Andrés Malamud: El PRO puede absorber a la UCR

El politólogo Andrés Malamud es un activo y destacado usuario de Twitter. Su capacidad de observación, combinada con la demanda de síntesis que impone la red social de los 140 caracteres, da lugar a un estilo propio en el que se destacan la acidez y el sarcasmo como los condimentos fundamentales para expresar su posicionamiento crítico.
En los artículos de opinión que suele publicar regularmente en diarios argentinos de circulación nacional, algo de ese estilo pervive, ahora puesto al servicio de las más originales formas de pensar la escena política nacional que se hayan presentado en los últimos tiempos.
Sin ir más lejos, a fines de 2015, publicó en La Nación la columna que justifica esta entrevista. Allí afirmó que “si el PRO es el radicalismo del siglo 21, lo es precisamente porque se le parece”.
–¿Cómo se fundamenta esa sentencia?
–La UCR y el PRO tienen cuatro características en común: (1) ambos surgieron desde el llano (a diferencia del peronismo); (2) se pusieron al frente de la insatisfacción social contra el poder concentrado en la presidencia (unicato, kirchnerismo); (3) sus líderes surgieron de las élites dominantes (de nuevo a diferencia del peronismo, que era plebeyo), pero luego construyeron apoyo popular; y (4) sus raíces doctrinarias son supraideológicas (filosóficas para la UCR, gerenciales-comunicacionales para el PRO). En el radicalismo, las autodefiniciones de izquierda o derecha llegan mucho más tarde y permean poco; en el PRO aún no llegaron.
–¿Hubo una transformación de la identidad radical para que esa semejanza y la correspondiente alianza fuera posible, hubo puro pragmatismo o hubo un “volver a las fuentes” tras el “giro socialdemócrata” alfonsinista?
–Hubo necesidad. La UCR tenía estructura territorial, pero carecía de candidato presidencial. Para preservar y ampliar sus espacios subnacionales y legislativos, precisaba una candidatura nacional atractiva.
–¿Puede el PRO absorber a la UCR?
–Sí, el PRO puede absorber a la UCR. Pero otros dos escenarios son posibles: la separación y la fusión. En este último caso, el PRO y la UCR darían lugar a un nuevo partido que podría funcionar de manera unificada o articulada, como hacen la CDU y la CSU en Alemania o los partidos Liberal y Nacional en Australia.
Obligada contextualización para la última respuesta, antes de continuar: en Alemania, la democracia cristiana (CDU) se presenta en 15 de las 16 provincias; en la restante, lo hacen sus amigos socialcristianos (CSU). Obviamente, comparten el gobierno de la democristiana Angela Merkel.
En Australia, los liberales son fuertes en zonas urbanas, mientras que los nacionalistas lo son en las áreas rurales. Juntos, constituyen una coalición permanente, y mientras en algunos estados se han fusionado, en otros mantienen sus respectivas autonomías. Malamud está pensando que entre el PRO y la UCR podría pasar algo semejante: mientras los unos han desarrollado una gran estructura con fuerte apoyo electoral en el área metropolitana de Buenos Aires, los otros han revalidado sus títulos en una amplia e importante zona del interior del país. Por eso hay que ver cómo el conjunto se posiciona de cara a las elecciones de medio término, donde el politólogo nos invita a mirar lo que nadie está mirando.
–Usted dice que 2017 es la prueba de fuego para el radicalismo, mientras aquí todo el mundo señala como problema de esa elección lo que pase con el peronismo…
–Una cosa no excluye la otra. En el peronismo se juega la sucesión, en el radicalismo la supervivencia. La UCR necesita ampliar su base legislativa nacional especialmente en el Senado, donde su ya reducido contingente podría ser superado por el PRO en 2017.
–La estrategia de Macri parece buscar asociarse con las más flexibles elites políticas provinciales, sin importar sus identidades políticas. ¿Eso no le bajaría al precio a la UCR como socio principal?
–El radicalismo ya es una federación de elites provinciales, como el peronismo. La disciplina nacional, cuando se consigue, está basada en la negociación y el reparto entre esas elites. En cualquier caso, el precio del radicalismo depende de cómo le vaya en 2017.
–Y esas federaciones, tanto la radical como la peronista, ¿pueden aproximarse y repelerse simultáneamente, entre sí y respecto del PRO?
–La federación radical es complementaria con el PRO porque es fuerte en las provincias periféricas, mientras el PRO es un partido centralizado con base metropolitana (ciudad y provincia de Buenos Aires). “Alcoyana-Alcoyana”. La ideología es irrelevante. Los peronistas disidentes se alinearán dependiendo del nivel: pueden ir con UCR-PRO en algunas provincias, solos en otras y con el PJ en las de más allá.
–En cualquier caso, cada federación, por su lado, recién se rearmará (restablecerá ciertas fidelidades) con los resultados de 2017 en la mano, ¿verdad?
–Los factores determinantes del escenario 2019 son dos: los resultados de 2017 y, sobre todo, el estado de la economía (que también influirá sobre los resultados electorales de 2017). Las fidelidades se construirán en función de la viabilidad presidencial de cada espacio, el peronista y el no peronista, y no de ideologías.

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