Clarín va por todo – Tiempo Argentino

Algo absolutamente razonable y justo como lo es el reclamo de recuperar el 8% del precio de tapa que se perdió, cuando en 2001, durante el gobierno del presidente De la Rúa, dicho porcentaje fue disminuido de 40 a 32 puntos.
Por supuesto el Grupo Clarín y sus laderos de La Nación hicieron lo que los caracteriza como la patronal más dura de la Argentina. Llevar la negociación a un punto muerto y tratar de demostrar que los canillitas son apenas los extras de una película en la que ellos son dueños de hacer y deshacer a su antojo. Para ello, violando las leyes más elementales de la convivencia entre las partes, dieron un portazo y se dispusieron a repartir gratuitamente los ejemplares del fin de semana dinamitando todos los puentes de negociación. ¡Y después pretenden cínicamente dar lecciones de convivencia democrática!
Lo cierto es que la conducta avasallante del Grupo Clarín no solamente tiene que ver con su sistemático desprecio hacia los trabajadores, sino que se explica además por el hecho de que siendo ya dueños del papel, de la producción de contenidos y de la distribución, ven ahora la oportunidad de quedarse también con la venta, cosa que ya habían estado a punto de lograr en un fenomenal negocio con Cavallo en 1991.
Lo cierto es que desde entonces las cosas han estado cambiando para bien. En el envión democratizador de la sanción de la Ley de Medios durante el año 2009 se pudo reglamentar la actividad de los canillitas, lográndose el establecimiento de un ámbito de negociación a nivel nacional. Algo imprescindible para compensar y limitar las arbitrariedades de la relación entre los gigantes mediáticos y los canillitas, una suerte de David contra Goliat. Sin embargo, esa instancia legal ha sido desconocida por el Grupo Clarín hasta el día de hoy.
Pero el colmo de la hipocresía se produjo en el día de hoy cuando en su editorial de tapa, Clarín se victimizó diciendo que lo que está en juego es la libertad de expresión y que, una vez más, la república sale perjudicada. Ahora sólo falta que Lanata, derramando lágrimas de cocodrilo, diga que entre Clarín y los canillitas, el débil es Clarín. Entonces, papel picado y serpentinas.

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