Los zonales de Clarín

Un buen ejercicio es comparar las notas de los suplementos zonales de Clarín con la edición nacional del mismo diario. Mientras en la nacional, las primeras quince páginas están dedicadas a pegarle palos al Gobierno, en los zonales –con excepciones, por supuesto– pasa lo contrario. 


Las más de las veces, las notas políticas no atacan al  Intendente del distrito, por el contrario, muchas veces sirven de propaganda de las acciones de los poderes ejecutivos locales. Claro que hay reclamos, la inseguridad, por caso, es el tema más recurrente. 


Las notas de color, referidas a personajes de los barrios, funcionan como reconocimiento a personas comunes que muchas veces realizan obras o acciones en beneficio del prójimo.


Cuántas veces hemos leído en la edición nacional, notas en contra de los «trapitos» o  «limpia vidrios» que suelen reunirse en las esquinas. Hace unos días, se detuvo a una banda que amparándose en esa tarea, robaba a los automovilistas en la misma avenida 9 de Julio. Sin embargo, también los hay de los otros, los honestos, los que han caído en esa alternativa «laboral» y que aún no han podido reinsertarse en el marcado, esos jamás recibirán una nota en el Clarín nacional.


Pero, el suplemento La Matanza nos sorprende hoy, con una nota a un limpia vidrios que quiero compartir con ustedes. Primero, porque lo conozco y me consta su labor, ya que como mínimo paso cuatro veces por día por esa esquina y segundo, porque, a pesar del desconocimiento de la gente, que reclama aún a TBA, el ferrocarril Sarmiento a vuelto a manos del Estado, ya que se le saco la concesión al grupo Cirigliano, y es ése Estado, el que debe solucionar el problema que se da en esa y en todas las barreras del trazado oeste del Sarmiento. Ahora que Florencio Randazzo ha tomado cartas en el asunto, sería bueno que bajara a lo cotidiano y diera una solución al vecino. 


Si los noventa dejaron afuera a los guardabarreras -una de las tantas excusas para echar personal- por la sistematización de las barreras, la falta de mantenimiento de los privados han reactualizado esa profesión. Si la labor que lleva adelante el amigo Ricardo Pedrol puede resultar simpática, no es menos cierto que, en este aspecto, al Gobierno, no se le puede aceptar más dilación. La vida de la gente se va en estos cruces. 

La barrera estaba baja. Los automovilistas, frenados frente a ella. Los minutos pasaron y no levantaba. Pero ahí estaba él, Ricardo Pedrol, como todos los días firme en el paso a nivel de Avenida Rivadavia y Pastor Obligado, en Ramos. Él trabaja en el lugar, limpiando los vidrios de los autos. Pero además ofrece otro servicio: oficia de banderillero porque eventualmente la barrera no funciona. Entonces les avisa, silbato en boca, a los vehículos cuándo pueden cruzar y cuándo no.
Los vecinos ya se acostumbraron a pasar con la barrera baja, porque anda mal. «Lo hago de manera desinteresada. Acá me conocen todos, hace 20 años que estoy en la zona. La gente me hace señas, me saludan. Me buscan con la mirada para que les de el visto bueno y pasen», contó Pedrol a lamatanza.clarin.com.
La cuestión es que, como la barrera se traba seguido, se forman largas filas. Pero también están los que deciden pasar igual. Por eso Ricardo decidió ser el banderillero del lugar. «Conmigo cruzan el paso a nivel con los ojos cerrados», agregó.
Para profesionalizar su trabajo, Pedrol se compró un silbato. «Antes me ponía a gritar, pero no me daban bola. Cuando escuchan el silbato, es otra cosa», resaltó mientras con el limpiavidrio en la mano les hacía señas a los autos para que no pasaran, porque el tren estaba cerca.
Ricardo se paró en el medio de las vías. Miró para ambos lados. No dejó pasar a nadie. Cuando el tren se alejó, dio el OK. Los vecinos, agradecidos, lo saludaron con el pulgar para arriba.

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