«En ningún continente hay una guerra mediática como en América latina»

Ignacio Ramonet analizó la difícil relación entre el sector público y privado en los medios de comunicación latinoamericanos. «La mayoría de las gobiernos neoprogresistas han alentado el desarrollo de la televisión pública», destacó.
por Pablo Falcone
A Ignacio Ramonet le apasiona analizar la comunicación y los medios. Por eso apenas se enciende el grabador, el director de Le Monde Diplomatique en español destaca la importancia del Encuentro de Medios Públicos de Latinoamérica y concentra su discurso en la batalla comunicacional entre el sector privado y el público. «En ningún otro continente hay una guerra mediática como la que se desató en América latina», dispara y cuenta: «El sector privado no quiere que exista el sector público».
– ¿Los gobiernos progresistas Latinoamericanos han producido cambios en la comunicación?
– Claro. Lo que estamos viendo no ha ocurrido nunca. Históricamente, los medios en América latina esencialmente son privados. En algunos países del continente ni siquiera hay televisión pública y en otros hay, pero muy poco desarrollada. Entonces, lo nuevo es que la mayoría de estos gobiernos neoprogresistas han alentado el desarrollo de la televisión pública presentándola como una alternativa posible a los programas tradicionales del sector privado. Esto es nuevo.
– ¿La única novedad es este desarrollo de la televisión pública?
– También es nuevo que el sector privado no lo ha aceptado y entonces se ha desencadenado una especie de guerra mediática que es la característica principal de América latina. En ningún otro continente hay una guerra mediática como la hay aquí: frontal. Los medios privados llevan a cabo no sólo una campaña en el interior sino también a nivel internacional, acusando a los gobiernos de toda clase de crímenes y a veces hasta organizando modos de crítica que pueden alcanzar el caracter de golpe de estado mediático como el que se le hizo a (Hugo) Chávez en abril de 2002. Entonces los medios juegan una papel muy importante. Ya lo habían jugado en otro aspecto como el Mercurio en los años setenta contra Salvador Allende.
– ¿En la actualidad los medios actúan de la misma manera que en los setenta?
– Ahora la diferencia es que son grupo mediáticos muy importantes y no sólo un periódico de papel. Ahora son grupos mediáticos muy asociados. Y además asumen un rol político. Entonces esto hace que haya grupos que son, a la vez, empresariales, políticos, económicos e ideológicos. También cuentan con un gran apoyo internacional como de la Sociedad Interamericana de Prensa o de la gran prensa internacional.
– Describe una guerra entre medios públicos y privados. En ese contexto, ¿cómo hacen los medios públicos para no convertirse en un órgano de propaganda de los gobiernos?
– Normalmente el medio público es un medio del Estado y no del gobierno. Es decir, es un medio que no está dependiendo de la publicidad ni de las empresas anunciantes. Por eso es un medio que tiene más libertad, ya que vive con una subvención del Estado, que en principio deja a los profesionales hacer la información de la manera más profesional posible.
– ¿Qué significado creen que le dan los ciudadanos a esta situación de los medios públicos?
– Eso para el ciudadano es una garantía porque no está recibiendo sólo una formación elaborada en función de anunciantes o por una empresa que puede tener sus intereses; está recibiendo una información elaborada por profesionales que no tienen ningún tipo de condicionante. Eso es lo ideal.
– ¿Pero lo ideal ocurre?
– Eso prácticamente no ocurre en ningún país. En Europa hay sectores públicos muy importantes y, por ejemplo, el modelo que se presenta en general es la BBC en Inglaterra.
En todos los países europeos hay un debate para saber si el gobierno tiene influencias sobre las televisiones públicas. Por consiguiente, este es un debate admitido porque los profesionales pueden defenderse. Además, en general, esas televisiones públicas no están dirigidas por el gobierno si no por un consejo audiovisual que crea una separación entre el gobierno y el funcionamiento de la televisión pública.
– ¿Este modelo europeo es exportable a América latina?
– En el caso de América latina la situación no lo permite porque en realidad la situación está planteada en la existencia o no existencia de la televisión pública. Por consiguiente la televisión pública se defiende y como sólo el gobierno quiere que haya televisión pública hay una identificación entre la televisión pública y el gobierno cualquiera sea el país.
– ¿Es lógico que exista esta identificación?
– Es lógico porque el sistema quiere pervivir cuando en realidad el sector privado quiere que no exista o que se mantenga como una especie de cosa atrofiada que sirva únicamente de testimonio.
– ¿Por qué el sector privado quiere esto?
– No quiere que la televisión pública se desarrolle porque la ve como un rival en términos de competencia y sobre todo un rival ideológico en términos de influencia.
– ¿Los medios públicos como la televisión deben preocuparse por la audiencia o por la calidad y el nivel cultural del producto?
– A veces se juzga el interés de un programa en términos de audiencia. Se dice que tiene 4% de audiencia y por consiguiente no es bueno. Eso no siempre funciona. Un programa puede tener poca audiencia y ser muy importante aunque exista sólo como testimonio. La audiencia es un termómetro que utiliza esencialmente el sector privado porque es fundamental ya que vive de la publicidad y por consiguiente la publicidad llega según la cantidad de telespectadores que ven un programa. Además a través de ese número se fija el precio de la publicidad. En cambio, la televisión pública debe tener en cuenta la audiencia pero no debe ser determinante.
El rol del periodista
Ramonet es una voz escuchada en el periodismo mundial. Su trayectoria lo respalda: es doctor en Semiología e Historia de la Cultura por la Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales de París y catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot. Especialista en geopolítica y estrategia internacional y consultor de la ONU, el destacado periodista en la actualidad da clases en la Sorbona de París.
La obra de Ramonet está centrada en la influencia de los medios de comunicación en la sociedad y la presión ideológica que ejercen las nuevas tecnologías. Su postura es contraria al neoliberalismo. Por eso, entre sus trabajos se destacan «La tiranía de la comunicación» e «Internet, el mundo que viene». Su obra también incluye encuentros con líderes y guerrilleros latinoamericanos. «Marcos, la dignidad rebelde», «Cien horas con Fidel» y «Hugo Chávez. Mi primera vida» son algunos de sus libros.
Su experiencia en el periodismo lo lleva a hacer un duro análisis del futuro de la profesión. «Se está poniendo más complicada la cosa para los periodistas», diagnostica.
– En este difícil contexto, ¿qué rol debe cumplir el periodista cuando la subsistencia de algunos formatos de comunicación son un gran interrogante?
– El periodista lo que debe defender es un ámbito que le permita realizar su trabajo con la mayor libertad y la mayor capacidad de expresarse. Esa curiosamente es la característica que no existe en el sector privado, donde siempre se está exigiendo un tipo de información espectáculo. Hoy más que nunca en medio de esta crisis si quieres hacer una información seria, documentada y trabajada no te la van a permitir en el sector privado. En cambio, el sector público si te la puede permitir porque trabaja con más serenidad.
– En su escrito «El periodismo del nuevo siglo» dice que esta profesión está en vías de extinción. ¿Este fenómeno se sigue profundizando?
– Claro. En este momento, los periódicos de papel están desapareciendo y entonces la mayoría de los periódicos del mundo están en crisis económica porque hay menos publicidad. Cada vez es menos viable para los periodistas poder vivir de su trabajo. Es un milagro que los periodistas aún estén pagados porque ya muchos medios no pueden hacerlo, entonces ¿qué va a ser del periodismo?.
– ¿Qué va a ser?
-Se está poniendo más complicada la cosa para los periodistas. Ahora estamos viendo iniciativas nuevas que están surgiendo de algunos millonarios que hacen mecenazgo periodístico y crean en la web periódicos para que los periodistas puedan trabajar o crear las posibilidades para que hagan una investigación que a ellos les interesa.
De todas maneras, se parte del principio que una democracia sin prensa libre no es una democracia.
– En ese texto también habla de la revolución tecnológica. ¿Hacia dónde va el periodismo?
– Adónde va nadie lo sabe. Pero lo que sí podemos decir es que la sociedad necesita información. Lo que es seguro es que si encontramos la respuesta a la pregunta dominante que es ¿quiero saber lo que pasa? habrá un buen periodismo y ese periodismo tiene su sitio en la sociedad.
– ¿Hoy está garantizada la posibilidad de hacer ese buen periodismo?
– El problema está en que hoy día no existe ningún modelo económico que lo garantice y que todos queremos saber lo que pasa pero no estamos dispuestos a pagar para saber lo que pasa. El problema es que hay más necesidad que nunca del buen periodismo pero no hay recursos para hacerlo. Esta es la contradicción en la que estamos.
– En «El periodismo del nuevo siglo» le exige a la audiencia responsabilidad para informarse. ¿Cree que las audiencias se han perfeccionado?
– El televidente o el ciudadano a veces dice que la información está mal hecha y que no entiende nada de lo que está pasando. Entonces, la pregunta es ¿qué hizo para saber lo que está pasando?. Si la respuesta ‘me senté en mi sillón y vi el telediario pero no conseguí hacer una síntesis de lo que vi’ evidentemente la respuesta es mala y perezosa.

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