Sobre Nélson Castro

“Yo no hubiera votado el proyecto por Nélson Castro”

El vicepresidente de la Cámara de Diputados (de Entre Ríos) José Cáceres, consultado sobre el proyecto votado por unanimidad repudiando la “censura a Nelson Castro”, sorprendió al declarar que “se votó por unanimidad, porque yo por razones particulares y de fuerza mayor, no pude estar en ese momento en la sesión”.

Inmediatamente fue consultado por cuál hubiera sido, en el caso de haber estado presente, su postura en torno al proyecto del presidente de la bancada radical: “el proyecto del diputado radical es un disparate” contestó el Presidente de Consejo provincial del PJ.

“ ¿Cómo puede sostener que la rescisión de un contrato es, como dice textualmente, «un claro acto de censura, un ataque a la libertad de prensa y un intento de imponer condiciones que lesionan el carácter de independencia de profesionales de la Comunicación Social», para luego, en el mismo proyecto, reconocer que es legal el mecanismo de rescisión del contrato?” se preguntó Cáceres.

“ ¿Será por la mala memoria de los montielistas, que manifestaban un desprecio descomunal por la prensa, con un manejo que todavía la justicia investiga? Esa confusión los puede llevar a considerar legal la censura o atacar la libertad de prensa; valores que yo defiendo, pero en serio” concluyó.

Ya entrando en el caso específico de Nélson Castro repasó que “trabajaba en la mañana de Radio del Plata cuando ésta era de un grupo de empresarios, entre los cuales estaba Marcelo Tinelli. Venden la radio a una empresa que tiene varias subempresas, como es el caso de casi todas las empresas comunicacionales, y resulta que una de esas subempresas es adjudicataria de obras públicas de la provincia de Santa Cruz”. “Eso puede generar suspicacias” reconoció.

Pero, continuando con su repaso, narró que “entonces, a Nelson Castro le rescinden el contrato. Se pasea por todos los programas con los que competía perdiendo en rating denunciando que lo censuraron” ironizó. Aunque enseguida, reveló que “en un principio, me pareció de suma gravedad, más allá de que yo no coincido en nada con este hombre de centro derecha”. “Después, leyendo la prensa, me entero que Nelson Castro continúa con su programa, en el horario de mayor rating en el canal TN(un programa que si cualquier extranjero vería, se reiría de que le hablen de falta de libertad de prensa), y me entero que continúa con su programa en Radio Nacional”.

“ Radio Nacional es la radio estatal que manejan los gobiernos de turno, siempre fue así. Ahí tiene un programa Nélson Castro. Pero hay más, a Nélson Castro, en Radio del Plata, lo va a reemplazar Liliana López Foresi, una periodista que sí fue censurada durante el gobierno de Menem, un gobierno que –me hago cargo- fue justicialista, con ese gobierno fue echada de su programa de radio, y fue reemplazada por, justamente, Nélson Castro” contó.

Pero además, dedicó un párrafo a Liliana López Foresi que, recordó Cáceres “sufrió dos atentados, muchas amenazas y se quedó sin trabajo por estas censuras y presiones. No es el caso de Nélson Castro, al contrario. Me parece que este es un caso, como diría Jauretche, de otra gran zoncera criolla, así que yo no hubiera votado ese proyecto”.

http://analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=96960

Acerca de Lucas

31 años, periodista, vivo en Santa Fe, trabajo en Entre Ríos. Me encanta el consenso, si la primera moción es la mía. Creo que el disenso es productivo (al interior de la oposición). Todo lo que digo lo digo convencido, porque creo que es más importante decir las cosas con convicción que tenerlas. No me gusta Ricardo Arjona, pero no me molestaría ser Ricardo Arjona. Lo que sí tomo verdaderamente en serio, es la cerveza.

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4 comentarios en «Sobre Nélson Castro»

  1. Lucas:
    Vayamos por más.
    Queremos que nos rescindan todos los contratos, escritos o tácitos, que nos echen de nuestros laburos, que no nos dejen entrar más al bolichongo donde vamos a tomar nuestros piscolabis mañaneros (rompiendo el tácito contrato entre parroquiano y bolichero), y que en suma de todas esas rescisiones nos den como indemnización, chachán, chachánnnnnnnnnnnn……………………….
    $1.200.000.- ¡UN MILLÓN DOSCIENTOS MIL PESONGOS! ¡TODITOS PARA NOSOTROS!
    Repite moi, sig vous plais.
    Quiero que me rescindan el contrato, quiero que me rescindan el contrato, quiero que me rescindan el contrato.
    Déanle, prometo no hacer bardo ni hablar de libertad ni de ninguna otra calle.
    Déanle, prometo escuchar voces, déanle, prometo hacer gestitos, déanle.

  2. Sin entrar a hablar del pelele de Castro, me gustaría que el bien llamado papafrita de Cáceres tenga a bien recordar que hizo el Partido Justicialista cuando rajaron a López Foresi, así vemos que si es cuestión de libertad de expresión, tanto radicales como peronistas deberían estar inhabilitados de por vida para hablar del tema.

  3. Yo sí sé lo que es la censura, en córdoba «rescindieron el contrato» de un periodista de larguísima trayectoria en La Voz del Interior. El pasquín de Clarín para Córdoba, cuya característica actual es la de haber sido absorbido por su suplemento «La Voz del Campo». En ese pasquín, en cuyas páginas NO ENTRA ninguna nota disidente a la hegemonía agraria, publicaba Lacolla desde hace más de 20 años. Durante los inicios de la campaña bélica de sitio sobre las ciudades que protagonizaron las patronales agropecuarias, el decano periodista escribió su editorial denominada «La sedición del Campo», la misma fue rechazada por el editor del diario, y tras hacerse pública por medios alternatios y cadenas de mail, el diario decidió no rescindir el contrato. La Editorial la copio a continuación:

    LA SEDICIÓN DEL CAMPO

    2008-03-27 –

    Por Enrique Lacolla

    La rebelión de un sector del campo contra el grueso de la sociedad, puesta de manifiesto por las concentraciones de esta semana, es expresiva de un viejo problema argentino: la irreductible hostilidad de la clase alta a toda redistribución del ingreso que remotamente afecte sus bolsillos, y a la inconsciencia y el seguidismo de un buen sector del medio pelo porteño y de los productores rurales medianos, incapaces de diferenciar sus intereses de los de la Sociedad Rural y atentos sobre todo a los réditos que deducen de unas explotaciones que representan una escasa o nula inversión tecnológica y que, amén de no concentrar mano de obra, suponen un grave peligro ecológico que, si no es atendido con cuidado a través de la necesaria rotación de los cultivos, arriesga destruir la feracidad de nuestro suelo.

    El papel de estos sectores es servir de ariete seudo popular para exteriorizar una protesta que, en el fondo, deviene del modelo sistémico impuesto por el neoliberalismo, que a partir de 1976 barrió con la mitad de los productores agropecuarios, permitiendo la recuperación, por la oligarquía y las transnacionales, de inmensas cantidades de terrenos, que antes habían sido un modelo de producción de alimentos, “para reemplazarlos por un modelo factoría productor de forrajes baratos para la exportación”, como expresa la declaración del Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero. Que este “detalle” no haya sido asimilado por los productores de la Federación Agraria dice mucho de la miopía a que induce la ignorancia de la historia.

    No voy a solidarizarme a pleno con el gobierno, que ha dejado tantos frentes abiertos por su inhabilidad para atender a los reclamos de los pequeños productores y por su actitud de dejar hacer ante la exteriorización de las protestas ilegales que comenzaron con los cortes de ruta protagonizados por los piqueteros “paquetes” de Gualeguaychú; pero el aumento parcial de las retenciones es parte de un intento –positivo– para desalentar el monocultivo de la soja transgénica forrajera.

    Ambigüedad

    El problema reside, sin embargo, en la ambigüedad de la política estatal, que no termina de romper con el modelo neoliberal que asignó a la Argentina un papel de proveedor de alimentos de baja calidad explotados por los lobbies transnacionales y terratenientes. Esa política no se determina a transferir parte de la riqueza generada por ese diseño productivo primario a la construcción de un país integrado y basado en la tecnificación y diversificación del campo y en la recreación y potenciación de la industria nacional, la única que puede terminar con el desempleo y poner al país en un pie de igualdad tecnológica con los países desarrollados del mundo.

    Es difícil que una actitud semejante sea asumida por el gobierno, sin embargo, debido a una ambivalencia ética que le permite hacer coincidir, por ejemplo, la entrega de los yacimientos de la cuenca del Golfo de San Jorge, en Santa Cruz, con un discurso nacionalista que nunca termina de encarnarse en actos y en programas que pongan las cosas en claro; que diseñe un proyecto nacional y que designe a los enemigos de este.

    Sin embargo, creo que en este momento es importante recalcar que, pese a sus defectos, el gobierno de Cristina Fernández está consagrado por una abrumadora mayoría electoral, que se configura como la única autoridad nacional legítima y que el Estado debe hacerse respetar frente a las fuerzas que, de una u otra manera, han encarnado el proyecto neoliberal repudiado por la masa del país. La cabeza política más visible de la oposición parece estar dispuesta sin embargo a recabar el apoyo de los más distinguidos personeros de ese proyecto. Resulta chocante, en efecto, que Elisa Carrió, autoerigida en arquetipo de la autoridad moral en el país, pueda asociarse a nombres como los de Mauricio Macri y Ricardo López Murphy, expresivos de ese modelo, y suscite además las simpatías del menemismo y el cavallismo…

    Estamos en presencia de un intento de desestabilizar la situación política que puede estar dirigido, inclusive, al derrocamiento del gobierno. Muchos de los participantes de la manifestación nocturna del martes pasado, hasta cierto punto orquestada por la televisión privada, deben haber pensado en reeditar la pueblada del 19 de diciembre de 2001. No toman en cuenta, sin embargo, que por entonces se estaba en un país envuelto en una auténtica crisis, mientras que hoy ésta es artificial y determinada por un lock out patronal derivado del apetito por una mayor apropiación de las ganancias. La diferencia es esencial y pone un límite a la protesta. Esta sólo podrá prosperar si el gobierno nacional depone sus responsabilidades y no articula una respuesta. Es hora de que la encuentre.»

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