El Papa ha agradecido hoy a Jordania su generosidad al acoger a tantos refugiados de los conflictos de la región, sobre todo de Siria, y ha encomiado el modelo jordano de islam tolerante y respetuoso con la libertad religiosa. La necesidad de lograr la paz y la estabilidad en Oriente Medio se perfila como el hilo conductor de la visita de tres días a Tierra Santa, distribuida entre Jordania, Palestina e Israel.
Durante el vuelo de Roma a Ammán, Jorge Mario Bergoglio ha saludado a los 70 periodistas de 15 países que le acompañan, uno por uno, pero no ha contestado a preguntas. Sí ha prometido que, cuando termine el viaje, el lunes, en el vuelo de Tel Aviv a Roma, se someterá a una rueda de prensa, como ya hizo en julio del año pasado al regreso de Brasil. Francisco reconoció que la prensa afronta unos días extenuantes, por lo apretado de la agenda. «Rezaré por vosotros», dijo.
Nada más aterrizar, el Pontífice se dirigió al palacio real Al-Husseini, donde fue recibido por el rey Abdullah y las máximas autoridades del reino. Francisco dijo que la acogida a los refugiados «merece la estima y el apoyo de la comunidad internacional». Según el Papa, el conflicto de Siria «dura desde hace demasiado tiempo y se hace «necesaria y urgente» una solución pacífica. Dirigiéndose al rey Abdullah, Francisco le expresó su reconocimiento por «promover una más adecuada comprensión de las virtudes proclamadas del islam y de la serena convivencia entre fieles de diversas regiones».
Según el Papa, Jordania constituye un ejemplo de respeto de la libertad religiosa, especialmente de los cristianos, cuya supervivencia está amenaza en la región. Recordó que es un derecho fundamental e hizo un llamamiento para que se respete en todo Oriente Medio y el mundo entero.
Abdullah, en su discurso, constató que «aquí, hoy, musulmanes y cristianos estamos construyendo un futuro compartido, sobre la base común del respeto mutuo, la paz y la devoción por Dios». El monarca hachemita recordó que es descendiente directo del profeta Mahoma (el número 41), que está intentado «promover el verdadero espíritu del islam, el islam de la paz». También condenó, en duros términos el fundamentalismo. «En nuestro era moderna, afrontamos grandes desafíos globales -afirmó-. Uno importante es el terrible coste del conflicto sectario e interreligioso. Pero Dios nos ha dado una defensa invencible. Donde los ideólogos esparcen la ignorancia y la desconfianza,nuestras voces unidas pueden traer entendimiento y buena voluntad. Donde las vidas han sido golpeadas por la injusticia y la violencia, nuestros esfuerzos unidos pueden traer curación y esperanza».
Durante el vuelo de Roma a Ammán, Jorge Mario Bergoglio ha saludado a los 70 periodistas de 15 países que le acompañan, uno por uno, pero no ha contestado a preguntas. Sí ha prometido que, cuando termine el viaje, el lunes, en el vuelo de Tel Aviv a Roma, se someterá a una rueda de prensa, como ya hizo en julio del año pasado al regreso de Brasil. Francisco reconoció que la prensa afronta unos días extenuantes, por lo apretado de la agenda. «Rezaré por vosotros», dijo.
Nada más aterrizar, el Pontífice se dirigió al palacio real Al-Husseini, donde fue recibido por el rey Abdullah y las máximas autoridades del reino. Francisco dijo que la acogida a los refugiados «merece la estima y el apoyo de la comunidad internacional». Según el Papa, el conflicto de Siria «dura desde hace demasiado tiempo y se hace «necesaria y urgente» una solución pacífica. Dirigiéndose al rey Abdullah, Francisco le expresó su reconocimiento por «promover una más adecuada comprensión de las virtudes proclamadas del islam y de la serena convivencia entre fieles de diversas regiones».
Según el Papa, Jordania constituye un ejemplo de respeto de la libertad religiosa, especialmente de los cristianos, cuya supervivencia está amenaza en la región. Recordó que es un derecho fundamental e hizo un llamamiento para que se respete en todo Oriente Medio y el mundo entero.
Abdullah, en su discurso, constató que «aquí, hoy, musulmanes y cristianos estamos construyendo un futuro compartido, sobre la base común del respeto mutuo, la paz y la devoción por Dios». El monarca hachemita recordó que es descendiente directo del profeta Mahoma (el número 41), que está intentado «promover el verdadero espíritu del islam, el islam de la paz». También condenó, en duros términos el fundamentalismo. «En nuestro era moderna, afrontamos grandes desafíos globales -afirmó-. Uno importante es el terrible coste del conflicto sectario e interreligioso. Pero Dios nos ha dado una defensa invencible. Donde los ideólogos esparcen la ignorancia y la desconfianza,nuestras voces unidas pueden traer entendimiento y buena voluntad. Donde las vidas han sido golpeadas por la injusticia y la violencia, nuestros esfuerzos unidos pueden traer curación y esperanza».