Ricardito Alfonsín y la historia del artículo 14 bis

Se discute en Argentina la participación obrera en las ganancias, manda incluida en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional argentina. Días pasados, el diputado nacional Ricardo Alfonsín sostuvo que a ese artículo “lo pusimos nosotros” en la carta magna. Es, cuanto menos, llamativo, que el hijo del ex presidente Raúl Ricardo se haya expresado en esos términos. Porque no suele hablar chabacanamente y por el recorte de hechos de que adoleció su apreciación. Las cosas fueron un poco más profundas y complicadas.

La convención constituyente que reformó la Constitución Nacional de 1853 -matizada por las pequeñas reformas que se le hicieron en 1860, 1866 y 1898- que por entonces regía el país (siendo que, en un hecho sin precedentes, se había derogado por medio de una proclama la constitución aprobada en 1949), fue convocada por un poder ilegítimo, inconstitucional, represivo y antidemocrático.

Gobernaba la Argentina, para 1957, la dictadura de la Revolución Fusiladora, en nombre de la cual presidía el país el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, secundado por el Almirante Isaac Rojas. Habían desalojado del poder, dos años antes, al gobierno constitucional y democrático de Juan Domingo Perón, eran los inicios de lo que serían dieciocho años ininterrumpidos de dictadura en el país. Era asesorado, ese poder de facto, por la denominada Junta Consultiva, integrada por partidos políticos de relevancia histórica nacional, representados en figuras como Américo Ghioldi, Oscar Allende y Alicia Moreau de Justo.

(Sigue aquí… http://segundaslecturas.blogspot.com/2010/09/ricardito-alfonsin-y-la-historia-del.html )

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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8 comentarios en «Ricardito Alfonsín y la historia del artículo 14 bis»

  1. No importa. Dejalo que se anote el poroto si quiere, junto con Solari Irigoyen. Con más razón, no podrán restarle el voto al proyecto de Recalde. Vamos a ver de qué se disfrazan para oponerse ahora.

    Aunque, ya lo dijo el Efedrín Colorado, está muy de acuerdo con el proyecto. No en este momento, claro. No es momento de andar cumpliendo con la Constitución, justo ahora, carajo mierda…!

    1. ¿Vos te imaginás si fuese un kirchnerista el que dice que «está bien, lo dice la CN pero no es el momento»? De todas formas, bien pueden quitarle el voto al proyecto, nunca les ha costado ponerse del lado patronal.

  2. Un gran artículo, Pablo. Te felicito con sana envidia.

    Creo que no han cambiado muchas cosas en el radicalismo desde esos tiempos, aunque si una muy importante desde que Morales se hizo cargo del partido, y es la relación de fuerzas hacia dentro del centenario partido, completamente hegemonizado por el conservadurismo de Sanz y Aguad, aún a pesar de los más que tibios intentos de R. A. 2.0 por diferenciarse.

    La hacen bien: ahora lo dejan hablar al niño Ricardo pero se vota según el mandato del sector corporativo. En campaña harán usufructo de las palabras del hijo del padre de la Democracia.

    Que Alfonsín vote a favor, pero atentos a cómo vota el resto del radicalismo.

    Abrazo.

    1. Se agradece el cumplido. ¿Existe la sana envidia? Jajaja…

      La tergiversación histórica del radicalismo a partir del desplazamiento de los sectores yrigoyenistas de FORJA (los verdaderos radicales), y más luego de la derrota de Alfonsín, parecería irreversible: Es el partido de los moderados y los pro statu quo llamándose radicales (recuerdo chistes de Enrique Pinti a ese respecto, lo incoherente que resulta eso).

      Agüad es parte del delarruismo residual, hace poco dijo que no creía en que hubiese habido coimas en el Senado. Y no olvidemos su amistad tan profunda con el amigo Menéndez. De Sanz, ya dijo el Ingeniero, puede que sea la prenda que exija Techint a cambio de apoyar una hipotética candidatura de Ricardito (sería, Sanz, su Jefe de Gabinete).

      Es muy buena la hipótesis que tiraste en el segundo párrafo. La anoto, la voy a tener presente.

  3. Ricardo Alfonsín es sin duda el candidato del Grupo A más autónomo de las corporaciones. Pese a todo, como debe surfear entre los diferentes sectores, luego de apoyar el proyecto de Recalde aclaró que «podría desalentar inversiones en el marco de la globalización» pues los empresarios se fijan al decidir las inversiones en la región en «que país les conviene según lo que pagan de ganancias, que condiciones laborales existen».

    Es extraña esa creencia de que las inversiones dependen de lo que se paga de ganancias. Si así fuera Sierra Leona debiera recibir un flujo de fondos infinitamente mayor al de Baviera, cosa que según me cuentan en Freetown, todavía no ocurrió.

    Es raro también que un político, en particular uno tan institucionalista como un radical, condicione un derecho constitucional a la hipotética reacción de algo tan vaporoso como ¨la globalización¨.

    Ya no hace falta asustar a nuestros políticos. Vienen asustados de fábrica.

    1. Es cierto lo que decís, pero ¿cuan lejos puede ir con absoluta autonomía?

      Yo recuerdo que un profesor mio me dijo una vez que cuando se creía que flexibilizando las condiciones laborales se lograría vencer al desempleo, hubo los mayores índices de la historia del país en el ítem. Y cuando teníamos leyes que «no permiten el ingreso y salida ágil del trabajo de las empresas», hubo pleno empleo. Ocurre que simplemente no es eso lo que determina el éxito de una política laboral, tiene que ver con el compromiso de la clase empresaria con el futuro de su país.

      Se lo dije arriba a Eduardo: ¿Te imaginás lo que ocurriría de ser un kirchnerista el que condiciona un derecho constitucional a una coyuntura equis?

      1. Creo que no puede ir muy lejos.

        El drama de Ricardo Alfonsín es que el día 2 de su mandato (luego de emocionarnos recitando el Preámbulo en el Cabildo), Clarín, la Sociedad Rural, la UIA y demás corporaciones van a exigir cobrar los gastos a cuenta que hicieron sus amigos y socios en estos años.

        En el mejor de los casos va a contar con una minoría parlamentaria heterogénea y frente a él la primera minoría del kirchnerismo. O en el peor de los casos para él, el peronismo unido.

        El radicalismo de hoy estigmatiza a los MMSS, denigra a la CGT, critica la AUH y se va quedando sin juventud (salvo Freddy Storani que está hecho un pibe). El apoyo que logra es el de la clase media gorila y de las corporaciones que no dudarán en sacarlo por la ventana como ya lo hicieron otras veces apenas amague con no aceptar todas las carpetas que les van a tirar sobre el escritorio.

        Si hace los deberes que le pidan las corporaciones empresariales se va a tener que enfrentar con Moyano, la CTA (o las CTAs…), los MMSS, los jubilados, los estudiantes e incluso aliados actuales… Si no hace los deberes, los medios y las corporaciones le van a dar la misma medicina que a Cristina, pero no tendrá a la CGT de su lado y, gracias al trabajo de sus amigos en estos años, menos discrecionalidad para actuar desde el ejecutivo. No tendrá ni blogueros R para salir a defenderlo.

        Ricardo, a diferencia de Aguad o Guidici, pretende un camino de autonomía que su partido no tiene ni los medios ni los apoyos para lograr. No quisiera estar en sus zapatos.

        En referencia a tu última pregunta. Si fuera el kirchnerismo que condicionara un derecho constitucional a la coyuntura global, Monner Sanz y Gil Lapiedra ya estarían disfrazados de crisis institucional en algún canal de noticias.

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