Muchos de nosotros consideramos que el enfrentamiento entre los intereses de cierto sector agrario y las políticas económicas del gobierno es la culminación de una determinada manera de hacer política. El proyecto económico empezado por Néstor Kirchner y continuado por Cristina Fernández se articula sobre una serie de características de implementación que algunos calificaron de setentistas, allá por el fin de la debacle económica y el inicio de un gobierno nuevo, con aires de renovación sureña. Esta forma de implementación no es sino, la forma, el estilo de hacer política de un gobierno: para algunos agresivo, autoritario, demagógico. Para otros, justo, esperanzador, progresista. Una de las ventajas de la democracia es la posibilidad de alinearse bajo la ideología que más nos convenga… o convenza.
En este marco, el gobierno de la presidenta buscó aumentar la recaudación a través de una medida impositiva que recayera sobre el sector agrícola, el 35% de los ingresos neto iría directamente a manos del ejecutivo. Y fue este el punto en donde las tensiones entre dos de los actores políticos más importantes colisionaron irremediablemente. Ambos, el Estado y la mesa de enlace, se mantuvieron fieles a su manera de batallar. Por un lado, el gobierno kirchnerista, con su indeclinable personalidad de tomar medidas a todo o nada sin importar, valga la redundancia: nada, y por otro, las agrupaciones agrícolas (cuya representación campestre deja mucho que desear) no dejaron de lado su tradicional concepción sobre sí mismas: el campo es argentina, el granero del mundo, el trabajador de verdad es aquel que trabaja en el campo y un largo etcétera que viene desde la época en que Martínez de Hoz fundaba la Sociedad Rural y con ella otorgaba inimaginables extensiones de campo argentino a una pocas y concentradas manos que, al día de hoy parecen seguir viviendo en el siglo XIX.
Fue entonces cuando le toco decidir a los representantes del pueblo. Y fue cuando en esa madrugada, el vicepresidente Julio Cobos voto en contra no de una medida sino del gobierno.
Entonces: ¿qué no deja ese episodio en particular? La obviedad de la pregunta es contestada con el simple hecho de observar la división más grande entre lo que llaman el campo y la ciudad, entre el progresismo y el conservadurismo, entre el capital político perdido por el gobierno y el adquirido por una parte de la oposición. Es cierto, muchas cosas quedaron dichas a partir de ese momento.
Pero lo llamativo es el impacto que todo esto dejo sobre aquellos que no son actores políticos activos, sobre los individuos que no tienen una opinión política constante y homogénea, capaz de perdurar en el tiempo. Dado que este enfrentamiento congregó a los dos elementos políticos más importantes del país, a saber: el Estado y la representación de esa parte del campo, es innegable el grado absoluto de publicidad que tuvo ese debate en la Cámara de Senadores. Ese debate implicó la atención de muchos de los que no suelen impregnarse de la realidad política, sobre todo los jóvenes. Y es en la mente, en la personalidad, en la formación política de estas personas (que, repito en general son jóvenes) en donde se verifica la verdadera riqueza que este enfrentamiento dejó, pese a que es una cuestión que aun no ha terminado. Aquellos que vieron por primera vez a un vicepresidente votar en contra de su presidente más que el inicio de una crisis de poder, vieron el verdadero espíritu de la democracia. Institucionalmente, el daño generado por la acción del vicepresidente es en mi opinión grande. Se supone que su cargo es un pilar de la construcción política, desde donde se aporta para el correcto direccionamiento del país: un hombre que fue elegido para un proyecto de gobierno y que a su vez acciona de una manera distinta a los valores por cuales fue elegido, genera un daño irreparable, innecesario y absolutamente repudiable. Para que no queden dudas: el voto no positivo, no es positivo para aquellos que abogamos por un proyecto de país serio, con solidez valorativa, justo y redistributivo en todo aspecto. Pero también es cierto que de este tipo de acciones, nuestra historia está plagada. Desde un punto de vista más amplio, el hecho de que un vicepresidente actúe de manera extraña a lo normal arroja una inesperada consecuencia: la inclusión de aquellos que no son individuos constantes en la política, a través de la publicidad que adquirió este debate. Todos fuimos testigos de la materialidad del juego político, todos sin darnos cuenta asistimos a una manifestación del funcionamiento del sistema. En este sistema vivimos, de esto se trata la verdadera política, nos guste o no. Y es este pensamiento el que quedara grabado en aquellos a los cuales no les interesa la política pero aun así se vieron involucrados en ella a partir de ese debate.
¿Nuestra personalidad política se está formando debido a estas controversias institucionales a lo largo de la historia? ¿Nuestra educación en términos de identidad de país se construye a través de estas situaciones a simple vista negativas? ¿Es esta una educación negativa? Las respuestas irán surgiendo según pase el tiempo, pero no tengo dudas de que educar al soberano (y el soberano es el pueblo) nunca fue más fácil de hacer que ahora.
En lo que fue el conflicto con los sojeros creo que el Gobierno fue cediendo en todo excepto en el porcentaje de retenciones móviles. Reunión tras reunión le iban dando al «campo» una cosa tras otra pero no cedieron en lo último. Yo atribuyo en parte al fracaso de esa etapa negociadora la obstinación que le pone el oficialismo, a partir de ese momento, a muchas negociaciones: sabe que, aunque ceda, hasta que no lo vean de rodillas y con los pantalones abajo no van a dejar de pedir.
Creo que el ideario de «granero del mundo» y «el campo es la Argentina» viene de mucho antes. Desde 1880, principios del siglo pasado. A mi en la escuela me lo enseñaron. Es difícil luchar contra eso porque es una batalla cultural que ganaron a partir de la Conquista del Desierto (sabemos que no estaba desierto, sabemos que mucha sangre regó las pampas).
Por lo demás, concuerdo con tu post. Muy bueno.
Saludos.
no olvidar que cuando la 125 modificada se aprobó en diputados, el señor Buzzi [FAA] se abrazo muy contento con el diputado Rossi.
Ricardo
Aunque coincido con muchas de tus apreciaciones, no puedo dejar de señalar lo que parece se pretende seguir ignorando.
Nestor K fue el verdadero inventor de la mesa de enlace: haste ese momento, las clàsicas representaciones del sector se movìan con otros mecanismos, nada santos, pero muy lejos de la cohesiòn que les regalò la prepotencia del ex presidente en funciones de.
A la ya clàsica falta de cuadros verdaderamente capacitados, se sumaron sus caprichos añadidos a los que algunos llaman falta de cintura. Las idas y vueltas del entonces leal Albertito Fernàndez con explicaciones absurdas y el no querer entender que a veces hay que retroceder y aguardar el momento oportuno para tener logros, son apenas una muestra a las que habrìa que añadir la absoluta falta de planificaciòn en el area agrìcola-ganadera.
Soja, soja y soja-dinero seguro para hoy, pero que no alcanza para imaginar el futuro.
Si el amoral de Copbos hubiera votado de otro modo, nada se hubiera ganado. El mal ya estaba consumado merced a ese extraño ejercicio de multiplicar adversarios.
O sea, y repitièndome con lo dicho en otras oportunidades, NK sumè la invenciòn señalada al «regalito» que nos hizo en Capital, cuando en el 2007 jugueteaba creyèndose ganador entre Filmus y Telerman, y asì nos va yendo.
pro2003: es verdad. El oficialismo se equivocó y mucho en ese conflicto y propició que la FAA acudiera a los brazos de la SRA para mantener tiernas relaciones carnales (je).
Pero convengamos en que ese conflicto parió un sujeto que no existía hasta ese momento. O que estaba dormido, no sé. Y hablo de la clase media que se comió el discurso maniqueo de los Medios y se embanderó detrás de un sector que le prometía el kilo de lomo a 80 pesos.
Cobos votó no positivo. Decís que si hubiera votado no negativo no hubiera mejorado nada. Puede ser. Pero el riesgo de una restauración conservadora y neoliberal hubiera sido menor, ¿no?
Ridìculo. Justamente la equivocada y falsa nociòn del «granero de mundo» es lo que lleva a justificar retenciones altas (altísimas antes de la 125), o cualquier medida discriminatoria que no se aplica contra otros sectores de la economía. Por el contrario, si lo consideramos un sector más, no tiene justificación alguna la exacción diferencial y abusiva.
En aquella época la presidenta hablaba de la «ganancia extraordinaria». Monstruosa hipocresía porque ella misma estaba teniendo en sus negocios personales, ganancias mucho más altas (en términos absolutos y en porcentajes), que la absoluta mayoría de los productores.
La 125 fue una medida meramente fiscalista para engrosar «la kaja»,cuando les agarro la sorpresa de los productores cortando rutas,ahi empezaron a buscar excusas «epicas» como la lucha contra la «oligarquia» y demas zandeces.
Por que tubieron tanto exito en contener al kirchnerismo los productores? por que son ellos los principales creadores de riquezas en el pais,de los 16000 mil millones de U$S de superavit comercial que se espera para este año,el 90% proviene de las exportaciones agricolaganaderas.(no se si seremos el granero del mundo,pero que las cuentas fiscales dependen en gran medida de los productos del campo,no queda ninguna duda)
Creo que deberian impartir clases sobre «economia para principiantes» en las carreras humanisticas de la UBA,por que parece que muchos de esos chicos progres aun creen que el dinero florece en los arboles de la quinta de olivos.
En cuanto a cobos,es vicepresidente de la nacion ,no les gusta? juicio politico entonces (si consiguen los votos claro) de ultima,consuelense en que lo votaron ustedes en el 2007.
lo negativo excluye algo puntual,pero deja abuerta un sinnumero de posibilidades.No es lo mejor como horizonte d e decisiones.Se lo que no quiero pero no se lo que quiero:inmadurez sin duda.