Opinión
Jueves 23 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Cristina Kirchner, anteayer, al lanzar su candidatura a la reelecciónFoto: Marcelo Gomez
Todo está puesto para la campaña de Cristina Kirchner. No sólo la intención de voto que le asignan las encuestas; también el Frente para la Victoria y sus aliados, como Martín Sabbatella, para lo que guste mandar. Y el Estado argentino está a sus órdenes electorales.
Hay algo sin principios en el manejo de la propaganda oficial, algo que lastima la sensibilidad de quienes no son kirchneristas y, seguramente, de algunos partidarios del Gobierno. Hay algo turbio en la maquinaria de publicidad oficial. Afiches de la noche a la mañana, primero con los tres candidatos a jefe de gobierno de Buenos Aires; ahora, con la fórmula beneficiada por la voluntad presidencial, y únicamente por ella. Afiches anónimos que imitan aquellos que tomaban el logo de TN y lo traducían en «todo negativo» hoy lo traducen como «todo Macri». Incontables minutos de propaganda en Fútbol para Todos. He criticado muchas veces a Pro por usar el color amarillo, que lo identifica, en los afiches donde se difunde información de gobierno transmutada en propaganda por el candidato. Pero la campaña kirchnerista utiliza recursos más desprolijos.
El Estado se ha puesto al servicio de una agitación electoral que hasta ahora ha pasado por el cuerpo de la Presidenta; por su duelo, por sus invocaciones al Gran Ausente; por el uso irrestricto y agrandado de la primera persona; por la mezquindad, el desprecio y el sarcasmo con que alude a quienes no forman parte de su bando.
El gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, se ha convertido en su enemigo porque se atrevió a ser candidato. Apareció como una efigie de estampilla en el acto del 20 de junio en Rosario. Cristina Kirchner no quiso que el gobernador hablara. Si lo hubiera querido, habría enviado instrucciones a los muchachos de La Cámpora para que se callaran mientras Binner decía su discurso. ¿En qué podía perjudicarla que el gobernador hablara? En nada. Fue un acto de caprichosa ocupación total del Monumento a la Bandera y de manejo concentrado del micrófono. Ni medio segundo de cadena nacional para un gobernador; toda la cadena nacional que se le dé la gana para ella misma.
A Cristina Kirchner le gusta el suspenso porque le permite tener a todo el mundo pendiente de su albedrío y no abandonar jamás las decisiones en un campo que no le responda por completo. No tolera la indeterminación, que es una dimensión del presente. Esconde sus decisiones para que sean los otros los que vivan en la indeterminación: el poder manejado desde el secreto. Durante ocho meses introdujo el suspenso de sus emociones en los actos en que participó. Nadie desconfía de la verdad ni de la intensidad de su dolor. Sin embargo, se comprueba que manejó perfectamente los beneficios secundarios de su duelo verdadero. ¿Llora o no llora? ¿Se quiebra en un sollozo o sigue con la voz firme? Con estas preguntas, que no son trascendentales, alimentó su figura de viuda agobiada pero fuerte. Como decía Néstor: «Con todo respeto, señora, se lo digo con todo respeto».
Con esta puesta en la escena pública de sus emociones, la Presidenta se mostró conocedora de las estéticas televisivas, que hacen brillar el pliegue de lo personal incluso en el acto donde se anuncia «milanesas para todos». Esa simbiosis de lo privado y lo público es una marca a fuego de la cultura actual y Cristina Kirchner descolló en la dosificación exterior de sus sentimientos. Decir esto no implica pasar por alto su duelo, pero, como sucede en las familias más respetables y en las mejores repúblicas, también hay malicia y manipulación. Los candidatos aceptan que las listas de diputados y legisladores les vengan hechas con la firma de la Presidenta; Filmus acepta de buen grado no hablar en el acto donde se presenta como candidato a jefe de gobierno. Todos se abrazan y se necesitan. Y, por ahora, hay una sola jefa.
En este clima de obediencia, de entusiasmo verdadero y de «no hay otra», algunos detalles desprolijos parecen triviales. Filmus, lo más tranquilo, puede decir que no va a debatir en TN después de haber ocupado constantemente las pantallas de los programas periodísticos de ese canal. Quien sólo mire TN ha visto a Filmus muchas veces. Sin ir más lejos, en uno de los programas de la noche ocupó casi media hora, hace quince días; allí recibió uno de los tratamientos más joviales, considerados y tolerantes a los que puede aspirar un candidato. Pero ahora Filmus, que en 2007 no tuvo inconveniente en debatir en TN (y ya estaba el juicio sobre los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble y ya el Grupo Clarín era tan grande como lo es hoy, en parte gracias a Kirchner), alega que no está dispuesto a reforzar ese monopolio con otro monopolio circunstancial del debate, en el caso de que la señal original pueda ser retransmitida por otros canales. Su apoderado no firmó el acta de acuerdo que se había discutido durante varias reuniones. ¿Para qué fueron a las reuniones si sabían que estaban discutiendo con TN y no con un abanico de medios manejados por Mariottto?
En un debate, Filmus no tiene nada que perder frente a Macri. No está allí su problema. Filmus cree que algo (o mucho) puede perder frente a Pino Solanas. El problema es Solanas, no TN ni Macri. ¿Estaría Filmus dispuesto a debatir en la sede de la Universidad de Buenos Aires, que le ofreció el rector Hallú? Por supuesto. Ese es un territorio cuya ocupación por sus partidarios juveniles es imposible de evitar. La UBA nunca detiene el ingreso de militantes. El recinto del Consejo Superior fue ocupado decenas de veces; se impidieron sesiones. La cultura de la UBA es, en este sentido, hiperdemocrática o anárquica, como se quiera. Es difícil imaginar que la UBA establezca medidas restrictivas para el acceso de público. Si se compromete a hacerlo, es difícil que pueda hacerlas cumplir en presencia de grupos dispuestos a entrar, ya que una de las decisiones que no concuerdan con su valiosa tradición de independencia es llamar a la policía. Esto le preocupa poco a Solanas. Viene corriendo desde atrás, sabe argumentar y tiene seguidores activos con una cultura política no ajena al encontronazo.
Incluso en los medios más hostiles se puede ganar un debate. Esto no se aplica a Macri, que no puede encontrar ventaja en un traslado al territorio universitario. Sin duda, TN o cualquier otro canal de televisión le vienen mejor que ese medio tumultuoso donde no está preparado para moverse. Es deseable que Filmus supere el cálculo mezquino. Su dilema es evidente: la Presidenta no perdonaría un debate en el que saliera mal parado, o quizás (puestos a fantasear) es posible que la Presidenta le haya ordenado no asistir al debate al que había acordado en principio.
Pero ¿qué va a pasar con el gran debate presidencial? En todos estos años la Presidenta no ha dialogado en público, sino que ha practicado el monólogo frente a plateas cariñosas. George Bush debatió con Clinton; Zapatero debatió con Aznar. Ambos en ese momento eran presidentes (de Estados Unidos o del gobierno de España). O sea que los presidentes debaten. Los candidatos, ni hablar: Bachelet y Frei con Piñera, todos los brasileños en las últimas elecciones, para no ir muy lejos. La Presidenta podría mostrarse inaugurando una nueva época. El gran golpe de sorpresa sería que debatiera. Nadie objetaría que usara la cadena nacional en ese caso. Ni siquiera se objetaría que fuera en su salón preferido de la Casa de Gobierno, en tanto no disponga una concurrencia dispuesta a aplaudirla y abuchear al resto.
Y otra cosa: para anunciar que se presentaría como candidato a un segundo período presidencial, Lula eligió, de modo bien cargado de simbolismo, el periódico del lugar donde comenzó su carrera de sindicalista. Evitó Brasilia y fue a sus orígenes en el ABC de San Pablo. No se trata de convertir a Lula en un tribuno perfecto de la más geométrica de las repúblicas, pero es un hombre con modales más considerados, acostumbrado a perder tanto como a ganar. Y, sobre todo, con sentimientos que lo unen a una larga marcha sindical y política.
© La Nacion
La autora es ensayista, crítica literaria y profesora universitaria
Jueves 23 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Cristina Kirchner, anteayer, al lanzar su candidatura a la reelecciónFoto: Marcelo Gomez
Todo está puesto para la campaña de Cristina Kirchner. No sólo la intención de voto que le asignan las encuestas; también el Frente para la Victoria y sus aliados, como Martín Sabbatella, para lo que guste mandar. Y el Estado argentino está a sus órdenes electorales.
Hay algo sin principios en el manejo de la propaganda oficial, algo que lastima la sensibilidad de quienes no son kirchneristas y, seguramente, de algunos partidarios del Gobierno. Hay algo turbio en la maquinaria de publicidad oficial. Afiches de la noche a la mañana, primero con los tres candidatos a jefe de gobierno de Buenos Aires; ahora, con la fórmula beneficiada por la voluntad presidencial, y únicamente por ella. Afiches anónimos que imitan aquellos que tomaban el logo de TN y lo traducían en «todo negativo» hoy lo traducen como «todo Macri». Incontables minutos de propaganda en Fútbol para Todos. He criticado muchas veces a Pro por usar el color amarillo, que lo identifica, en los afiches donde se difunde información de gobierno transmutada en propaganda por el candidato. Pero la campaña kirchnerista utiliza recursos más desprolijos.
El Estado se ha puesto al servicio de una agitación electoral que hasta ahora ha pasado por el cuerpo de la Presidenta; por su duelo, por sus invocaciones al Gran Ausente; por el uso irrestricto y agrandado de la primera persona; por la mezquindad, el desprecio y el sarcasmo con que alude a quienes no forman parte de su bando.
El gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, se ha convertido en su enemigo porque se atrevió a ser candidato. Apareció como una efigie de estampilla en el acto del 20 de junio en Rosario. Cristina Kirchner no quiso que el gobernador hablara. Si lo hubiera querido, habría enviado instrucciones a los muchachos de La Cámpora para que se callaran mientras Binner decía su discurso. ¿En qué podía perjudicarla que el gobernador hablara? En nada. Fue un acto de caprichosa ocupación total del Monumento a la Bandera y de manejo concentrado del micrófono. Ni medio segundo de cadena nacional para un gobernador; toda la cadena nacional que se le dé la gana para ella misma.
A Cristina Kirchner le gusta el suspenso porque le permite tener a todo el mundo pendiente de su albedrío y no abandonar jamás las decisiones en un campo que no le responda por completo. No tolera la indeterminación, que es una dimensión del presente. Esconde sus decisiones para que sean los otros los que vivan en la indeterminación: el poder manejado desde el secreto. Durante ocho meses introdujo el suspenso de sus emociones en los actos en que participó. Nadie desconfía de la verdad ni de la intensidad de su dolor. Sin embargo, se comprueba que manejó perfectamente los beneficios secundarios de su duelo verdadero. ¿Llora o no llora? ¿Se quiebra en un sollozo o sigue con la voz firme? Con estas preguntas, que no son trascendentales, alimentó su figura de viuda agobiada pero fuerte. Como decía Néstor: «Con todo respeto, señora, se lo digo con todo respeto».
Con esta puesta en la escena pública de sus emociones, la Presidenta se mostró conocedora de las estéticas televisivas, que hacen brillar el pliegue de lo personal incluso en el acto donde se anuncia «milanesas para todos». Esa simbiosis de lo privado y lo público es una marca a fuego de la cultura actual y Cristina Kirchner descolló en la dosificación exterior de sus sentimientos. Decir esto no implica pasar por alto su duelo, pero, como sucede en las familias más respetables y en las mejores repúblicas, también hay malicia y manipulación. Los candidatos aceptan que las listas de diputados y legisladores les vengan hechas con la firma de la Presidenta; Filmus acepta de buen grado no hablar en el acto donde se presenta como candidato a jefe de gobierno. Todos se abrazan y se necesitan. Y, por ahora, hay una sola jefa.
En este clima de obediencia, de entusiasmo verdadero y de «no hay otra», algunos detalles desprolijos parecen triviales. Filmus, lo más tranquilo, puede decir que no va a debatir en TN después de haber ocupado constantemente las pantallas de los programas periodísticos de ese canal. Quien sólo mire TN ha visto a Filmus muchas veces. Sin ir más lejos, en uno de los programas de la noche ocupó casi media hora, hace quince días; allí recibió uno de los tratamientos más joviales, considerados y tolerantes a los que puede aspirar un candidato. Pero ahora Filmus, que en 2007 no tuvo inconveniente en debatir en TN (y ya estaba el juicio sobre los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble y ya el Grupo Clarín era tan grande como lo es hoy, en parte gracias a Kirchner), alega que no está dispuesto a reforzar ese monopolio con otro monopolio circunstancial del debate, en el caso de que la señal original pueda ser retransmitida por otros canales. Su apoderado no firmó el acta de acuerdo que se había discutido durante varias reuniones. ¿Para qué fueron a las reuniones si sabían que estaban discutiendo con TN y no con un abanico de medios manejados por Mariottto?
En un debate, Filmus no tiene nada que perder frente a Macri. No está allí su problema. Filmus cree que algo (o mucho) puede perder frente a Pino Solanas. El problema es Solanas, no TN ni Macri. ¿Estaría Filmus dispuesto a debatir en la sede de la Universidad de Buenos Aires, que le ofreció el rector Hallú? Por supuesto. Ese es un territorio cuya ocupación por sus partidarios juveniles es imposible de evitar. La UBA nunca detiene el ingreso de militantes. El recinto del Consejo Superior fue ocupado decenas de veces; se impidieron sesiones. La cultura de la UBA es, en este sentido, hiperdemocrática o anárquica, como se quiera. Es difícil imaginar que la UBA establezca medidas restrictivas para el acceso de público. Si se compromete a hacerlo, es difícil que pueda hacerlas cumplir en presencia de grupos dispuestos a entrar, ya que una de las decisiones que no concuerdan con su valiosa tradición de independencia es llamar a la policía. Esto le preocupa poco a Solanas. Viene corriendo desde atrás, sabe argumentar y tiene seguidores activos con una cultura política no ajena al encontronazo.
Incluso en los medios más hostiles se puede ganar un debate. Esto no se aplica a Macri, que no puede encontrar ventaja en un traslado al territorio universitario. Sin duda, TN o cualquier otro canal de televisión le vienen mejor que ese medio tumultuoso donde no está preparado para moverse. Es deseable que Filmus supere el cálculo mezquino. Su dilema es evidente: la Presidenta no perdonaría un debate en el que saliera mal parado, o quizás (puestos a fantasear) es posible que la Presidenta le haya ordenado no asistir al debate al que había acordado en principio.
Pero ¿qué va a pasar con el gran debate presidencial? En todos estos años la Presidenta no ha dialogado en público, sino que ha practicado el monólogo frente a plateas cariñosas. George Bush debatió con Clinton; Zapatero debatió con Aznar. Ambos en ese momento eran presidentes (de Estados Unidos o del gobierno de España). O sea que los presidentes debaten. Los candidatos, ni hablar: Bachelet y Frei con Piñera, todos los brasileños en las últimas elecciones, para no ir muy lejos. La Presidenta podría mostrarse inaugurando una nueva época. El gran golpe de sorpresa sería que debatiera. Nadie objetaría que usara la cadena nacional en ese caso. Ni siquiera se objetaría que fuera en su salón preferido de la Casa de Gobierno, en tanto no disponga una concurrencia dispuesta a aplaudirla y abuchear al resto.
Y otra cosa: para anunciar que se presentaría como candidato a un segundo período presidencial, Lula eligió, de modo bien cargado de simbolismo, el periódico del lugar donde comenzó su carrera de sindicalista. Evitó Brasilia y fue a sus orígenes en el ABC de San Pablo. No se trata de convertir a Lula en un tribuno perfecto de la más geométrica de las repúblicas, pero es un hombre con modales más considerados, acostumbrado a perder tanto como a ganar. Y, sobre todo, con sentimientos que lo unen a una larga marcha sindical y política.
© La Nacion
La autora es ensayista, crítica literaria y profesora universitaria
yo creo que Sarlo y Carrio deberian juntarse a en TV a analizar el duelo de Cristina ¿fue real? ¿especulo politicamente? ¿deberia haberse cambiado el vestido? ¿que maquillaje era adecuado?
Es muy ingenuo de parte de la oposición el cuestionamiento de estupideces imaginando que son lo que hacen a la popularidad de un lider, si pasearan por un barrio de Chivilcoy o de quilmes o del oeste verian a pibes terminando la secundaria , madres más protegidas , mucha gente consiguio laburo , otra empezo en una cooperativa , algunas familias disfrutan de la compu que el estado le dió al hijo que estudia , otras la pudieron comprar en cuotas , son las medidas concretas las que convierten a una persona en mas o menos querida , es el respeto ,los puestos de trabajo. Es estupido no verlo porque cuando la crisis golpeaba al país y al mundo, cuando la gripe a , cuando se perdian puestos de laburo perdimos las elecciones contra un tarado que decía alica alicate y tengo un plan????????
Ahí si que , en medio de una crisis uno mira las «formas » si dijo no dijo si la cadena nacional si la cartera o el vestido … pero un país avanzando (preguntale a los chicos de las motos de los barrios ,al que se compro el primer autito , si le importa mucho el color del vestido de la presi , preguntale al cientifico que volvio y esta laburando que opina de el tono que le pone la presi a las frases…
Hace unos días por Bernal ví dos pequeños ponys y un unicornio. La gente cantaba feliz por la calle y salia de hacer las compras con una sonrisa en el rostro y una tira de asado en la bolsa.
Yo caminé por el microcentro ayer a la noche y vi niños paseando en bicicletas de oro, mientras sus madres vestidas con elegantes prendas discutían el mejor color para las casas de veraneo que están construyendo junto al mar. Luego aparecieron unos duendes que junto a los niños y sus madres cantaron y bailaron al rededor del Obelisco.
Si, ni hablar si vas por el Chaco ves lo mismo que en microcentro, los camiones de carne y pescado para todos ni van, no es necesario. Las amas de casa chaqueñas no se deciden si lomo o peceto cortado para milanesas.
Yo entiendo a Emi, con todo esto como se van a quejar de «las formas», que hace un enriquecimiento por acá, una mafia de los remedios, una feyari, unos sindicalistas pisando docentes o disparando sueltos, ¡son formas! ¡dejensé de joder si esta todo maravillosamente bien!.
Sopa: no es necesario inventar ningún mundo de fantasía para hacer al menos un mínimo reconocimiento de algo que es indudable.
Hace 8 años este país estaba en la peor crisis de su historia, con 23% de desempleados, con mucha gente que no tenía ninguna perspectiva de volver a conseguir un empelo ni cobrar una jubilación o una pensión. No llegaban con los años de aporte.
Y vino Kirchner, con sus múltiples defectos y les consiguió una jubilación. O recuperaron el trabajo.
Es hasta lógico pensar que si en 8 años, de estar en la peor realidad posible, pasamos a una más o menos, haya una buena cantidad de gente que les reconocerá con el voto la gestión a quienes gobernaron en estos años.
Después, podés banalizar los comentarios de los demás de la manera que quieras, pero en lo que dice Emi tienen una explicación de por qué les cuesta tanto ganarle al kirchnerismo a pesar de la corrupción y los desatinos. Si no lo quieren ver, bueno, pueden seguir creyendo en las fantasías propias (que son sin dudas más efectivas que las nuestras).
Emi: tu comentario es demasiado materialista (casi marxista).
Algo con lo que nunca se podría poner de acuerdo una señora que vivió muchos años de becas por hacer «crítica cultural».
Un abrazo.
Betty se les ha metido debajo de la piel y no los deja vivir. Como Ali, les vive llenando la cara de dedos y no la pueden tocar mas que con insultos infantiles («una señora que vivió muchos años de becas por hacer “crítica cultural”…estos del CONICET manteniendo vagos, cuando no!).
Sarlo, ella sola y con unas pocas columnas en los diarios, les desmantelo el verso de la «epica» y el «relato», los dejo sin careta y se les llevo la ropa.
Mariano: si, hay mucha gente que esta mejor que el 2001 y el 2003, hay mucha gente que empieza a estar peor que el 2009 y el 2011.
El cuentito naif de Chivilcoy o Quilmes de Emi lo contrasto con lo que veo en Bernal o Berazategui realmente.
Es alarmante que Beti trate de emprolijar, hacer «racional» y volver respetable el odio de Carrió.Lo que muestra esta nota -resaltado por los comentarios de los compañeros- es que Sarlo nunca tiene nada sustancial que decir, es una frívola que busca el aplauso.
¿Qué les pasa a estas minas, a Carrió, a Beti y tambien a Alcira, la envidia las carcome?
a ver no es por sacralizar todo y que no se puedo ni mencionar algo asi, solo que es poco importante.
Yo lei el libro de Sarlo y me llamo la atencion la cantidad de espacio que utilizaba para hablar de algo que sucedio en un viaje de Nestor a Alemania, lo llevaban a algun museo de los campos de concentracion y el decia como «aca vivimos algo parecido»
no era tanto lo que decia, si bien criticaba la exageracion, sino que tenga la osadia de hablar lo que criticaba, que de una opinion cuando nadie se la pidio,que «haga politica» en ese momento en el que la mayoria de los presidentes guardan un respetuoso silencio. Una osadia «avergonzante», propia de una especie de provincianismo cultural.
Lástima que no hubo un osado alemán que le preguntara: ¿Usted/es que hacían en su país cuando vivían algo parecido?.-
era un empresario hubiese contestado. y?
¿Un empresario? Me parece que no, salvo que entiendas que era empresario ser un abogado que utilizaba los juicios para adquirir viviendas. Recién empieza a ser empresario a partir del 2003, cuando en esas viviendas construye departamentos, construye dos hoteles y demás que no conocemos (aún).
Pero lo cierto que él entendía que durante el «Proceso» se vivía en un Estado de Derecho, según estampó en la conocida solicita rescatada por el periodismo destituyente. Por supuesto, el Tercer Reich también fue un Estado de Derecho, y guarda con el derecho.
ok Daio Nestor fue Videlista de la primera hora, todo lo que quieras contarte pero no tiene nada que ver mi comentario
néstor podría haber dicho: contaba los días y esperaba la oportunidad de meterlos presos de por vida.
Diez y felicitado. Se lo incluye en la grilla para ser designado vicepresidente.
Sarlo que me cuente, tanto que se pavoneó de rigor periodístico, por qué dice en su libro que Pampuro se pasó del duhaldismo al kirchnerismo la noche que CFK le gana a Chiche, cuando en realidad fue su compa de fórmula.
entre los mecanismos de defensa contra la neurosis se da la racionalizacion.Beatriz canaliza su angustia con argumentos que trasuntan su rechazo a la presidente.Se arroga la mision de pretender señalarle lo que tiene que hacer o tendria que haber hecho,recordando al osado M.Grondona cuando le pidio que renunciara a la candidatura.Si se atuviera la titulo del articulo debiera atenerse a su rol de ciudadana y el titulo sria brillante,de servicio y colaboracion.Precisamete,¿no puede,ni por un momento,pensar que su postulacion es deseada o pedida por mucha gente,mas alla de las formas conque ha logrado semejante adhesion?¿no se da cuenta que el kirchnerismo es funcional a los intereses de empresarios y laburantes en un mundo como el que existe?
Porqué no leen el artículo y lo refutan párrafo por párrafo y nos señalan las mentiras escritas, en lugar de interpretar según les cae el personaje, y lo que es peor, comparararla con Carrio.
Ya pasó, dejen de aplaudir. Y no se trata de «formas» únicamente como dijo alguien por ahí: demasiada prepotencia y mala leche el dejar pagando a un tipo como Binner y además permitir que un grupito de yupis patoteros de la Campora lo cagaran a gritos.
No le hace falta a Cristina para ganar con limpieza y como merece, habida cuenta de la pobre oposición, salvo excepciones sin posibilidades mayores.
Si tienen buena memoria, recuerden como defendían desde estas mismas columnas a Capaccioli, Jaime y tipos de por el estilo..
Creo que para progresar habrá que cambiar esas rutinas obsecuentes.
¿Qué serían «un tipo como Binner»? Para mí es lo mismo que Duhalde, ponele. Sólo que Duhalde no la juega de socialista mientras hace el gobierno más conservador que uno se pueda imaginar.
No hace falta que yo o algún otro la desmienta a Sarlo: la desmintió el propio Binner, que dijo que él mismo no quiso hablar. Eso sí: Alfonsín se la bancó erguido en la Rural a pesar de los silbidos. Binner que siga tirando paredes con Tenembaum si no se banca que lo silbe La Cámpora.
Y otra cosa: si eso de «yuppies» para LC va porque ocupan cargos en el Estado, vamos a empezar a reconocer que es legítimo que los tengan, que intenten, desde allí, institucionalizar lo que militan -y yo los veo militarlo, en varios, muchos, lados-, que de patoteros no tienen nada, que Cristina sí los mandó a cortar con los silbidos, que LC no es la única orga que banca al gobierno -la JP Descamisado, que es más probable que hayan sido ellos los que silbaron- por caso, también estaban en el acto, y que la ratio integrantes de La Cámpora en total/que ocupan cargos en el Estado da como 98% a favor de los que NO ocupan cargos.
Sarlo que me cuente, tanto que se pavoneó de rigor periodístico, por qué dice en su libro que Pampuro se pasó del duhaldismo al kirchnerismo la noche que CFK le gana a Chiche, cuando en realidad fue su compa de fórmula.
Abrazo.
La fidelidad de gente como Daiao y otros a su rechazo absoluto al movimiento popular me conmueve.Pienso que con tal de oponerse al kirchnerismo votarían al petiso orejudo
Sarlo es el claro ejemplo de que se pueden decir soberanas pelotudeces de una manera muy sofisticada
te faltó un poco de sofisticación
cuanto más en estima se le tiene a las voces del oposicionismo republicano, más pelotudos son los referentes que las expresan.
y sarlo es la primera. cuántas idioteces, cuántas frases sin sustento, cuánto psicologismo en pantuflas, qué manera de confundir análisis político con expresiones dignas de programa de chimentos.
menos mal que es una intelectual, mamadera…
el día que a sarlo se le caiga un número en un artículo voy a revisar mi opinión.
pero, hoy, en este acto, le hago entrega del premio nobel a la boluda del año.
Sarlo es la antipolítica culta. O sea, citar a Gramsci venga a cuento o no y analizar boludeces. Como es una señora rica, puede husmear en los duelos de los demás y especular como una vieja chimentera de barrio sin que su estatus decrezca en lo más mínimo. Lo triste es que ella cree que hace análisis político, cuando sus reflexiones no superan el nivel de la pavada circunstancial. «El luto de la presidenta»: preocuparse de eso es de viejas chotas, no hay vuelta. Claro que ella lo justificaría en la semiología de Barthes o alguna otra venta de humo de la que haya participado. «El uso de la cadena nacional lastima la sensibilidad». Por Dios, qué boluda!
Horca, como parte de mi respuesta a tu superficial cháchara, te invito a leer mi intervención que aparece tres comentarios arriba e intentes indicarme donde se encuentran las citas innecesarias de los intelectuales de moda, y si podés, responder a los interrogantes que propongo. Esta vieja chota como vos la llamás,
describió con sencillez hechos que se inscriben en la realidad, y me gustaría saber como los refutás.
En cuanto al»uso de la cadena nacional que lastima la sensibilidad»
tenés razón: yo hubiese escrito: «me rompe las pelotas que me forreen de este modo. Es una guachada prepotente aplaudida por los obsecuentes de siempre.»
Hay quienes hasta el presente la hemos votado permitiéndonos esta libertad de pensamiento. Intentalo que no muerde y ayuda gobernar mejor.