Más Mundial que nunca

Fin de la primera rueda y se vuelven inevitables algunas primeras conclusiones sobre los tres partidos que jugó la Selección. De paso, ya arden los primeros diarios de ayer y las cintas de video mala leche que circularon antes de Sudáfrica 2010 y que atentaban contra la capacidad del Diez para ponerse la pilcha de DT.

Hay equipo y una idea de juego. En vastos pasajes de los tres partidos hubo un claro protagonista y un dueño del juego. Por momentos se vio una Selección que se juega a “todo o nada”, siempre apostando a conseguir el primer gol y a convertirse en el dominador absoluto del partido. Frente a los tres rivales, en todo momento la idea fue la de ir para adelante, buscando verticalidad y llegando con buenas combinaciones entre las sociedades que más garpan: Tévez – Verón, Messi – Higuaín, Verón – Messi, Tévez – Higuaín, a las que se sumaban Di María por la banda izquierda, Maxi por derecha y el Kun Agüero desde el banco.

Hay gol más allá del tridente. El Gringo Heinze, luego Martín De Michelis –de hasta ahora regular campeonato- y “Nunca es tarde” Palermo –cuyo gol hasta puede ser, el 11 de julio, la frutilla del postre-, demuestran que el equipo es capaz de encontrar respuestas más allá de Higuaín o, cuando Messi y compañía tienen cerrado el arco.

Messi está intratable. Todavía Lionel no mojó pero ya podemos dar testimonio del tercer regreso de Cristo a la tierra, tras la segunda llegada de D10S en México ’86, claro está. El 10 del Barcelona se mostró en órbita e hiper-conectado con el equipo. Hubo paredes a toda velocidad en tres cuartos de cancha hacia delante, además de sus habituales cambios de ritmo y los shocks eléctricos que ocasiona en el juego colectivo cada vez que se adueña de la pelota. Logró sacarse de encima aquella presión que se le adosaba a la camiseta cuando tenía que ir para adelante en la cancha de River. Apareció el Messi que pedía “la gente”. Hubo destellos de un Messi excelso frente al “Messi trucho” que se vio durante toda la ronda eliminatoria. Hay que confiar en “la pulga” porque en cualquier momento acaba con los sopla-vuvuzelas y enmudece a todo el estadio.

Vamos las bandas. Se lo criticó mucho a Maradona por su planteo 4-4-2 con cuatro centrales en el fondo. Cuando arribó a Pretoria dio señales de haber roto el esquema. Hasta el momento, hubo interesantes subidas de Jonás en su nuevo puesto de lateral derecho y fue muy bueno el rendimiento de Clemente Rodríguez cuando le tocó entrar y hacer lo suyo. La dinámica de Maxi combinado al rendimiento –si bien, con altibajos- de Nicolás Otamendi cambió las expectativas que muchos tenían frente a la idea inicial que se le atribuía al DT.

D10S cada vez más Dios. Parece una verdad de Perogrullo pero Diego está afiladísimo. Se mostró sobrio, atemperado y convencido de su labor al frente del Seleccionado en cada conferencia de prensa y en su labor cotidiana. Logró ganarse la confianza del plantel, el cuerpo técnico y allegados, y su presencia en este Mundial reanimó esa mística que los argentinos alguna vez sentimos en campeonatos anteriores y que en los últimos años era apenas una añoranza. A un lado la melancolía. Tiren papelitos muchachos: ¡Diego está de vuelta! Más Mundial que nunca.

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