La polémica reforma energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, quien hace dos meses hizo público su proyecto para modificar la Constitución y promover el ingreso del sector privado a la histórica petrolera estatal Pemex, provocó el rechazo de gran parte de la población mexicana. Uno de los indignados fue el fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas, quien decidió encabezar una cruzada contra la iniciativa de Peña Nieto y reunir más de 1,5 millones de firmas para realizar una consulta sobre el caso al pueblo mexicano.
Cárdenas es ingeniero civil, tiene 79 años y actualmente trabaja como coordinador de Asuntos Internacionales del gobierno del Distrito Federal, a cargo de Miguel Ángel Mancera. Enemigo del neoliberalismo, se pronunció en repetidas ocasiones contra los intentos privatizadores de Pemex y se convirtió en un referente de la izquierda mexicana. Es uno de los tres hijos del legendario Lázaro Cárdenas, quien durante su presidencia (1934–1940) nacionalizó Pemex y encaró la reforma agraria más importante en la historia de México. Cárdenas militó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante 25 años. Desde allí estuvo al frente de un comité de apoyo al gobierno del guatemalteco Jacobo Árbenz, derrocado en 1954 por una invasión estadounidense a cargo de la CIA. Abandonó el PRI después de considerar que el partido se había alejado de los principios revolucionarios que le dieron origen.
Desde Distrito Federal y en diálogo con Tiempo Argentino, Cárdenas denunció que la propuesta presidencial «está claramente orientada en contra de los intereses mexicanos» y acusó a Peña Nieto por profundizar la política privatista en el sector petrolero de los años ’90. También consideró que la reforma constitucional podría llevar al desmantelamiento de la empresa que fue creada en 1938 por su padre, el legendario Lázaro Cárdenas, y que a partir de entonces se convirtió no sólo en la petrolera estatal, sino también en el máximo símbolo de la soberanía nacional. «Nadie más lejos de una política entreguista que Lázaro Cárdenas», aseguró el ingeniero en relación a la utilización de la figura de su padre por parte del presidente Peña Nieto. La reforma energética será discutida en el Congreso mexicano en los próximos días y, según el director de Pemex, Emilio Lozoya, prontamente será aprobada.
–¿Por qué se opone a la reforma constitucional?
–Es una decisión colectiva, no individual. Nosotros consideramos que la propuesta del presidente, que pretende reformar dos artículos de la Constitución, abre la posibilidad de desplazar de manera absoluta al Estado de los sectores energético y eléctrico. Y consideramos que esto sería un error para el país porque se perdería sobre todo el control de sectores fundamentales y estratégicos para el desarrollo de México. Esto abre la puerta a que Pemex pueda ser totalmente desplazada de la actividad petrolera. No quiero decir que necesariamente esa sea la finalidad del gobierno, pero abre esa puerta porque quita la exclusividad del Estado en el manejo de los asuntos petroleros.
–¿Esto podría provocar que Pemex pierda importancia dentro de la economía mexicana?
–No sólo que pierda importancia, sino que todos los activos de Pemex puedan ser vendidos: los equipos de perforación, los edificios, los ductos. Si la intención fuese desmantelar la empresa, podrían hacerlo. La empresa podría simplemente transferirse a sectores privados y, de ese modo, el petróleo no tendría ninguna restricción o regulación, como no la tienen otros sectores menos importantes de la economía, como la confección de ropa o de zapatos.
–Usted presentó un proyecto de ley alternativo a la propuesta de Peña Nieto. ¿Qué diferencias hay entre uno y otro?
–El PRD presentó una serie de iniciativas de reformas de leyes secundarias. Nosotros consideramos que no hace falta reformar la constitución para que Pemex tenga autonomía presupuestal de gestión, para que opere como cualquier empresa productiva y se la trate fiscalmente como a cualquier otra empresa. Esa es la finalidad principal de nuestro proyecto en lo que hace a la forma de tratar a Pemex. También haría falta una definición de cuál es la política petrolera que se debe instrumentar.
–¿Por qué cree que Pemex precisa una reforma?
–Porque en este momento quien maneja las decisiones de Pemex es el Ministerio de Hacienda, porque no se ha permitido que Pemex integre sus cadenas productivas. Tenemos un serio rezago en la refinación de combustibles, estamos importando la mitad de los combustibles: no se hizo inversión en esta área desde hace muchos años. Tampoco se ha invertido en el área petroquímica, a pesar de que ahí hay posibilidad de apertura a la inversión privada. Y creemos que hace falta al mismo tiempo que Pemex pueda disponer de más recursos, porque tiene realmente un régimen fiscal confiscatorio y sumamente irracional, donde le cobran por adelantado todos los impuestos, lo que deja al organismo sin liquidez en cuestiones para el mantenimiento más urgente. Entonces creemos que esto debe empezar a cambiar.
–¿Cómo ve el panorama? ¿Cree que la propuesta del presidente puede ser aprobada?
–Tiene los votos en el Congreso y, si se empeñara en que saliera esta reforma, va a tener que hacer consideraciones de orden político, pues yo percibo un fuerte rechazo en la población en general y en muchos sectores importantes de la vida del país, como sectores técnicos, académicos, dentro de Pemex.
–¿Por qué cree que existe ese rechazo? ¿Qué significado tiene Pemex para el pueblo mexicano?
–Tiene el significado de un rescate muy importante de una industria que estaba manejada para servir a intereses ajenos. Esto se da en 1938 –NdR: año en que la empresa fue estatizada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas– y, de entonces para acá, Pemex fue durante muchos años un factor muy importante del crecimiento económico y de la industrialización del país. Esto se ha perdido con el correr de los años y es justamente lo que se está planteando: recuperar el papel de la industria petrolera para recuperar su condición de impulsora del crecimiento económico.
–¿Hay algún modelo de petrolera estatal que usted considere ejemplar en la región?
–Yo creo que hay experiencias útiles que aprovechar, como Petrobras. Pero habría que pensar también en las peculiaridades locales de cada país y en todo caso en alguna forma de adaptación. Pemex es una empresa entre las grandes petroleras: es la quinta petrolera por la cantidad de producción que genera. Si mal no recuerdo, está en el primer lugar entre las que se llevan más utilidades antes de pagar impuestos. Lo que sucede es que tiene un régimen fiscal confiscatorio. Pero es una empresa que tiene muchos recursos: aporta casi el 40% de los recursos fiscales del Estado.
–¿Qué porcentaje de las ganancias que genera PEMEX está destinado a programas sociales y a los sectores más humildes?
–Bueno, forma gran parte de la bolsa del Estado para brindar recursos a Salud, Educación, Comunicación. Yo puedo decirle que cada diez kilómetros de carretera, cuatro surgen de Pemex. O también que cuatro de cada diez escuelas son financiadas con los recursos petroleros. Es una bolsa muy apreciable y la idea no es disminuirla, todo lo contrario.
–Usted fue muy crítico de la etapa neoliberal en México. ¿Cree que hay diferencias entre este gobierno de Peña Nieto y los de los años ’90?
–Yo creo que hay ciertas diferencias. No le diría que hay un cambio radical, pero el gobierno de Peña Nieto no está tan cercano a las prácticas neoliberales, aunque tampoco podría decir que hay una ruptura, un distanciamiento total.
–¿Y en lo que tiene que ver con el manejo de Pemex?
–En ese caso, yo diría que este gobierno quiere ir mucho más allá de lo que sucedió en los ’90, porque pretende abrir la posibilidad de desplazar a Pemex del sector petrolero y de desplazar al Estado mismo.
–Al hablar sobre la reforma energética, Peña Nieto citó en varias ocasiones a su padre. ¿Cree que es válido o hay una utilización de la figura de Lázaro Cárdenas por parte del presidente?
–Se está mal utilizando. Yo diría que fue un uso falaz, porque lo que pretende hacer Peña Nieto no corresponde en nada al espíritu de la expropiación petrolera ni al espíritu que mi padre tuvo con posterioridad al mandato presidencial. Desde luego que no hay ninguna unión entre lo que hizo Lázaro Cárdenas y lo que pretende hacer hoy Peña Nieto. Ofende a la inteligencia y al sentido común. Nadie más lejos de una política entreguista que Lázaro Cárdenas. Nadie más lejos de mentir al pueblo mexicano. Nadie más lejos del oportunismo demagógico. «
Cárdenas es ingeniero civil, tiene 79 años y actualmente trabaja como coordinador de Asuntos Internacionales del gobierno del Distrito Federal, a cargo de Miguel Ángel Mancera. Enemigo del neoliberalismo, se pronunció en repetidas ocasiones contra los intentos privatizadores de Pemex y se convirtió en un referente de la izquierda mexicana. Es uno de los tres hijos del legendario Lázaro Cárdenas, quien durante su presidencia (1934–1940) nacionalizó Pemex y encaró la reforma agraria más importante en la historia de México. Cárdenas militó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante 25 años. Desde allí estuvo al frente de un comité de apoyo al gobierno del guatemalteco Jacobo Árbenz, derrocado en 1954 por una invasión estadounidense a cargo de la CIA. Abandonó el PRI después de considerar que el partido se había alejado de los principios revolucionarios que le dieron origen.
Desde Distrito Federal y en diálogo con Tiempo Argentino, Cárdenas denunció que la propuesta presidencial «está claramente orientada en contra de los intereses mexicanos» y acusó a Peña Nieto por profundizar la política privatista en el sector petrolero de los años ’90. También consideró que la reforma constitucional podría llevar al desmantelamiento de la empresa que fue creada en 1938 por su padre, el legendario Lázaro Cárdenas, y que a partir de entonces se convirtió no sólo en la petrolera estatal, sino también en el máximo símbolo de la soberanía nacional. «Nadie más lejos de una política entreguista que Lázaro Cárdenas», aseguró el ingeniero en relación a la utilización de la figura de su padre por parte del presidente Peña Nieto. La reforma energética será discutida en el Congreso mexicano en los próximos días y, según el director de Pemex, Emilio Lozoya, prontamente será aprobada.
–¿Por qué se opone a la reforma constitucional?
–Es una decisión colectiva, no individual. Nosotros consideramos que la propuesta del presidente, que pretende reformar dos artículos de la Constitución, abre la posibilidad de desplazar de manera absoluta al Estado de los sectores energético y eléctrico. Y consideramos que esto sería un error para el país porque se perdería sobre todo el control de sectores fundamentales y estratégicos para el desarrollo de México. Esto abre la puerta a que Pemex pueda ser totalmente desplazada de la actividad petrolera. No quiero decir que necesariamente esa sea la finalidad del gobierno, pero abre esa puerta porque quita la exclusividad del Estado en el manejo de los asuntos petroleros.
–¿Esto podría provocar que Pemex pierda importancia dentro de la economía mexicana?
–No sólo que pierda importancia, sino que todos los activos de Pemex puedan ser vendidos: los equipos de perforación, los edificios, los ductos. Si la intención fuese desmantelar la empresa, podrían hacerlo. La empresa podría simplemente transferirse a sectores privados y, de ese modo, el petróleo no tendría ninguna restricción o regulación, como no la tienen otros sectores menos importantes de la economía, como la confección de ropa o de zapatos.
–Usted presentó un proyecto de ley alternativo a la propuesta de Peña Nieto. ¿Qué diferencias hay entre uno y otro?
–El PRD presentó una serie de iniciativas de reformas de leyes secundarias. Nosotros consideramos que no hace falta reformar la constitución para que Pemex tenga autonomía presupuestal de gestión, para que opere como cualquier empresa productiva y se la trate fiscalmente como a cualquier otra empresa. Esa es la finalidad principal de nuestro proyecto en lo que hace a la forma de tratar a Pemex. También haría falta una definición de cuál es la política petrolera que se debe instrumentar.
–¿Por qué cree que Pemex precisa una reforma?
–Porque en este momento quien maneja las decisiones de Pemex es el Ministerio de Hacienda, porque no se ha permitido que Pemex integre sus cadenas productivas. Tenemos un serio rezago en la refinación de combustibles, estamos importando la mitad de los combustibles: no se hizo inversión en esta área desde hace muchos años. Tampoco se ha invertido en el área petroquímica, a pesar de que ahí hay posibilidad de apertura a la inversión privada. Y creemos que hace falta al mismo tiempo que Pemex pueda disponer de más recursos, porque tiene realmente un régimen fiscal confiscatorio y sumamente irracional, donde le cobran por adelantado todos los impuestos, lo que deja al organismo sin liquidez en cuestiones para el mantenimiento más urgente. Entonces creemos que esto debe empezar a cambiar.
–¿Cómo ve el panorama? ¿Cree que la propuesta del presidente puede ser aprobada?
–Tiene los votos en el Congreso y, si se empeñara en que saliera esta reforma, va a tener que hacer consideraciones de orden político, pues yo percibo un fuerte rechazo en la población en general y en muchos sectores importantes de la vida del país, como sectores técnicos, académicos, dentro de Pemex.
–¿Por qué cree que existe ese rechazo? ¿Qué significado tiene Pemex para el pueblo mexicano?
–Tiene el significado de un rescate muy importante de una industria que estaba manejada para servir a intereses ajenos. Esto se da en 1938 –NdR: año en que la empresa fue estatizada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas– y, de entonces para acá, Pemex fue durante muchos años un factor muy importante del crecimiento económico y de la industrialización del país. Esto se ha perdido con el correr de los años y es justamente lo que se está planteando: recuperar el papel de la industria petrolera para recuperar su condición de impulsora del crecimiento económico.
–¿Hay algún modelo de petrolera estatal que usted considere ejemplar en la región?
–Yo creo que hay experiencias útiles que aprovechar, como Petrobras. Pero habría que pensar también en las peculiaridades locales de cada país y en todo caso en alguna forma de adaptación. Pemex es una empresa entre las grandes petroleras: es la quinta petrolera por la cantidad de producción que genera. Si mal no recuerdo, está en el primer lugar entre las que se llevan más utilidades antes de pagar impuestos. Lo que sucede es que tiene un régimen fiscal confiscatorio. Pero es una empresa que tiene muchos recursos: aporta casi el 40% de los recursos fiscales del Estado.
–¿Qué porcentaje de las ganancias que genera PEMEX está destinado a programas sociales y a los sectores más humildes?
–Bueno, forma gran parte de la bolsa del Estado para brindar recursos a Salud, Educación, Comunicación. Yo puedo decirle que cada diez kilómetros de carretera, cuatro surgen de Pemex. O también que cuatro de cada diez escuelas son financiadas con los recursos petroleros. Es una bolsa muy apreciable y la idea no es disminuirla, todo lo contrario.
–Usted fue muy crítico de la etapa neoliberal en México. ¿Cree que hay diferencias entre este gobierno de Peña Nieto y los de los años ’90?
–Yo creo que hay ciertas diferencias. No le diría que hay un cambio radical, pero el gobierno de Peña Nieto no está tan cercano a las prácticas neoliberales, aunque tampoco podría decir que hay una ruptura, un distanciamiento total.
–¿Y en lo que tiene que ver con el manejo de Pemex?
–En ese caso, yo diría que este gobierno quiere ir mucho más allá de lo que sucedió en los ’90, porque pretende abrir la posibilidad de desplazar a Pemex del sector petrolero y de desplazar al Estado mismo.
–Al hablar sobre la reforma energética, Peña Nieto citó en varias ocasiones a su padre. ¿Cree que es válido o hay una utilización de la figura de Lázaro Cárdenas por parte del presidente?
–Se está mal utilizando. Yo diría que fue un uso falaz, porque lo que pretende hacer Peña Nieto no corresponde en nada al espíritu de la expropiación petrolera ni al espíritu que mi padre tuvo con posterioridad al mandato presidencial. Desde luego que no hay ninguna unión entre lo que hizo Lázaro Cárdenas y lo que pretende hacer hoy Peña Nieto. Ofende a la inteligencia y al sentido común. Nadie más lejos de una política entreguista que Lázaro Cárdenas. Nadie más lejos de mentir al pueblo mexicano. Nadie más lejos del oportunismo demagógico. «