El conflicto de los trabajadores y los delegados ha hecho perder el control de los dirigentes sindicales y de la empresa

Julián A. de Diego, Profesor Titular Ordinario de Derecho del Trabajo U.C.A.
El sindicato no existe desde hace tiempo, y la única realidad es el reclamo de los trabajadores y la acción de los delegados. El gremio quiere pero no puede, y cuando llega a la empresa, es tarde para resolver la falta de liderazgo por abandono o por ausencia. En muchos casos se descuida por parte de RR.HH. la atención y consideración que debe darse primero a los trabajadores y luego a los que los representan. Luego, cuando estalla la crisis, el dirigente sindical atribuye la responsabilidad de lo ocurrido a la empresa, que le dio vuelo o favoreció a la oposición. Por muy diversas causas, la representación de los distintos niveles de trabajadores de la empresa, se ha segmentado, fracturándose el vínculo vertical que unió la organización sindical tradicional por más de 60 años.
Las causas de la ruptura son tres:
n a. Los dirigentes no recorren las plantas ni los establecimientos, de modo que las bases se sienten abandonadas; n b. Los reclamos necesitan una vía de canalización, y lo que tienen en forma inmediata son los delegados elegidos por los mismos trabajadores en cada establecimiento; y
n c. La empresa no ha prestado debida atención a los reclamos de las bases en un cuadro grave de inflación que corroe los ingresos fijos.
El proceso de crecimiento del protagonismo de los delegados tiene generalmente cinco etapas a saber:
Etapa 1. Las elecciones se producen en el marco de enfrentamientos entre la lista oficialista, a menudo complaciente, y un nuevo grupo sin antecedentes pero muy combativo, momento en el cual se suelen cometer importantes errores que generan reacciones inesperadas, como por ejemplo, dar un beneficio especial cerca de las elecciones al grupo oficialista con intencionalidad claramente advertida por los votantes.
Etapa 2. El éxito parcial o total de una lista disidente suele ser el comienzo de un largo proceso de conflicto, que tiene dos derivaciones. Si los ganadores son independientes, serán presa fácil de grupos de apoyo generalmente atentas a estas oportunidades para permitir que se desarrollen sus ideas y agrupaciones. Si los ganadores pertenecen a un grupo reconocido disidente como el MAS, el PO, el MST, el MTS, Barrios de Pie, y otros, el aparato de cada uno se pondrá en funcionamiento para presentar un inusitado y sistemático bombardeo de reclamos de modo de ahogar la autoridad empresaria lo antes posible.
Etapa 3. En esta tercera etapa comienza el llamado estado asambleario, en donde los olvidados trabajadores de base son consultados en forma permanente sobre los reclamos, las medidas de fuerza que habría que adoptar, y los pasos que siguen a cada una de las estrategias desarrolladas. Para los delegados que supuestamente dirigen la operación, es fundamental obtener en forma rápida importantes reivindicaciones, como adicionales o aumentos salariales, ascensos en las categorías convencionales, efectivización de eventuales, y rechazo total a cualquier medida disciplinaria o despido. Al respecto se ha resuelto que la Disposición 40/2012 de la Dirección General de Estructura del Gobierno y Relaciones Laborales dependiente del Ministerio de Modernización del Gobierno de la Ciudad que establece el pedido de asamblea que los trabajadores estatales deben realizar para llevar adelante reuniones gremiales en dependencias del Gobierno. En tanto es una autorización para llevarla adelante, no resulta válida, pues no tienen una justificada vinculación con el objetivo de resguardar bienes y servicios y, en general, el orden público alegado por la autoridad local; (del voto de la Dra. Conde, TriSup CAutBsAS, 14/05/2014, Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) c. GCBA s/ acción declarativa de inconstitucionalidad, LLCABA 2014 (junio) , 253 con nota de Mario L. Gambacorta, AR/JUR/16699/2014) .
En relación con las reuniones espontáneas se ha dicho que la asamblea convocada por el delegado debe necesariamente reunir las mínimas condiciones para que el obrero pueda discernir libremente y sin presiones sobre el acatamiento de una medida, siendo dicho acto nulo cuando la coerción sea psicológica o física se manifiesta. (TriTrab Bahía Blanca, 02/06/1995, Organización Coordinadora Argentina S. A. c. Muñoz, Claudio, LLBA 1995 , 817 o AR/JUR/3743/1995).
Etapa 4: El estado de conflicto permanente: cuando los reclamos son sistemáticos y no tienen fin, se llega a un estado donde la paz social es la excepción, y el estado de conflicto permanente la regla general. Es común que se deje atrapar en la extorsión sistemática, que obliga a la empresa a ceder cada vez más beneficios, ventajas y reivindicaciones, que finalmente ponen al límite la competitividad en el mercado. Cae la productividad de la compañía por debajo de los niveles razonables, y la empresa comienza a tener problemas económicos y financieros.
Etapa 5: La destrucción de la autoridad de la empresa: cuando la compañía no puede tomar sus propias decisiones sin consultar en forma previa a la comisión interna, estamos en la etapa del Comité de Empresa, donde la conducción no depende de los accionistas, sino de la asamblea de los trabajadores, y de las medidas de mayor o mejor agresividad que adopten los delegados.
Todas las etapas son reversibles, pero cada una tiene el doble de dificultad para volver a su cauce normal que la anterior. Los trabajadores tienen derecho a reclamar sus reivindicaciones, los delegados a representarlos, el sindicato a defender los intereses profesionales del sector, todo en el contexto de la paz social. La empresa tiene el derecho de arbitrar los medios para preservar los derechos en un contexto de competitividad. Nada de lo dicho se compadece con los nuevas formas de llevar adelante el conflicto social que solo busca la destrucción de la autoridad de la compañía y a veces la abolición del derecho de propiedad.

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