A principios de este año, uno de los hechos más salientes fue el aumento de precios de los cortes de carne vacuna en las góndolas.
Si bien con el correr de los meses los precios sufrieron ajustecitos a la baja, la realidad indica que hoy la carne se paga entre un 15 y un 30 % más cara que a fin del año pasado (dependiendo del corte, el tipo de animal y el lugar de venta).
Una consecuencia lógica de este hecho fue un parejamente drástico descenso en las cantidades consumidas en el mercado interno.
Seis o siete meses más tarde nos encontramos con una cadena productiva que enfrenta un proceso inverso al que experimentaba hasta ese momento.
La hacienda en pie se paga el doble que el año pasado, lo cual promueve una recomposición de márgenes al interior de la cadena, en el que (en términos relativos) ganan el productor y el consignatario, y pierde el frigorífico
Más allá de la influencia del contexto internacional (la hacienda en pie tiene características de commodity) se observa una tendencia (lógica) a la retención de hembras, lo cual permite a los analistas prever un aumento del stock ganadero en el mediano plazo (hasta que los precios en góndola vuelvan a quedar “atrasados”, o el comportamiento de la cadena disponga la necesidad de una nueva liquidación de stocks, cosa que ocurre cíclicamente en cualquier mercado).
El objetivo de este racconto sencillo es notar que la suba de precio al consumidor fue la pieza más visible de un proceso que le permitió a la cadena en su conjunto trabajar con un cálculo más cercano a su punto de equilibrio microeconómico.
La suba de precio no es decisiva en tanto aumenta los ingresos, sino porque es restrictiva para el consumidor. La cadena de producción y comercialización se come (literalmente) el excedente que antes se comía (más literalmente) el consumidor.
Algo parecido ocurriría en el mercado gasífero si se dispusiera un aumento de tarifas domiciliarias (ya hubiera ocurrido en realidad, si el aumento dispuesto el año pasado no se hubiera frenado judicial y políticamente).
La industria absorbería el excedente que actualmente disfruta el consumidor, a partir de que los precios más altos restringirían el consumo.
Esto nos pone frente a una realidad ineludible: la solución para los “problemas” de las cadenas productivas que trabajan «forzadas» sólo es posible con precios al consumidor más altos (y menos consumo).
Es realmente llamativa la madurez de ciertos sectores de la clase media argentina, que piden a los gritos (aunque sin decirlo de manera explícita) pagar más por lo mismo que hoy pagan menos.
Más vale que estoy siendo irónico.
¿O será que piensan que (como ocurrió con otros productos) la restricción no afectará su consumo sino el de otros sectores sociales, de menor poder adquisitivo?
En el caso de la carne no fue que bajó el consumo por el aumento de precio, sino que bajó la oferta y el precios subió hasta que los consumidores desistieran de consumir lo que consumían antes.
En cuanto a que estamos entrando en un ciclo de retención y aumento de stocks no lo tengo más claro.hay muchos que dicen que para eso la oferta se debería reducir un 20% más, y que en realidad estamos ahora en una faena de equlibrio o que la liquidación continúa pero muy atenuada.
También se podría tomar una solución como la del gas, o sea importar y subsidiar la importación, mientras la producción local sigue cayendo. En algun momento el populismo se choca a pared.
En el caso de las perspectivas para el mercado de la carne, no niego lo que decís.
Pero me baso en lo que le escuché decir hoy al «ultra K» Sáenz Valiente.
El populismo se choca contra la pared. Cuando eso pasa (en el peor de los casos) se toman las mismas medidas antipopulares que los críticos del populismo hubieran tomado desde 6 o 7 años antes.
Saludos