Brasil y Argentina, lejos en la evaluación de los EE.UU.

Para comparar a dos mujeres sin herir a ninguna de ellas, nada mejor que otra mujer. El miércoles, sin mencionar a la presidenta Cristina Kirchner, pero sí a la de Brasil, Dilma Rousseff, la titular del Consejo de las Américas con sede en Nueva York, Susan Segal, elogió la política brasileña para atraer grandes inversiones.
Ratificó el interés de capitales estadounidenses en las “concesiones” que el gobierno brasileño realizará en servicios públicos clave. Y no descartó acuerdos económicos entre ese país y Estados Unidos.
En una comida para un puñado de empresarios del área petrolera y otros que quieren ingresar a ese negocio, dirigentes del sector privado y ningún político, Segal festejó la medida de Rousseff: en especial, por el pasado de militancia de izquierda de quien preside la que es hoy la octava economía del mundo.
Nunca mencionó a su amiga Cristina Kirchner , según coincidió la mitad de los asistentes al agasajo.
La titular del Council of the Americas pasó por la Argentina para participar, ayer, del encuentro que cada año realiza esa entidad junto a la Cámara de Comercio, que conduce Carlos de la Vega, como socio local. Hubo otro detalle en la reunión del Alvear: el orador más buscado fue el presidente de YPF, Miguel Galuccio, y la ausencia más notoria la del viceministro de Economía, Axel Kicillof. Para incluir algo de relax en su agenda, Segal fue invitada hoy al mediodía por el gobernador mendocino, Francisco Pérez, a un asado criollo en bodegas de esa provincia.
Quienes estuvieron el miércoles en la mesa reservada a unos pocos comensales, escucharon elogios para México y fueron testigos de una posibilidad que ya suma seguidores en Estados Unidos: un acuerdo económico bilateral entre ese país y Brasil.
Es una alternativa que se manejaría en paralelo con el Mercosur sin poner en riesgo el equilibrio político de la región, aunque no dejaría muy contentos a los otros integrantes del bloque regional. Para la visión estadounidense, ambas cosas no serían incompatibles.
Tanto la Argentina como Brasil necesitan de grandes inversiones. Además de decisiones coyunturales sobre el tipo de cambio, las tasas de interés y los recortes impositivos, Brasil necesita mejorar la competitividad de su economía. En el caso argentino, la prueba de fuego será el yacimiento de Vaca Muerta, que apuesta a recuperar en 5 años el autoabastecimiento energético perdido en la era K, dejar de destinar anualmente al menos 10.000 millones de dólares para importaciones energéticas e, incluso, exportar.
Es el desafío que enfrentará el Gobierno el jueves próximo con la presentación del plan estratégico de YPF. Hasta el momento, los funcionarios no han logrado convencer a grandes inversores. Ingresar a la petrolera involucraría desembolsos cercanos a los 20.000 millones de dólares e inciertas garantías de amortización y de mantenimiento de las reglas de juego convenidas.
Aún con acuerdos firmados, la incertidumbre no desaparecería en las condiciones que, desde su escritorio y con venia del poder, impone el asesor presidencial preferido en materia económica: el estatista Kicillof.
“Hablen con Axel”, es la frase que repite la Presidenta ante los pocos empresarios que logran llegar hasta ella para transmitirle sus inquietudes. Esas cuestiones apuntan, en general, a bajas en los niveles de empleo privado, sobre todo en economías regionales. Ya no tienen como interlocutor al ministro de Planificación, Julio De Vido, a quien Cristina Kirchner le encomendó la tarea de alinear políticamente a intendentes del conurbano a cambio de promesas de obras públicas. El ministro los recibe en un despacho distinto al que solía utilizar todos estos años para sus reuniones con gremios y hombres de negocios.
El vínculo entre la Argentina y Brasil será el eje de la conferencia que la Unión Industrial realizará en noviembre, en Los Cardales. Estarán invitadas ambas presidentas: Cristina ya habría confirmado que irá; aún falta que otro tanto haga Rousseff. También estarán los brasileños de la Confederación Nacional de Industrias (CNI), que conduce Robson Braga de Andrade, pero no los de la Fiesp de Paulo Skaf.
Sin irse tan lejos, en sólo una semana, la UIA festejará el día del sector: será de un modo austero, en el colegio Otto Krause. Contrastará con el que realizó el año pasado, cuando reunió en una misma mesa a la Presidenta, a Hugo Moyano y a todos los gobernadores. Este año no irá Cristina y algunos dirigentes fabriles preferirían que Mauricio Macri pegue el faltazo para evitar ruidos con la Casa Rosada.
Al mismo tiempo, en la entidad ya comenzaron los primeros escarceos enderezados a la sucesión de Ignacio de Mendiguren, cuyo mandato vencerá en abril de 2013. Dado el pacto de alternancia entre los movimientos internos, Industriales y Celeste y Blanca, le tocaría conducir a esta última. Allí suenan, por ahora, tres nombres: el actual secretario Miguel Acevedo (grupo Urquía), el plástico Héctor Méndez (quien renunció antes de cumplir su mandato) y el gráfico Juan Carlos Sacco (con mucha expectativa y bajas chances). Pero hay un sector que no descartaría una posible reelección de De Mendiguren, algo que hasta el momento no ha ocurrido justamente por el acuerdo de alternancia.
Por estas horas, en la Casa Rosada el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, activa llamados personales para seguir confirmando presencias en el festejo del Día de la Industria que el Gobierno está convocando para el 3 de septiembre, en Tecnópolis. Las más de 500 cartas de invitación llevan membrete de la Presidencia de la Nación y cotizan a 1.000 pesos el cubierto. El INTI recibe los pagos por adelantado, sean en cheques o depósitos bancarios.
Copyright Clarín, 2012.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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