Por:SOCORRO RAMÍREZ|5:45 p.m. | 13 de Mayo del 2011
El presidente Rafael Correa se apresuró a declarar «¡Octava victoria consecutiva contra todos y contra todo!», pero la revisión y entrega de los reñidos resultados de la consulta fueron diluyendo el triunfo. Que el ‘Sí’ no sería abrumador lo habían pronosticado ya los analistas ecuatorianos que, a lo largo de la campaña, fueron mostrando el aumento de las críticas al contenido de las preguntas y al sentido de la jornada.
Correa perderá ganando había predicho Simón Pachano y, en efecto, hasta donde van los escrutinios, ninguna pregunta sobrepasa el 50 por ciento de aprobación; apenas sobreaguan por mayoría simple.
Al convertir la consulta en un plebiscito de apoyo incondicional del pueblo a su gestión, Correa quiso mostrar, ante el retiro del respaldo de los movimientos sociales y el motín policial, que seguía siendo el gran elector y el triunfador invencible de unos opositores sin peso ni presencia nacional, como lo señaló Jorge León. Sin embargo, perdió apoyo con respecto a las consultas anteriores (del 82% de abril del 2007 y del 64% de septiembre del 2008), y aunque habría aumentado el respaldo en la Costa, se debilitó en Quito, la Sierra y la Amazonia, en 12 de cuyas provincias fue derrotado el ‘Sí’ en las 10 preguntas.
Pachano había dicho que Correa no buscaba solamente ratificar el apoyo del electorado, pues, cuando lanzó la consulta, su popularidad se había incrementado gracias al uso mediático del motín policial del 30 de septiembre, transformado en intento de golpe de Estado. Y que aunque prometió «meterle la mano» a la justicia, no buscaba agilizar el poder judicial, pues para eso bastaba que concluyeran, en junio o julio próximos, los procedimientos puestos en marcha por la Constitución del 2008. Quería, agrega Pachano, más que institucionalizar el proceso, extender la transición para controlar todo el aparato estatal y deshacerse de los medios de comunicación a los que identifica como sus principales opositores. No lo logró. En los resultados de las preguntas sobre la justicia y la regulación a la prensa, el ‘Sí’ y el ‘No’ se han aproximado y disputado el triunfo.
Manuel Chiriboga destacaba que la oposición al gobierno había provenido de una menguada derecha tradicional y de una derecha populista que desapareció en esta jornada como actor nacional. Pero, en esta campaña, Correa hizo surgir de su propio movimiento, Alianza País, una oposición de esa izquierda que había contribuido a su elección. Y, aunque aún está dispersa, la izquierda y los movimientos indígenas y de jóvenes que habían derrocado a los anteriores presidentes acusan ahora al gobierno, en la Asamblea y en la calle, de haber abandonado la Constitución de Montecristin, la revolución y participación ciudadana, denuncian el modelo económico extractivista, la prepotencia y el caudillismo presidencial.
Para Francisco Rocha, en la campaña electoral el Presidente terminó agotándose y anulando a sus colaboradores. Ahora, la mitad del Ecuador que votó por el ‘Sí’ espera pronta solución de los problemas de la delincuencia y la justicia. Y en la otra mitad ya hay prefectos que llaman a la resistencia para que se respete la decisión de los pobladores donde ganó el ‘No’. Para avanzar en las prioridades nacionales y mantener la gobernabilidad, así Correa diga que no cambiará su estilo ni su agenda, está abocado a revisar lo que pasa en su gobierno, en su partido y en su bancada legislativa, y deberá abrirse al diálogo y a los acuerdos políticos. Una posición intransigente puede hacerle perder el reconocimiento de modernizador que ha puesto orden y estabilidad, que ha sacado de la desesperanza a buena parte de su país y puede enredarle lo que le falta de gobierno y su siguiente reelección.
El presidente Rafael Correa se apresuró a declarar «¡Octava victoria consecutiva contra todos y contra todo!», pero la revisión y entrega de los reñidos resultados de la consulta fueron diluyendo el triunfo. Que el ‘Sí’ no sería abrumador lo habían pronosticado ya los analistas ecuatorianos que, a lo largo de la campaña, fueron mostrando el aumento de las críticas al contenido de las preguntas y al sentido de la jornada.
Correa perderá ganando había predicho Simón Pachano y, en efecto, hasta donde van los escrutinios, ninguna pregunta sobrepasa el 50 por ciento de aprobación; apenas sobreaguan por mayoría simple.
Al convertir la consulta en un plebiscito de apoyo incondicional del pueblo a su gestión, Correa quiso mostrar, ante el retiro del respaldo de los movimientos sociales y el motín policial, que seguía siendo el gran elector y el triunfador invencible de unos opositores sin peso ni presencia nacional, como lo señaló Jorge León. Sin embargo, perdió apoyo con respecto a las consultas anteriores (del 82% de abril del 2007 y del 64% de septiembre del 2008), y aunque habría aumentado el respaldo en la Costa, se debilitó en Quito, la Sierra y la Amazonia, en 12 de cuyas provincias fue derrotado el ‘Sí’ en las 10 preguntas.
Pachano había dicho que Correa no buscaba solamente ratificar el apoyo del electorado, pues, cuando lanzó la consulta, su popularidad se había incrementado gracias al uso mediático del motín policial del 30 de septiembre, transformado en intento de golpe de Estado. Y que aunque prometió «meterle la mano» a la justicia, no buscaba agilizar el poder judicial, pues para eso bastaba que concluyeran, en junio o julio próximos, los procedimientos puestos en marcha por la Constitución del 2008. Quería, agrega Pachano, más que institucionalizar el proceso, extender la transición para controlar todo el aparato estatal y deshacerse de los medios de comunicación a los que identifica como sus principales opositores. No lo logró. En los resultados de las preguntas sobre la justicia y la regulación a la prensa, el ‘Sí’ y el ‘No’ se han aproximado y disputado el triunfo.
Manuel Chiriboga destacaba que la oposición al gobierno había provenido de una menguada derecha tradicional y de una derecha populista que desapareció en esta jornada como actor nacional. Pero, en esta campaña, Correa hizo surgir de su propio movimiento, Alianza País, una oposición de esa izquierda que había contribuido a su elección. Y, aunque aún está dispersa, la izquierda y los movimientos indígenas y de jóvenes que habían derrocado a los anteriores presidentes acusan ahora al gobierno, en la Asamblea y en la calle, de haber abandonado la Constitución de Montecristin, la revolución y participación ciudadana, denuncian el modelo económico extractivista, la prepotencia y el caudillismo presidencial.
Para Francisco Rocha, en la campaña electoral el Presidente terminó agotándose y anulando a sus colaboradores. Ahora, la mitad del Ecuador que votó por el ‘Sí’ espera pronta solución de los problemas de la delincuencia y la justicia. Y en la otra mitad ya hay prefectos que llaman a la resistencia para que se respete la decisión de los pobladores donde ganó el ‘No’. Para avanzar en las prioridades nacionales y mantener la gobernabilidad, así Correa diga que no cambiará su estilo ni su agenda, está abocado a revisar lo que pasa en su gobierno, en su partido y en su bancada legislativa, y deberá abrirse al diálogo y a los acuerdos políticos. Una posición intransigente puede hacerle perder el reconocimiento de modernizador que ha puesto orden y estabilidad, que ha sacado de la desesperanza a buena parte de su país y puede enredarle lo que le falta de gobierno y su siguiente reelección.