Peter Capusotto y la cultura menemista

La cultura menemista es el hijo bobo de un matrimonio híbrido entre dos seres que- a priori- no estaban destinados a juntarse: cierta tradición nacional-populista y el neoliberalismo internacional. El resultado de semejante unión ha dado retoños con un nivel de pelotudez que merecería el desprecio de todo un gallinero.

El menemismo guarda cierta relación con el sketch de Peter Capusotto y su famoso auspicio: Restaurant “Uh, nos rompieron el orto”, donde los típicos canelones de verdura son llamados “tubos de pasta arrollados habitados por aglomerado de vegetales en tritura”. Un lugar donde los precios son exorbitantes y las porciones “más chicas que la mierda”:


La humorada viene a ser una parodia a establecimientos como el desaparecido Te Mataré Ramírez, donde tratan de hacer sentir al cliente como parte de una suerte de distinguida aristocracia culinaria. Según el sociólogo argentino Matías Bruera, a partir de la década del 90 se produce un fenómeno mundial respecto de la proliferación de la cultura gourmet, fenómeno exacerbado hasta el paroxismo en la sociedad argentina. Este tipo de cultura viene a ser una especie de sofisticación de los paladares, de refinamiento del gusto, en un país que es productor mundial de materias primas. Cuesta creer semejante paradoja, pero en este bendito país donde se celebra la cultura gourmet, un gran porcentaje de la población se vio masivamente obligada a revolver entre los desperdicios de la basura como consecuencia de la crisis de 2001. Cabe destacar que el hecho de que tantos argentinos se hayan visto destinados a vivir de los desperdicios fue -en gran medida- consecuencia de una decisión política: la caída de una convertibilidad «ficticia» donde, hasta ese momento, un dólar «valía» lo mismo que un peso. Otro punto central: somos un país donde el 60% de la tierra está plantada con soja transgénica. 


«SOMOS LO QUE COMEMOS»

Esta frase es una traducción castellana de un juego de palabras que tiene sentido en su idioma original: Man ist was man isst (uno es lo que come). Más allá de si la frase hecha se corresponde exactamente con la realidad de nuestro ser, es importante destacar que también y sobre todo SOMOS LO QUE PRODUCIMOS. Cuando se insiste en la distribución no se puede pasar por alto la PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS. Ojo, cuando se habla de distribución también debe hablarse de crecimiento: ni crecimiento sin distribución ni distribución sin crecimiento. Pero no soy economista, con lo cual no voy a meterme en ese berenjenal ni a desviarme más del tema. Respecto de la importancia de la soberanía alimentaria, puede verse esta entrevista a Bruera:



EL «ESTILO» MENEMISTA
En rigor, más que hablar de una “cultura” menemista homogénea, entendida como conjunto articulado y específico de ideas y valores, sería más exacto -como bien sugiere Terán- aludir a cierto “estilo” menemista. El estilo menemista valoraba el pragmatismo, no sólo «como un rasgo cultural de los tiempos», sino como una cosmovisión incuestionable que reducía a sus funcionarios al papel de un tecnicismo acrítico.


Gino Germani decía que, cuando se introducen elementos de modernización en sociedades tradicionales, terminan por reforzar conductas tradicionales. Oscar Terán da el siguiente ejemplo:“la exitosa articulación de la Argentina de fines del siglo pasado en el mercado capitalista mundial era un signo de modernización. Pero, colocada ella en un sector latifundista que no tenía una moral productiva, terminó por reforzar una moral señorial, de señores de la tierra que no se dedicaron a la acumulación capitalista sino a tirar manteca al techo, al consumo suntuario”.

Durante el menemismo se racionalizaban «aquellas decisiones que implican graves costos sociales mediante la réplica permanente de que se trata de la única opción posible, frente a la cual no se reconoce ninguna alternativa válida. Así, el menemismo denominará como ‘romántico’, cuando no riesgoso para la gobernabilidad, todo lo que no se ajuste a esta concepción de la realidad«. (Oscar Terán)

El estilo de Menem confundía «sinceramiento» con cinismo: no tuvo empacho en afirmar que si hubiera hecho todo lo que prometió en su campaña inicial, nadie lo hubiese votado. El escritor irlandés Oscar Wilde definía al cínico como «aquel que conoce el precio de todo y no le da valor a nada». Según Terán:

«(…) el menemismo se autoconstruye como aquel viento que habría venido a mostrar súbitamente el rostro desnudo de los argentinos, puesto que es sabido que pobres hubo siempre y que nadie se hizo rico trabajando. Amén del elemento de igualamiento y generalización hacia abajo de este tipo de operativos simbólicos, resulta nítido que la propuesta que lo sostiene es la sustitución de la hipocresía por el cinismo, con lo cual -como se dice- el vicio se exime de pagar tributo a la virtud».

El particular neoliberalismo menemista se conjugaba con cierta tradición populista de borramiento institucional y de confusión del patrimonio público con el privado: el polideportivo de Olivos, la pista de Anillaco, etc. Lo curioso es que, hoy en día, muchos medios y buena parte de la sociedad civil piden un menemismo sin corrupción.

Hay algo que escribe Terán que me hace mucho ruido y me parece fundamental, y que en parte se ha podido reconstruir gracias a algunas actitudes «simbólicas» muy importantes ocurridas durante el gobierno de Kirchner:

«(…) la reconciliación (por parte del menemismo) celebratoria con algunos miembros conspicuos del antiperonismo más autoritario, al no haber sido procesada democráticamente, produce un borramiento de la historia. Quedan así como gestos de arbitraria resignificación que rompen la cadena de sentido a partir de la cual los sujetos construyen su pasado, así sea para modificarlo».


El análisis del «estilo menemista» para concebir lo real nos ayuda a entender la proliferación decountries y barrios privados en momentos en que la brecha entre pobres y ricos era (sigue siendo) “escandalosa”, por usar un adjetivo pinosolanístico.

Personalmente me sorprende cómo algunos personajes fueron -quizá hoy ya no tanto- vistos como simpáticos o transgresores para gran parte de nuestra juventud: Mario Pergolini, Pettinato, Lanata, y tantos más. Creo que se explica, en gran medida, como consecuencia de «la cultura» de los noventa, de cierto fascismo de la ignorancia que obviamente no es patrimonio de «los noventa» sino que atraviesa buena parte de lo que algunos llaman «posmodernidad».


MIKI VAINILLA

http://www.youtube.com/watch?v=esaS3EHAEaA

No voy a analizar a fondo este personaje genial de Capusotto -una mezcla de cantante de Miranda con Hitler y Chaplín- porque casi se analiza solo. Sólo quiero destacar el diálogo entre el cantante pop y la voz en off, que interroga desde un papel democrático y bienpensante la autenticidad evidentemente nazi y fascista del cantante pop. Al principio Vainilla se hace el gil, pero cuando el entrevistador “republicano” y “democrático” lo refuta, se enerva y contesta con argumentos absolutamente berretas: “¡No, no, eso no te lo voy a aceptar! ¿Vos sabés que vamos a sacar un plan de asignación por hijo, y que cada chico va a recibir todos los meses tres bolsas de basura para que puedan revolver y se puedan alimentar de la misma, y que va a incluir un pasaje de camión a un país limítrofe para que cada chico pueda tener su tierra, y cada uno va a tener un lote de dos metros cuadrados que les va a alcanzar para estar acostados y tirados en el suelo después de fumar paco que es lo único que saben hacer? ¿Lo sabías?”. La voz contesta “no, no lo sabía”, y Miki le retruca enojado: “¡Entonces no hablés!”. La conciencia bienpensante se queda tranquila y no dice nada más.


EL EMOhttp://www.youtube.com/watch?v=C5xoP4AIeZo&feature=fvsr

Capusotto y Saborido parodian cierta configuración de «la juventud», atravesada por la mercantilización creciente de todas las relaciones sociales. A través de la figura del “emo” se muestra el individualismo y la banalidad, en conjunto con la proliferación de las redes sociales, la virtualidad y el intercambio de imágenes privadas y públicas.

El emo utiliza un lenguaje existencialista: el mundo sin Dios, la existencia fragmentada y absurda… la conciencia de que somos “el único animal que sabe su muerte”. Sin embargo, a diferencia del legado filosófico de Kierkegaard o Sartre, el personaje del emo no pretende hacernos comprender el sinsentido del mundo: se ubica en un narcisismo que lo lleva permanentemente a mostrarse. “¡Filmáme Mirta!”.

El emo ni siquiera puede elegir entre tomar el café con azúcar y sin azúcar, porque es absolutamente incapaz de proyectarse, de responsabilizarse de su ser. Ofrece sus temas musicales a dos tipos de públicos: desconocidos de la web y a sus seres cercanos. Entre sus seres queridos está su novia, sus amigos y el psicólogo, quienes lo comprenden y le dicen que es creativo; el padre lo considera “un pelotudo”. El padre representa la cultura anterior, más “barrial”, que no entiende los nuevos modos de sus hijos.

20 comentarios en «Peter Capusotto y la cultura menemista»

  1. Por juíra del tópico: lean qué lindo artículo de José «Pepe» Nun

    http://www.lanacion.com.ar/1444667-la-politica-del-sentido-comun

    Nun es muy ameno para narrar. Feinman (el soberbio) le atribuye el siguiente chiste:

    Un capataz llama a su patrón, alojado en el Hotel City de Buenos Aires por negocios ganaderiles.
    -¿Hola, patrón?
    -Diga, don Braulio.
    -Se murió el lorito, patrón.
    -Qué pena, don Braulio. Pero vea, hombre, yo ando muy ocupado por acá. Haga lo que usted quiera.
    -Pero, ¿usted lo recuerda bien al lorito?
    -Sí, don Braulio. Y me duele mucho su noticia. Bué, ¿algo más?
    -El lorito se murió quemado.
    -¿Quemado? ¿Y por qué quemado?
    -Por la caballeriza.
    -¿Qué pasó con la caballeriza don Braulio?
    -Se incendió toda, patrón. Algunos caballos se salvaron. Pero pocos y no los mejores.
    -Pero, ¿qué me está diciendo, hombre? ¿Y por qué mierda se incendió la caballeriza?
    -Ay, patrón, porque se incendió la casa.
    -¿Y por qué mierda se incendió la casa?
    -Por las velas, patrón.
    -¿Qué velas?
    -Las del velorio de su esposa.
    -¿Qué? ¿Murió mi mujer?
    -Sí, patrón. Y como sabemos que usted no va a volver hasta dentro de quince días la velamos nosotros nomás. Pero si quiere quedarse por más tiempo, quedesé, patrón. Porque con la casa también se incendió el féretro de su mujer. Con ella adentro.
    -Don Braulio, ¡váyase a la puta que lo parió!
    -Epa, patrón, tanto enojo por un lorito muerto.

  2. el humor de capusoto es para rocker de entre 30 y algo y 40 y algo, y si bien es divertido tambien es bastante prejuicioso, como por ejemplo la idea de asociar lo pop con lo fascista.
    A veces parece que a lo unico que se dedicaran capusoto y saborido es a defender el punto de vista de su propia adolescencia.
    Eso de ver cualquier cosa banal o pretendidamente banal como simbolo de los 90 es medio berreta

  3. No coincido. Capusotto no asemeja «lo pop» con «lo fascista». El humor es poner una cosa donde no va… no se puede interpretar un personaje humorístico como si se tratara de una lección de sociología.
    Lo que cruza el discurso nazi de Miki Vainilla es la sociedad de consumo. El tipo no asume abiertamente una ideología, como podría hacerlo un militante político de la juventud hitleriana, sino que la disfraza diciendo que él sólo hace «pop para divertirse». El pop le sirve para mostrar que «lo banal» no es tan banal, sino que detrás hay cierta ideología. El personaje es una caricatura.
    Y está claro que Capusotto y Saborido tienen una concepción del rock que pasa por su adolescencia. Me parece que asumen que creer en la cultura rock como creían cuando eran adolescentes, hoy en día, es ridículo. Ellos expresan ese ridículo: Pomelo, Fabián Crema, Jesús de Laferrere, etc. No se salva ningún género.
    Es evidente que «lo banal» no se reduce a «los noventa». Lo mío no pretendía ser una «sinécdoque»: tomar la parte por el todo, sino un recorte. Estoy enfatizando un aspecto. Es evidente que en todo recorte, es más lo que se omite que lo que se dice.
    Está claro que erigir «los noventa» o «el capitalismo» o «la sociedad de consumo» como una categoría/comodí que sirve para explicar la complejidad de lo real de una vez y para siempre es pereza mental.
    Yo digo algunas cosas que me parecen ciertas, no pretendo decir toda la realidad de «los noventa».

  4. Capusotto se burla de la ideología política disfrazada de «apoliticidad inocente» que existe en ciertos sectores de nuestra sociedad de consumo/o transmodernidad, o hipermodernidad, o como joraca queramos llamarla. Pero también se burla de la concepción política de «los setenta», con el personaje de Bombita Rodríguez, que carga fierros en el auto y habla de marxismo leninismo como si fuera un personaje del club del clan.

  5. Por otro lado, el humor es algo más subjetivo que el llanto. Si alguien va por la calle y se cae por ahí la reacción es la risa. Pero en términos generales, lloramos o sufrimos más o menos por cosas similares, pero no a todos nos hacen reír las mismas cosas.
    También hay una cosa «de culto» con el humor de Capusotto…. cierto sentimiento de «distinción» que lo opone a Tinelli. Mucha gente que consume a Capusotto dice que Tinelli es una mierda. Hay un costado «progre» en su humor, si querés. Eso sí puede ser.

    1. Cuando digo «distinción», me refiero a que, tal vez, quienes consumimos el humor de Capusotto podemos llegar a sentirnos distinguidos respecto del «gil que mira Tinelli». José Pablo Feinmann podría ser un ejemplo, je.

  6. Capusotto no se burla de «los débiles», como sí creo que muchas veces hace Tinelli. Tanto él como Saborido tienen una relación amorosa con la cultura rock. Han formado parte de esa cultura en su adolescencia y todavía la consumen. Pero no la toman tan en serio. A mí me gusta porque se toman en joda la estupidez propia. El rock es mucho más que sonidos, silencios y algo para decir desde la lírica. Hace rato que dejó de serlo (si es que alguna vez lo fue o se creyó que lo fue en los sesenta). En la cultura rock hay ridículo, egos, droga, sexo, egoísmo, show business, etc.; lo que todos sabemos, bah.
    En su programa no han dejado «títere con cabeza»: Spinetta, los Redondos, el glam rock, Bowie, el heavy, etc.
    Simplificando mucho: hay relación entre un kirchnerista y Capusotto, así como hay ciertas continuidades entre un votante de Macri y el humor de Miguel del Sel. Esas relaciones están muy lejos de ser lineales y mecánicas. Los seres humanos somos seres pluridimensionales. Incluso hay mucha gente que al mirar a Miki Vainilla no lo advierte como una crítica, sino que se identifica con su ideología. Yo conocí muchos «fachos» que se cagan de la risa con Miki Vainilla. Y conocí gente que al escuchar «Hasta cuándo» se identifican con el discurso de Arnaldo Pérez Manija.

  7. Bueno, evidentemente te encanta capusoto. NO nos parece mal eh, a nosotross tb nos hace reir.
    Lo que señalamos es que ha veces es muy puntual en asociar tal personaje de ficcion a tal personaje de la realidad. Como por ejemplo el caso del cantante de miranda con Micky vainilla, porque en el fondo el podra no tomarse en serio los personajes reales que salieron de la estetica/etica rock pero si que se toma en serio sus ideales y la vieja dicotomia POP/ROCK. La critica que le hacemos es precisamente que su vision es mas bien acotada, de nacional y popular no tiene nada a no ser que pienses que nac y pop es un «joven» de clase media de entre 35 y 45 que escucha rock. Ojo q tampoco tiene x que existir un humor «nac and pop», dios nos libre!!!!
    Es verdad que latino solanas es un intento de meterse con algo que es bien de este principio de siglo.
    Lo mismo nos parece que debe haber mas gente que voto a cris que se rie mas con del Sel que con Capusoto. XQ sino es confunidir «minoria intensa» con 54% de los votos

  8. Desocupado: esta bueno el texto. Quizá le faltó a tu recorrido, la mención de esa cultura política fallida que fue la Alianza. El sushismo nace con la alianza, el menemismo resultaba muy torpe como para comer con dos palitos. En el fondo, como todo nuveo rico con plata, se reía de las exigencias de de las buenas formas: hacían gala de su brutalidad porque el éxtasis del goce los relevaba del apego obligatorio a la elegancia. La Alianza, en cambio, era el menemismo sin corrupción, el progresismo light gatopardista que alivianó la culpa. La Alianza, que explotó antes de poder volar, es el puente destruido que mira, no sin envidia y algo de sarcasmo, a las dos experiencias mas sustantivas de los ultimos 25 años: el menemismo y el kirchnerismo. El aliancismo era la promesa de pulcritud, el remedio etico y estético contra la grasada y la garantía inviolable de que toda iba a ser igual. El kirchnerismo irrumpe en ese quilombo y destraba algunos fantasmas (lo que mucho no se bancan)que vuelven. El kirchnerismo dibujó el trazo grueso del fin de fiesta y devolvió a la política a la vieja opacidad sin estridencias que alguna vez pensó el alfosinismo: gestión, discurso, y militancia. No sin antes, por supuesto, garantizar las bases materiales de la jugada: caja, látigo y huevos. Pero el merito no menor de la apuesta es haberle sumado épica a la gesta. Algo que no tuvo ni el alfosinismo, ni el menemismo y mucho menos el delarruismo. Hay pibes que se tatuaron el nestornauta. En epocas donde el rock le canta loas a Mastercard, los pibes se tatúan la cara de un administrador patagónico.

  9. Me faltó aclarar algo esencial: el costado «progre» del kirchnerismo es el que consume Capusotto. Pero eso lo digo yo desde mi cerebro, no desde ningún estudio científico ni nada que se le parezca.
    Eso de Del Sel/Macri, Capusotto/Kirchner es tan general que me parece que me fui un poquitito a la mierda jaja.

  10. Acotación: La crisis del 2001 no se produjo por el abandono de la convertibilidad.
    De hecho la Argentina devaluó su moneda en inumerablemente cantidad de veces con consequencias infinitamente menores.
    La crisis se produjo porque las clases medias y altas argentinas vivieron durante diez años por encima de las capacidades reales de consumo del país, creyendose el cuento menemista de que había manteca para tirar al techo.

    Y llovido sobre mojado, además todo eso se vió agravado por la acción criminal de Cavallo de restringir el acceso a los depósitos bancarios, llamemoslo el «pre-corralito». Fue un intento desesperado de mover cualquier otra variable para no modificar el tipo de cambio.

    1. Las clases medias y altas pudieron consumir en los 90’s precisamente porque Argentina tenía una moneda sobrevaluada (1 peso = 1 dólar). El consumo pasa por el bolsillo, no por lo que se crea o se deje de creer. Ganando 4 o 5 mil dólares por mes cualquier mediopelo podía consumir al nivel que lo hacían las clases medias de los países desarrollados, los mismos productos. Todo era importado (cierre de la industria nacional). Eso fue la fiesta menemista. Los otros sucesos que vos comentás fueron consecuencias directas de ese exceso de consumo que fue acumulando deuda en dólares por parte del Estado.

      1. La equivocación, o falsa creencia si lo queres asi, es haber creído que por el sólo hecho de mantener la paridad cambiaria se sostenían las cuentas nacionales. Que parece no haber habido demasiados en ese momento que se hayan preguntado «¿y como se financia todo esto?» para después en el 2001 sentirse estafados, sin haber hecho ninguna autocrítica posterior. Después la culpa la terminaron teniendo los políticos, el FMI y los acreedores externos. ¿Pero quién voto a esos políticos?¿Y dónde estaban las voces críticas cuando el país se endeudaba?

      2. Claro, en eso coincido con vos.
        Para mí lo que tuvo mucho peso en ese aspecto que marcás fue que la fuerte presencia que tenía en la sociedad la «ideología neoliberal». Y la locura fanática que tenía Cavallo. Detrás de él en importancia para el período la tuvieron el resto de los representantes de esa ideología que básicamente decía que a raíz de tener una moneda sobrevaluada y por ende una inflación nula, iban a venir inversiones al país y con ellas se iba a generar una rueda que haría que esa «fiesta» no fuese tal sino el primer paso de lo que llevaría a la Argentina a un crecimiento sostenido.
        Ya vimos que el asunto no era así. Delirios, fundamentalismos y también muchos negocios. Los que quedaron empaquetados dentro de los bancos fueron las personas de clase media que nunca tuvieron conciencia de que lo que estaban haciendo al poner guita en plazo fijo era hacer una inversión, y que las inversiones pueden fallar. Tasas en dólares arriba del 10% cuando en EEUU no pasaban el 3 o el 4, era joda. Pero bueno, muchos se tomaron la joda como un derecho. No digo que los bancos hayan estado bien, pero este otro aspecto que te decía también fue fundamental. Ahí es donde yo pienso que influyó la ideología.

  11. Me parece que Diego Capusotto desde su programa se permite rescatar un fenómeno como el rock, que atraviesa todo el siglo XX identificado como género de las juventudes críticas (beatniks y hippies), a partir de los sesenta. Se trata quizás de rescatar los valores vigentes en aquel momento, y no de alabar un género que se ha prostituido bajo los caprichos del mercado. Salvando distancias , creo que la parodia que realizan Kyle Gass y Jack Black con Tenacious D pretende imprimir también una identidad ímplicita en el rock («rebeldía», «espíritu de grupo», «repulsión a las imposiciones», «búsqueda de autenticidad», etc.). No sé si es bueno comparar a Diego Capussotto con los avatares políticos actuales, pero pareciera que el debate actual fuera en cierta medida un debate de quiénes vivieron aquél espíritu de época hiper-crítico en el que un «libro era más barato que un atado de cigarillos» (veáse el libro de Ulanovsky «Paren las rotativas» sobre la historia de Eudeba), no cambiando demasiado los ejes de discusión. Pero no hay que perder el punto de que el significante «rock» tiene el significado mentado dentro de aquél especialisímo contexto.

  12. Qué viejas que han quedado esas citas de Terán… Todo tan duro, tan unidimensional, tan arraigadas en la historia personal del que escribe.

  13. La verdad coincido en que la juventud esta sumergida solo en lo que ofrece el mercado, gracias a dios hay algunos que no piensan en ser como los demas y buscan actuar, consumir y gastar el yiempo en cosas que realmente le interesan, yo tengo 18 años y soy feliz sabiendo que hay programas que no solo te muestras nalgas, peleas, discriminacion, etc. Por eso yo eligo ver capusotto y sus videos, y eligo ese humor que tiene para decir las cosas y dejarte pensando en toda la mierda que nos rodea hoy en dia.

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