Los Límites del capitalismo argentino
Crecimiento. Tensiones inflacionarias. Competitividad.
El perfil de la economía argentina, pasados 8 años de crecimiento, incluido uno cuasi recesivo al que se le echó abundante aceite en los engranajes para permitir su funcionamiento aún a marcha lenta (sí, las metáforas mecánicas tienen su encanto, para qué negarlo) sea posiblemente la mejor forma de intentar comprender los posibles derroteros políticos para los próximos años.
1. El crudo Invierno de Manolo
A mediados del 2008, sostuve que las señales de la economía mundial indicaban la irrupción – más temprano que tarde – de una típica crisis de sobreproducción.
La recesión, hija de ésta, que sobrevino a fines de aquel año aún perdura, y la guerra comercial de todos contra todos no muestra señales de detenerse.
El Banco Central Europeo (eufemismo por “Bundesbank”) ha ratificado su apego a la ortodoxia monetarista más militante. Parados sobre la economía más productiva del planeta y sentados sobre la máquina de fabricar euros, los alemanes consiguieron con sus exportaciones lo que los panzers no pudieron hace 7 décadas. Aún así el capital germano debió presionar a la baja sobre los salarios de sus propios trabajadores.
La Reserva Federal (eufemismo por “Banco Central Mundial”) mientras tanto, ha lanzado una Licitación para la ampliación y renovación de todo el parque de impresoras, con el objeto de sostener el ritmo de emisión, que no se cansa de batir récords. Por el método de pagar con papel desvalorizado la hora de trabajo el capital yankee obtiene los mismos resultados que los ordenados teutones.
Ambas soluciones tienen el mismo punto débil: abaratar el precio de sus productos es sólo una parte, la otra – más difícil, créanme – es encontrar quién los compre y los pague. Aquí los mecanismos previstos por la OMC se vuelven contra sus propios creadores, que comienzan a recurrir a procedimientos que no figuran en el Manual de la Calidad de la citada organización. Hecha esta modesta, breve y documentada introducción, veamos que pasa en estas pampas.
2. El caliente Verano de Mariano
Finalizada la temporada estival se midieron resultados récord de consumo turístico interno. Ni siquiera el GDA pudo escapar al frío de los números y el calor de la economía. En otras clases la AUH cumple y el Bono a los Jubilados dignifica (Dos mil palitos más para avivar la hoguera).
La mejora en el índice de ocupación, y dentro de éste el aumento – sí que modesto – del universo de los que cobran en blanco frente a los negreados aportan su llamita a estos fuegos.
El estímulo a la demanda interna sigue persiguiendo el objetivo de mantener girando la perinola, evitando que esta se detenga y dictamine quién paga. O, en otros términos, mantener activo el círculo virtuoso consumo-producción-empleo, según el manual de economía «k», influido por el espanto al período 1998-2002, en el que la deflación mostró el reverso de la simpática cara que el neoliberalismo maquilló durante algunos años previos, pagando gastos corrientes con activos patrimoniales, algo así como vender las joyas de la abuela, la casa y la honra de las hijas para que algunos sigan comiendo jamón español y chocolate suizo.
Los beneficios de estas políticas, mensurables en el corto plazo, no deberían – sin embargo – impedirnos ver ciertos límites no demasiado lejanos.
En efecto, tal como en los últimos tiempos se viene sincerando, las tensiones inflacionarias no reconocen las mismas causas de hace dos décadas. El superávit fiscal implica – además de capacidad para operar sobre la economía – que la emisión monetaria se produce para convalidar el aumento en la demanda de medios de pago por parte del sector privado: el crecimiento de la actividad necesita circulante. Las tarifas vienen disminuyendo, por efecto de la inflación, año a año, permitiendo a los consumidores destinar porciones crecientes de su ingreso al rubro alimentación – por ejemplo – que no deja de crecer, cobijado en los precios internacionales de las commodities y los acuerdos entre el gobierno y la burguesía agraria que desactivaron en parte la rebelión de los propietarios y fracturaron la mesa de enlace.
Nada indica, por otra parte, que vaya a detenerse la preferencia del sistema financiero por otorgar créditos al consumo, subidos a tasas efectivas anuales que envidian banqueros de todo el mundo.
Colándose entre estas causas, como los marineros de Odiseo en la caverna de Polifemo, la inversión estatal en infraestructura y educación (por citar sólo dos elementos inflacionarios) no deja de hacer su aporte. Imprescindible, por otra parte, agrego, editorializando. En efecto, en una sociedad con NBI en alto grado la construcción de redes de agua potable y cloacales es tan necesaria como inflacionaria. Al ser actividades con una altísimo componente de mano de obra en su integración de costos pagan salarios que no se traducen en la producción de bienes transables. Es decir, no aumenta el volumen de la oferta de bienes y servicios. En palabras de ciertos referentes políticos: se van por la canaleta de las 4 comidas diarias, las zapatillas y la cuota del ciclomotor. Si bien en el mediano plazo las inversiones en infraestructura deberían fructificar en una mejora de la competitividad sistémica, no es menos cierto que en la coyuntura conspiran contra la actual.
3. El módico Otoño de la burguesía que supimos conseguir
En paralelo al virtuoso círculo de crecimiento y empleo que el consumo alienta, otras variables parecen menos beneficiosas al considerar el largo plazo. La catarata de dólares que ingresan, a cambio de porotos de soja, obliga alBCRA a comprar este producto, convirtiéndose en demandante de algo que el resto del mundo no quiere. Son, ciertamente, las desventajas de la triangulación. Argentina le vende soja a los chinos, éstos le venden baratijas a los yankis, y estos – como vienen haciendo desde Bretton Woods – le venden papel verde al resto del mundo. Como una parte – ya no tan grande – de nuestra deuda está nominada en esos papelitos, nos sirve para pagar facturas atrasadas.
El «viento de cola», la re-programación de los vencimientos de aquellas facturas impagas, y una administración austera durante el primer trienio del ciclo iniciado en 2003, bastaron para que las amenazas políticas no se tradujeran en acciones efectivas. El crecimiento económico – descrito más arriba – necesitó, en cambio, de otras acciones e intervenciones.
Como cada pecado trae su penitencia, es inútil llorar por la pérdida de ciertas virtudes si es que uno ha decidido abstenerse del celibato. Es decir: en el famoso «modelo» – parte dibujo previo y parte fruto de los avatares – se detallan, en letra chica – concedido – las contraindicaciones.
La producción de cereales y oleaginosas, aceites, carnes y demás productos del sector primario, junto a hidrocarburos y minerales representa un poco más del 50 % de nuestras exportaciones. Todas estas actividades, capital intensivas, no se resienten demasiado de la diferencia entre la evolución de los precios internos y la cotización del dólar.
Las exportaciones industriales, por el contrario, sufren la devaluación de Obama, mientras se persignan y le prenden velas a la política monetaria brasileña.
Siendo Brasil el principal destino de nuestras exportaciones industriales mejora la performance expresada en el tipo de cambio multilateral, su reverso es que cada vez cuesta más exportar a otros destinos, o – la otra cara de la moneda – es cada vez más barato importar productos industriales y sustituir producción local.
El éxito del modelo, se ve, contiene el germen de su propia debacle.
Ahora bien, dado que la preeminencia, imperio o simple soledad de la economía a la hora de digitar nuestras pobres existencias es una religión que profesan los liberales (y algunos marxistas sui generis) aquellos que comulgamos en el altar de la política deberíamos poder atrevernos a pensar en alternativas que emparchen, remienden, renueven, relancen o – más sencillamente – propongan continuidades virtuosas y rupturas con los vicios.
¿Qué propuestas podrían llenar estos requisitos?
Parafraseando al general, diríamos: «Los hay combativos, los hay contemplativos, ortodoxos o heterodoxos, pero devaluadores somos todos«. Con lo que estamos como al principio, como después de visitar al Oráculo: la respuesta la tiene que dar cada uno según su leal saber y entender. Según sus principios ideológicos in-negociables o sus alianzas de clase pasajeras.
La dinámica social, después, derivará hacia nuevas pantallas y desafíos a superar.
udi, mediados de 2011
me parece bueno el analisis,pero,como no se nada de economia,simplemente me pregunto hasta cuando los yanquis seguiran comprandoles baratijas a los chinos…
por este camino,resulta evidente que pueden hacerlo porque nosotros(y otros)les compramos dolares,ateniendonos a esta especie de cuento chino,dado que si por nacionalismo conveniente,si dejaramos de hacerlo,la economia yanqui colapsaria,con lo cual somos los dueños de la economia mundial…¡ayuda,por favor!
mas interesante me resulta pensar en que la raiz de los problemas reside en la sobreproduccion capitalista tomada en terminos generales.Parece que no el efecto Keynes es suficiente,es decir cabe preguntarse porque la mejora en el poder adquisitivo de la gente no permite absorber esa sobreproduccion.He ahi como el capitalismo engendra su propia destruccion,en este caso virtuosa.
Isabel: en realidad, la decisión de comprar dólares y atesorarlos (que comparten la mayoría de los bancos centrales de los países emergentes) no es voluntad de los gobiernos simplemente.
Opera hay la cuestión fiduciaria.
Digamos, la validez de una moneda está dada en gran parte por la aceptación que la misma tiene para los actores de todo el ciclo económico.
El dólar sigue siendo una moneda altamente aceptada en el mundo por los ciudadanos comunes. Y esto de alguna manera condiciona a las autoridades monetarias.
Traslademos el tema a la Argentina: ante cualquier turbulencia el comportamiento general de los argentinos con capacidad de ahorro o acumulación es comprar dólares.
Ante una estampida de la demanda de dólares, entonces, el banco central tiene que tener billetes para saciarla. No puede decirle a los ahorristas desesperados que en las casas de cambio les van a dar unos papeles de colores con la cara de un chino que en realidad valen más que el dólar.
Por eso, si bien esta prevalencia del dólar como moneda de cambio y reserva de valor a nivel mundial no es inmodificable, tampoco es algo que vaya a modificarse rápidamente por un golpe de voluntad. Ojo, puede que se de algún hecho, en algún momento, que acelere dramáticamente el proceso o que hasta genere un shock. Pero este hecho no pasará por la voluntad de las autoridades monetarias de ningún país, sino por una conjunción de distintos factores.
Un abrazo
En este contexto, además de la devaluación, existiría la posibilidad de realizar inversiones en «especie»… de ahí podría surgir una mejor justificación a la idea de participación de los trabajadores en las ganancias empresarias.
O sea:
1) Los trabajadores hacen más turnos, mejoran la producción con la misma infraestructura productiva, crean procesos innovadores que surgen de su conocimiento de la producción y generan un aumento en la capacidad instalada que no requiere dólares ni compra de maquinaria.
2) Los productores de materiales básicos también invierten en la industria aportando materia prima
3) Los dueños de los medios de producción comparten parte de su propiedad a cambio de esta generación de capacidad extra.
Como resultado, se agranda la oferta de bienes y servicios sin requerir Inversión Extranjera Directa ni Financiación por Deuda Externa…
Para que esto se dé, el primer paso es reconocer que puede producirse más sin dinero, el segundo paso es reconocer que vale la pena compartir propiedad y ganancias de las empresas para que todos ganemos más, y el tercero es dejar de tener movimientos oscuros en los libros de las empresas para que todo esto se pueda producir.
Los trabajadores de ese puñado de empresas ya son, desde el punto de mvista económico, privilegiados frente a la mayoría de los trabajadores. Si hay posibilidad de ampliar la producción, em vez de ese trabajo extra de los mismos, sería más lógico incorporar otro turno y ampliar ese «privilegio» a más trabajadores.
yo no digo que sea voluntad de los goiernos,sino de la gente,que mas bien piensa en preservarse economicamente.
El análisis es correcto, claro que le faltan las propuestas para salir del encierro en el que se va metiendo la economía y sin demasiadas alternativas de solución por parte del gobierno, al menos por ahora.
El ingresos de una mayor cantidad de demandantes al mercado, favorecido por las políticas del gobierno, está generando el estrangulamiento de la oferta de bienes lo cual genera un incremento de precios innegable más allá de con qué índice uno lo pueda medir.
Ahora bien, no hay forma en la que pueda modificarse tal situación -sin acudir al enfriamiento de la economía, ergo caída de consumo, salarios…-si no es con un incremento de la inversión y no cualquier inversión sino aquella que apunte a incrementar la oferta; quiero decir que, por ejemplo, la inversión pública en infraestructura no revertiría la situación, más bien la agravaría al seguir agregando demanda al mercado. Nicolás hace una propuesta en la que, sin negar que podría funcionar puntualmente en algunas empresas, no alcanza para solucionar el rpoblema por la magnitud del mismo. La cuestión es: cómo incrementar la inversión. Para eso hay soluciones y una de ellas, quizá la de mayor efecto, sería la de creación de un Banco de Inversión que financie a aquellas empresas -fundamentalmente PYMES- que no tienen acceso a otras formas de financiamaiento y el tema es cómo fondear un institución de tal naturaleza; la respuesta no es unívoca, podrían utilizarse fondos públicos del ANSES, apelar al ahorro del público asegurando una tasa retributiva promedio de tasas pasivas del mercado más la rentabilidad delos proyectos a financiar.
Interesante el reportaje de Zaiat a Mercedes Marcó del Pont. Muy clara en sus repuestas y hay dos cuestiones a las que apuntaría, una que es bien cierto que el grado de concentración de la economía es bastante alto en Argentina, mayor que en otros países y si esto tiene incidencia en la formación de precios debería actuar con más rigor la Secretaría de Comercio; no hay que tener a raya sólo el valor del cable. Marcó del Pont apunta más a una política de apertura de bienes transables para castigar a las concentradas en caso de desfasaje de los precios lo cual es una medida aceptable también en ciertos sectores porque no hay que olvidarse que hay unas cuantas grandes empresas que son integradoras en su proceso productivo de una gran cantidad de PYMES, lo cual incide en gran forma en el nivel de empleo. La otra cuestión que menciona,ante la afirmación de Zaiat de que la capacidad productiva está al límite, es que el nivel de la oferta está sobrepasada en su capacidad de responder a la demanda; hay evidencias en que muchos sectores ya se ha traspasado ese nivel por lo cual hay que actuar activamente en la línea de la inversión, vía crédito, lo cual es absolutamente compartido.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-170854-2011-06-26.html
Errata: es que el nivel de la oferta «no» está sobrepasada en su capacidad de responder a la demanda
JP: un Banco de Inversión, financiado con los recursos generados por la estatización del comercio exterior sería no sólo más efectivo sino más justo.
Nicolás Cohen: las condiciones políticas para encarar soluciones como las que Ud. propone me parece que son menos viables (hoy x hoy) que la propuesta de esatatización aquí citada.
Gracias a todos por comentar
Saludos