Elsa Martínez Fernández tiene 81 años, vive en Ringuelet junto a su mamá de 106 y tuvo que sacar préstamos para pagar las boletas de gas porque no les alcanzan las jubilaciones para pagar los montos que les llegan.
A pesar de tener tan sólo un horno que no funciona y una estufa, Elsa recibió boletas de Camuzzi de entre 6 mil y 8 mil pesos, cifras que les resulta imposible de pagar.
«He tomado préstamos para pagar las facturas, pero la verdad es que ya no puedo más», admite esta vecina, quien terminó recurriendo al Defensor del Pueblo y a la prensa para visibilizar su caso ante la imposibilidad de continuar pagando facturas con esos volúmenes.
«Yo fui a la empresa, pero me sacaron volando. Me dijeron ´tarifa social no hay, no se puede´», cuenta Elsa, que acumula una deuda de gas de más de $26.000.
Según cuenta, percibe una jubilación de $8.000 y una pensión por su marido de igual monto, aunque el último mes cobró $2.400 por los descuentos que le realizaron de los préstamos que sacó para pagar las boletas, por lo que viven con la pensión que recibe la madre, de 106 años, de unos $15.000.
«Espero que la compañía escuche y revea la situación, que no piense que acá estamos viviendo como ricos», reflexiona, casi como una súplica.
A pesar de tener tan sólo un horno que no funciona y una estufa, Elsa recibió boletas de Camuzzi de entre 6 mil y 8 mil pesos, cifras que les resulta imposible de pagar.
«He tomado préstamos para pagar las facturas, pero la verdad es que ya no puedo más», admite esta vecina, quien terminó recurriendo al Defensor del Pueblo y a la prensa para visibilizar su caso ante la imposibilidad de continuar pagando facturas con esos volúmenes.
«Yo fui a la empresa, pero me sacaron volando. Me dijeron ´tarifa social no hay, no se puede´», cuenta Elsa, que acumula una deuda de gas de más de $26.000.
Según cuenta, percibe una jubilación de $8.000 y una pensión por su marido de igual monto, aunque el último mes cobró $2.400 por los descuentos que le realizaron de los préstamos que sacó para pagar las boletas, por lo que viven con la pensión que recibe la madre, de 106 años, de unos $15.000.
«Espero que la compañía escuche y revea la situación, que no piense que acá estamos viviendo como ricos», reflexiona, casi como una súplica.