El periodista Mario Wainfeld suele usar la figura del ágora mediático para referirse al lugar donde confluyen expresiones carentes del rigor de fundamentación necesario para opinar al respecto de los temas sobrevinientes en la agenda pública.
Dicha construcción ha estado muy presente en el debate de la ley de medios democrática.
Desde que se intentó despojar de legitimidad a los actuales legisladores, desconociendo no sólo su mandato hasta el 10 de diciembre, sino también la circunstancia de que el comicio de junio en nada obsta las calidades de su mandato. Y como si ello no significara posponer nuevamente a la eternidad el debate, pues con las renovadas mayorías poca ventura podría esperar el proyecto, si ni han sido capaces, antes o ahora, de presentar siquiera dictámenes de minoría.
Siguieron con que el debate no debía darse a las apuradas. “Olvidando” la fecha de presentación del proyecto -allá por marzo-, obviando los más de ochenta foros realizados a lo largo y a lo ancho del país –y las 138 modificaciones que en ellas se realizaron al primigenio texto-, situación que puso en evidencia su incapacidad de debatir cara a cara con el pueblo en defensa de váyase a saber que intereses, además de la ausencia de lectura del texto. Desestimaron la construcción popular que antecede al proceso como simulacro de debate. Trataron despectivamente a los foros donde podía participar cualquiera con intenciones de hacerlo, a favor o en contra de la propuesta del ejecutivo, y con, seguramente, muchos mejores aportes para efectuar que cualquiera de los “iluminados” opositores que ocupan bancas. Costará encontrar ley con mayor grado de participación popular en su construcción que esta. Luego pidieron múltiples audiencias, en las cuales las voces a favor de un proyecto calificado por la propia ONU de ejemplo mundial, brillaron por su ausencia en un debate por el cual sólo declaman.
Abundar en la intencionalmente canalla interpretación que se quiso dar a la supuesta potestad de revisión cada dos años de las licencias, sería estúpido, pues la mentira cayó tan rápido como fuera orquestada.
Da un poco de pena ver de todas formas sesiones maratonicas en comision y paso por alto de algunos reglamentos, pero sin dudas coincido en que es una de las pocas leyes que paso por la sociedad primero, por el debate amplio y academico por medios de los cuales el texto del anteproyecto (de por si basado en los 21 puntos que significaron cientos de debates previos) fue ampliandose y modificandose, ojala esta modalidad y el hecho de recostarse en el progresismo no-k se hagan costumbres en este gobierno al que aun le falta medio mandanto.
«…su incapacidad de debatir cara a cara con el pueblo en defensa de váyase a saber que interese»
perdon…el «pueblo» son USTEDES no???…okei…entendi…
en fin…