Bicicleta marca Lebac rodado 38

Desde hace varias semanas Sturzenegger está renovando y colocando Lebac a una tasa del 38% anual
Es loable reconocer errores y cambiar en consecuencia. Lo hizo Federico Sturzenegger, que al ver que su política monetaria de dejar la cotización del dólar a merced del mercado acercaba a la economía a un lugar peligroso, modificó la receta y comenzó a intervenir. El error no fue gratuito. El salto del tipo de cambio por encima de los $ 16 agregó más inflación, y su reversión costó muchos más dólares de reservas que si no se hubiera desentendido del tema desde un principio, embriagado por lo que consideró una exitosa salida del (mal llamado) cepo.
Pero admitir un error y cambiar en consecuencia no garantiza un acierto. La nueva política monetaria del presidente del Banco Central se basa en sostener muy alta la tasa de interés. Lo explicó en el comunicado del martes pasado que informó el resultado de la licitación de Letras del Banco Central (Lebac): «El BCRA ha migrado hacia la utilización de la tasa de interés como principal instrumento de política monetaria». Desde hace varias semanas Sturzenegger está renovando y colocando Lebac a una tasa del 38% anual para el grueso de las operaciones que vencen a los 35 días. Con esa tentadora supertasa logra el doble objetivo de contener el dólar y absorber circulante. Desde que asumió el gobierno, el stock de Lebac pasó de $ 265.000 a 458.000 millones.
Para los bancos y grandes inversores es una fantástica oportunidad. Las entidades financieras colocan la liquidez sobrante de depósitos que toman a tasas mucho más bajas con una rentabilidad extraordinaria. Otra alternativa abierta a los inversores es la vieja y conocida bicicleta que aparece cuando hay expectativas de que el dólar no suba por un tiempo. En la city abundan los informes que recomiendan aprovecharla y subirse.
Un ejemplo. El consultor rosarino Salvador Di Stefano le aconseja a sus clientes: «La mejor alternativa pasa por colocarse corto en pesos, es decir, comprar la Lebac a 35 días, que renta el 38,5% anual, y comprar dólar futuro a junio de 2016, que se ubica en 15,68. Estamos a 100 días de dicho vencimiento, y podríamos renovar 3 veces la letra. Obtendríamos un rendimiento del 9%, y nos aseguraríamos en dólares a una tasa del 5,4%; esto nos permitiría ganar un 3% en dólares, limpio de comisiones. Es casi un 12% anual en dólares».
La contrapartida de semejante negocio es la pérdida para el Banco Central, conocido como déficit cuasi-fiscal. Una cuenta a trazo grueso para tener un orden de magnitud: suponiendo para el año un stock promedio de Lebac de $ 500.000 millones (hay consultoras que estiman que llegará a 700.000 millones a fin de año) y una tasa anual promedio del 35%, el negocio para los privados le costaría al BCRA $ 175.000 millones.
La inflación adicional y las reservas perdidas no son el único costo del primer traspié monetarista de Sturzenegger. Si no hubiera dejado volar el dólar en un comienzo, es muy probable que no hubiera tenido que subir tanto la tasa de interés. En tal caso, si en la cuenta anterior se supone una tasa anual promedio del 30 en lugar del 35%, hay un ahorro de $ 25.000 millones. ¿Se preocupará el juez Claudio Bonadio por este asuntito, al igual que con la causa por el dólar futuro?
La tasa de interés que en la city hace rodar la bicicleta, en el resto de la economía opera como un freno más para la producción y el consumo, en un contexto de clarísima recesión.
Esa situación es la que explica uno de los dos hechos políticos relevantes de esta semana. Mientras los senadores debatían para terminar aprobando la ley que habilita el acuerdo con los fondos buitres, en Diputados se reunían los líderes de las cinco centrales sindicales con los principales dirigentes de todos los bloques de la oposición. Y en un notorio reacomodamiento que los aleja del gobierno hacia una posición de mayor confrontación, la conducción de la CGT en vías de reunificación pasó de priorizar la modificación del impuesto a las Ganancias y el dinero para las Obras Sociales a protestar y alertar por la inflación, por los despidos pasados y futuros, y por la apertura de la economía.
El realineamiento político también se percibe del otro lado. Son cada vez más las voces del establishment que critican al gobierno por gradualista y piden un shock de ajuste en el gasto público, que baje el déficit fiscal, la necesidad de emisión de pesos, y de colocación de Lebac para reabsorberlos. A lo que Alfonso Prat-Gay les responde que una cosa es gobernar y otra escribir informes semanales.
Lejos de todo eso, Sturzenegger se planta en su actual versión del monetarismo, avisando que «la relajación de tasas de interés tendrá lugar únicamente cuando la tasa de inflación muestre un nivel y una velocidad de descenso compatibles con los objetivos de la institución», según figura en el comunicado del martes pasado.
Una invitación a seguir pedaleando.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *