Santiago Fioriti
“Atendí porque soy un buen tipo”, es lo primero que dice del otro lado del teléfono Darío Giustozzi. El diputado se tomó unas breves vacaciones junto con su familia. No son, a diferencia de lo que le pasaría a la mayoría de los mortales, sus días más placenteros. Se lo nota enojado con la posibilidad de un salto del Martín Insaurralde al Frente Renovador.
Se siente traicionado. Cerca de Sergio Massa deslizan que esperan una última negociación con el diputado para llevarlo como candidato a gobernador en 2015. Giustozzi asegura que Massa nunca le habló de esa negociación y se muestra molesto con un sector del massismo que alienta los movimientos.
– Usted dijo tiempo atrás que sería un retroceso sumar a Insaurralde. ¿Qué piensa hoy?
– Los que impulsan el ingreso de Insaurralde no se dan cuenta de que es una forma de abrirle la puerta a Boudou y a su gente. No se puede especular todo el tiempo con todo. Lo que hay que hacer es honrar con los hechos lo que se sostiene con la palabra.
Giustozzi amagó con cortar la comunicación después de esta respuesta. “No quiero seguir hablando”, dijo. Pero se filtró una última pregunta antes de que cortara: – Una versión dice que usted se irá del espacio si se incorpora Insaurralde. ¿Es cierto?
– Veremos qué pasa. Yo no voy a hacer política en contra de mis principios. Antes de eso me voy a casa con mis verdades a cuestas.
Ya no habló más Giustozzi. Hubo que decodificar sus razonamientos de otros actores del espacio que, en minoría, resisten la eventual incorporación del último delfín de Cristina en las urnas. “Algunos creemos que es un paso atrás que se incorpore alguien que ha bancado a Boudou en medio de este escándalo ”, apuntó un dirigente que trabaja para ver a Massa al frente de la Casa Rosada. Algo es cierto: el archivo es categórico con el diputado K. Entre otras frases, ha dicho que el vicepresidente es “ una persona de bien ”, acusó a los medios de “ hacerle creer a la sociedad que está condenado ” y sostuvo que muchos lo han “prejuzgado”. El massismo, en cambio, acompaña los pedidos de juicio político en el Congreso.
No es menos cierto que detrás de los chispazos hay intereses personales. Giustozzi, según su círculo íntimo, tenía la promesa de Massa para ser el candidato a gobernador. Esa promesa precede a la última campaña, cuando el entonces intendente de Almirante Brown era uno de los impulsores de la candidatura de su jefe. Pero, tiempo después, acaso para levantar la expectativa en el principal distrito del país, el líder del frente Renovador también sacó a la cancha a los intendentes Gustavo Posse (San Isidro), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) y al diputado y ex gobernador Felipe Solá.
Los tres alientan, cada uno con sus razones y matices, la llegada de Insaurralde. Ninguno piensa en bajarse de la pelea. Al contrario: creen que es un paso clave para potenciar la competencia en las PASO y la postulación presidencial de Massa.
“Lo que Darío no puede entender es que varios de sus compañeros han preferido no sólo atacarlo a él sino elogiar a un tipo que defendió la camiseta del oficialismo en las últimas elecciones”, dicen quienes conocen a Giustozzi. Y se preguntan cómo hará el massismo, llegado el caso, para explicar un pase de esta naturaleza. A Massa, adicto a los números, le parece una discusión menor.
“Atendí porque soy un buen tipo”, es lo primero que dice del otro lado del teléfono Darío Giustozzi. El diputado se tomó unas breves vacaciones junto con su familia. No son, a diferencia de lo que le pasaría a la mayoría de los mortales, sus días más placenteros. Se lo nota enojado con la posibilidad de un salto del Martín Insaurralde al Frente Renovador.
Se siente traicionado. Cerca de Sergio Massa deslizan que esperan una última negociación con el diputado para llevarlo como candidato a gobernador en 2015. Giustozzi asegura que Massa nunca le habló de esa negociación y se muestra molesto con un sector del massismo que alienta los movimientos.
– Usted dijo tiempo atrás que sería un retroceso sumar a Insaurralde. ¿Qué piensa hoy?
– Los que impulsan el ingreso de Insaurralde no se dan cuenta de que es una forma de abrirle la puerta a Boudou y a su gente. No se puede especular todo el tiempo con todo. Lo que hay que hacer es honrar con los hechos lo que se sostiene con la palabra.
Giustozzi amagó con cortar la comunicación después de esta respuesta. “No quiero seguir hablando”, dijo. Pero se filtró una última pregunta antes de que cortara: – Una versión dice que usted se irá del espacio si se incorpora Insaurralde. ¿Es cierto?
– Veremos qué pasa. Yo no voy a hacer política en contra de mis principios. Antes de eso me voy a casa con mis verdades a cuestas.
Ya no habló más Giustozzi. Hubo que decodificar sus razonamientos de otros actores del espacio que, en minoría, resisten la eventual incorporación del último delfín de Cristina en las urnas. “Algunos creemos que es un paso atrás que se incorpore alguien que ha bancado a Boudou en medio de este escándalo ”, apuntó un dirigente que trabaja para ver a Massa al frente de la Casa Rosada. Algo es cierto: el archivo es categórico con el diputado K. Entre otras frases, ha dicho que el vicepresidente es “ una persona de bien ”, acusó a los medios de “ hacerle creer a la sociedad que está condenado ” y sostuvo que muchos lo han “prejuzgado”. El massismo, en cambio, acompaña los pedidos de juicio político en el Congreso.
No es menos cierto que detrás de los chispazos hay intereses personales. Giustozzi, según su círculo íntimo, tenía la promesa de Massa para ser el candidato a gobernador. Esa promesa precede a la última campaña, cuando el entonces intendente de Almirante Brown era uno de los impulsores de la candidatura de su jefe. Pero, tiempo después, acaso para levantar la expectativa en el principal distrito del país, el líder del frente Renovador también sacó a la cancha a los intendentes Gustavo Posse (San Isidro), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) y al diputado y ex gobernador Felipe Solá.
Los tres alientan, cada uno con sus razones y matices, la llegada de Insaurralde. Ninguno piensa en bajarse de la pelea. Al contrario: creen que es un paso clave para potenciar la competencia en las PASO y la postulación presidencial de Massa.
“Lo que Darío no puede entender es que varios de sus compañeros han preferido no sólo atacarlo a él sino elogiar a un tipo que defendió la camiseta del oficialismo en las últimas elecciones”, dicen quienes conocen a Giustozzi. Y se preguntan cómo hará el massismo, llegado el caso, para explicar un pase de esta naturaleza. A Massa, adicto a los números, le parece una discusión menor.
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