La clase media tiene historia

Adamovsky_Mafalda
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«Clase media» es uno de los conceptos más repetidos y menos claros del habla cotidiana de los argentinos. En su origen europeo, se designaba así a los primeros burgueses propietarios de industrias que no pertenecían a la antigua nobleza terrateniente ni a las clases trabajadoras subordinadas: campesinos (antiguos siervos de la Gleba) y proletarios.

Como se ve, esa clasificación no era válida entre nosotros que carecíamos tanto de una nobleza feudal (al menos desde la Revolución de Mayo) como de un campesinado fijado a la tierra y, menos aún, de industriales y proletarios. Así que el término fue adquiriendo contornos vagos, vinculados a los empleados de cuello blanco en el comercio y la administración pública. Pero, como señala el historiador Ezequiel Adamovsky en esta interesante entrevista, el término «clase media» no tuvo presencia notoria hasta un momento preciso: 1919-20. El «bienio rojo» en el que las clases dominantes entraron en pánico de que el fantasma de la Revolución Rusa alcanzara estas costas. Entonces la maquinaria periodística (esa productora de sentido e ideologías que reemplazó con ventajas al púlpito tradicional) se puso en marcha para convencer a esos trabajadores de cuello blanco de que sus intereses y valores sociales eran otros que los de los trabajadores manuales de cuello azul. «Divide et impera».

Adamovsky puntualiza, así, que la llegada del Radicalismo al poder en 1916 no pudo representar la de una clase media que todavía no había sido identificada ni se reconocía como tal. Pero otra cosa ocurre con el surgimiento del Peronismo. Para ese entonces, la pedagogía ejercida desde el vértice de la pirámide social había sido asimilada como escala de valores propios. Estos valores son como un cristal ideológico que tiñe de un color determinado la realidad: el ascenso social sólo es concebible a través de un esfuerzo individual legitimado por la educación.

La posibilidad de que el mejoramiento en las condiciones de vida se lograra a través de conquistas colectivas apoyadas por organizaciones sindicales rompía esa cosmovisión. Era repudiada aunque no afectara sus posibilidades económicas reales o -en todo caso- no estaban dispuestos como individuos a renunciar a esa escala de valores. En palabras del autor: «Las nuevas oportunidades para acrecentar el bienestar que ofreció el Estado en tiempos de Perón, asociado a los sindicatos, no siempre podían ser aprovechadas por los que se habían habituado a buscar canales de ascenso puramente individuales y no tenían la posibilidad o el deseo de involucrarse en formas de acción colectiva que apenas despreciaban…»

Acerca de Bob Row

Entre la Historia y el Arte: el Periodismo gráfico. Caricatura editorial: Maariv, Davar y Tiempo (Israel 78-80). Nueva Presencia (80-86), The Buenos Aires Herald (80-97), Río Negro (86-hoy), Página 12 (2009-). Escritos: Río Negro, Perfil (98-03)

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16 comentarios en «La clase media tiene historia»

  1. Para nada satisfactorio el comentario.Parcial e incompleto.Se ha escrito tanto sobre el tema…Por empezar,conceptualmente,la soociologia definio las clases sociales teniendo en cuenta variables que pasan por el poder adquisitivo,el prestigio y el poder,,y desde ya con status cultural.Estos aspectos,dentro de la estructura social muestran una dinamica variable,y ademas se relcionan con procesos de urbanizacion y desplazamientos poblacionales.La verdad,no se ademas adonde apunta el articulo.Porque en Argentina su formacion tuvo mucho que ver con los inmigrantes y su incorporacion al mundo del trabajo,sobre todo con la buroocracia gubernamental crecientedurante el radicalismo irigoyenista,al servicio de la clase dominante.cuyos valores y habitos trato de imitar.
    En Artepolitica hemos escrito mucho sobre la relacion entre la clase media y el proceso poitico del peronismo,muchas veces conflictiva.Por lo tanto lo que se cita no agrega nada.Solo sirve para remarcar un rasgo que para mi no solo es de esa clase,sino de toda nuestra sociedad:el individualismo.

  2. Claro, el tema es que ese método «individualista» de ascenso social fue cierto para millones de personas durante décadas en la Argentina. Y lo otro, qué se yo, duró poquito y cada tanto aparece un Zanola queriendo curarte con remedios vencidos.

    Además de la cuestión historiográfica, habría que meterse en serio con lo que significa el estímulo al «sí mismo» y lo que implica para la conciencia individual acceder a beneficios a través de la lucha colectiva. En este último punto se me ocurre que se podrían vislumbrar varios problemas de representación entre los líderes y las bases.

    Saludos

  3. Es dificil llegar a ver con nitidez el concepto de clase media. Para acercar un matiz mas dire:

    Un tipo de clase media le confiesa mas cosas a su contador que a su psicoanalista.

    Saludos

  4. q «malos» q son estos de la clase media…

    pasamos de «mi hijo el dotor»…a «mi hijo el puntero politico»…y bue…asi estamos.

    en fin…

  5. Diego dixit: «Claro, el tema es que ese método “individualista” de ascenso social fue cierto para millones de personas durante décadas en la Argentina».

    Por supuesto, Diego, el método que vos defendés de manera muy poco disimulada funcionó muy bien en los noventa, ¿algún día vas a asumir en público, o sea acá en Artepolítica, que tu (neo)liberalismo no se reduce a la política?. Bye.

    1. Emilio,

      En los 90s fue justamente cuando dejó de funcionar del todo esa «maquinaria» que generaba la idea de «la Argentina» que tenemos la mayoría de los Argentinos. Esa que incluye los años del primer peronismo dentro del relato de «m’hijo el dotor».
      En los 90s dejó de haber ascenso social por medio del estudio y del esfuerzo individual. Valga como referencia aquella triste vez en la que Domingo Felipe Cavallo mandó a una investigadora del CONICET a lavar los platos. O sea, el estudio estuvo más disociado que nunca antes durante el siglo XX (y más que ahora también) con el ascenso social.

      Yo lo que quiero es que discutamos sobre «bases ciertas»; una de ellas es esta de que nos guste o no el esfuerzo individual de los pobres llevó a construir familias de clase media. Es cierto que esto pudo haber conducido a cierta mentalidad «anti-política» por parte de esas personas que se acostumbraban a madrugar para ir a trabajar y a tener educación y salud brindada por el sector privado.

      saludos

      1. No estoy de acuerdo. En los 90 siguió funcionando el sistema de ascenso social, sólo que fue para menos gente, no estuvo necesariamente asociado al estudio y el esfuerzo individual (nunca lo estuvo del todo) y se puso en funcionamiento un sistema de descenso social, que antes estaba reservado sólo a los más inútiles.

        Estoy de acuerdo en que el esfuerzo individual de los pobres llevó a construir familias de clase media. El peronismo apareció cuando quedó claro que se trataba de casos aislados, muchos o pocos, pero siempre limitados. Sencillamente no todos podían ser de clase media, y siempre iba a haber perdedores. Y la mayoría de los perdedores eran gente que también se rompía el culo laburando e incluso estudiando.

        El peronismo fue un intento de extender los privilegios que tenía la clase media a toda la población. Al menos, a toda la «clase trabajadora». Si lo logró o no, si eligió un camino correcto o equivocado, ése es otro asunto. Pero el peronismo pretendió

        Lo malo es que hay una clase media que se convenció de que lo importante de ser de clase media es no ser de clase baja. Hay mucha gente de clase media dispuesta – como los pequeños chacareros del año pasado – convencidos de que no es demasiado importante si ganan más o menos; que lo importante es que es suyo y no de los pobres. Lo importante es que no me quiten lo que es mío, aunque lo mío sea una porción algo mayor de una torta mucho más chica.

        La clase media se define en relación a las otras dos clases. Se define, esencialmente, por lo que no es; y, sobre todo, por lo que no quiere ser. Hay una porción demasiado grande de la clase media que se limita a no querer ser pobre, que no quiere ser como los que viven en calles de tierra. No importa si está mejor o peor, lo importante es no ser como los otros.

        Desde ese punto de vista, el progreso social o material de los negros es un retroceso si él no obtiene también un progreso análogo, que mantenga la diferencia.

        La democracia, desde la aparición del peronismo, consiste en ganarse la voluntad de la mayor cantidad posible de gente, y eso incluye necesariamente a la clase pobre (clase trabajadora, la llama el peronismo). Y la promesa hacia esa clase es, necesariamente, que van a producir progresos sociales, que se van a disminuir las desigualdades. Y eso, para la clase media que se desvela por no ser incluida en la otra, es una pesadilla.

        Durante muchos años, la única opción ante esa pesadilla era votar al radicalismo, un partido de clase media que no se preocupaba mayormente por la clase obrera. Con la proscripción del peronismo, no cabía duda que era un expediente útil, porque de esa manera evitaban (o creían estar evitando) la temida igualación social, que siempre se siente como una igualación hacia abajo.

        Al terminarse la proscripción del peronismo, el radicalismo descubrió que no tenía posibilidad alguna mientras no se presentara como preocupada por los pobres. Y giró (real o simbólicamente) a la izquierda. Ese giro dejó descolocado a la clase media excluyente, y la condujo inevitablemente a la antipolítica.

        Hubo, por supuesto, otra ruta mucho más directa: desde que existe el peronismo, como era de esperar, la clase alta no tiene ningún interés en la política, porque – entre otras cosas – la política es la acción de cambiar la realidad, mejorándola. Desde que existe una democracia parcialmente real, este cambio de la realidad es (o pretende ser) en favor de los perjudicados por la realidad previa.

        La clase media (el medio pelo, la llamaba Jauretche) se define como una clase que pretende ser clase alta, pero no lo es. Eso sí, copia comportamientos de clase alta, para forjarse la ilusión de «pertenecer». Por mera imitación de la clase a la que quisiera pertenecer, una parte de la clase media se hizo antipolítica.

        Marcelo

        PD. perdón por lo largo del mensaje, me quedó como un borrador de una tesis.

      2. Caramba, me dejé llevar por el razonamiento sin leer dos veces lo que dice en la entrada. Llego a conclusiones (si no parecidas) al menos no contradictorias con las de Adamovsky. No está mal para un gaucho bruto.

        Marcelo

        PD: sí, yo necesito leer lo mismo tres o cuatro veces para terminar de entenderlo; lo bueno es que me gusta leer.

  6. Isabel: Tenés razón en que me apuré y dejé varias cosas afuera. Pero no exactamente las que vos decís.
    Las categorías sociológicas son descriptivas y no agregan conocimiento.
    Me faltó completar la introducción, aclarando que: no habiendo una burguesía empresaria ni nobleza rentista hereditaria que derrocar, no hubo realmente «clase media». Lo que hubo fueron «capas medias» (según esa escala puramente cuantitativa divida en deciles) que adoptó los valores y estilo de vida superficial de una clase que ellas no eran y cuyas tareas históricas nacionales (independencia del capital imperialista, protección del mercado interno) no podrían cumplir.
    Lo que decís de la inmigración y el Yrigoyenismo sí está tratado en la entrevista. Leela de nuevo. Sobre el individualismo vuelvo abajo.

    Diego: el ascenso individualista puro no duró tanto (¿entre el ’80 y el ’45, tal vez?). Luego vino el Peronismo (sin contar las Juntas y otras intervenciones estatales anteriores) y lo que siguió fue una mezcla. Porque Adamovsky se encarga de aclarar que no fue anticapitalista. Vuelvo abajo.

    Max y Leandro: gracias.

    Emilio y Diego (de nuevo): El individualismo es la ideología antropológica «natural» del Capitalismo. Los sistemas comunales pre-capitalistas registrados histórica y etnográficamente son claros al mostrar que el concepto psicológico del individuo no se forma en ellos. De ahí las consecuencias desastrosas de su disolución al chocar con él. Pero es más fácil hablar de la mita y la viruela, tanto desde la izquierda como la derecha.
    Sin llegar hasta Menem y los dirigentes sindicales burocratizados, el individualismo no era antitético al Peronismo desde su origen no-anti-capitalista. Las organizaciones sociales y sindicales proveían una mejor base para igualar las oportunidades de cada uno. No estoy diciendo nada que sus fundadores no hayan aclarado una y otra vez.

  7. Lo descriptivo tambien es conocimiento.Este empieza por la observacion de los fenomenos.
    La sociedad argentina sigue «pecando»de individualista.
    A Marcel le digo que a la clase alta no es que no le interese la politica,sino que todavia se siente segura en el manejo del poder,incluidos los periodos peronistas.Y que no corresponde generalizar sosteniendo que la igualdad sea una pesadilla para la clase media.Los ideologos peronistas como Juretche han tenido «visos»facistoides.
    Tampoco es valido sostener un giro a la izquierda del radicalismo,porque historicamente ha estado mucho mas lejos que el peronismo de lo popular.

  8. De acuerdo con lo de la clase alta.

    A Jauretche, hay que leerlo a fondo, he aprendido mucho más de él que de casi nadie. Lo de visos fascistoides, realmente no lo alcanzo a ver; no te lo niego, es posible que así sea, pero no lo veo.

    Sobre el giro a la izquierda del radicalismo, éste puede haber sido real o simbólico, y se dio a mediados de los 60, a partir fundamentalmente de Lebehnson. Se impuso internamente a la conducción tradicional después de la derrota-paliza del 73, y llegó al poder de la mano de Alfonsín. No hace falta aclarar que fue mucho más simbólico que real, y mucho más simbólico hacia adentro que hacia afuera. Pero así fue percibido, y la reacción de la gente que describo fue esa: alejarse de la política, descreer completamente de la misma. Y después, claro, el Carlo, que ayudó mucho.

    Lo de que la igualdad sea una pesadilla para la clase media no es una generalización; no suelo generalizar, no creo en la plabra «todos». Pero una parte de esa clase media, justamente ese «medio pelo» del que hablaba Jauretche, siente que se define como algo superior a los otros, y que el achicamiento de la diferencia es una amenaza.

    Marcelo

    1. Cada uno aprende a pensar con quien le llega. Con Jauretche aprendí muchísimo, porque lo entendí. También aprendí de mucha otra gente, pero ninguno escribe tan de cosas que conozco de muy cerca; entre otras cosas, nació en un pueblo y cuenta la historia argentina de un período clave desde ese pueblo hacia la ciudad, igual a la ruta que recorrió tanta gente. Yo hice la misma ruta, al revés, dos generaciones más tarde.

      Si suena a generalización, pido disculpas, no era mi intención. Hablo de mucha gente, mucha que conozco y que me cruzo todos los días; pero no hablo de todos, y no soy tan conocedor de gente como para decir si son mayoría o minoría.

      Saludos,
      Marcelo

  9. Marcelo: Estamos hablando de algo que conocemos (la clase media argentina) no de la vida en otras galaxias. Si la clase media naturaliza la pobreza, no cree que nada ni nadie vaya a hacer que «los negros» dejen de ser negros. En los movimientos «revolucionarios» e incluso «sindicales» ve (muchas veces con justa razón) delirio y/o curros individualísimos de sus líderes. En síntesis, la clase media no vive en ese relato marcado por el peronismo y por los cabecitas que ascienden… Mucho menos después de los 90’s donde esa clase media aprendió a correr la coneja, donde el 18% de desocupación no dejó familia sin tocar, donde la caída de las seguridades sociales acaecidas con el fin de lo que supo ser el Estado regulador los hizo moverse siempre con miedo a caerse y no volver a pararse nunca más (valga como ejemplo los fenómenos de Cutral-Có y Plaza Huincul). En resumidas cuentas: La clase media, si alguna vez se movió mayoritariamente con ese reflejo egoísta mirando hacia los que menos tenían, hace ya muchos años que no puede darse «el lujo» de pensar en que «los negros los igualen». Ese es un cuentito demonizador. No conozco a nadie que razone así. Repito, el rechazo a las políticas de cuño popular o socialista vienen por otro lado. Sus propias experiencias de vida no le dan realidad a un armado de la sociedad en base a esos cánones que se proclaman. Porque por un lado, es gente que el día que no madrugó, perdió terreno y no vino nadie a recuperárselo. Y esto tal vez exceda incluso al plano económico y entre en lo simbólico general. Y por la negativa, sigue apareciendo Lenin en las marchas, entonces, el empleando bancario de 3 lucas, dice: “¿qué es este mamarracho? Estos hijos de puta todavía se dan el lujo de cortarme la calle y hacerme llegar a lo de mi novia 1 hora tarde. ¡Qué mundo de mierda que me toca vivir!” Un ejemplo teatralizado, nada más.
    Ese tipo de diagnósticos puede derivar en una suerte de fascismo del comisario Fino Palacio o sino, mucho más interesante, es usar esa materia cierta que tiene la sociedad para reformar el progresismo. Dejar de lado los errores históricos y construir desde la sociedad que se tiene, que no es ni santa ni héroe, pero es la sociedad.

    Bob, me parece que el análisis que haces del individualismo peca de «hegelianismo rápido». La noción de individuo se la puede rastrear hasta en las especies animales más desarrolladas. Las culturas que registraban rituales como el potlatch no se comprenden sin cierta noción de individuo, lo que no es lo mismo al individuo maximizador de beneficios de los modelos económicos neoliberales.
    El relato del ascenso social no dejó de ser del todo verídico para las clases medias por lo menos hasta la inflación de Alfonsín. No dejó de ser verídico hasta que los egresados de las Universidades les empezó a pasar que no encontraban trabajo o si lo encontraban no les daba para pensar mantener a una familia con los estándares en los que se habían criado ellos. Ni hablar de las décadas del ’50 y ’60 donde los teatros y los cines reventaban de gente. Ahí la Argentina era pura clase media.

  10. No, Pedro Eugenio; no es una cuestión de color, sino de actitud. La pareja de bolivianos a los que les compro la verdura trabajaron bien, mandaron sus hijos a la universidad, compraron un piano de cola (para mencionar sólo una posesión simbólica) y votan (o apoyan) a Macri. Me ahorro mencionarte las miradas y frases despreciativas hacia los inmigrantes más recientes y los que no hicieron guita como ellos.
    El ascenso social y económicp en el marco de las reglas de juego capitalistas es legítimo, siempre y cuando no sea aprovechado para tratar de impedir a otros lograr lo mismo. Y como en ese marco es imposible que a todos les vaya bien, los valores ideológicos de «clase media» adquiridos junto con el éxito personal se vuelven anti-sociales y excluyentes. Ese es el problema y no el color de piel. Saludos.

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