En un año electoral (casi) todos los temas serán buenos para hacer campaña o generar polémicas públicas. El vaticinio no debería sorprender además cuando el país se encamina a un recambio político en el que el próximo presidente -que no tendrá el apellido Kirchner- deberá delinear cuánto de cambio y cuánto de continuidad plantea a la ciudadanía en una serie de políticas públicas.
La aprobación en el Senado el 29 de diciembre pasado del Convenio Marco de Cooperación en Materia Económica y de Inversiones con el Gobierno de la República Popular China no parece haber sido la excepción.
Lo que sería interesante diferenciar es cuánto del debate público sobre el tema forma parte de chicanas electorales de vuelo corto y cuánto, más tarde o más temprano, terminará impactando en determinadas políticas públicas concretas.
En las últimas horas, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, advirtió que “hoy en la Argentina, salvo el acuerdo con China, todo es reparable”. Habría que escuchar los argumentos de la fuerza política que encabeza la diputada nacional para plantear esta posición tan fuerte. De hecho, los podría haber expresado la senadora rionegrina por ese partido, María Magdalena Odarda, quien votó en contra de la aprobación del convenio pero que, según consta en la versión taquigráfica de la sesión especial, no hizo uso de la palabra.
El senador radical y presidente del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz, afirmó en este medio que el convenio es “una garantía de subdesarrollo”. No pudo, de todas formas pronunciarse formalmente con su voto negativo ya que estuvo ausente en la sesión en la que la Cámara alta trató la iniciativa. Lo mismo ocurrió con el presidente de la bancada radical, Gerardo Morales.Y también con su par Laura Montero, alineada con el otro precandidato presidencial radical, el diputado Julio Cobos.
En tanto, el senador del bloque Proyecto Sur-Unen, Fernando “Pino” Solanas, expresó a su vez en declaraciones periodísticas: “Repudiamos los acuerdos con China. En su retirada, el kirchnerismo está entregando tierras y recursos estratégicos de forma irresponsable e inconsulta, como ya hizo con Chevron”. Sin embargo, el cineasta también estuvo ausente el día del tratamiento y la votación en la Cámara alta, por lo que no aportò a los trece votos negativos a la iniciativa.
El diputado por el Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren, opinó de manera pública sobre el tema: “el convenio entre nuestro país y China aprobado por el Senado de la Nación hace peligrar las chances de desarrollo para la Argentina y es ampliamente desfavorable para los intereses del desarrollo nacional”. Más allá de que el joven partido bonaerense que encabeza Sergio Massa no tiene representación formal en la Cámara alta, el legislador sanjuanino del bloque denominado “Producción y Trabajo”, Roberto Basualdo, expresó en su momento su adhesión pública a la fuerza del tigrense. Según consta en el acta de votación de la Cámara alta, fue uno de los senadores que se pronunció por la negativa. Sin embargo, no hizo uso de la palabra durante la sesión para plantear fundamentos. A su vez, estuvo ausente un reciente aliado de Massa, el salteño Juan Carlos Romero.
Hubo otras bancadas más activas en llevar la voz cantante. Sin embargo, al fundamentar la negativa al proyecto dejaron aclarado que esperan impulsar un importante nivel de relaciones comerciales con China.
Por ejemplo, por el radicalismo, el senador pampeano Juan Carlos Marino rechazó de plano la iniciativa, aunque destacó que su partido no es refractario a acuerdos con el país asiático: “No nos ensañamos con la economía china ni tenemos pruritos; nada que ver; al contrario; la Argentina tiene que aprovechar el momento que vive el mundo, en el que la economía china, la economía asiática están consumiendo los productos que nosotros producimos, como la soja, por ejemplo”.
El PRO, en tanto, a través de sus tres senadores, votó en contra. Diego Santilli explicó una serie de motivos, aunque también resaltó: “la verdad es que cómo no vamos a estar de acuerdo con que la Argentina tenga relaciones con China, con Rusia, es decir, con los BRICS, relaciones maduras, ciertas, que nos potencien, que nos den inversiones, que nos den exportaciones, que nos den capacidad de trabajo y de desarrollo”. También consideró que el artículo 22 del convenio “le da la capacidad al Ejecutivo de celebrar acuerdos específicos sobre minería, agricultura y un montón de temas que son importantísimos, por cierto” y se preguntó “¿Y por qué no tenerlos con los chinos?” aunque consideró que son facultades que no deberían dársele al Ejecutivo sin tenerlas “estudiadas, aclaradas y con el convenio pertinente”.
No serán estos los últimos chispazos políticos por los acuerdos con China, ni por muchos otros temas en los que la Argentina se juega definiciones clave para sus polìticas públicas. Menos aún en un año electoral.