmado no se basa sólo por sus recientes historias, sino por sus declaraciones actuales y de sus asesores y apoyos.

¿Cuál o cuáles son las debilidades centrales por los cuales el proyecto político iniciado por NK puede encontrarse en problemas a la hora de garantizar una gobernabilidad “tranquila” o su propia continuidad?. Y no me refiero a aquellas frases de Perón que “el 2000 nos encontrará unidos o dominados” -nos encontró dominados-, o “sólo la organización vence al tiempo”, que tampoco pudo resolverse.

Me refiero a algo más inmediato y de alguna manera más estructurante y que tiene que ver con la producción política y la lucha política e ideológica.

Pero antes de aventurar algunas ideas, veamos algunas cuestiones.

El gobierno, en su accionar como tal, ha tenido grandes aciertos, coherencias, contradicciones, errores, puntos ambiguos y obscuros, gran capacidad de instalar agenda y de enfrentar problemas y construir soluciones, a veces con éxito, otras no tanto. A veces es buen comunicador de sus medidas y realizaciones, y muchas otras, muchas, pésimo o mediocre. Pero el saldo -obviamente para quienes no ven las cosas desde la mirada neoliberal, liberal, oligarca o corporativa- ha sido ampliamente favorable.

Pero lo importante de no olvidar, es que dicho saldo favorable no se traduce directa y automáticamente en el voto. En realidad rara vez se traduce en el voto. Son otras las cuestiones, generalmente puntuales, algunos elementos que se ponen en el platillo de la balanza, sin ponderar los demás, las que terminan definiendo el voto de mucha gente, si no sería imposible explicar conductas del electorado.

Para no alargar el escrito no intentaremos analizar (y especular) cómo y por qué se vota como se vota, qué influye y cómo. Tampoco analizaremos el impacto en la competencia electoral del marketing electoral (frente a la cual la propia Cristina ha manifestado que no esperen de ella prometer cosas que no puede garantizar) y de las estrategias que tienen ciertos opositores para fidelizar al votante (término -fidelizar- propio del marketing pues se refiere al cliente y que lamentablemente se ha metido mucho en la política).

Además no se tomará en cuenta un elemento que es importante en estos resultados electorales.

Antes, en la primera época, el peronismo tenía a su favor una manera de trabajar con la gente, el territorio, los trabajadores -sindicatos incluidos- que le garantizaba llegar a la gente mejor y primero que nadie. Y esa forma de trabajar (en realidad lo que queda hoy, luego del impacto de los cambios por el marketing y la tv), no sólo es propia de las fuerzas del gobierno, sino de su principal contendiente, que no es otro que sectores del propio peronismo o que bebieron de él. No hay peor astilla que la del mismo palo.

Por último, un elemento significativo en cualquier elección: no se analizará el lugar del principal candidato en cada cargo, que termina siendo importante en muchas personas para dar o rechazarle el voto. Ni los pro y las contras de las designaciones efectuadas. Rara vez, por otro lado, el candidato es la causa del resultado, sí un ingrediente.

De aquí en más, los puntos que se señalarán son independientemente de estas PASO y de los magros resultados en algunas jurisdicciones, y valen también para la muy buena elección del 2011.

Cinco aspectos necesarios de revisar.

Entre los puntos flacos que deberían ponerse sobre la lupa -entre otros- para tener mayores tranquilidades a futuro están:

1) Profundizar y acelerar la formación del militante

En otra época, teníamos el problema con los dirigentes, que estaban más atrás que los militantes y activistas, por lo que una consigna era «Con los dirigentes a la cabeza o la cabeza de los dirigentes». Hoy es al revés: Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández han estado a la vanguardia con las iniciativas, con la producción política y de agenda, lo que no siempre es acompañado al nivel político que se necesita. No a nivel de presencia, de adhesión o de apoyo que lo hay y mucho (“somos los soldados del pingüino”, por ejemplo), sino a nivel de producción política y de agenda de quienes no tienen responsabilidades gubernamentales. Al menos es lo que se manifiesta en Santa Fe.

Y la debilidad existe a pesar de que NK en su momento y CF también, más de una vez han manifestado la necesidad de mayor participación y mejor preparación de la militancia, de estimular y apoyar el ingreso de nuevas generaciones en todos los niveles y actividades, de que si hay errores hay que corregirlos y de que es fundamental profundizar las políticas.

Hoy a nivel de militancia se encuentra mucho compromiso, mucha dedicación, mucho trabajo, incluso en ciertos agrupamientos mucho sacrificio y abnegación, pero gracias a demasiados años de dictadura, o de predominio del individualismo y del neoliberalismo, hay deficiencias a la hora de la producción política de esa militancia, en su participación en la construcción de agenda en los lugares que se mueve, en la fortaleza de la argumentación y de su preparación teórica – política. Y este no es responsabilidad de la joven militancia, sino de los que han tenido lugares preponderantes en el pasado inmediato y aún lo tienen.

En varios lugares y agrupamientos dentro del kirchnerismo se busca preparar a los militantes, pero en otros no, o no alcanza. Los propios materiales que se suelen usar para la formación de los militantes habla de lo poco que se avanzó en la producción teórico-política en estas décadas. Y de que a veces la tarea está más cerca del adoctrinamiento que de lo que se necesita hoy.

Los motivos de esta debilitad son varios y varios también los obstáculos que pueden presentarse para cambiar la situación. Y muchos de ellos están emparentados con la causa de la propia declinación del peronismo santafesino y el predominio en él de corrientes más ligadas al neoliberalismo o al conservadurismo que otra cosa, que no se tratará en este escrito sino indirectamente y al final. Y de egoísmos y envidias, de centrar acciones en la conquista y conservación de cargos -siempre limitados-, en amiguismos, o como hace el socialismo santafesino, tomar el gobierno entre otras como una gran bolsa de trabajo.

El tema de la formación también tiene impacto en dos cuestiones vitales:

  • La debilidad de las respuestas que muchas veces se necesitan dar a la hora de apoyar las medidas del gobierno que no se entienden y más aún cuando se cometen errores o cuasi errores y de cómo salir de ellos.

  • Muchas veces, a la hora de elegir candidaturas -sea por la presidenta, por el partido o por las PASO-, se termina oscilando entre alguien poco conocido al que se debe instalar en poco tiempo y otro demasiado bien conocido sobre el cual no se pueden desinstalar muchas de sus conductas anteriores. Y la respuesta a esa disyuntiva es: “pero es lo que hay”. Uno debería preguntarse ¿y por qué es lo que hay? De cualquier manera, como señalé y desarrollaré al final, en Santa Fe el candidato es lo menos importante para explicar el resultado electoral de estas y de anteriores elecciones.

 2) Superar la consigna de reivindicación de la política

 Raúl Alfonsín se enamoró de su eje político “Con la democracia se come, se cura y se educa”, con la cual también iba a levantar las persianas de las fábricas. Si bien fue un buen eje, tanto entusiasmar, ganar la elección y para sus primeros años de gobierno, pronto se mostró como insuficiente y por último suicida, ya que se necesitaba algo más, mucho más, para resolver los problemas heredados de los gobiernos militares y de la propia dinámica de la sociedad capitalista argentina. Estuvo muy bien su reivindicación original y la puesta en escena de tal planteamiento, pero debía ser superado por otro eje lo que nunca ocurrió.

Hace unos años desde los sectores prokircheristas se ha producido un enamoramiento de “la política”, de su reivindicación y de su defensa: “Con la política podemos”, “la primacía de la política”, “sólo la política puede garantizarnos…”

Así como fue importante en su momento la reivindicación de la democracia, también fue importante reivindicar la política, tan desprestigiada (en primer lugar por el accionar de muchos de los políticos, dicho sea al pasar, incluso que aún hoy tienen vigencia) y atacada (especialmente por quienes quieren que la entelequia “el mercado” sea quien regule). Pero hoy ya no pasa por allí. No es la política versus la no política lo que está en juego en nuestra sociedad. ¿Y qué es lo que está en juego entonces? Está claro lo que la oposición dice que está en juego (entre otras la estabilidad económica, la seguridad jurídica, la vigencia de las instituciones, que el salario no es ganancia, evitar la corrupción, el cepo cambiario, el desaprovechamiento de las condiciones de financiación externa, la ideologización de la economía, la caída de la competitividad por un Estado ineficiente, etc, etc). Y responder “el modelo” o que la oposición busca una vuelta a los noventa puede decir mucho a gente como nosotros, pero a otros no le dice demasiado, por no decir nada.

Hoy la bandera ya no puede ser “la política” ni la crítica a la oposición por su falta de política o su no política o su antipoliticismo. De hecho calificar de falta de política o de no político a un opositor le hace un favor y lo propagandiza en los sectores (que son numerosos) que aún ven a la política como uno de los males de argentina y a la política=corrupción. Por el contrario, hay poner de manifiesto las distintas políticas, incluyendo la que se presenta como “técnica” “de gestión” o “apolítica” y fortalecer y precisar la propia, no a nivel de repetición de frases o consignas, sino estimulando la producción política y de agenda y dando respuestas plausibles a problemas concretos.

3) Dejar de creer y afirmar que la oposición no tiene propuestas

Se comete el recurrente error de considerar que la oposición no tiene propuestas, como ya se cometió en la anterior elección de la CABA cuando el eje de campaña era que Macri no trabajaba, no se comprometía, no pensaba en la gente, descuidaba los hospitales, o que “Mauricio es Macri”, etc. Y se perdió grandemente. (Tal vez haciendo las cosas mejor igual se hubiera perdido, porque intervienen otros factores, pero no así, porque recordemos que se perdió incluso en sectores donde antes el peronismo tenía predicamento).

Sí tienen propuestas, sí tienen política, sí tienen equipos. Y tenemos que ponerlas de manifiesto, refutarlas realmente y confrontarlas con las propias propuestas (al respecto me remito como ejemplo a un artículo que hice: «Ni les faltan propuestas ni los une el espanto: es peor»

Tienen propuestas y esas propuestas tienen implicancias concretas en el bolsillo de la gente. Y sería bueno dar a conocer sistemática y concretamente las propias propuestas futuras que se oponen a aquellas y disputar en ese terreno. Pero en la medida que se afirma que la oposición no tiene propuestas, no trabaja, etc, se comete un error que luego se paga. Incluso la consigna del “seguir haciendo” sólo es válida para quienes apoyan o valoran la gestión, pero para quienes la critican o tienen una idea distorsionada de lo que ocurre, hay que completarla con los qué, los cómos, los cuándo. Sola, en esos sectores, la consigna se vuelve en contra (“seguir robando” diría Lanata; “seguir atropellando las instituciones” diría un viejo radical gorila o un joven cobista)

4) Se debe dejar de regalar banderas

En los últimos años se le han dejado a la oposición banderas que han sido el caballito de batalla tanto del neoliberalismo como de la derecha, tal el caso de la inflación y la inseguridad. A las cuales le debemos sumar las banderas propiciadas por el FMI y el Departamento de Estado desde hace más de dos décadas y que desde mucho tiempo atrás con total hipocresía postula el socialdemocratismo y el peronismo renovador y federal: la lucha contra la corrupción.

Hay mucho que decir y hacer sobre esos tres problemas, incluyendo poner de manifiesto como sobre el primero las políticas de la oposición suelen ser sus principales estimuladores; sobre la segunda el principal argumento por el cual han llamado a tumbar gobiernos y a justificar gobiernos de facto, además de empeorar el problema como se ha visto de los socialistas y radicales en Santa Fe; y sobre el tercero debemos defender cómo se combate verdaderamente la corrupción y mostrar como muchos de ellos utilizan maniobras distractivas para ocultar buena parte de la corrupción y la absoluta impunidad de ella e impotencia frente a ella, como incluso lo ha reconocido quien fuera el presidente de la Oficina de Anticorrupción de De la Rúa (cuando se creó).

Frente a esos tres temas debemos dar una respuesta mejor y más contundente que tome el toro por las astas (no me refiero al gobierno nacional y sus medidas, que es de son de su responsabilidad e inteligencia tomarlas, y para nosotros son datos de la realidad, sino a la lucha política e ideológica y a la construcción de fuerzas mejor preparadas y un mejor programa)

Pero claro, para hacerlo hay que cambiar la manera de ver el tema de la inflación y romper con la concepción monetarista y con la propia concepción de qué es la inflación. Lo mismo con el tema de la violencia y la inseguridad enfocarlo a fondo, y en una de esas hay cosas que no queremos asumir (como por ejemplo la violencia familiar y contra la mujer) y no el maquillaje o lo demagógico que puede plantearse y se plantea. Y al de la corrupción también darle con el bisturí a fondo y sin vacilaciones. Y sin miedos de qué puede encontrarse allí.

Para estimular el análisis y el debate y el qué hacer sobre los dos primeros temas, me remito a dos textos, uno realizado antes de la elección del 2009, un pequeño libro titulado «La inflación: el caballo de troya del neoliberalismo» (está en el sitio www.deuntiron.org) que se puede bajar libremente
Sobre la violencia e inseguridad, me remito al ensayo “Violencia e Inseguridad: el bisturí necesario»,

y la La violencia y el narcotráfico en Santa Fe: los cambios necesarios”

La mención de los textos, que pueden aportar tal vez poco, es más como ejemplo de pensar esos temas desde otro lugar.

La clave, la pregunta que nos debemos responder, es si es necesario o no tomar las banderas en contra de la inflación, en contra de la violencia y la inseguridad y en contra de la corrupción (entre otras). De no hacerlo, o hacerlo a medias, o con vacilación o pobre preparación, le seguiremos regalando las banderas a las tendencias neoliberales o a la centro-derecha. Y casualmente son elementos muy sentidos por parte de la población a la hora de definir su voto (aunque contradictoriamente, si se analiza el voto a Binner en Santa Fe, cuando es un ejemplo su gobierno de todo lo que no hay que hacer para combatir la violencia, la inseguridad y el narcotráfico, pero en la medida que quienes se le enfrentan rara vez encaran bien esos temas, le regalan el espacio).

5.- La necesidad de pensar y preparar desde otro lugar las campañas (Sobre lo que sigue me remito a Santa Fe, conozco poco de en otros lugares.)

Hay algo que tenemos que tener en claro. Desde hace varias décadas en EEUU y las democracias occidentales se instaló un estilo de hacer política, un lugar de los medios en ella y un marketing. Que tiene mucho que ver también con el proceso de desideologización, con el corrimiento de lo que se valoraba en la lucha política y electoral, donde primero perdieron importancia los programas, luego los partidos y finalmente termina centrándose en el candidato y su imagen.

Macri tal vez haya sido quien más blanqueó que su campaña se basaba en el marketing, con Durán Barba como gurú principal. Desde hace muchos años, políticos y sectores de diverso signo toman prestado de las empresas sus métodos, sus formas de conseguir clientes, tienen sus consultores, sus asesores de imagen, su plan de marketing, sus propagandas engañosas, con diverso resultado, muchas veces buenos para ellos, malo para mucha gente.

Por otro lado, otros políticos ven innecesario el punto, se basan en su intuición, en su instinto o en su círculo íntimo para definir aspectos cruciales de su campaña o de su mensaje, lo que hace su campaña precaria, basada simplemente en el voluntarismo, la costumbre o la inercia.

Aquí en Santa Fe, desde hace varias elecciones, hemos asistido campañas y mensajes de varios de los candidatos del peronismo que más de una vez uno piensa si no lo aconseja el enemigo.

No sé si por egoísmos, celos, miedos, inseguridad, autosuficiencia o demasiada seguridad en sí mismo y su equipo, no se presta oídos a otras visiones de cómo enfrentar un tema de la campaña, qué temas incluir o la propia campaña. Es rara la búsqueda de otros aportes y menos aún a estudiar profundamente los temas y se limitan a frases trilladas, vacías, insuficientes o poco creíbles, tal vez en la confianza de los equipos que los asesoran.

Respecto a la credibilidad del discurso, no es un hallazgo afirmar que depende mucho de la historia personal del que lo da y la experiencia que tiene el elector con ella, pues sobre ciertos temas el recuerdo está fresco (y con la poca autocrítica que hay al respecto…). A veces se cambia el candidato para seguir sosteniendo una política quemada. Hoy es más creíble Redrado que Cavallo, lo que es lógico: el primero aún no se quemó como aquel, aunque nos une lo mismo. No por nada Redrado ha sostenido en su momento que Cavallo era el mejor ministro de economía que tuvo el país.

Es cierto que a veces los candidatos hacen consultas genéricas. Recuerdo años atrás en Rosario un encuentro de trabajo a profesionales, educadores, etc que congregó a más de mil personas que estuvieron produciendo ideas por muchas horas, en mesas de trabajo y comisiones, pero ninguna de ellas luego tuvo impacto en los dichos de los candidatos ni en el programa ni en la propaganda. Y las había buenas. Siguieron diciendo lo mismo que antes del encuentro, tal vez porque hubo demasiados intermediarios y filtros en el camino por el cual se perdían las sugerencias o tal vez porque en realidad eran puro formalismo y la convocatoria sólo formaba parte de la propia campaña. Como sea, son malas señales y se desaprovechan los aportes valiosos de mucha gente que tiene cosas para decir y quiere aportar. Además la gente se involucra más cuando ve que es tenida en cuenta. ¿Cuántos de los candidatos a los distintos puestos y niveles leer con frecuencia “Bloggers en Acción” y las polémicas que se arman en la blogsfera?

http://bloggersenaccion.blogspot.com/

Encontrarían allí muchos argumentos, muchas frases, incluso imágenes, que le ayudarían a dar frescura a sus discurso, además de mejorarlos, por cierto. Pues si bien probablemente el 80 % de lo que se produce allí no sale del lugar conocido o es repetitivo o meramente personal, hay otro porcentaje, en cada uno de los blogs, que sí nos aporta, sí nos enriquecen las visiones o en todo caso nos hace cuestionar y mejorar lo que pensamos o lo que estamos informados o desinformados. Porque no olvidemos: son movimientos que se crearon para contrarrestar en algo la hegemonía mediática.

Más de un dirigente o candidato están convencidos de que ya lo saben todo y en todo caso no tienen tiempo para estudiar y repensar las cosas. Subestiman, y mucho, el estudio y la lectura.

Un día, un periodista que estaba entrevistando a Aníbal Fernández, que estaba hablando con mucha pertinencia y claridad de procesos técnicos en la impresión de billetes, le preguntó cómo es que sabía tanto de ese y de otros temas, a lo que él le respondió con total sinceridad: “Hace una semana no sabía nada, desde tal fecha estoy estudiando ese tema para entenderlo, inquiriendo a la gente que sabe, leyendo, para luego poder hablar con algún conocimiento. Siempre estudio el problema que quiero abordar”. El de Aníbal F. es un ejemplo atípico. Buena parte toca de oído o se contenta con lo que lee algo de unos pocos diarios y revistas o escuchan en algunos programas de TV. Y flaco favor hacen para incrementar en nivel político general. CF es otro ejemplo atípico y se nota de lejos en comparación con otros presidentes o políticos. Lo que muchos no notan es que atrás de ello hay mucho estudio, mucho esfuerzo, mucho compromiso y mucha coherencia. Pero algunos creen que es simplemente facilidad para hablar o “cancha”.

También hay candidatos que creen que con algunos recuerdos de cosas positivas de su gestión pasada alcanza y sobra. Pero poca es la gente que decide el voto por agradecimiento. En todo caso considera que eso que hizo bien era su obligación. Y si está mejor, como lo está, quiere otras cosas. Rápido uno olvida miserias pasadas, más cuando existe un impresionante aparato mediático y cultural para meter ciertas cosas bajo la alfombra.

Por otro lado, es lógico que quiera más y mejor. Está bueno que así sea, si no no existirían motores para el cambio hacia adelante. Luego vendrá la ponderación de cuándo, cómo, el costo, etc.

Y esos candidatos que basan buena parte de su prédica en cosas que hicieron años atrás cuando fueron gobierno, se olvidan, pues nuestra memoria siempre es selectiva aunque no lo querramos, “de las otras cosas” que hicieron y de las cuales nunca se autocriticaron. Y que suelen ser más fáciles de recordar.

También es un error subestimar el peso del marketing. No sólo Macri. El Socialismo se ha transformado en experto de ello ya desde la formación que recibieron de la socialdemocracia española con su marketing en Barcelona, y su compra del modelo Ciudad Barcelona dos décadas atrás. Y Maquiavelo, aquel que aconsejaba al príncipe que si iba a invadir un país acusara al príncipe invadido de invasor, queda como un poroto al lado de ellos.

Veamos un ejemplo simple:

Un cartel gigante, en contra del gobierno nacional, dice: “En un país normal los jóvenes están en la escuela estudiando, Binner es el cambio”.

Bárbaro. Pero ocurre que vivimos en un país federal y que la responsabilidad de la educación pasa por cada provincia, que dicta sus leyes, etc. Pero no, la culpa la tiene Cristina.

Además, la mala educación, la deserción, la repitencia, etc parece que es causada por Cristina, cuando en realidad fue el socialismo -con el radicalismo y el peronismo de los 90- quien votó la Ley Federal de Educación que fue el ataque más duro recibido por el sistema educativo argentino, que entre otros buscó hacer desaparecer a las escuelas técnicas. Tanto el menemismo como luego la Alianza mantuvieron esa ley y luego, ya con Néstor Kirchner, cuando este plantea hacer una ley de educación técnico profesional que recuperara a las escuelas técnicas, sus títulos técnicos y su financiación para el equipamiento y capacitación, el socialismo y el radicalismo votan en contra, defendiendo en los hechos que sigamos sin títulos técnicos de nivel medio, sin escuelas técnicas. Y en Santa Fe aún se tiene una ley provincial de educación de muchas décadas atrás y sobreviven normas dictadas de épocas dictatoriales. Y bajo Binner se negaron en los hechos a aplicar tanto la Ley de Educación Técnica (promulgada en el 2005) como la Ley de Educación Nacional que eliminó la ley federal (2006) y recién el año pasado el gobierno de Bonfatti, presionado, arma un engendro de cambio de planes de estudio que mantiene en pie cuestiones dañinas que vienen del neoliberalismo.

Pero en la campaña política la responsabilidad de la educación santafesina es del gobierno nacional. ¿Y el peronismo y el kirchnerismo qué hacen?: una parte del peronismo ni habla del tema pues tiene las manos tan sucias como aquellos y jamás hizo autocrítica sincera y convincente. Y la otra parte subestima el tema, probablemente porque lo educativo pesa muy poco a la hora de poner el voto. Y como ese hay muchos ejemplos.

Respecto a la campañas organizadas por el marketing (vender imagen, etc) la alternativa no es contratar a otra consultora mejor, pues estaríamos en el horno, sino dar lugar a la participación de más gente en la definición de los temas, ejes de campaña, análisis de la misma, definición de estrategias y tácticas, no simplemente convocar para repartir un volante, ir a un acto, conseguir cinco votos u otras actividades necesarias pero no suficientes. Y claro, esto está directamente vinculado con el punto 1. Si no hay 1 no puede resolverse bien el 5.

Hay que tener en cuenta que el electorado, por lo menos, se divide en seis: el que adhiere al proyecto del gobierno de CF, el que simpatiza con el proyecto, el que es vacilante, el que es indiferente, el que está opuesto a aspectos del proyecto o de su implementación y el que está total y absolutamente opuesto al proyecto, haga lo que haga este. Y un plan de campaña debe tener en cuenta a todo el electorado. No sólo al que se supone es afín o puede ser afín, como lo que hace el marketing, que define “el target” o grupo meta y se centra allí para ahorrar y ser más eficaz. Alcanzaría y sobraría si el kirchnerismo buscara vender su proyecto, pero lo que interpela es a la conciencia, a decisiones complejas que la gente suele no estar acostumbrada a tomar.

Para cada sector hay que actuar. No con discursos demagógicos para cada uno, sino dando respuesta a las inquietudes de cada uno, incluso a los más acérrimos opositores, aún a los que sabemos que jamás nos votarán. Y esto también se hace produciendo política, agenda, programa, y no con frases hechas o lugares comunes. Y menos con actitudes peyorativas.

Conclusión

Frente a la actual resultado electoral no hay que caer en la tentación de entrar en la polémica con los que hablan del terrible fracaso del kirchnerismo, del fin de ciclo, etc. Como tampoco subestimar el análisis de lo que pasó, y sí hacerlo para mejorar el desempeño de aquí a Octubre, como fundamentalmente pensando en el 2015

Y sería muy pobre si el análisis del magro resultado se redujera a analizar la pertinencia de los candidatos o los errores del gobierno que podrían haber impactado en la elección (sea errores reales o de comunicación), situaciones desgraciadas que se la cargan al gobierno, como las tragedias de los ferrocarriles, o lo malo del transporte ferroviario: Tampoco es aconsejable el encandilarse con consignas que suenan lindo pero que no responden a las necesidades de conseguir el votos y derrotar a quienes quieren volver a Argentina a su normalidad doblemente centenaria.

Un ejemplo del último tipo -y que me disculpen los que la defienden y propagandizan- es “la patria es el otro”, que sólo cobra algún sentido con arduas explicaciones y es más afín a cambios de conducta generales y a estimular una mayor tolerancia, pero tienen poco peso en una campaña. Pues sacando el reconocimiento del otro (que es importante especialmente si el otro es un marginado o un excluido), tienen dudosa validez si el otro es un Cavallo, un Videla. “La patria es el otro” es una buena consigna para una presidenta de 40 millones, o para combatir un poco el individualismo, la falta de solidaridad y el egoísmo, lo que no es poco, pero con demasiadas limitaciones para la actual campaña. El kircherismo se automutilaría si se dedicara a consignas del tipo “Paz Mundial”

También el análisis puede remitirse a no haber sabido, querido o podido contener la fuga de sindicalistas otrora afines, y dejarlos al mismo tiempo que mellaran la política económica del gobierno sin una respuesta mejor. O no trabajar mejor la respuesta a la consigna “impuesto al trabajo”. El que quienes se centraron en ella sacaran pocos votos no indica que no ha sido una consigna que esmeriló un poco la imagen del gobierno. “Si estos que lo apoyaban ahora se les enfrentan, más motivo tengo yo para votar a cualquier otro”.

Tampoco se entiende mucho cómo se dejó crecer la prédica de la re-reelección, cuando era muy fácil desactivarla. Tal vez se creyó que con ello la oposición se mantendría entretenida en irrealidades, pero ocurre que los errores de la oposición no son los que se pagan, sino los propios.

Además, teniendo en cuenta que hay sectores irrecuperables incluso para la vida democrática, que si no golpean los cuarteles es porque hoy no les dan bola, pero sí golpean las puertas de la corporación judicial, de embajadas y de grandes dueños de argentina, no tiene caso tirarles leña al cohete. Y la posibilidad de una “Cristina eterna” exacerba su militancia, su odio y sus acciones de crispación y les da argumentos para juntarse y juntar a otra gente. Y luego, cuando obviamente no ocurra la re-re, la considerará un triunfo suyo al cual la gente les deberá estar agradecida por haber exorcizado al monstruo. Hoy es un tema que ya fue, no puede volverse atrás y causó su efecto, sólo se menciona para poner un ejemplo de que podría haberse desactivado con facilidad. Además, para el kirchnerismo, la continuidad del liderazgo de Cristina no depende de que deba ser presidenta ininterrumpidamente.

Se podría hacer una larga lista de temas que pueden afectar el voto inmediato de hoy, por acción u omisión, pero por allí no pasa el problema, ellos no debería tapar que hay aspectos claves que deberían considerarse como centrales, entre los cuales deberían incluirse los cinco señalados.

Si realmente lo económico -y el bolsillo- es central en las preocupaciones de muchos votantes, el tema no está concretamente en la campaña electoral y menos con la pedagogía necesaria.

Así como no se supo dar una buena explicación cuando la 125 y las retenciones y coparon la parada los sectores oligarcas, no podemos repetir el error con las propuestas actuales de la oposición. Pues ellas tendrían un impacto directo de aplicarse, pero eso no se aprovecha en la disputa.

Y así como DeÁngelis reclamaba el kilo de lomo a 80 pesos (cuando costaba alrededor de 20) y la gente que seguramente a ese precio no podría comerlo y salió a la calle a apoyarlo!!, tampoco se pone de manifiesto con claridad a dónde irían las boletas de la luz, el gas, el precio de la nafta y muchas otras cosas -con todo lo que como avalancha arrastraría. O una devaluación como la que piden. O que muchos dejarían de pagar el impuesto a la ganancia porque sus salarios caerían o quedarían sin trabajo.

Incluso un tema tan concreto como el disparate del precio del pan, en vez de ser los partidarios del gobierno los que se oponen al alza y acusan a las fuerzas de la oposición del mismo (pues el precio del pan y sus aumentos son justamente de los sectores que defiende la oposición y de sus políticas de que sea el mercado el regulador), es la oposición la que cuestiona al gobierno por el precio del pan.

Los cimbronazos electorales cada tanto son inevitables, así como otros económicos, sociales y políticos. El asunto es que sean lo menos dañinos y graves, y que sirvan para el aprendizaje y para salir fortalecidos. Lo malo, lo grave, lo suicida es si para evitar esos cimbronazos cambiamos concepciones, rumbos, objetivos. Por eso la clave de hoy y siempre es que, sabiendo que este jamás será un camino sin obstáculos, pantanos y caídas, trabajemos perseverantemente para estar siempre mejor preparados para seguir recorriéndolo.

Por último, de todas las opiniones que han dado los medios hegemónicos y la oposición sobre el resultado del kirchnerismo en las PASO hay una que sí merece analizarla, pues es muy rica en sus implicancias.

Todos ellos, los “periodistas” estrella, los locutores de radio más desconocidos, y los diversos miembros de la oposición, hasta los sindicalistas que no figuraron ni a placé como para llegar al piso mínimo, manifestaron que ahora el gobierno deberá tomar nota de la realidad, que si no hace lectura de la respuesta que le dio la sociedad, que “debe leer la realidad” … etc, etc.

Ahora bien ¿Qué lectura podemos hacer de la recomendación que se le da al gobierno de que haga lectura de la realidad?

Lo que le están diciendo al gobierno es que si no cambian su rumbo, cada vez conseguirán menos votos, pues la gente rechaza su política, etc. Ahora bien, ¿entonces están aconsejando al gobierno que cambie así el gobierno saca más votos? ¿Tan buenitos son que se compadecen con el gobierno y lo quieren ayudar a que mejore su resultado electoral? ¡De acá!!!

Es obvio que lo que menos quieren es que el gobierno saque más votos. ¿Entonces por qué dicen lo que dicen?: porque si el gobierno cambia su rumbo, su política, no sólo sacará menos votos aún sino que perderá la credibilidad y la confianza de quienes lo votaron, y el kirchnerismo se transformará (es lo que quieren) en un partido más que se postule de ser los gerentes gubernamentales de las grandes corporaciones. Por supuesto que ni es necesario mencionar que si de algo estamos seguros quienes valoramos el actual proceso, es cuál va a ser la respuesta de Cristina, hoy y mañana.

En realidad con eso lo le dicen al votante: todos quieren que el gobierno cambie, pero no quiere cambiar, así que ayúdenos a cambiar el gobierno.

Por otro lado, la cuestión es quién realmente lee mal la realidad. Pues la realidad es también las políticas concretas que tomará la oposición en caso de ganar, la vuelta al control absoluto del mercado, etc, etc. Los peronistas de base genuinos que votan a un Del Sel, Macri o Massa, ¿leen bien la realidad? ¿la leen bien los sindicalistas que han votado al partido de Moyano o a De Narvaes o a De La Sota, leen bien toda la realidad?

Por otro lado, puede sí ocurrir que en algún momento una mayoría del electorado realmente quiera volver a la época de la plata dulce -ya no tendrán las joyas de la abuela para vender, dicho sea de paso-, o prefieran las propuestas del centro derecha, o creer que la esencia del peronismo de hoy es la Unidad Democrática de ayer. Berlusconi ganó muchas veces en Italia, dicho sea al pasar.

Y si la mayoría de la ciudadania prefiere el neoliberalismos al kirchnerismo, a este le quedan dos caminos: cambiar cosas de sus propuestas y políticas para conseguir el voto que responda a ese supuesto humor social, o leer de la realidad que por un tiempo se perderán las elecciones. Tampoco a mi me quedan dudas de qué elegirá el kirchnerismo bajo la conducción de Cristina ante tal disyuntiva. Tampoco me quedan dudas que luego de la desastrosa aventura que podría existir de ganar un rejunte opositor, allí sí se tendría luego kirchnerismo en el gobierno por varias décadas. Y no el kirchnerismo actual: uno peor. Un kirchnerismo peor para la manera de ver de ellos, mejor para la nuestra.

Fernando J Pisani

Rosario – Argentina

14 de agosto de 2013

 Bonus Track sobre el peronismo santafesino y su realidad

 Las PASO también pusieron de manifiesto que más del 70% votó a favor de algún candidato que se reclama del peronismo. Auspicioso panorama para el peronismo, si valiese aquella máxima de Perón de que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista. Pero desde hace décadas, probablemente desde Vandor, hoy la máxima podría trastocarse en que a veces para un peronista no hay nada peor que otro peronista. Por ello es que en algún lugar de este escrito se afirma que en la eventualidad de un ballotage el resultado sería por demás incierto.

 Y al menos para Santa Fe hay que reconocer una realidad inmodificable. Sí, inmodificable: el peronismo santafesino no se unirá más, y buscar su unidad es peor el remedio que la enfermedad.

 Mucho, muchísimo antes de la aparición del kirchnerismo, el peronismo santafesino se asemejaba más a una diáspora irreconciliable o a hijos disputando una herencia llegando a puntos de los cuales no existe retorno. Si antes no se notaba, y si antes podían ganar una gobernación en Santa Fe, se debía a la Ley de Lemas, que permitía que cada uno se votara a sí mismo y el que tenía más votos pasaba a ser gobernador. Pero cuando se quita la ley de lemas, con tal de que no gane el otro sector competidor en el peronismo, se prefiere que gane el radicalismo, el socialismo, el macrismo, lo que sea.

 Los motivos de esas fracturas múltiple son varios y no tan difíciles de identificar en el pasado. No podemos olvidar que las diferencias eran tan grandes e irreconciliables que en muchos casos desembocaron en la eliminación física (asesinato) del contendiente, matándolo o entregándolos a los servicios. También existen otros motivos, más “civilizados” tienen que ver con las diferencias de intereses económicos, de clase, políticos, ideológicos y personales que se defienden.

Pero ese panorama, si se quiere caótico y oculto, se empieza clarificar y reordenar con la aparición del kirchnerismo en la escena nacional, uno de cuyos mojones fue el conflicto por la 125.

 Aunque quedan muchos más, hoy se perfilan dos peronismos, irreconciliables. Pero antes de caracterizarlos una aclaración:

Así como no todo peronista es kirchnerista, no todo kirchnerista es peronista. Obviamente para muchos del peronismo kirchnerista, pongamos el caso de Kunkel, el kircherismo no existe, lo que existe es el peronismo. Otros consideran que el peronismo federal o renovador ya no es peronismo y para demostrarlo muestran la necesidad que tienen de disfrazarse para no presentarse al electorado como peronista (ProFederal, por ej). O para el peronismo de derecha que el kirchnerismo no es en realidad peronista, son del zurdaje.

 Pero más allá de cómo se conciba y defina cada uno, desde el punto de vista político, económico e ideológico, hoy, en el año 2013, han quedado perfilados dos peronismos:

 El peronismo Renovador o Federal -aún bolsa de gatos-, que puede ser definido como el peronismo neoliberal, aunque en realidad es neoliberal más que nada en lo económico, porque sigue conservando parte de la vieja liturgia peronista -que escandalizaba a los liberales-, tiene métodos de trabajo político que el liberalismo calificó de populista y conserva rasgos del viejo autoritarismo y burocratismo sindical-peronista que desde 1955 jugó a dos puntas, pero siempre terminó inclinándose para los pilares del poder y del establisment, y por supuesto de la patronal.

 Por otro lado está el peronismo que se reagrupa bajo la impronta kirchnerista, que retoma banderas e intenta -y logra- superar aspectos cuestionables del viejo peronista, no sin contradicciones que la propia dinámica del proceso van superando.

 La división es inmodificable, y es probable que uno de los dos termine cambiando su nombre, no porque se lo imponga el otro, sino porque lo va llevar la propia dinámica y la parte principal del electorado en quien se apoyará (en sectores medios la pertenencia al peronismo suele ser mala palabra, sea por malas experiencias en gobiernos anteriores, sea por gorilismo, sea porque el propio peronismo actual de las últimas décadas no supo relacionarse mejor con ellos.)

 Lo que sí se puede modificar y se modifica son la pertenencia de las personas a uno u otro sector. Y lo que va a terminar pasando es que quienes se reivindican del peronismo (me refiero a los que tienen más de cuarenta años) terminarán poniéndose de un lado u otro; y uno u otro terminará consiguiendo su voto dejando al contrincante sumido en una perpetua minoría.

 Los sectores más jóvenes, por el contrario, al no pesarle esa tradición, pasarán más fácil para el lado del kirchernismo o del macrismo o de otro ismo que se perfile dentro del peronismo “renovador” y federal (tal vez por un poco tiempo el massismo).

 Pero el peronismo unido jamás ganará la gobernación. Ya no existe esa posibilidad. La ganará uno u otro. O la seguirán ganando los socialistas y los radicales.

 La única manera de que se gane unido es que el kirchnerismo se pase de bando y resigne sus convicciones. Porque seamos claros. Si bien hoy no tiene sentido hablar de quién representa mejor el peronismo original, o quien sería su verdadero heredero, no existe ninguna duda en algo: el macrismo, el reutemismo, el massismo, etc, estarían en 1946 del lado de la Unión Democrática, basta con ver sus propuestas económicas, sus aliados y a quienes apoyan y sirven.

 Y tampoco puede existir dudas de qué lado estaría el kirchnerismo, si de Braden o Perón, si a favor de la Sociedad Rural o en contra, si a favor de abrir libremente los mercados al extranjero o si proteger el mercado interno, y así una larga lista.

 El día que se asuma -como ya asumió hace años el peronismo neoliberal- que es imposible la unidad del peronismo y que hay que reconstruir el peronismo sin vacuos llamados a la unidad o a presuponer fuerzas que no se tienen, podrá existir un resurgir y Santa Fe dejará de estar manejada por la sociademocracia, ¡oh casualidad!, también teñida de neoliberalismo especialmente en lo económico.

Cuando Bonfatti dice que el peronismo ha perdido su rumbo, yo creo que por primera vez están dadas las condiciones para comenzar a encontrarlo, pues a medida que se ha profundizado este proceso, van quedando cada vez más claras las cosas, aún para lo que se niegan a verlo. Pero va a implicar un esfuerzo y una política que no está claro si se generará.

Puede que llegue el día que quienes sigan inistiendo en la unidad del peronismo terminen dándose cuenta (los que insisten o los destinatarios del mensaje) que si se insiste en la unidad es porque quien lo hace aún tiene en un rinconcito de su corazón -o de sus apoyaturas- la política de los noventa en las cuales participó o aún mira con cariño (claro que se la autopresentará de otra forma, “lo bueno de los noventa, no lo malo” dirá.

Hoy en el kirchnerismo se expresa la posibilidad de la recuperación de peronismo. Pero seguramente con fuertes rupturas respecto a cuestiones que no pueden ni deben reivindicarse del pasado del propio peronismo.

Pero hoy el kirchnerismo en Santa Fe está débil entre otras cosas porque lo que expresa del peronismo está débil y porque la búsqueda de la unidad de todo el peronismo -aún cuando sea para derrotar a un gobierno tan nada como el socialismo-, debilita en vez de fortalecer, y desvía las fuerzas a lo que debería ser el principal objetivo y camino.

Dada la realidad de fuerzas actuales, la tarea se presenta como titánica, pero en realidad lo más difícil está en querer dar los primeros pasos y darlos. Néstor Kirchner tuvo la grandeza de pedir perdón a las Madres en nombre del Estado, y actuar en consecuencia, a pesar que él no tuvo nada que ver y a pesar de la poca fuerza política y organizativa que tenía. Asumió sus responsabilidades y pagó costos. Lo triste es ver cómo se dilapida esfuerzo en militancia al encuadrarlas en políticas internas que en el mejor de los casos llevará a transformar al peronismo santafesino en el principal partido opositor. La fórmula para cambiarlo es simple de decir, difícil de hacer pero no imposible si se rompe con lo que está demostrado que no sirve. La consigna y eje organizador principal debería ser ganar Rosario para el kirchnerismo. El cómo, con qué, de qué forma, con quién y con quién no, serían los temas iniciales. Además obviamente de responder correctamente la pregunta de por qué nunca se ganó la ciudad de 1955 a hoy. Y qué se cada uno para conseguir ese resultado. Y qué se debe cambiar.

Pero me temo que lo que se plantea en este escrito no dejarán de ser meras opiniones que no sirven para avivar el interés en analizar la problemática de fondo. Sería demasiado incómodo y tampoco hay mayor interés en profundizar demasiado, al menos por ahora.

Y si llegaron a leer hasta aquí, disculpen la lata y la catarsis :-)

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5 comentarios en «Las PASO: qué debilidades y errores, e ir para adelante, no para atrás»

  1. Agrego una propuesta:

    Hacer mas sintéticos y breves los posts así después de leerlos quedan energías para contestar.

    1. Gracias por el estímulo, PA, lo único que algunos se quejan de los hago gastar mucha luz pues deben quedarse con un buen rato de ella prendida para leerlo :-)
      Y es cierto que uno podría en una sola página escribir las conclusiones que aparecen el escrito, pero en problemas como estos, de cómo construir política, de cómo analizar las cosas, me parece más importante «mostrar» el proceso de razonamiento que las conclusiones, pues hoy las conclusiones sin los argumentos sirven de poco, aún cuando sean buenas. Y la conclusiones con argumentos, sirven más aún cuando las propias conclusiones no sean tan buenas. En fin, una manera de ver las cosas a contrapelo del twitter o de la tendencia dominante de quedarse en los titulares y en el cabezal. Un abrazo y nuevamente gracias a vos y a Rodo por los comentarios

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