El mercado ya eligió: tolera más déficit con tal de que Macri llegue bien a 2017

“Tengo 6 reuniones por día, a veces 7, para hablar de Argentina”, comentaba esta semana desde una capital europea uno de los economistas jefes de un banco internacional importante.
“Nunca ví algo así”, dice otro colega suyo, también argentino pero de un banco más chico. “Voy esta semana a EE.UU. por las reuniones del FMI y la agenda está a tope”.
¿Y la inflación alta? ¿y la aceleración del gasto público de agosto? ¿acaso no importan? “Un punto interesante -dice el primero de estos economistas-, es que el mercado, empresarios e inversores, sacrifican el déficit y la inflación actuales por una victoria de Cambiemos en 2017”.
Pero si el mercado ya eligió, puede decirse lo mismo del Gobierno: este año no hubo ajuste fiscal: el déficit fue 4% del PBI en 2015 y el Gobierno proyecta 4,7% para 2016, en una presentación reciente del Presupuesto 2017 en el Congreso, el Ministerio de Hacienda dejó de lado las metas fiscales que Alfonso Prat-Gay había anunciado el 13 de enero, dónde prometía eliminar el déficit primario en cuatro años.
Gustavo Cañonero, director del grupo SBS, interpreta cuál es la visión del mercado. “Entiende la complejidad de la situación política y acepta una corrección gradual”.
Por su parte, Diego Ferro, director del fondo Greylock, dice que “El mercado quiere que este gobierno siga y hay paciencia con el ritmo al que se reduzcan el rojo fiscal o la tasa de inflación”.
La comprobación de esto que cuentan Cañonero y Ferro quedó plasmada en la estabilidad de los precios de los activos argentinos tras la presentación del proyecto de Presupuesto 2017: el rendimiento anual del Bonar 24 hasta este viernes era 5,07% anual en dólares, similar al 5,5%-5% de los dos meses anteriores.
Los precios de los bonos tampoco acusaron las palabras del viceministro de Hacienda y Finanzas, Pedro Lacoste, quién explicó a diputados por qué no se eliminará el déficit fiscal primario en el gobierno de Macri tal como Prat-Gay anunció en enero. “Nos parecía que ni este año ni el que viene eran años para imponer un freno fuerte al déficit”, dijo. “Estamos evaluando 4,2% de déficit primario del PBI para 2017; pasando a 3 por ciento en 2018 y a alguna cifra inferior a 2% en 2019”.
El ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza, opina similar: “un programa demasiado ambicioso a corto plazo no sería sostenible política y socialmente”.
En el Gobierno interpretan la tolerancia de los inversores, empresarios y economistas diciendo que “comprenden la complejidad del punto de partida del oficialismo”. Es lo mismo que dice Cañonero.
Pero en el mercado explican que la paciencia inusual de los inversores viene facilitada por dos motivos. “Argentina tiene poca deuda y el mundo está dispuesto a prestarle con relativa facilidad”, explica el propio Cañonero. Días atrás Financial Times publicó que en el mundo hay US$ 13,4 billones de bonos con rendimientos negativos. Una inversión que en la Argentina se recupera en cinco años, ganando un rendimiento, en Alemania implica resignar una porción del capital en ese mismo período.
Con esta estrategia de reducción gradual del déficit, y aún cuando el país crezca por arriba del 3%, la Argentina seguirá financiándose en el mercado local e internacional por varios años. Cálculos sostienen que la deuda con el sector privado y organismos, hoy 24,5% del PBI, crecería como mínimo hasta 2023. “El mercado firma el cheque porque el próximo es un año electoral y no desea que Cambiemos llegue debilitado a las elecciones”, dice Andrés Borenstein, economista jefe para el banco BTG Pactual. “Pero en algún momento pedirá que el déficit fiscal empiece a bajar”.

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