Una reflexión sobre “El Castigo”

El aparato de medios del estado todos estos días ha estado titulando los zócalos de sus pantalla con textos que incluían la palabra “odio” para referirse a la protesta popular del jueves pasado. Al principio me llamó la atención: “La marcha del odio”, no me cerraba que esos medios interpretaran los acontecimientos desde su propio lugar. La marcha no odiaba, ese sentimiento tan difuso, sus receptores, sus escrachados se sentían odiados. era su propio sentimiento, luego de una vuelta de tuerca, entendí que se victimizaban.

Pero nunca en los casi cuarenta años de reivindicación de luchas por “la aparición con vida”, del “juicio y castigo a los culpables”, NUNCA vi la palabra ODIO dentro de esas consignas. Madres, abuela y amigos pedíamos “justicia” algo demasiado abstracto en este país, pero también pedíamos “CASTIGO A LOS CULPABLES”, en este país donde los mas chorros están todos libre, si hasta Videla había zafado gracias al indulto, por lo que pedir “castigo”, sería lo lógico.

Y era CASTIGO, lo que pedía la marcha del jueves, algunos podrían tener bronca, otros odio, pero no era ni la marcha de la bronca, ni la del odio, era la del Castigo: Castigo a Jaime, a Budu, a los que quieren tocar la constitución, a los que nos tienen cautivos de los pesos, (aquí el lector puede ejercitar su propio castigo al gobierno).

En los últimos posts me he referido a la película “El secreto de sus ojos” para asimilar protestadores y protestados en un mismo pie de igualdad. Eduardo Sacheri, el autor de la novela y del libro de la película, destaca que la narrativa de la novela no es policial, mucho menos un tratado sobre el odio

El escritor señala que “La pregunta de sus ojos” no es un policial. “Hay un crimen, una búsqueda, un hallazgo; pero escapa a los mecanismos esperables de un policial porque no hay una investigación eficiente y los personajes no son esos seres solitarios y sombríos de las novelas de detectives –explica Sacheri–. Esta novela es mucho más una reflexión sobre el castigo.”

En mi post mencionado más arriba, cito a mi amiga Silvia Adoue que reflexiona a partir de este disparador de la película-novela sobre la posibilidad del bien- mal, ley –delito y nos obliga a pensar cómo sería construir esas totalidades binarias en el  contexto de nuestro país:

La lectura de la novela, mucho más que el guión de cine, nos desafió a pensar a Chaparro (Darín) como la contra-cara de Morales (Rago). Ellos son parte de una totalidad, una totalidad escindida,  una totalidad que los junta y los separa.  Ambos visitan y revisitan la misma historia, sin embargo Chaparro es dialéctico, se mueve con la historia, y se mueve por la historia, tal vez bajo efectos de una ilusión que imagina al pasado como una isla en la que enterró un tesoro y quiera volver a rescatarlo. Tal vez contar la historia sea una forma de reencontrar el punto de desvío de otro camino que querría haber recorrido, o reencontrar un impulso vital, o recolocar una pregunta, o arriesgar por fin una respuesta. Al contrario Morales se estanca, permanece fijo en un momento de la historia.  El propio Chaparro  lo ve así y lo dice: es como si la muerte de la mujer lo hubiera dejado así, detenido para siempre, eterno. Como si diera un salto individual para afuera de la historia, y eso lo deshumaniza

Lo interesante de la historia es que

Morales entrega su vida a la causa de castigar al asesino, y lo consigue.  Pero el precio de cobrar la vida del asesino lo paga con su propia vida. Su humanidad se reduce a una mínima expresión, cercenando no sólo lo que él ya era sino también todo aquello en lo que podría convertirse. Reduce sus posibilidades de producir una actividad humana ampliada a la única tarea de punir al verdugo. Produciendo castigo, Morales se reproduce como un castigador, una forma de justicia que no lo engrandece, al contrario, lo degrada porque lo priva de lo mejor que tiene lo humano, de los sueños de futuro, de la risa, de la alegría, del amor.

Los castigadores del gobierno sufren de la misma enfermedad que Morales (Rago), al hacerlo no se liberan de Cretina, del Gobierno, de Moreno, no lejos de hacerlo se igualan a ellos. Dice Borges:

Lo más terrible de una cárcel es que quienes entraron en ella no pueden salir nunca. De éste o del otro lado de los barrotes siguen estando presos. El encarcelado y el carcelero acaban por ser uno. Stevenson creía que la crueldad es el pecado capital; ejercerlo o sufrirlo es alcanzar una suerte de horrible insensibilidad o inocencia. Los réprobos se confunden con sus demonios, el mártir con el que ha encendido la pira. La cárcel es, de hecho, infinita.

Eso es en definitiva lo que diferencia el castigo del odio, el odio, algún día cesa, el castigo parecería que no, se detiene en el tiempo, ancla sus posibilidades de producir en una actividad humana ampliada a la única tarea de punir al verdugo. Por eso es importante insistir con esto, este flujo y reflujo de castigos nos atrapa a todos en un poli- ladron donde alternativamente unos van tomando el rol de policías o de ladrones en las distintas etapas de este macabro juego.

Puedo citar a la Naranja mecánica como otra reflexión sobre el castigo, también a Un burgués, pequeño, pequeño como citaba el otro día Manolo.

Yo no quiero estar ahí, córranme a mi de ese macabro juego, yo no juego. En todo caso pensemos otro. Yo prefiero vivir como Chaparro, demasiados años rondando los oscuros laberintos de Morales me llevan a ponerme en movimiento, tomar partido, comprometer en una edad de mi vida en que parecía que estaba todo dicho, “Yo en la patria de ellos , me cago”

8 comentarios en «Una reflexión sobre “El Castigo”»

  1. metidos a psicologos,en principio no separo el odio del castigo,porque el primero engendra al segundo.Si concuerdo que en que»la carcel es infinita»en el sentido de que el trauma que deja es imborrable.Por eso los que actuaron durante la dictadura sabian lo que hacian.Hay que estar loco para actuar como Morales,separado de la realidad y encerrado en su burbuja de odio.Pero lo que CH.Boyle sugiere es el mirar para el futuro,y a veces esta consigna incompleta significa perdonar lo imperdonable.Ademas,creo que sera un error ortografico habalar de»Cretina»,porque si lo escribe adrede,me encuantro con un Boyle desconocido,que no esperaba.

  2. ¿y quienes son esos energúmenos del otro día -con los que parece que te identificás-para castigar a nadie?. Me parece que se te soltó la cadena…tené cuidado cuando te cagues en esa patria…

  3. Por lo general no le entiendo un pito al Sr. Boyle, seguramente por mi incapacidad. El texto no fue la excepción. Un saludo a Charlie, que no te desanime (descuento que no) el comentario de este bruto.

  4. Bueno, este tipo le da tanta vuelta al asunto que termina entendiendo nada. Si lo que se veía no era odio, no sé qué era. Ahora Boyle intenta resignificar algo tan simple para que el jabón nos parezca queso. Parece que el formateo lobotomizante le surtió efecto.

  5. Charlie:

    “El secreto de sus ojos” es una alegoría sobre la tragedia de los argentinos. El relato de una violación y crimen -que podrían perderse en las páginas policiales de un periódico de cualquier época- representan las violaciones a los derechos humanos -perpetradas durante y con anterioridad a la dictadura- que no se muestran pero acontecen en el transfondo de esa pequeña historia que se decide narrar y revisar.

    Los sucesos que ejemplifican el pasado concluyen con el exilio interno del personaje central -y consecuentemente cesa toda investigación o posibilidad de hacer justicia.

    La búsqueda de la verdad sobre el caso no condice con los tiempos de la recuperación democrática. Esa desligazón temporal omite -¿deliberadamente?- la lucha por los derechos humanos, los juicios a las juntas, las asonadas militares, las leyes de OD y PF e indultos, como si el Estado (democrático) no hubiera hecho nada.

    Hasta que el personaje decide volver a indagar sobre aquella pequeña historia -con la continuidad de los juicios contra los genocidas después de la anulación de las leyes de impunidad- para finalmente revelarnos que el castigo ha quedado reducido a la única finalidad de punir al verdugo.(1)

    Nos propone tomar distancia de esa especie de “justicia privada”, nos invita a no repetir ciclicamente el enfrentamiento, revisando críticamente el pasado.(2)

    (1) Claudio Tamburrini:
    http://america.infobae.com/notas/54448-El-hombre-que-escapo-del-calabozo-de-la-muerte
    http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-187001-2012-02-06.html

    (2) Héctor Ricardo Leis: bonk.com.ar/tp/file_download/11/testamento-leis.pdf

    Saludos

    1. Ricardo, le agradezco las visiones que acerca. Debo confesarle una cosa, en realidad siempre que uno escribe un post, por lo menos en mi caso sale como lo dictó la inspiración, la corrección es colectiva con los lectores.
      En este caso cuando terminé de hacerlo me dí cuenta lo que explícitamente manifiesta Tamburrini, pero claro era una contradicción demasiado dolorosa para quién como tantos hemos militado los derechos humanos de tanta gente desaparecida pidiendo Juicio y Castigo, quedándonos al final casi solamente con el Castigo. Eso es lo oblicuo del post, el corsi y el recorsi. Una mirada lateral que no estaba prevista mientras lo escribí, que además era un post aclaratorio de un comment que le hacía al post del Escriba.
      LA cosa es así, lo que dice Tamburrini que hoy por hoy los organismos (y nosotros) piden solo castigo, dejando de lado la posibilidad de «negociar» alguna posición para de alguna forma intentar arrancarles algo del «secreto» de los que estos hijos de puta han hecho, es una verdad que sale también del post pero que yo me negué a reconocer cuando lo escribí, reconocerlo era ponerme en el lugar Morales y eso no me gustaba.
      Tamburrini lo dice claro, el castigo dado de esta forma, lo que hace es cerrar toda «otra» posibilidad. Ocluye el resto y en ese resto se puede esconder la forma de acercarnos a saber lo que realmente pasó con el agravante de que los que saben se están muriendo todos, como también señala.
      Por eso le agradezco esta otra mirada que no conocía, conocía la historia de su fuga, la anécdota, pero nada más. Con respecto al pdf de Leis, lo estoy masticando de a poco. Sobre su tesis algo había visto desde la óptica de Eleonora Bertranou, que en la biografía de Walsh rescata algo de lo que dice leis, pero desde una óptica más de los «hijos de inmigrantes» no como conflicto generacional como él lo plantea. Es muy interesante este planteo, es el tipo de hipótesis que a mi me gustan, tan al límite que la ciencia casi no puede explicarlos. La argumentación es contundente y muy popular especialmente entre los jóvenes de la época (hoy 65-68) no militaban dentro del catolicismo o del barrio norte, me refiero a amigos míos de Guardia de hierro, del sur del conourbano de los del peronismo de base, gente con otra visión del peronismo, mas hija de la resistencia ( y pos supuesto de la inmigración) que el core desde donde salió la dirigencia de Montoneros.
      He terminado de escribir una novela sobre Walsh, en realidad son des historia paralelas la de Rodolfo, (histórico) y la de un pibe de la generación de Axle Kicilof, o cualquier camporita de treintipico largos cuarenta cortos, que se pone a investigar y entender todo esto que discutimos hoy.
      Siempre el asunto es qué hacer con toda esta historia pesada, y salta a la vista que el castigo se queda siempre corto, mezquino, miope, que no nos construye como sociedad, al contrario, si es cierto lo que plantea Leis, nos escinde cada vez más, generacionalmente, por clase, por clientelismo, en definitiva no construye Argentina, la escinde, la parte, como parecería ser la reacción generalizada a la globalización.
      Vuelvo a agradecerle los links, sobre Leis medio se me resbala por quién escribe más que por lo que dice pero lo que dice es muy atendible y hay que discutirlo sin duda, esto es lo que se viene este tipo de discusión. Repasar la historia de Montonero en relación, por ejemplo con los Tupas, de antes y los de ahora, cosa que hago en mi libro y Leis rescata, dice que los Tupas fueron los que menos usaron el terror, es interesante que esto se pueda discutir, ver y también sancionar aunque sea desde la historia.

    2. Gracias por tus palabras. En verdad mi comentario parte desde ese post linkeado (incluidos los también muy interesantes que le anteceden en tu blog Reflexiones siesteras) hasta el comentario que hacés en el post de Escriba. Un recorrido inverso que inicia en “el secreto de…” para concluir con el testamento de Leis.

      La elección del escrito de Leis no es casual. Su autocrítica sin concesiones -ni con su propia historia personal- desmitifica la recuperación acrítica de los setenta como instrumento de construcción política y expone la tragedia como expresión de ciclos de “eterno retorno” del drama nacional; “ruptura singular, pero también continuidad del pasado”; de aquello que denomina “resentimiento”(*), “…presente en la mayoría de los argentinos, independiente de sus diferencias de clase, de corporaciones o de ideología política”.

      “¿Qué hacer, entonces, cuando determinadas sociedades o grupos humanos quedan presos de un resentimiento que se retroalimenta, estableciendo un círculo vicioso que amenaza no tener fin? Para no caer en el abismo de la barbarie, vencedores y vencidos deberán buscar algún tipo de reconciliación. El perdón y el sacrificio (“sin el sacrificio de la confesión, el perdón puede tornarse un artificio instrumental sin efecto.”) son los únicos caminos para eso. El tiempo por sí solo no cura el resentimiento; por el contrario, lo aumenta. La reconciliación no llega si los actores (o los descendientes de estos actores) no quieren perdonar ni ser perdonados.”

      Un abrazo y felicitaciones por haber completado tu obra sobre Walsh.

      (*) Algo más sobre dicho concepto: http://www.saap.org.ar/esp/docs-revista/revista/pdf/2-3/leis.pdf

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