El hombre fuerte de Venezuela, una visita que puede incomodar

Periodista
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En mayo de 2013 la presidenta Cristina Kirchner recibía a Nicolás Maduro en la Casa Rosada. Todavía vestía de negro, un dato que hoy acentúa el paso del tiempo. Maduro había llegado a Buenos Aires en el marco de una gira con la que buscó legitimar su triunfo en las elecciones en Venezuela, un mes antes. En estos días se espera aquí a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y hombre fuerte del régimen. Su anunciada visita a la Argentina parece responder a una campaña de posicionamiento en el frente externo ante un escenario político altamente volátil e incierto. ¿Pero lo quiere de verdad aquí el Gobierno?
Cabello es el hombre al que Hugo Chávez no eligió como sucesor. Representa el ala dura del chavismo y controla el poder militar, que jugará un rol clave en la deriva represiva del régimen. Ex gobernador del estado de Miranda, ahora en manos del opositor Henrique Capriles, Cabello es a quien observan todos cuando se especula con un golpe de palacio en Venezuela.
Su viaje a la Argentina fue organizado por el diputado Edgardo Depetri durante una visita reciente a Caracas de la que participó también Oscar Laborde, representante de la Cancillería para temas de la sociedad civil en la región. Ambos del Frente Transversal, integraron una delegación del Foro de San Pablo en un homenaje en el Cuartel de la Montaña, donde descansan los restos de Chávez.
Eso fue muy fuerte, recuerda Depetri a El Cronista.
El Gobierno está estudiando con mucho cuidado lo que pasa desde febrero en Venezuela. ¿A qué viene Cabello a la Argentina?
Nuestra preocupación es seguir construyendo identidad, responde Depetri.
Se esperaba a Cabello la semana pasada, pero la visita se postergó ya dos veces, hasta la próxima semana y aún no es segura. La agenda incluye una recepción en el Congreso de Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados a su vez, de visita en estos días en el estado de Baviera, Alemania y del vicepresidente Amado Boudou. Habrá encuentros con los ministros Julio de Vido y Agustín Rossi y con el secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli. Nadie ha aventurado decir si se le abrirá la puerta del despacho presidencial.
La relación con Venezuela ingresó en una etapa de exploración desde la muerte de Hugo Chávez, en marzo de 2013. Cristina Kirchner fue de los primeros mandatarios de la región en reconocer la victoria de Maduro, por 1,5 puntos sobre Henrique Capriles, en las elecciones presidenciales, un mes más tarde. Para ponerlo en medida: aún no lo ha hecho Barack Obama. La Presidenta recibió luego aquí a Maduro en una visita maquillada con la firma de una docena de acuerdos de cooperación y un acto en la cancha de All Boys de Unidos y Organizados, donde el presidente recién electo se declaró kirchnerista. Su mensaje hizo extrañar a Chávez.
Los sucesos de febrero último condujeron al Gobierno a una mayor prudencia en la relación con Caracas. El costo de la revuelta es brutal: 42 muertos y 600 heridos. Venezuela tiene hoy centenares de detenidos a raíz de las protestas, entre ellos Leopoldo López, ex alcalde y líder del sector más intransigente de la oposición. López pasó inadvertido el año pasado en Buenos Aires, a donde llegó en paralelo a la visita de Maduro.
El proceso de diálogo iniciado en abril está congelado. La oposición se dividió y hasta su expresión más moderada terminó por abandonar la mesa de negociaciones. Exige un informe oficial sobre el estado de los detenidos y que se revise la situación de los presos políticos y exiliados por el régimen. El gobierno venezolano formó una Comisión de la Verdad para determinar responsabilidades por los episodios de violencia, pero la oposición se negó a participar de ella: la preside Diosdado Cabello.
Fascinado como Chávez por los medios, Cabello debutó con su espacio de TV el 11 de febrero, la noche anterior a la llegada de las protestas a Caracas. Con el mazo dando, una trinchera comunicacional de la Revolución presenta la inquietante gráfica de un leño de las barajas españolas dando golpes aquí y allá. Aleccionador. Para tener una idea sobre cómo están las cosas en el núcleo duro del poder conviene dar un vistazo a ese primer programa de Con el mazo. Al promediar la emisión, Cabello se sobresalta en cámara ante una inesperada irrupción del presidente Maduro.
¡Eeepa compatriota! ¡Esto sí es una sorpresa!, dice Cabello.
¡Es todo un allanamiento!, responde Maduro que lleva una campera deportiva con los colores de la bandera y la leyenda Ejército Bolivariano. Otra lección.
El Banco Central venezolano dio a conocer el martes la inflación de marzo, 4,1%, lo que lleva la medición anual por encima el 56%. Los alimentos aumentaron un 6,1% ese mismo mes. El desabastecimiento impide una verdadera dimensión del fenómeno de la pobreza, que aumentó 6,1 puntos en el último año y alcanza a un 27,1% de los venezolanos, según datos oficiales. Lo de Venezuela se parece cada vez más a un drama humano.
Quienes invitaron a Diosdado Cabello dicen que viene a explicar el escenario político venezolano y por dónde se sale del laberinto. Otros aseguran que lo hace en busca de comprensión y solidaridad. Voces calificadas que defienden y cuestionan la Revolución Bolivariana coinciden en que no hay salida institucional para el proceso iniciado por Chávez y hablan de una radicalización del régimen por vía militar.
La agenda exterior argentina estaba ayer en París y Moscú. Axel Kicillof negociaba la deuda con el Club de París y Héctor Timerman se traía una invitación del presidente Putin a la próxima cumbre de los BRICS, en junio en Fortaleza. La cumbre del Mercosur fue postergada ya tres veces desde diciembre. Venezuela ocupa la presidencia pro tempore de un bloque moribundo: el canciller Elías Jaua dijo que la agenda de los presidentes no pudo ser coordinada y, sorprendentemente, que cada país ha pasado por sus propios procesos de intentos de desestabilización y eso ha ido difiriendo el encuentro.
Estados Unidos acaba de manifestar su satisfacción con el rumbo económico del Gobierno en los últimos meses. Así lo expresó un hombre de la embajada el viernes, en el ámbito reducido de un seminario de la Universidad de San Andrés y la Comisión Fulbright. Ese funcionario también destacó el grado de coincidencias al que habían llegado en un reciente encuentro con el ministro Kicillof.
Allí además se escuchó que los dos países comparten iguales objetivos en relación a defensa de los derechos humanos en todo el mundo, aunque Washington cuestiona las actitudes de algunos socios de la Argentina. Se hablaba de Venezuela.
Es noticia que el Congreso de EE.UU. evalúa la aplicación de sanciones contra algunos hombres del régimen. Se cierra el círculo sobre un visita que puede terminar siendo incómoda.

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